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Desaparecidos La Tablada

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En el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron ayer 3 testigos. El aporte mayor vino quizá del menos esperado: Walter Gualberto Cruz, un enfermero general que hace 3 años se retiró del Ejército. Declaró por primera vez ante la justicia y aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Esquivel, a quien la teoría oficial daba muerto por Ruiz y Díaz antes de la supuesta fuga. Como ya está más que claro, ambos fueron desaparecidos por las fuerzas que comandaba el General Arrillaga. Cruz describió ayer cómo Esquivel murió a su lado por fuego cruzado. También fueron testigos un militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar; y otro que intentó eludir sus propias responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que sonó poco convincente. Foto: Arrillaga cada vez más preocupado (El Diario del Juicio)—¿El Capitán Cabrera es un personaje? —preguntó el abogado querellante Ernesto Coco Lombardi al militar retirado Julio Ruarte.—Sí, Cabrera es un personaje.—Esquivel murió en esa circunstancia? —intentó precisar el juez Rodríguez Eggers.—Para mí sí. Esquivel murió como está ahí —dijo Ruarte señalando su libro.—¿Y cómo construyó el relato de Cabrera? —preguntó Lombardi.—Con varios testimonios. Uno de un tal Galeano,  Galesi, no recuerdo bien, y seguramente le pregunté al Sargento Cruz. Ese intercambio, que podría interpretarse incluso como un intercambio literario, fue central en la jornada de ayer. Julio Ruarte, es un militar retirado, autor del libro La Tablada: Un ataque para recordar.Su testimonio había sido solicitado porque en su informe, más tarde publicado como libro, se describe la muerte del sargento Ricardo Esquivel. Su motivación, según expresó varias veces, fue saber qué pasó con Ricardo Rolón, uno de los militares caídos durante el combate y “rendirle un homenaje a mi amigo y camarada”. El informe Ruarte fue escrito entre 1990/1991, y en 2003 el autor ya contaba con una edición para publicar. Sin embargo, en ese entonces, el ejército rechazó su publicación: “Me mandaron una nota que no era conveniente para la imagen de la fuerza, que podía traer problemas al autor” declaró. La querella solicitó que el testigo aporte esa respuesta oficial de la Secretaría General del Ejército, una prueba más del encubrimiento, que además suena amenazante: “la voy a buscar. Tuve varias mudanzas en el medio”, dijo Ruarte, que publicó el informe finalmente en 2016 luego de retirarse un año antes.Develar los minutos finales del sargento Esquivel es una de las claves de este juicio. Casi sin saberlo, el militar, en su búsqueda personal por saber qué pasó con su amigo Rolón, aportó un dato revelador: cómo fue la muerte de Esquivel. Al ubicar en el lugar a Walter Gualberto Cruz, permitió que se escuchara su relato, por primera vez, luego de 30 años. Otro testimonio que fulminó la versión oficial. La palabra de Cruz Walter Gualberto Cruz tiene todo el aspecto de un laburante común y corriente. Sin embargo, fue militar hasta hace casi 3 años. Morocho y petiso, tiene la palabra simple y segura a mano. Es la primera vez que declarara en la justicia por los hechos de La Tablada. Su aporte es esencial; seguramente por eso, justicia encubridora mediante, nunca estuvo ante un tribunal hasta ayer. Así relató la muerte de Esquivel. “En un momento quedé sólo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 mm., calibre del FAL, sin orificio de salida”.En el relato oficial de los hechos, las huellas de Ruiz y Díaz llegaban hasta el oficial Esquivel, quien fue señalado como la última persona que vio con vida a los militantes del MTP, apenas antes de su propia muerte. Esquivel obviamente nunca estuvo para dar su versión. De alguna manera era el testigo perfecto para la versión militar/judicial; no había chance de contradicción alguna. Pero la cadena de mentiras se rompió en la 3ª audiencia, cuando el exmilitar César Ariel Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel ni haber tenido contacto con guerrilleros del MTP.  En aquella misma jornada ya histórica de diciembre pasado, otro exmilitar, José Almada, se ubicó como testigo ocular de la caída de Esquivel.“Estuve en las inmediaciones de la Compañía B cuando explota parte del primer piso, por lo que tuve que asistir a varios soldados”, relató Cruz. “Luego apareció Esquivel, que bajó de un vehículo en el cual estábamos haciendo las evacuaciones de los heridos”. En su detallado testimonio, Cruz indicó que “a viva voz pedí un vehículo para movilizarlo, como tardaba me puse a arrastrarlo, era un hombre fortachón, me costó mucho y a duras penas pude subirlo al blindado. Esa fue la última vez que lo vi, pero ya sabía que era inevitable su deceso, estaba agonizando”, agregó. Además, sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato que sirviera de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, en la sala del TOFC 4, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor para explicar la muerte de Esquivel. En la parte de legales del Edificio Libertador en Azopardo 250. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía en qué circunstancias había muerto.

El lunes de la semana pasada, por iniciativa del Tribunal Nº4 de San Martín, se realizó una visita ocular al lugar de los hechos, que hoy es mitad supermercado, mitad abandono. Durante la inspección judicial, de la que solo participaron las partes, el General Alfredo Arrillaga les habló a los gendarmes que estaban en el lugar como el abuelito que cuenta sus mejores anécdotas. La arenga fue interrumpida por el presidente del Tribunal, Matías Mancini, y registrada por el querellante Daniel Díaz, el hijo de José Maradona Díaz. El Diario del Juicio accedió al video, de alto contenido de impunidad genocida. Foto: InfobaeVideos: El Diario del Juicio El escenario donde se sucedían los relatos aún no había sido visitado. Se escuchaban reiteradas referencias a lugares ocupados, bombardeados, incendiados. De habitaciones de aquel cuartel donde, en plena democracia, se instauró de facto la metodología  de la violación a los derechos humanos. Había un mapa de La Tablada en la sala del TOCF4 de San Martín donde los testigos referenciaban sus relatos. Y al cabo del tiempo, terminamos todos y todas con una idea del lugar, y de cómo y dónde se dieron los sucesos.Pero aún el tribunal no había visitado el cuartel, y creyó sanamente oportuno realizarlo ahora, en medio del juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Díaz, uno de los 4 militantes del MTP que aún permanecen desaparecidos. La defensa, querella y la fiscalía pudieron entonces recorrer el predio, que con el paso del tiempo se ha modificado profundamente. Hoy pertenece a la Constructora San José;  hay en un gran sector un supermercado, pero algunos de los lugares donde se sucedieron los hechos reflejan las huellas de su pasado.Como querellante, Daniel Díaz pudo ser parte del grupo que visitó La Tablada. Este joven nacido en Nicaragua pudo recorrer por primera vez aquel lugar casi mítico donde se vio por última vez con vida a su padre. Esas filmaciones que en el tribunal lo mostraron rendido ante militares, fueron las imágenes que aparecieron en su mente durante el recorrido. En diálogo posterior con El Diario del Juicio, Díaz contó que sintió: “Fue algo muy fuerte, se visitó la Compañía A, la B, el comedor. El casino de suboficiales todavía está en pie. Y en el lugar del que salió mi padre cuando estaba en llamas, que está filmado, ahora hay un supermercado Easy, y tengo entendido que son ahora los dueños del predio. En la compañía A encontré huellas de tiros, vidrios destruidos, impactos de cañonazos”, indicó Daniel, relatando tanto las huellas de la represión como las suyas.Pero el dolor no fue sólo por lo pasado allí, sino por lo que sucedió en este 2019: en medio del recorrido, cuando se encontraban en lo que en 1989 era la planta alta de la Mayoría, desde donde el entonces Mayor Fernández Cutiellos, máxima autoridad militar en el cuartel, hirió a la mayoría de los integrantes del MTP destinados a la Guardia de Prevención, Arrillaga comenzó a relatar su versión de los hechos a un grupo de gendarmes que, con visible atención, recibieron de primera mano su apología del Terrorismo de Estado: “Atacan la compañía comando y los rechazan. Había un oficial y dos suboficiales y logran armar un grupo de 15. Ahí los rechazan a los terroristas”. Tan aberrante fue su accionar que el juez Matías Mancini, que preside el tribunal, debió llamarle la atención y le puso freno a su desbocada perorata, mientra le explicaba que tiene el derecho a declarar en cualquier momento del juicio, pero que eso no era una declaración. Quizás parte de sus dichos puedan escucharse en el tribunal cuando declare el próximo 6 de marzo, según anunció su defensor, lo que sería poco habitual, ya que en los juicios por crímenes de lesa humanidad, los jefes suelen hacer uso del derecho a las últimas palabras, pero no declaran en el juicio, cosa que sí haría Arrillaga. Ya han pasado por el juicio otros reivindicadores de las violaciones a los derechos humanos perpetradas en La Tablada, y que no son muy diferentes que los relatos que pudieron leerse en los medios tradicionales de comunicación con motivo de los 30; reivindicaciones que hasta pudieron verse en la participación de funcionarios públicos en los “homenajes” militares realizados tanto en Pigûe como en La Tablada.“Arrillaga realizó instrucciones a la gente de Gendarmería, le prestaron una silla para que diera su discurso, habló de los compañeros del MTP diciéndoles terroristas”, contó Daniel a El Diario del Juicio. “Me llamó la atención cómo es escuchado todavía y cómo goza de impunidad, cómo es visto por la gente que lo rodea todavía con el esplendor de general. Me sentía impotente de no poder gritar, son cosas que tenemos que soportar y también que contar, para que se sepa cómo sigue funcionando el sistema”.Arrillaga ya está condenado a prisión perpetua por crímenes ocurridos en Mar del Plata durante el genocidio. Sin embargo, cumple la pena en su casa. Según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, de los 862 genocidas condenados, 641 están en sus casas con prisión domiciliaria. Arrillaga es uno de ellos. Llega todos los días especialmente para el juicio, y cuando la audiencia se acerca al final, saca su teléfono celular y avisa: “estamos terminando”, como quién hace referencia a una reunión de trabajo.Se acerca el fin del juicio, donde los alegatos de las partes retomarán muchos de los giros inesperados que se han dado en este juicio, donde la mentira de la versión oficial de los hechos ha quedado al desnudo. Pero también reaparecerán las viejas acusaciones, la tergiversación de lo que pasó y la apología del accionar criminal de los militares. Parte de lo fundamental de estos meses en el TOCF4 de San Martín ha sido justamente esta oportunidad de volver a discutir una historia que muchos querían olvidar. Gracias al valiente testimonio de los militantes del MTP que sobrevivieron, hoy la sociedad sabe mucho más de

En la 12ª audiencia del juicio por los desaparecidos de La Tablada se esperaba solamente el testimonio de Rosario Alicia Sotero Lago, una de las peritos que participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 como parte del Cuerpo Médico Forense. Que fuera una audiencia corta en cantidad de testigos habilitó a que las partes hicieran peticiones al tribunal que hizo lugar a incorporar como nueva prueba el librodel militar Julio Ruarte, La Tablada: Un ataque para recordar. El informe relata la muerte del sargento Esquivel y niega la versión oficial acerca de Ruiz y Díaz. Ruarte será testigo la semana próxima, el 21 de febrero. Pero la principal novedad fue que apareció en el expediente una prueba de que los soldados fueron acompañados a declarar en la instruccion de esta causa por un abogado militar, como contó el testigo clave de este juicio, César Ariel Quiroga, aunque el Ejército lo niega aún hoy. Quiroga tiene razón Uno de los testimonios más reveladores en lo que va del juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz fue el de el exmilitar César Ariel Quiroga que, en la tercera audiencia, denunció que lo obligaron a firmar una declaración falsa para crear la versión oficial sobre José Díaz e Iván Ruiz. Quiroga no estaba solo en su declaración en 1989: Marcelo González Roberts, por entonces auditor del ejército, le ordenó firmar y hacerlo “por la institución” a la que ambos pertenecían: el Ejército; más específicamente, el Comando de la X Brigada Mecanizada de La Plata.En la 12ª audiencia, el nombre de Marcelo González Roberts volvió desde la boca de Hernán Silva, defensor del general Alfredo Arrillaga, que solicitó al tribunal incorporar documentación provista por el archivo histórico del ejército, referente al comando de la Brigada Mecanizada X que, según presentó la defensa, informaba que “No hay registro de que se le haya indicado -a González Roberts- funciones en la  investigación de la Tablada”. En un claro intento por rebatir uno de los testimonios fundamentales que hace caer como un mazo de naipes la versión oficial, la defensa de Arrillaga se equivocó una vez más. Al momento de dar respuesta a cada una de las peticiones, el Tribunal, en la voz del presidente Matías Mancini, sorprendió al informar que el paso de Marcelo González Roberts por el Juzgado N° 1 de Morón, en 1990, estaba documentado en la foja 177 de la causa a cargo del juez Gerardo Larrambebere, como se observa en la foto que acompaña esta nota. No hay que probar su paso. Aunque 30 años más tarde el ejército lo siga negando, un auditor acompañaba a los soldados a declarar. Un dato más que confirma la veracidad de lo dicho por Quiroga en la tercera audiencia.El hecho pasa por un momento inadvertido. Repasemos: 30 años después de los delitos cometidos por el ejército, el defensor del único imputado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada le pidió al ejército que informe sobre el desarrollo de Marcelo González Roberts, señalado por Quiroga como quien le ordenó firmar una declaración falsa en 1990 para crear la versión oficial y construir a José Díaz e Iván Ruiz como prófugos, cuando se trataba de desaparecidos. El ejército, 30 años después, dice, siempre según la defensa de Arrillaga, que no hay registro de su intervención en la investigación de los hechos de La Tablada. 30 años después el encubrimiento intenta su último manotazo de ahogado. 30 años después, Marcelo González Roberts sigue siendo parte de la misma institución por la que le pidió a Quiroga que firmara una declaración falsa. La misma institución que le devuelve gentilezas e intenta protegerlo. González Roberts es actualmente Coronel  y se desempeña como “asesor jurídico” del Estado Mayor Conjunto. Ya sabemos cómo asesora en la justicia. Restos carbonizados La única testigo de la 12ª audiencia fue Rosario Alicia Sotero Lago, integrante del Cuerpo Médico Forense desde 1990. Participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 donde se confirmó que pertenecían a 6 militantes del MTP. Su testimonio vino a complementar el de Luis Fonderbider, director ejecutivo del EAAF, que declaró la jornada pasada. Sotero Lago fue más precisa que el director ejecutivo del EAAF en su definición sobre cómo estaban los restos. “Carbonizados” repitió dos veces en su declaración, despejando las dudas que la sola referencia al “agente térmico” realizada por Fonderbider en la audiencia anterior pudiera dejar. “No recuerdo haber trabajado con cuerpos íntegros, sólo con restos carbonizados”, dijo. El testimonio de Sotero Lago volvió a narrar en forma de declaración judicial la violencia que emanaba de esos restos. Ya lo dijeron los testigos de este juicio: el intento fue de aniquilamiento.  Una defensa poco estratégica En la audiencia de la semana próxima escucharemos también el testimonio del ex teniemte coronel Jorge José Etchezarreta, solicitado por la defensa de Arrillaga al tribunal. La defensa sostiene, ya muy avanzado el juicio, que no fue Arrillaga quien intimó a la rendición a los y las militantes del MTP. En cambio, afirma, fue Etchazarreta quien lo habría hecho, y, se supone, escucharemos sus palabras en la próxima jornada. El defensor contó que lo contactaron durante uno de los dos actos oficiales en los que el Ejército Argentino recordó los hechos a 30 años, el ultimo 23 de enero, tratando como héroes a aquellos militares que violaron los derechos humanos, como se está demostrando en este juicio. Parece una jugada poco inteligente de la defensa del exgeneral. Varios testimonios hasta acá no sólo escucharon a Alfredo Arrillaga y luego reconocieron su voz en el juicio que se les realizó en 1989 (Felicetti, Paz, Aguirre, Ramos, entre otros), sino que también lo vieron (Moreira, Luis Alberto Diaz, Motto). Por si no alcanzara, en el procesamiento de Arrillaga  que desemboca finalmente en este juicio, el juez Germán Castelli pone entre los considerandos que fue Arrillaga quien intimó a la rendición de los militantes del MTP.La versión oficial se desmorona. José Díaz e Iván Ruiz no fueron trasladados por

“En ese ataúd se pensaba que estaba Provenzano. Había dos fémur derechos. Uno era de Sánchez. Se pensó por coincidencia genética que era Ruiz. El otro fémur era de Burgos, que era el cuerpo que estaba en el lugar que se creía estaba Provenzano. Los restos estaban en bolsas negras, en algunos casos con vestimentas. Estaban esqueletizados pero no completos. Habían sido sometidos a agentes térmicos”. Son palabras de Luis Fonderbrider, el director ejecutivo del mundialmente reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Lo relató con la frialdad de aquellas personas que conviven en su tarea cotidiana con el análisis de restos óseos; lo que para todo el planeta puede resultar escabroso, para ellos/as es cotidiano.  En el recorte que antecede, en tan solo cinco líneas de texto que no tardó más de dos minutos en expresar, se entremezclan las historias de 4 militantes del MTP que hoy no están. 2 fueron asesinados (Roberto Gordo Sánchez y Carlos Alberto Quito Burgos). Los otras 2 también, pero sus cuerpos están desaparecidos (Iván Ruiz y Francisco Pancho Provenzano). Pero además de la impunidad con la que actuaron los militares, aquí se suman las “desprolijidades” de los forenses.En ese ataúd, entonces, no estaba Provenzano, por eso se sumó recién en 2010 a la lista de desaparecidos. Coincide con la fecha en la que el EAAF realizó una segunda intervención, pero ya con su técnica que no es sólo genética. En ese año, el equipo asumió el trabajo desde una perspectiva integral, explicó Fonderbrider en su testimonio. Allí se reconocieron a 6 militantes entre los restos que faltaban identificar: Roberto Sanchez, Juan José Tosi, Juan Manuel Murúa, Carlos Burgos, Roberto Gaguine y José Mendoza. Y otros 2 que se creía identificados, pasaron a engrosar la lista de desaparecidos: Iván Ruiz y Francisco Provenzano.Irene Provenzano, hija de Pancho y de Claudia Lareu (que también murió en La Tablada) lo contó desde su lugar de familiar: “En el caso de mi papá, es de los que negocia la rendición con Arrillaga. Todos relatan que luego de las torturas, de los simulacros de fusilamiento, de no saber si efectivamente iban a lograr seguir con vida aun después de la rendición, lo que hacen es escucharse las voces y saber quienes están, además de los que saben que se rindieron con ellos, porque estaban encapuchados. Nosotros como familia siempre supimos que él se había entregado con vida el 24 y que después había sido fusilado”, pero creyeron que su cuerpo estaba sepultado, “hasta el 2009, que interviene el equipo de antropología forense con la hipótesis que el cuerpo estaba mal identificado en su momento. Luego de hacer un análisis de todos los cuerpos que todavía estaban sin reconocer para ese momento llegan a la conclusión antropológica y genética de que hay 4 compañeros que no están”. Uno de ellos es su papá.Otra cuestión que encierra la intervención de ayer de Fonderbrider con la que comienza este texto, es el error en la identificación de los restos de Sánchez y Ruiz, que el EAAF corrigió. “Ruiz tenía 20 años. Estaba emparentado con Sánchez (era su sobrino), que tenía 40. Nos podríamos haber quedado con los análisis genéticos que dieron positivo cuando se cruzaron con las muestras de familiares de Ruiz, pero al realizar un análisis más integral, nos dimos cuenta de que esos restos no pertenecían a una persona de 20 años, sí a una de 40”, por lo que al realizar el análisis genético con las muestras de familiares de Roberto Sánchez, también dio positivo “el famoso 99,999999%”, explicó el antropólogo, que también dio cuenta de la impunidad con la que trataron los cuerpos de los integrantes del MTP, tanto en vida como después de muertos. “2 de los cuerpos estaban completos, otros 2 tenían pérdidas importantes. En un caso creo que faltaba el cráneo. Esto puede ser por dos razones: o producto de la acción (golpes, amputaciones, todo tipo de torturas) o por el mal levantamiento de los cuerpos”.En el video que acompaña esta nota, durante una entrevista que El Diario del Juicio le realizó luego de su testimonial, Fonderbrider también explicitó aquello de que los cuerpos “fueron sometidos a agentes térmicos”; es decir: las altas temperaturas a las que estuvieron sometidos, o bien por el incendio de la Guardia de Prevención, o por efecto de la incineración intencional. Otro palo para la justicia Miguel René Rojas llegó a la Terminal de Ómnibus de Retiro por la madrugada. Se encontró luego con uno de los secretarios del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Martín, que lo llevó hasta el juzgado. Su declaración mereció la misma atención que todas. En este juicio, puede pasar cualquier cosa. Pero a esta altura lo inesperado se convirtió en esperable. Hay casi una pretensión de que todos los testimonios aporten algo significativo. La de Rojas fue una declaración de una hora. Entró a la sala vestido con un jean gastado, con los bolsillos traseros deformados por el uso, una remera con rayas horizontales grises y una mochila que rápidamente dejó apoyada en un costado del estrado en el que se sentó. Como dijo el exmilitar César Quiroga en la tercera audiencia que torció para siempre el rumbo del juicio: “Vengo a sacarme una mochila que llevo hace 30 años”. Rojas trajo la suya pero decidió también quitársela de encima. El vuelco en su declaración ocurrió exactamente en la mitad, cuando ya parecía que su testimonio no saldría de lo común. —Yo declaré dos veces antes -dijo con su tonada salteña cerrada e inconfundible-. Una en Morón y otra en San Martín. La de San Martín, nada que ver. La de Morón fue la última. —¿Usted recuerda haber declarado en el Regimiento? —le consultó Matías Mancini, presidente del Tribunal, ya dispuesto a escuchar cualquier cosa acerca de la instrucción de esta causa. —No, yo en el regimiento no. —Porque aquí dice que usted declaró en el regimiento el 14 de febrero de 1989 —agregó Mancini. Hasta ahí todo más o

En una nueva audiencia del juicio por el asesinato de José Díaz, un soldado que permanecía detenido por desertor en el cuartel aquel 23 de enero de 1989, Miguel René Rojas, indicó que los militares intentaron que modificara la declaración que prestó en el juicio en el que recibieron fuertes condenas los/las integrantes del MTP. Le pidieron que denunciara torturas y maltratos de parte de los militantes. También declararon el director del EAAF, Luis Fonderbrider; el periodista Felipe Celesia, un exmilitar que se contradijo y una testigo de identidad reservada.En lo que fue una de las audiencias más extensas del juicio en el que de investiga el asesinato y la desaparición de José Díaz, integrante del Movimiento Todos por la Patria que tomó La Tablada en enero de 1989, volvió a quedar en el foco la intención militar de construir una versión oficial de los hechos que pudiera ocultar las torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones que se dieron durante la “recuperación” del cuartel.“Lo que ellos me dijeron que diga no existe, me dieron por escrito lo que tenía que decir, casi todo lo contrario de lo que pasó”, indicó Miguel René Rojas, quien en ese caluroso verano se encontraba detenido por desertor en la Guardia de Prevención de La Tablada. Lo que hoy denunció, sucedió durante el juicio que se les siguió a los/as integrantes del MTP apenas meses después del copamiento. Como indicó otro de los testigos de la fecha, Felipe Celesia (coautor junto a Pablo Waisberg de “La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina”), “había una voluntad política de que fuera ese un juicio con una pena ejemplificadora y lo hicieron de modo exprés”. Y agregó, hablando de cómo evaluaron la veracidad de esos relatos como para finalmente no incluirlos en su libro: “sobrevolaba la versión muy fuerte de que se había preparado el testimonio de los militares que declararon en el juicio, para que todo sea más redondo y cerrara, algo que incluso en el juicio mismo se ventiló por un testigo que así lo indicó”. Hoy lo aseveró Rojas. Otro testimonio liberador Esta tarde, en el TOCF4 de San Martín, Rojas relató su experiencia de aquel día: estaba en los calabozos por desertor, con soldados y oficiales de guardia, hasta que entró “la gente ésta a los tiros, pero que a nosotros no nos hicieron nada. Estuvimos con ellos desde las 6:20 hasta la tarde, que salí”. Indicó que eran 3 desertores, a quienes los.integrantes del MTP les dijeron “que nos quedemos tranquilos, que con nosotros no era el problema”. Su testimonio es crucial en este juicio por ser uno de los soldados que escapó junto a José Díaz e Iván Ruíz de la incendiada guardia por una de sus ventanas, tal como lo muestra uno de los videos que se conservan de ese día y en el que Rojas identificó a los militantes que hoy permanecen desaparecidos. También los reconoció en el video que los muestra rendidos y con sus manos en alto, guiados por un soldado (Hugo Daniel Stegman) hacia los fondos del cuartel: nunca más se sabría de ellos.Pero lo que hoy sumó otro dato de interés a su testimonio fue que, como ya sucedió con el exmilitar César Ariel Quiroga, en este caso un colimba, Rojas, aseguró que lo presionaron para que mintiera en el juicio de 1989. “Me decían que diga que nos trataron mal, que nos torturaron, etc. Me dijeron que diga eso y nada más, no sé quién era el superior que así me lo indicó”, explicó 30 años después.Respecto de la criminal recuperación llevada a cabo por las fuerzas represivas, Rojas aportó otro dato que contradice el pedido que le hicieron militares: “los que coparon el cuartel nos decían que nos vayamos porque nos iban a matar los tiros desde afuera, sacamos una remera blanca de soldados y gritamos que no disparen, pero no nos dejaron salir los disparos”. La tarea del EAFF La jornada de hoy comenzó con la declaración de Luis Fonderbrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El antropólogo dio cuenta del trabajo de identificación de restos de 6 personas que permanecían como NN y criticó la conservación de los restos: “No estaban en buenas condiciones”, refirió cuando la querella lo consultó, y agregó que estaban incompletos, con rastros de haber sufrido el “efecto térmico”, con restos de ropa, y, uno de ellos, con un proyectil, que de haber pasado por una autopsia realizada correcta, debería haber sido extraído. “El cuerpo médico forense de entonces debiese responder cómo llegaron así a Chacarita” agregó. El testimonio de integrantes del cuerpo forense se espera en la próxima audiencia de este juicio, que será este jueves. Además sumó otro dato que habla de cómo fueron tratados esos cuerpos antes de ser enterrados: en una de las sepulturas había restos de dos personas, donde decía que estaban los restos de Francisco Provenzano, en realidad estaban los de Burgos. Por eso recién en ese momento se contabilizó a Provenzano entre los desaparecidos. Quinteros, un exmilitar clave Otro testimonio importante de la extensa jornada fue el de Fernando Andrés Quinteros, un militar retirado “hace poco más de 2 años. Visiblemente nervioso, Quinteros se situó custodiando a 2 prisioneros en un quincho del cuartel. Según dijo hoy “unos 5 o 10 minutos”. Le tuvieron que leer su declaración de 1989, en la que decía que había permanecido en esa situación durante una hora, y además decía que lo pusieron a custodiar que nadie entrara ni saliera del lugar, pero no había precisado que adentro hubiera 2 prisioneros. El exmilitar dijo que “todo era un caos, cada uno hacía lo que quería, por lo que no había un oficial a cargo que nos dijera qué hacer”. Sin embargo, en su relato, se mostró recibiendo órdenes varias veces, aunque nunca pudo recordar a quiénes se las impartían.La quinta persona que testimonió en la undécima jornada de este histórico juicio es parte del Programa Nacional

El 10 de diciembre de 2018 comenzó el juicio oral y público por el asesinato de José Díaz, uno de los militantes del Movimiento Todos Por La Patria (MTP) que fue desaparecido junto a Iván Ruiz, Francisco Provenzano y Carlos Samojedny el 23 y 24 de enero de 1989, en el marco del copamiento del cuartel de La Tablada. El único imputado es el General Alfredo Arillaga, el responsable máximo del operativo militar. Como en tiempos de la dictadura, pero ya con 6 años de democracia, hubo torturas, fusilamientos y desapariciones. Las audiencias se reanudan mañana, martes 12 de febrero.Desde el inicio del juicio y a lo largo de las diez audiencias que se realizaron hasta ahora, declararon más de 20 testigos, la mayoría de ellos ex integrantes del MTP y militares. El interés por este juicio histórico fue creciendo con su curso, no sólo porque es la primera vez que quienes sobrevivieron al horror en La Tablada son escuchados cuando denuncian frente a un tribunal las torturas y atrocidades cometidas por los militares, sino porque las declaraciones de los propios integrantes del ejército hicieron caer, en la tercer jornada de juicio, la versión oficial sobre qué pasó con José “Maradona” Díaz. La ruptura del pacto de silencio y el vuelco de la causa  En la tercera audiencia del juicio se esperaba el testimonio de José Almada, un exmilitar que desde 2004 denuncia que José Díaz e Iván Ruiz fueron sacados del Regimiento en un Ford Falcón Blanco, luego de haber sido torturados. Pero antes de su turno, fue la declaración del exsargento Cesar Ariel Quiroga, que en 10 minutos rompió el pacto de silencio que llevaba 30 años. El exsargento, que dejó la fuerza hace apenas 3 años, se desempeñó como ambulanciero en la “recuperación” del cuartel. Reveló que hace tres décadas, en el Juzgado de Morón a cargo del Juez Federal Gerardo Larrambebere, en el que era secretario un joven Alberto Nisman, fue obligado a firmar una declaración falsa: “Hay cosas que no son reales. Y firmé… hace 30 años que llevo esta mochila conmigo. Hay cosas que escribieron ahí que yo no viví. Me engancharon a mí porque yo tuve movimientos dentro del cuartel”, afirmó en una de las audiencias más importantes de esta primera etapa.  La declaración de Quiroga fue reveladora porque durante muchos años la versión oficial del ejército, sostenida especialmente por los militares Jorge Varando y Alfredo Arrillaga, fue que José Díaz e Iván Ruiz habían sido entregados a Quiroga por Varando, y que, luego, Quiroga se los entregó al soldado Ricardo Esquivel. Como Esquivel apareció muerto, les adjudicaron su caída a Ruiz y Díaz, que -siempre de acuerdo a la versión oficial- después habrían escapado. La desmentida de Quiroga, más el aporte de Almada sobre la muerte de Esquivel: “Se cayó a quince o veinte metros de donde estábamos nosotros. Esquivel cayó delante del general Arrillaga, cayó adelante del Estado Mayor de las fuerzas de recuperación”, le dijo al Diario del Juicio en referencia al momento del combate y del intenso fuego de los militares, que disparaban incluso contra colimbas o propia tropa, según varios testimonios.La contundente declaración generó sorpresa, sobre todo porque Quiroga fue un testigo que aportó la defensa del General Arrillaga, a cargo del defensor oficial Hernán Silva. En su relato, Quiroga agregó: “Ahí me hicieron decir que yo me encontré con un tal mayor Varando, cosa que niego. No lo conocí, no lo crucé, no transporté ningún subversivo. No conocí a ningún Sargento Esquivel. Si me hubieran tomado mi declaración real, yo no estaría acá hoy, porque no serviría. No hice nada raro, solo traslados y llevar y traer heridos de la puerta. Nunca tuve contacto con subversivos vivos”. Además, agregó que González Roberts, el auditor del ejército que lo acompañó en aquel entonces, le ordenó firmar porque “había que hacerlo por la institución”, y le dio una copia “por si alguna vez alguien pregunta algo”. Quiroga mostró esas hojas y el tribunal ordenó que fueran sometidas a pericias para saber si el papel tiene la antigüedad que el testigo le atribuye.Luego de la declaración de Quiroga, los sucesivos testimonios de militares, plagados de contradicciones, fueron confirmando a lo largo de las siguientes audiencias las irregularidades del proceso que entre 1989 y 1990 se realizó en el juzgado de Morón a cargo del juez Gerardo Larrambebere. En esos testimonios, entre titubeos y permanentes “no recuerdo”, fue quedando en evidencia lo que Quiroga denunció: el accionar judicial fue clave para el encubrimiento de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la represión militar. El juicio a 30 años de La Tablada El 23 de enero se cumplieron 30 años del intento de copamiento a La Tablada y no parece haber sido un aniversario más. Que se esté desarrollando el juicio, habilitó a que sean las propias voces de los militantes del MTP las que tengan entidad para contar lo sucedido en los medios tradicionales de comunicación. En los aniversarios anteriores, nunca antes se habían escuchado sus voces que, salvo contadas excepciones, permanecieron silenciadas.El juicio, aún sin tener la confirmación de la condena, está permitiendo que los hechos puedan ser mirados desde la lente de la violación a los derechos humanos y la desaparición forzada de personas, como se denunció en el largo camino de exigencia de justicia. A cada uno/a de quienes están vivos para hablar de esas jornadas y ser testigos en el juicio, como ex militantes del MTP (como subversivos, repetirán algunos mandos militares) se les va la vida en esto, y así se vivió en cada una de las declaraciones en la pequeña sala del TOC 4 de San Martín. El imputado, esta vez,  es el represor Arrillaga, que ya tiene prisión domiciliaria y está condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata. Los familiares de los asesinados y desaparecidos, y los militantes del MTP que sobrevivieron, así como organismos de derechos humanos que están acompañando el proceso, esperan que la condena

Entrevista a Hugo Montero, autor del libro De Nicaragua a La Tablada Una historia del Movimiento Todos por la Patria. “Estos 30 años fueron años de enorme soledad política para los presos, y de injusticia para los que fueron fusilados, torturados, desaparecidos durante la acción”. Foto: El Movimiento Todos por La Patria en la calle. (Foto: archivo Monica Hasenberg-Brenno Quaretti)  -Diario del Juicio: En principio, nos gustaría que realices una descripción de lo que fue el MTP en sus primeros años, que quizás sea lo menos conocido de esta historia… -Hugo Montero: La investigación me permitió conocer un poco el origen del Movimiento, y un poco su composición política. En el momento histórico en que surge, luego del triunfo del alfosinismo, en medio de una oleada de participación juvenil y de una especie de contrato social de los jóvenes con la política, renovado luego del final de la dictadura, a partir de la expectativa que significó el alfonsinismo, y de los juicios a la junta militar. Se generaban espacios políticos para recuperar peleas que habían sido aniquiladas durante la dictadura. Una de ellas era qué rol ocuparían las organizaciones de izquierda en ese nuevo mapa democrático argentino. Y en ese contexto nace el Movimiento Todos por la Patria, me parece como una variante superadora de las experiencias de las organizaciones político revolucionarias de los ´70, en el sentido de que planteaba lecturas autocríticas sobre lo que había sucedido, más allá del rol genocida de los milicos. Se planteaba entonces que había que apostar al trabajo de base, ponerse en contacto con referentes de luchas territoriales, barriales, referentes religiosos, etc. Y se apostó a una idea unitaria como principal eje de acción, la enseñanza de la experiencia nicaragüense y triunfo del sandinismo de la que se sacaron muchas lecciones positivas para tratar de construir en Argentina un modelo unitario que tuviera una perspectiva progresista, defensora de los derechos humanos, vinculada a los sectores de la iglesia con compromiso social, abogados de DDHH, ex militantes del PRT y Montoneros que salían de la cárcel o volvían del exilio, o habían participado de la experiencia nicaragüense y volvían con esa experiencia aprendida. En ese sentido era una experiencia superadora, porque apostaba a aportar desde abajo, a largo plazo, de un modo federal y no porteñocéntrico, a dar respuestas concretas a los problemas concretos en los lugares donde se establecía la militancia del MTP. Y tenía una mirada interesante con respecto a los derechos humanos, a la necesidad de defender la democracia, y luchar por un cambio social y político de una manera movimentista: a largo plazo, y con la variante de lo electoral como parte importante de la experiencia política. Eso era toda una novedad para lo que era la experiencia de la izquierda no trotskista en Argentina. Fue una experiencia muy inteligente, de gente con mucha cabeza, que realizó una lectura de lo que sucedía en el país muy interesante, y que presentó un entramado partidario que respondía a ese contexto. Como herramienta política me parece que era muy útil e inteligente, por lo menos en la concepción y en los primeros pasos de la organización. -DDJ: Algo de esa novedad se ve en los modos que fueron encontrando para organizarse, que resultan muy similares a otras experiencias que surgieron luego… -HM: Lo que había era una mirada muy crítica del sectarismo, como que había una decisión de romper eso, y de tener una perspectiva constructiva y unitaria en todo momento, incluso estirando demasiado a veces la soga del pluralismo. A partir de la revista Entre Todos, que me parece una publicación interesantísima, típica de los años ´80, con columnistas de todos los colores políticos, y con una perspectiva integradora de fuerzas o militantes intransigentes, radicales, peronistas, comunistas, guevaristas, de todo el campo progresista del momento. Esa herramienta era muy interesante además desde el plano periodístico, era una muy buena revista. Defendía esa estrategia unitaria, había mucha gente que escribía muy bien ahí y que tenía una estrategia de disputar lugares en ese proceso político particular que fueron los ´80. -DDJ: En la misma línea, otra apuesta interesantísima fue la de propiciar la aparición de un diario que no fuera partidario pero sí atendiendo a la coyuntura, como fue Página/12. -HM: La idea de Página la analizás con el paso de los años y es evidente que más allá de la impronta que después le puso Lanata, lo que pasaba es que había un vacío que debía ocuparlo la izquierda y el progresismo vinculado a los DDHH, las reivindicaciones sociales y a todo lo que había pasado en los ´70. Por eso Página como herramienta política cayó muy bien, es vital para entender esos años, y ahí el MTP tuvo un rol determinante sin dudas en la organización, en cranear el proyecto del diario. Me parece que fue otro hallazgo de los compañeros que conformaron el MTP. -DDJ: ¿Cómo analizarías el final de la experiencia, pensando en esto que charlábamos antes del antisectarismo, con una acción armada que los separó del resto del arco político? -HM: El análisis que hice es que desde el principio del MTP había dos escenarios posibles: el político y el militar. Quienes fueron conducción en términos reales (Gorriarán Merlo y algunos compañeros más) nunca perdieron de vista la relevancia que tenía la cuestión militar como herramienta para resolver temas políticos. En Nicaragua había funcionado de esa manera, y quienes formaron en núcleo del MTP habían formado parte del nuevo Estado sandinista, de acciones concretas de autodefensa de la revolución. La apuesta militar nunca quedó descartada, pero sí en un segundo plano en cuanto a la construcción y las prioridades. Funcionaron dos esquemas al mismo tiempo, lo que sucedió es que la coyuntura o el contexto político derivó en una crisis profunda a partir de los carapintadas como representantes de un sector político de poder en la Argentina, que no sólo peleaban por las reivindicaciones de los genocidas sino por el germen de un proyecto político propio,

Dora Molina, era militante del Movimiento Todos por la Patria (MTP) en enero de 1989. Si bien no integró el grupo de 46 que ingresaron al RIM 3 de La Tablada para intentar tomarlo, estaba en las afueras del predio. Allí la detuvieron el mismo 23 y fue condenada junto al resto de los y las sobrevivientes. Molina tiene la causa judicial en su cabeza. No fue testigo en la causa, por lo que está entre el público desde el primer día, siguiendo los viejos expedientes, con la esperanza de encontrar justicia por primera vez por los despararecidos en la represión posterior. Molina aseguró que la acción fue “abrir otra perspectiva en la lógica política”. Foto: Dora Molina levantando la pancarta de Iván Ruiz, junto al público que acompaña el juicio (El Diario del Juicio)—Diario del Juicio: Vos no participaste en el copamiento pero estuviste afuera. —Dora Molina: Nosotros fuimos detenidos. A un grupo nos detuvieron afuera, estábamos en las inmediaciones del cuartel. Éramos 5. Después de lo que fueron los hechos de la Guardia de Prevención, nos fuimos y ahí nos detuvieron. Eso fue el mismo 23. —DDJ: Todo el procedimiento y la represión duró del 23 al 24. —DM: Fueron 13 los detenidos que finalmente blanquearon. En realidad, el 24 se habían entregado 16 compañeros pero blanquearon a 13 más 5 que nos detuvieron afuera el 23. La semana siguiente a los hechos hubo 2 compañeros que se presentaron voluntariamente: Cyntia Castro y el sacerdote Antonio Puigjané. —DDJ:  Durante fines de diciembre y todo enero se desarrolla el juicio contra el exGeneral Arrillaga, genocida con condenas por delitos de lesa humanidad durante la dictadura. Está siendo juzgado por la responsabilidad por la desaparición de uno de los cuatro militantes que están desaparecidos desde ese momento.—DM: El juicio viene mucho mejor de lo que esperábamos. Recordemos que esta causa era por José Díaz e Iván Ruiz, que son los que se rindieron el 23 y se los llevaron. Es el único caso de desaparecidos que están fotografiados y filmados, o sea que hay prueba abundante. Además, intentó ser cerrada en un principio. Cerca de 2007, un juez dijo que estos son delitos de lesa humanidad por la prueba que había, y rápidamente la intentó cerrar la Cámara Federal de San Martín con otra composición que el tribunal que está ahora. Era casualmente la misma que nos había juzgado a nosotros en el primer juicio. O sea que llegamos con antecedentes no demasiado buenos. No sólo el primer cierre que hicieron Nisman y Larrambebere, que fue provisorio, sino que cuando otro juez intentó reabrirla, nuevamente intentaron cerrarla. Hicimos todo un recorrido y esto llegó a la Corte y la envió al tribunal originario a que se la investigue nuevamente. Llegamos con miles de maniobras para dilatarla y cerrarla. Haber llegado a este juicio es, de por sí, todo un logro. Como se vienen dando las cosas, esto de que hayan aparecido suboficiales que dicen “A mí me hicieron firmar algo que no había visto, que no viví”, y el testimonio de Almada, que ya lo teníamos porque viene desde mucho antes, que cuenta que vio cómo los torturaron, les pegaron y finalmente se los llevaron del cuartel el mismo 23. Estamos muy satisfechos porque esperábamos que los intentos siguieran la misma línea anterior, negar todo, tratando de deslindar de las responsabilidades a Arrillaga. Además, apareció otro suboficial más dando cuenta del encubrimiento que trató de hacer la justicia. Lo involucra al juez que participó en todo esto, Larrambebere, y al que era en ese momento su secretario, Alberto Nisman, que ha tenido otras participaciones en la historia del país del mismo tiempo. Siempre cubriendo al poder. —DDJ: ¿Cuáles fueron las acciones de Larrambebere y de Nisman que facilitaron que se cerrara la causa en su momento?—DM: Hasta ese momento habían declarado dos suboficiales, diciendo que se llevan a Ruiz y Díaz y los entregan al mayor Varando. Como existían las pruebas, filmaciones y fotografías, ellos armaron un cuentito diciendo que Varando los entregó a un suboficial que murió en los hechos. Para eso, hacen ir a ambulancieros, gente que estaba en el rescate de heridos y arman las declaraciones. No sólo aparece (César Ariel) Quiroga diciendo que todo lo que le hicieron firmar y firmó por presión de un auditor militar que lo acompañó, cosa que no puede hacerse, a un testigo no tiene por qué acompañarlo un auditor militar. También hubo contradicciones en otros testigos: les preguntaron si ellos fueron a declarar a Morón y dicen que no, pero están las declaraciones. Hay un montón de contradicciones que prueban este armado. El único que dijo de frente que le hicieron firmar algo que no dijo y no vivió es Quiroga. Hay dos o tres más que entraron en múltiples contradicciones que dan prueba de este armado que hicieron Larrambebere y Nisman. Muchas declaraciones están tomadas por Nisman, porque muchas veces te toma declaración un secretario, y llevaban las firmas de los dos. —DDJ: Mencionan que en el caso de Almada, ya sostenía este relato antes del comienzo del juicio pero, ¿qué explicación le encuentran a que se haya roto este pacto o se haya desintegrado la versión oficial en un juicio que llegó tantos años después? —DM: En parte, creo que esta sociedad ha cambiado. Los juicios, llevarlos adelante, han ido transformando en cierta forma a la sociedad. Se logra por la lucha de los organismos. También la justicia ha tenido pequeñas transformaciones en algunos ámbitos. Todo este tiempo atrás y estas políticas de verdad y justicia están actuando como trasfondo. También creo que hay otra cosa: estos dos suboficiales no venían de la dictadura, eran muy jóvenes. Puede haber ciertos cambios al interior de las Fuerzas Armadas. Estos oficiales jóvenes no cumplen a rajatabla con lo que sí se ve en los juicios de lesa donde no te encontrás con que nadie haya dicho algo distinto de lo que dice siempre. Hay una transformación social interesante. No nos olvidemos,

Un grupo de expresos/as políticos del Movimiento Todos por la Patria (MTP), compañeros, compañeras y familiares de muertos/as y desaparecidos, emitieron un comunicado a 30 años de los hechos de La Tablada. El aniversario se cumple en el medio del primer juicio por los desaparecidos, en este caso por José Díaz, que tiene como imputado al General Alfredo Arrillaga, preso por crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar. Desde El Diario del Juicio, reproducimos el comunicado completo. Ante los 30 años de los hechos de La Tablada Hace 30 años, un 23 de enero de 1989, un grupo de compañeros y compañeras del Movimiento Todos por la Patria, intentamos ocupar el cuartel de La Tablada con el objetivo de frenar un nuevo levantamiento militar y abrir un camino popular y revolucionario ante la crisis política, económica y social que se vivía en esos días, con un Gobierno Nacional cada vez más debilitado por las presiones de los levantamientos militares, las presiones de los grupos económicos y una oposición quejosa en la inacción.Como queda claro a 30 años, en el actual juicio contra el Gral (R) Arrillaga, represor en el cuartel, la política de represión tuvo como objetivo el aniquilamiento, y una vez rendidos, los militares que se decían “democráticos”, reprodujeron las torturas, la desaparición de compañeros y las ejecuciones sumarias, como lo hicieron con los compañeros y compañeras en los campos de concentración de la Dictadura Militar. Luego, la “Justicia” con el juez Gerardo Larrambebere y su secretario Alberto Nisman, encubrieron las atrocidades. A 30 años de esta Democracia, seguimos teniendo cuatro compañeros detenidos desaparecidos en esos dos días: Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz y José Díaz.Fueron hechos muy dolorosos para todos y todas, de violencia exacerbada por el objetivo militar de aniquilamiento y la búsqueda de la corporación militar de avanzar sobre el poder político, que terminó imponiendo en ese momento una nueva Ley de Seguridad Interior.Cuatro meses después de estos hechos caía el gobierno de Alfonsín por las presiones militares, de los Grupos Económicos, la hiperinflación y los saqueos. Dos años después, con Carlos Menem,se concretó la ofensiva neoliberal en nuestra Patria.A 30 años, entendemos los hechos de La Tablada como parte de la lógica política que se desarrolló en nuestra Patria durante 50 años del siglo pasado, de golpes militares y represión para someter al pueblo a los planes antinacionales. Quienes aspirábamos a aportar a una nueva sociedad ante esa realidad autoritaria, buscamos otros caminos para la acción política.En diciembre de 1990, un nuevo levantamiento militar y la posterior represión oficial, cerró el ciclo de golpes militares. Ya las clases dominantes y el Imperialismo no los necesitaban. Pero sus crímenes seguían impunes. 40 años de lucha inclaudicable de los Organismos de DD.HH llevaron al banquillo de los acusados a las Juntas militares, revirtieron los indultos y las leyes de impunidad y llevaron a reabrir los juicios por delitos de lesa humanidad que se llevan adelante desde el Gobierno de Néstor Kirchner. El paso de los años es irreversible y algunos/as compañeros y compañeras ya no están: Cintia Castro, Enrique Gorriarán Merlo y Luis Ramos, así como madres y padres que han muerto sin ver justicia para con nuestros/as compañeros y compañeras que cayeron. Para con ellos/as, nuestro compromiso de seguir reclamando Verdad y Justicia. A 30 años, los hechos de La Tablada están en la historia de lucha de nuestro pueblo y él los juzgará.A 30 años reivindicamos a todos/as los compañeros y compañeras que dieron su vida por las demás, por sus valores de solidaridad y justicia. Su rebeldía. Su trabajo por la unidad y la organización del Movimiento Nacional y Popular por una Patria para Todos. Reivindicamos su compromiso internacionalista que los llevo a luchar en otras tierras de nuestra Patria Grande. Seguiremos reclamando Verdad y Justicia por los compañeros desaparecidos en Democracia y por cada una de las personas que fueron fusiladas y masacradas.Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz, José Díaz, Julio Arroyo, Oscar Alende, Ruben Alvarez, Roberto Sanchez, Juan Manuel Murúa, Chepe Mendoza, Roberto Gaguine, Pablo Belli, Claudia Lareu, Claudia DeLeis, Horacio Luque, Miguel Luque, Pablo Ramos, Carlos “Quito” Burgos, Luis Segovia, Eduardo Agüero, Jorge Baños, Berta Calvo, Ricardo Veiga, Pedro Cabañas, José Luis Caldú, Aldira Pereyra Nunes, Juan González Rabugueti, Carlos Maldonado, Félix Díaz, Ricardo Arjona, Juan José Tosi y Queco Mamani.Caminan a nuestro lado, y al de todxs aquellxs que luchan por una Patria Justa y Solidaria. Seguimos comprometidos/as trabajando por nuestra Patria. Ex-presxs políticxs del Movimiento Todos por la Patria                             Compañerxs y Familiares de los compañerxs caídxs y desaparecidos en La Tablada  *Este diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada es una herramienta llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo, con la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en http://desaparecidosdelatablada.blogspot.com

El juicio por los desaparecidos de La Tablada va entrando a su última etapa. Más de 20 testigos pasaron por las diez audiencias que se iniciaron el 10 de diciembre de 2018, cada una de ellas sumamente reveladoras, en las que se viene desocultando el encubrimiento de lo que sucedió el 23 y 24 de enero de 1989 en el Regimiento de La Tablada durante la represión posterior al intento de toma por parte del grupo de militantes del MTP. Foto: Carmen Lareu, la mamá de Claudia, que murió en La Tablada. Acompañana a su nieta en la búsqueda de saber qué pasó con su papá, Francisco Provenzano.El abogado José María Soaje Pinto fue uno de los 3 testigos que declararon en la última audiencia del mes de enero, el más impactante por el carácter fascista de sus dichos. Soaje Pinto, conocido por haber sido defensor de genocidas, fue llamado a prestar declaración testimonial a raíz de la grabación de una comunicación ocurrida el 23 de enero entre el actual imputado, Alfredo Arrillaga, y Francisco Gassino, en ese momento jefe del Ejército. En aquella cinta, cuyo contenido está incorporado de modo textual en la causa se pueden encontrar diálogos como el siguiente: —Gassino: Esperá un momento Arrillaga, esperá un momentito. Quiero que me aclares una situación. ¿Vos me estás diciendo que once y media puedo llevar al Presidente?—Arrillaga: 14 paquetes entregados. Faltarían 1 o 2 en una unidad. Cambio. Por paquetes, Arrillaga entendía a los y las militantes detenidos. Según afirmaron todos los integrantes del MTP que dieron testimonio en el juicio, fueron 16 las personas que se entregaron el día 24, incluidos Samojedny y Provenzano, a quienes luego separaron del grupo y desaparecieron. La otra persona detenida con vida a quién denuncian como asesinada es Berta Calvo, que murió asfixiada tras una orden: “Ponele la bolsita”.Si quedaban dudas sobre la existencia de esa comunicación, el entonces abogado de la compañía de seguros Excelsior, confirmó su existencia y entregó el casete al Tribunal: “Yo mismo lo grabé” y recordó el diálogo en el que Gassino, con un tono alterado le dijo a Arrillaga: “¡Arrillaga, cuidame a esa gente, no quiero que les pase nada!”. Soaje Pinto afirmó con crudeza: “Yo los hago fusilar en el acto!”. El público presente en la sala pareció quedar paralizado por la impunidad de sus declaraciones. Se escucharon por lo bajo los repudios y algunas exclamaciones de horror. Una vez finalizado su testimonio, pidió la palabra para provocar una vez más. “Nosotros (la Asociación de Defensores de Derechos Humanos Latinoamericanos) sostenemos que estos juicios y los de lesa humanidad son ilegales, se están violentando principios y garantías de la Constitución. A nosotros nos resulta muy violento y vergonzoso que este tribunal continúe acatando una Corte Suprema dirigida por un montonero”. El Presidente del Tribunal, Matías Mancini, lo interrumpió, marcando que su testimonio había finalizado. Otro testigo que podría ser imputado El segundo testimonio fue el de Hector Horacio Gasquet, quien era parte, junto con Jorge Halperín (que ya declaró), del Estado Mayor General de la Brigada X. Entró a la sala con su abogado, por estar siendo investigado en instrucción; por esa razón la querella se reservó de hacerle preguntas, ya que considera que ambos deberían ser también imputados de esta causa junto con Arrillaga. Gasquet era parte de la Brigada X que fue convocada para recuperar el cuartel: “Recibí el llamado de Halperín y me dijo que el cuartel estaba siendo ocupado. Halperín, Arillaga y yo sobrevolamos la zona en helicópero y observamos con preocupación el cerco que era prácticamente nulo”. Gasquet confirmó que Halperín estuvo a cargo de los detenidos, y aportó de esta manera al señalamiento que hace la querella del alto grado de responsabilidad de la represión del 23 y 24 en La Tablada. Otro testigo esperado Durante la declaración más sorpresiva de este juicio, la del exmilitar César Ariel Quiroga, le preguntaron si recordaba alguien que hubiera participado, como él, en el traslado de militares heridos. Pudo recordar un solo apellido: Lara.El último testigo del día fue Luis Epifanio Lara, el camillero que estuvo con Quiroga, retirado hace dos años del ejército. Tanto el relato detallado de los hechos como la repentina desmemoria del testigo, generaron dudas en las partes. De algo no quedaron dudas: una vez más, se confirmaron las irregularidades que se dieron en el Juzgado de Morón a cargo de Gerardo Larrambebere:—¿Recuerda haber prestado declaración en Morón? —le preguntaron, como a todos después de Quiroga.—No.Durante 20 minutos las partes interrogaron a Lara que, a pesar de haber reconocido su firma en el documento con su declaración del 14 de agosto de 1990 en Morón, no recordó haberla realizado.Otro aporte significativo que hizo Lara en su testimonio, fue que aseguró haber visto a las personas que salieron vivas de la guardia de prevención, y reveló haber custodiado a un detenido el día 24, al que si bien no pudo reconocer, da cuenta de las irregularidades en las detenciones producidas durante el operativo. Balance Al final de la audiencia, la última de enero, Ernesto Lombardi y Pablo Llonto, abogados querellantes de la causa, hicieron un balance de esta primer parte del juicio: “Cuando iniciamos este juicio no sabíamos con la sorpresa que nos íbamos a encontrar. Han sido diez audiencias muy reveladores, donde personas que en su momento han sido amedrentadas para que declararan versiones falsas sobre la realidad de los hechos han venido acá y expresar que querían sacarse una mochila que llevaban hace 30 años -en relación a Quiroga-, ello ha demostrado la participación del juzgado de Morón cuyo secretario era Nisman y juez era Larrambebere que intervino en el primer momento de los hechos y a partir de ahí se ha caído todo un montaje tremendo que ocultó la verdad de lo que ha sucedido” analizó Ernesto “Coco” Lombardi. Por su parte, Pablo Llontó agregó: “Queremos que este juicio termine con una sentencia que condene al responsable máximo del operativo que es el general Arrillaga