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Masacre de Pergamino

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El Diario del Juicio participó esta mañana de la inspección ocular a la Comisaría 1ª de Pergamino, donde el 2 de marzo del 2017 murieron Sergio Filiberto, Federico Perrotta, Franco Pizarro, John Claros, Alan Córdoba, Fernando Latorre y Juan José Cabrera. Estuvieron presentes sus familiares y amigos, también las abogadas y abogados de ambas partes y los jueces Guillermo Burrone, Miguel Gaspari y Danilo Cuestas. Los seis ex policías responsables de la Masacre, se negaron a entrar. Compartimos un registro fotográfico con imágenes duras y conmovedoras. (Por El Diario del Juicio*)  ☝ Antes de la inspección, Jorgelina, mamá de Federico Perrota, sostiene firme la foto de su hijo. Es el recuerdo que le queda de él. También lo mantiene vivo con un tatuaje en uno de sus brazos, que muestra la hora exacta en la que Fede murió asfixiado y calcinado en la celda 1.  ☝ A dos años y medio de la Masacre, así luce la Comisaría 1º de Pergamino. Clausurada tras el incendio, hoy funciona como estacionamiento de autos y motos. En planta baja se tomaban las denuncias, hacían las requisas y Alberto Donza tenía su despacho. En la planta alta funcionaba la Departamental, a cargo de Rubén Rojo. ☝ Frente a la fuerte presencia policial, el abrazo se hace eterno. Las familias se contienen y lloran desconsoladas a medida que entran y salen de la Comisaría 1º. “Queremos ver si hay alguna pertenencia de los chicos, es una necesidad que tenemos de caer en la realidad, de cerrar esta historia”, nos dice Silvia Rosito. ☝ Diego Filiberto tiene la mirada pegada al piso. Le tiemblan las piernas y siente escalofríos: cada sábado, en este preciso lugar, le traía comida a su hermano Sergio. Recuerda como si hubiese sido ayer la última vez que lo vio con vida. Hoy, lleva puesta una remera negra que dice “Fili presente”, en letras blancas. Más tarde se animará a entrar y revivirá el horror. ☝ La cámara dispara y con su flash nos permite ver entre las penumbras de la Comisaría 1ª. En el pasillo que da a imaginaria y los calabozos, todavía parece oler a hollín; hay botellas, ojotas y un pedazo de colchón. Así quedó después de la Masacre. ☝ Con su linterna, la abogada Carla Ocampo Pilla ilumina la oficina de imaginaria. Desde allí, la policía les suministraba agua a los internos. O dejaba de hacerlo, como aquel 2 de marzo, cuando a los pibes se los devoró el fuego. ☝ En la celda 1, escena del crimen, Cristina Gramajo se mantiene de pie. De pronto parece que le vuelve el alma al cuerpo: entre los restos, encuentra la bolsa con la cual solía traerle comida a su hijo. En este calabozo depositaron a los siete. Acá los sentenciaron a muerte. ☝ Víctor Pizarro no encuentra explicaciones de cómo pudieron dejarlos morir. Entre los objetos apilados, los familiares usan sus celulares para tratar de ver en medio de tanta oscuridad. Buscan pertenencias de sus hijos, algo que los ayude a aliviar tanto dolor.    ☝ En nuestro país, así duermen y viven las personas privadas de libertad por causas menores. Hacinados, olvidados y estigmatizados por un Estado ausente. “¿Cómo pudieron encerrarlos a todos juntos en la misma celda?”, todavía se pregunta Flavia, mamá de Alan Córdoba. ☝ Aunque no luzca como tal, esta es la canilla que usaban los internos de la celda 1 para proveerse de agua. ¿Cuánto calor será necesaria para derretir una canilla? Según los registros de los peritos, los colchones prendidos fuego alcanzaron 80 grados de temperatura.  ☝ En la celda 1, el fuego devoró todo. Sobre uno de los catres está la zapatilla que una madre sabía que le faltaba a su hijo; el hijo que le falta a su madre. ☝ Alicia González, mamá de Franco Pizarro, tiene la mirada perdida y la mente en cero. Más que nunca extraña a su hijo Franco. “Lo que hicieron me rompió el alma”, suelta con el pañuelo de Justicia por los siete en el cuello. También se alcanza a ver a Daniel y Lorena, papá de Alán y hermana de John Claros. A ellos también la Policía les quitó a sus seres queridos. ☝ Al finalizar la inspección ocular, los jueces Guillermo Burrone y Danilo Cuestas intercambian pareceres. Mañana ambos darán inicio a la octava audiencia del juicio, en la que se espera que declaren cinco testigos: entre ellos, varios peritos forenses, un policía y un oficial del GAD.  Fotos: Natalia Bernades (La Retaguardia) Textos: Lautaro Romero (Cítrica) Edición: Martín Parolari (Radio Presente) y Fernando Tebele (La Retaguardia) *Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente y Cítrica. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com 

Tras una semana de espera en la que no hubo audiencias, el juicio por la Masacre de Pergamino continúa su curso. Declararon Flavia y Daniel, mamá y papá de Alan Córdoba. También prestaron testimonio varios peritos forenses para conocer un poco acerca de cómo y por qué los siete pibes perdieron la vida en la celda 1. Mañana es el día de la Patrona de Pergamino y no habrá audiencia tradicional. Desde las 10:30 está programada una inspección ocular en la Comisaría 1º. Los imputados adelantaron que se negaran a entrar. (Por El Diario del Juicio*) Foto: la querella. De izquierda a derecha: Carmenza (mamá de Jhon Claros), Flavia (mamá de Alan Córdoba), Andrea (hermana de Sergio Filiberto), Mariana (pareja de Fernando Latorre y Silvia Rosito (mamá de Fernando Latorre)  Amanece con sol en Pergamino y desde temprano hay familiares agolpados en el ingreso al Tribunal Oral en lo Criminal 1ª, que exigen justicia por los 7 pibes que fueron víctimas de la fuerza policial: Sergio Filiberto, Federico Perrotta, John Claros, Alan Córdoba, Juan José Cabrera, Franco Pizarro y Fernando Latorre. “Cuando llegué mi hijo estaba vivo”La primera en declarar es Flavia Gradiche, la mamá de Alan Córdoba, de 18 años.La querella le pregunta a Flavia lo que recuerda de aquel 2 de marzo del 2017. Flavia relata con detalles cómo se enteró que su hijo estaba en peligro. “A las 18:26 me llega un mensaje de mi hijo, que decía: Mamá, vení rápido que la policía nos mata”. Ahí es cuando Flavia decidió llamar a la Comisaría 1ª y averiguar qué era lo que estaba sucediendo: “Me atiende Carolina Guevara y me dice que estaba todo bien”. Pero ella sabía que eso no era cierto. Los golpes de rejas que escuchó de fondo hicieron que desesperara. Flavia salió corriendo, estaba a pocas cuadras de la Comisaría. Mientras tanto, seguía recibiendo mensajes de auxilio desde el celular de Alan: “Vení que estoy lastimado”, alcanzó a leer. Eran las 18:36 cuando llegó y se encontró con el edificio vallado. Y con Guevara, esta vez personalmente: “Los pendejos ya tienen teléfono”, fue la respuesta de Guevara ante la angustia de Flavia. No la volvió a ver. En la sala, Carolina Guevara escucha con atención. Sus ojos expresan desconcierto. Luce pálida y sostiene un pañuelo en su boca. Se levanta y abandona la audiencia. Para ese entonces, el humo que más tarde se volvería negro, denso y tóxico era nada. Para Flavia, fue la señal de que los pibes estaban dando pelea adentro. “No se vayan de la puerta porque nos van a matar a todos”, decía otro de los mensajes que le envió Alán. En el relato de la escena aparece Eduardo Hamué, otro oficial ya mencionado por las familias en anteriores sesiones, quien venía de una visita al cardiólogo. A los diez minutos salió y pidió unas esposas: más tarde Flavia sabría que eran para los sobrevivientes. Hamué, al igual que Guevara, les aseguró a los familiares que “los pibes están bien, sólo un poco asfixiados”. Sin embargo, los pibes estaban al borde de la muerte. No había ambulancia ni tampoco bomberos: tardaron 40 minutos en llegar al lugar y no les alcanzaba el largo de la manguera. “Acá no entra ni sale nadie. Si entra le das un tiro, y si sale también”, fue lo que escuchó Flavia decir al ex-comisario imputado Alberto Donza. “Cuando llegué mi hijo estaba vivo”, cuenta Flavia. Y revela lo que Alan le contaba sobre el hostigamiento permanente que sufrían los internos de parte de Alexis Eva: “Los peleaba, los amenaza con facas y les repetía que os iba a prender fuego”. Una paloma se estrella contra una de las ventanas de la sala y capta la atención de los presentes. Mientras, Eva le susurra algo al oído a Guevara, quien asiente con la cabeza. La querella le pide a Flavia que indique a cuáles de los imputados vio en el momento del incendio, cuando el humo todavía era blanco. “A Carrizo y a Giulietti”, asegura. También dice que entre los pibes se llevaban bárbaro. Que “Noni” Cabrera y su hijo Alan Córdoba se conocieron en el calabozo. Denuncia que Brian Carrizo les proveía pastillas y marihuana. Más tarde sabremos por qué Carrizo no está presente en la sala al momento de semejante acusación: antes de iniciar la audiencia, le bajó la presión. “Que paguen por lo que le hicieron a mi hijo”El próximo testigo en sentarse en el banquillo es Daniel Córdoba, papá de Alan. La querella le consulta a Daniel lo que recuerda de aquel fatídico 2 de marzo. Dice que cuando llegó, en medio del tumulto, vio a Donza a través de una ventana, cruzado de brazos mirando hacia afuera. “Donza estaba descolocado, sin saber cuál era el paso a seguir: sus ojos decían eso. Desde afuera se escuchaban tiros. Sentimos mucho dolor y angustia. Vimos el futuro irse delante de nuestros ojos”, relata Daniel, consternado. Daniel no soporta que Alan ya no esté con él, y rompe en llanto: “Ya que no me lo van a devolver, que paguen por lo que le hicieron a mi hijo”. Daniel revive el preciso instante, crudo y vil, de cuando le entregaron el cuerpo de Alan en una bolsa: “Lo vi detenidamente. Estaba hecho pedazos, le faltaba toda la carne, se había achicado. Dije: no Dios mío”. Para Cristina Gramajo, mamá de Sergio Filiberto, cada palabra es una puñalada. No lo soporta y abandona el recinto. Silencio. Los imputados pegan la mirada al suelo, excepto Donza. El ex comisario Alberto Donza dialoga con Carlos Torrens, su abogado defensor.  ¿Cómo no los escucharon? El juez le da permiso a Daniel a levantarse y tras él ingresa Andrés Bruzzese, perito especialista en criminalística, de la Policía Federal. Bruzzese estuvo a cargo de los peritajes que se hicieron en la escena del crimen: la Comisaría 1ª. Asegura que de forma minuciosa y sectorizada revisaron todo el lugar, las celdas 1,2 y 3. Secuestraron encendedores, máquinas de afeitar y

En la audiencia que cerró la segunda semana del juicio por la Masacre de Pergamino, dieron testimonio dos sobrevivientes que narraron los últimos momentos de los siete pibes encerrados en la celda 1 y señalaron la indiferencia policial para evitar las muertes. También declararon como testigos un empleado municipal responsable del monitoreo de las cámaras de seguridad en la vía pública y dos integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que escucharon, a poco de producirse la masacre, los testimonios alterados de los sobrevivientes que nunca pudieron dejar atrás los recuerdos auditivos de aquella jornada trágica.(Por El Diario del Juicio*)  Foto: Proyección del registro de una de las cámaras de seguridad municipales el día de la masacre.Los familiares de los 7 pibes se encuentran sentados en la parte izquierda del recinto. Del otro lado, familiares de los policías imputados dialogan entre sí. Por la puerta delantera ingresan, esposados y bajo custodia de la Policía Bonaerense, Brian César Carrizo (alias “Rojitas”), Alexis Miguel Eva, Matías Exequiel Giuletti, Carolina Denise Guevara, Sergio Ramón Rodas y Alberto Sebastián Donza. Minutos después, todas las personas del salón se ponen de pie ante la presencia de los jueces para dar comienzo a la sexta audiencia oral y pública en el proceso judicial sobre lo acontecido el 2 de marzo de 2017.  Silvia Rosito, mamá de Fernando Latorre durante la sexta audiencia oral y pública.  “Todos gritábamos auxilio”Ingresa el primer testigo y se sienta. Se presenta ante el tribunal: “Ingresé una semana antes del hecho. Fui detenido por robo agravado y encubrimiento. Cuando entré, me ubicaron en la celda 2”. El sobreviviente, actualmente en libertad, habla sobre aquel 2 de marzo: “Recuerdo que se prendió fuego y después ya no me quiero acordar nada más. En ese momento, todos gritábamos auxilio. Se cortó la luz porque se quemaron los cables y se nos caía la electricidad en la cabeza. Los de la celda 1 tenían un televisor y, en un momento, explotó. Yo estaba en mi celda, y cuando empezó el humo me tiré debajo de la cama con un trapo en la boca. El humo bajaba y no parábamos de gritar”. Consultado por la querella sobre la convivencia de los detenidos, expresó que “la relación de los chicos era re buena” pero ellos decían que uno de los policías “se hacía el malo”. Continúa  su relato frente al tribunal: “Tuve secuelas después del incendio. El único que me dio fuerzas para seguir fue mi hijo. Hoy estoy en libertad, y él junto a mi familia me protegen de lo que pasó ese día”. Los recuerdos de aquel día vuelven a aparecer: “Cuando nos abren las celdas, yo salí desesperado porque no podía respirar. En el pasillo había un cordón, una fila de policías y mientras pasábamos nos pegaban palazos, de todo. Ninguno de los policías imputados estaba auxiliándonos. Yo sólo quería salir de ahí”. Cerca de las 11 de la mañana, el testigo es autorizado a retirarse. Alberto Sebastian Donza, ex comisario imputado, sonríe durante la audiencia. “Los policías se burlaban de nosotros”A medida que el primer testigo se retira, el segundo sobreviviente camina hacia el frente del salón. Saluda al tribunal y toma asiento. Los imputados y sus abogados defensores intercambian miradas y anotaciones en un cuaderno. “Estuve tres veces en esa comisaría -cuenta-. Había entrado diez días antes de lo sucedido. Mi celda era la 6 pero un día antes, cuando entró (Juan José “Noni”) Cabrera, me llevaron a otra celda. Al final, cuando pasan a Noni a la población, yo agarro mis cosas y vuelvo a la celda 6 porque me gustaba estar solo. Después vinieron dos pibes más”. Ante la pregunta del fiscal Nelson Mastorchio sobre el origen del episodio, el testigo responde: “Todo empezó por una pelea en el pasillo, yo pude verla. Era entre Alan (Córdoba) y Noni. Ellos se conocían del barrio pero se ve que se enojaron. Estaban con facas. Alan estaba cortado en la ceja y Noni en el pecho. Cuando terminó todo, se dieron la mano, se abrazaron y todo bien. Ellos se conocían. Después cayó la policía y nos engomó. A ellos los engomó juntos, en la misma celda. Ahí empezamos a gritar y a quejarnos porque nos correspondía estar en el patio. Era temprano”. El sobreviviente de la masacre continúa el relato: “En un momento, mientras nos quejábamos, tiraron un pedazo de colchón amarillo al pasillo. Y ahí empezó el humo. No había luz ni agua. Se cortó. Yo le decía a la oficial Guevara que llame a los bomberos y ella me decía que ya los llamaron. Le insistía con que llame otra vez, que los pibes se quemaban. Escuché que los bomberos llegaron pero no entraron. La sirena se escuchaba pero después la apagaron. Estaban afuera”. Ante el pedido de la querella, el testigo se acerca a la maqueta a señalar dónde ocurrieron los hechos dentro de la comisaría. Se sienta y sigue declarando: “Cuando terminó todo, nos llevan al patio. Al rato, nos vuelven a meter al pasillo y ahí veíamos los cuerpos de los pibes”. El juez Burrone lo mira fijamente. Le consultan sobre el rol de los imputados: “Rojitas (Carrizo) era el imaginaria ese día. El oficial Eva tenía responsabilidades, podría haber hecho algo, era su turno. Él siempre pasaba por las rejas y las golpeaba, nos verdugueaba, se iba riendo. Los policías se burlaban de nosotros, nos faltaban el respeto, a nosotros y a nuestras familias. Si la familia nos dejaba comida, ellos nos la daban dada vuelta o toda manoseada. Tengo mucha bronca por lo que pasó. Carrizo se fue. Siempre andaba con el celular y era el que pasaba cerveza en la mano. Esto se podría haber evitado”. El testimonio del segundo sobreviviente finaliza y él se pasa la mano por la cara. La defensa indaga en las fojas. Atrás de ellos, Guevara se toma una pastilla que le alcanza la familia por medio de un oficial bonaerense. Carrizo aprieta un rosario

Como podía presumirse, varios de los sobrevivientes de la Masacre de Pergamino que aún continúan presos manifestaron temor a declarar y denunciaron amenazas. Tres se negaron a testimoniar en esta audiencia, aunque algunos de ellos volverán a ser convocados. Otros tres sí lo hicieron y respaldaron la versión que se viene imponiendo desde la primera audiencia: después del inicio del fuego, los policías que estaban de servicio aquel 2 de marzo, no hicieron nada para evitar la masacre. (Por El Diario del Juicio*)  Sigue nublado en Pergamino. En las inmediaciones del Tribunal, poco a poco, comienzan a llegar los familiares de los 7 pibes junto a compañeros del colectivo Justicia X los 7. Aunque no debería suceder, familiares de los seis ex policías imputados también ingresan por la puerta principal.Apenas pasadas las diez de la mañana inicia la quinta jornada del juicio oral y público, en la que siguen declarando quienes pudieron escapar del fuego. “Podría haber sido yo” Ingresa el primer testigo de la mañana, esposado, con la mirada baja, pegada al suelo. Los acusados lo siguen con sus ojos. “No recuerdo qué pasó ese día. No tengo mucho que decir. Vengo teniendo mucho sufrimiento y quise dejarlo de lado. Sólo puedo decirles que estuve una hora pateando y gritando y nadie se acercó… podría haber sido yo. Salí de ahí vomitando todo negro”, dice con temor. Su voz es apenas audible. “En el momento del hecho el humo venía del pasillo. Nosotros tirábamos vasos de agua para apagar el fuego. Yo estaba debajo de la cama, salía, pegaba dos o tres patadas a las rejas y volvía a tirarme debajo de la cama. Fue terrible, nos conocíamos todos ahí. Tomábamos mates, comíamos galletitas juntos”. Está nervioso y contesta que no recuerda muchas cosas; entre ellas, la declaración luego del incidente. El presidente del Tribunal, Guillermo Burrone, algo irritado, intercambia palabras con el testigo. “Ese día estaba mareado, no recuerdo haber declarado”. Ante la consulta de la doctora Margarita Jarque, del equipo de litigio estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) sobre las secuelas después del incendio, el testigo –que está detenido en la Unidad 3 de San Nicolás- aclara “no tuve acercamiento psicológico, nadie se acercó a mí. Me afectó mucho porque eran pibes que conocía mucho. Conocía a Federico Perrotta y a Sergio Filiberto, del barrio”. Por último, y ante la reiteración del testigo de que su memoria por momentos es confusa, finaliza afirmando que en las celdas había encendedores porque muchos fumaban. Rodrigo Díaz, asistente del abogado Gonzalo Alba, le acerca un cigarrillo mientras el testigo se retira, aceptando el regalo, sin mirarlo. “Yo no sé si soy víctima, pero tuvimos suerte” El siguiente testigo ingresa pocos minutos después. Se sienta frente al tribunal, custodiado por un oficial de la Policía bonaerense. Viste campera clara y pantalones oscuros. Enumera que ingresó a la Comisaría 1 de Pergamino por robo agravado, tres meses antes del incendio, y que la versión que él escuchó respecto al comienzo de todo fue por una pelea que no vio: “Yo estaba parando en el pasillo porque el día anterior había tenido una pelea con un interno de mi misma celda, la celda 3. Ahí, en el pasillo, yo veía todo, tenía visión de toda la comisaría”. Acerca de lo que vio, el testigo especifica: “Cuando se originó, el fuego era mínimo. Yo podía ver que estaban todos los oficiales, que se asomaban, pero no entraban. Los imaginarias, que ese día eran dos, cuando nos engomaron, estaban presentes. Cuando comienza el fuego también, porque uno les dice a los de la celda 1 que se podía prender fuego la cortina; pero al rato desaparecieron. Uno era Matías –Exequiel Giuletti-, el otro era al que le dicen ‘Rojitas’ porque es de Rojas”. La defensa comienza a intercambiar susurros y lecturas del cuaderno que circula entre los imputados mientras sigue el relato del joven: “En un momento de mucho humo, me sacaron del pasillo y ya no se veía nada. Me llevó una oficial mujer por el pasillo de contraventores a la celda 6, donde había dos chicos más. Fue Guevara, si mal no recuerdo. Tenía rulitos. Cuando me mueven, veo a los bomberos afuera. No habían entrado”. Acerca de si reconoció a quienes los encerraron previo al incendio, el sobreviviente expresa que “el oficial Eva nos encerró a todos y fue quien cerró los calabozos”. El tribunal mira y escucha; la defensa susurra; un agente del Servicio Penitenciario Bonaerense ríe; la querella indaga: -¿Conocías al comisario Donza? -quiere saber Margarita Jarque. -Sí. -¿Recordás ese día haberlo visto, fundamentalmente durante el momento del incendio? -Sí, lo vi después del incendio, cuando yo estaba en el pasillo. Los vi a todos juntos hablando con los jefes, con jerarquía y le decían lo que él tenía que decir de lo sucedido en la comisaría y nosotros con los otros chicos empezamos a los gritos diciendo que no era así. -¿En qué lugar sucedió eso? -consulta la abogada de la querella. -Eso ocurrió en el pasillo, cuando nos juntaron a todos después de estar en el patio. Ya era de noche. Nos juntan a todos en el pasillo de contraventores y ahí lo veo a Donza con varios jefes que le decían lo que había sucedido, lo que tenía que haber dicho. Eran varios jefes, se ve por la vestimenta. -¿Recordás qué le decía que dijera? -No, no recuerdo. Pero nosotros le gritábamos que no era así. La defensa solicita que el testigo quede a disposición del tribunal y el sobreviviente insiste, nervioso, con que no recuerda la versión de lo sucedido expresada a Donza. “Después del hecho, estuvimos en la comisaría con los cuerpos durante dos horas. No sabíamos quiénes eran los pibes muertos: mirábamos las zapatillas para distinguirlos. El fuego era mínimo, se podría haber evitado. Yo no sé si soy víctima, pero tuvimos suerte”, finaliza. Cuarto intermedio. “Sueño con los gritos de los pibes, son imágenes que no se me van

En la quinta jornada del juicio por la Masacre de Pergamino continuaron declarando sobrevivientes, pero tres de los seis convocados a dar testimonio se negaron a declarar con claros gestos de temor. Todos ellos se encuentran actualmente privados de la libertad, como cuando sucedió el incendio que terminó con las vidas de los siete pibes alojados en la celda 1 de la Comisaría 1ª. (Por El Diario del Juicio*) El tribunal rechazó el pedido de estos testigos de poder dar testimonio sin los seis policías imputados presentes en la sala. Fue notorio el temor de unos y otros ante la difícil situación de estar delante de los presuntos responsables de “abandono de persona seguido de muerte”. Uno de los testigos pidió declarar sin público y sin la presencia de los imputados, y su petición fue denegada por tratarse de un juicio oral y público; el segundo apuntó contra la fiscalía porque “los dejaron tirados”; y el último denunció haber recibido amenazas de muerte contra él y su familia. En los tres sobrevivientes se percibían gestos nerviosos, sudoración y voz temblorosa. La fiscalía manifestó que no desistirá de ningún testigo, por lo que serán llamados en otra instancia del juicio. *Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente, Cítrica y Agencia Paco Urondo. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com

En la cuarta jornada de audiencias por la Masacre de Pergamino comenzaron a declarar los sobrevivientes. El relato de los tres testigos del día concluye en el mismo punto: la policía no hizo nada para salvar a los siete detenidos de la celda 1. Por su parte, la estrategia de la defensa fue intentar buscar contradicciones en los testimonios de cada uno. El martes seguirán declarando testigos directos, sobrevivientes de la masacre. (Por El Diario del Juicio*)  Foto: el presidente del Tribunal, Guillermo Burrone, en jornada de declaraciones de los sobrevivientes de la Masacre. El cielo de Pergamino luce encapotado y la lluvia cae gruesa y helada. En la plaza San José, frente al Poder Judicial de Pergamino, no se ven las banderas negras con el 7 rojo y grande. Empiezan a aparecer remeras blancas con rostros en el centro: Federico Perrotta, Sergio Filiberto, Fernando Latorre, Alan Córdoba, Franco Pizarro, Juan José Cabrera, Jhon Claros. No es su presencia física la que merodea el lugar, sino su recuerdo encriptado en esas remeras, en la memoria de las madres que de a poco empiezan a ingresar al recinto del Tribunal Oral en lo Criminal N°1, donde la semana pasada declararon las familias de los 7 pibes. Ese mismo recinto, lleno en su totalidad, comienza a escuchar las palabras de los sobrevivientes, testigos directos de lo acontecido en la Comisaría 1º de Pergamino en la tarde del 2 de marzo de 2017. “Nos tiramos al piso con la sola intención de esperar”Pasadas las 10 de la mañana, y luego de una breve introducción por parte de los jueces Miguel Gaspari, Guillermo Burrone y Danilo Cuestas, el primer testigo se hace presente: dice que ingresó a la comisaría el 27 de febrero -4 días antes del incendio-, que estuvo alojado en la celda 2, contigua a la celda 1 en la que estaban los 7 pibes por los que hoy se pide justicia. “Cuando entré sentí que había un ambiente tranquilo, de amistad y armonía entre los detenidos. Éramos casi todos jóvenes y de la misma edad. Me recibieron bien y nunca nadie me increpó. Había comentarios de maltrato por parte de los policías pero yo no lo viví”, fueron sus primeras palabras ante la pregunta del fiscal Nelson Mastorchio. Consultado por los eventos de ese día, el testigo indicó: “Ese día fue normal, estaba todo tranquilo. En un momento, veo que trasladan a Juan José Cabrera, que estaba en una celda aislado, a población. Yo me encontraba en la celda 3 jugando a las cartas y de pronto ingresaron los policías a decirnos que debían engomarnos (encerrarnos)”. Sobre por qué fueron encerrados, expresó: “Nos dijeron que hubo una pelea. Yo no escuché ni vi nada… nos encierran con dos candados. Siempre solían encerrarnos alrededor de las 23, pero ese día fue mucho más temprano. Así que, ante eso, empezamos a protestar, a gritar fuerte y a patear las rejas para hacernos escuchar. Teníamos mucha impotencia y creíamos que era injusto. Solamente queríamos una explicación”. La atenta mirada de los jueces se refleja en las declaraciones. Los policías imputados intercambian miradas y susurros ante un recinto hermético; es la primera vez desde el comienzo del juicio que se dan detalles desde adentro.. “Entre las protestas, de la celda 1 voló un pequeño pedazo de colchón que hacía humo. El fuego que tenía era diminuto, muy chiquito. Era solamente para que los policías se acerquen, pero nadie vino. Llegó un momento en el que ese humo nos empezó a asfixiar y gritábamos desesperados al ver que no había respuestas. Todos gritábamos. En un momento, se cortó la luz y entramos en pánico. De a poco nos empezamos a callar porque nos era imposible respirar. Nos tiramos al piso con la sola intención de esperar”, argumenta mientras se le quiebra la voz. Frena, solloza y sigue, “en mi celda había una persona mayor que respiraba por la hendija del inodoro. Yo lo apantallé y le tiré agua. Escuchábamos tos por todos lados, y de un momento para el otro, solo silencio”. Le acercan un pañuelo, le cuesta proseguir. Toma agua y respira hondo. “Les gritábamos a los de la celda 1, pero nos fueron dejando de contestar. Eso nos desesperó. Yo me mojaba la remera y me la ponía en la cara. Hacía muchísimo calor. Estaba sin aire y ya no podía respirar. En ese momento me pongo a orar, a clamar a Dios, y se abrieron las rejas”. Se quiebra otra vez. El juez se toma la cara y mira a la totalidad del auditorio. En la sala, los familiares acompañan con lágrimas. Recompuesto, el sobreviviente sigue el relato: “Cuando salimos al patio trasero nos empiezan a pegar. Nos tiraron al piso, nos pusieron los ganchos y me patearon y me pisaron la cabeza. Yo tenía cortes en el cuerpo de los focos que estallaron. Fue todo muy caótico”. Ante la consulta de la doctora Carla Ocampo Pilla sobre las secuelas que le dejó lo ocurrido, el testigo sentenció: “Los primeros tiempos fueron muy duros. No salía, no quería hablar con nadie. No paraba de pensar que yo siempre quise estar en la celda 1 porque ahí tenía a un amigo” .Vuelve a llorar y se reincorpora: “Sergio Filiberto era una persona alegre, graciosa, de un corazón enorme. Todos lo apreciaban. Perdí a un gran amigo”, finaliza, mientras la defensa despliega la estrategia que usará durante toda la audiencia: intentar, con palabras difíciles y formulaciones complejas, confundir a los testigos para generar omisiones y contradicciones. “Tuvieron tiempo a todo, no quisieron frenarlo”Después del cuarto intermedio convocado por el jurado, es el momento del segundo testigo, también sobreviviente de la masacre. Detalla haber ingresado el mismo 2 de marzo, cerca de las 15:00, bajo la carátula de “Resistencia a la autoridad”, y haber sido alojado en el pasillo de contraventores, desde donde tenía visión diferente de los hechos: “Desde donde estaba veía todo, tenía visión de toda la comisaría. Pude ver cuando tiraron el primer

De izquierda a derecha miran a la cámara los ex policías imputados Sergio Rodas y Alexis Eva. Le siguen Brian Carrizo y Carolina Guevara. Adelante, los abogados defensores. Anabel Delmas declara frente al tribunal En la tercera jornada del juicio por la Masacre de Pergamino, donde hay seis ex policías imputados por abandono de persona seguido de muerte, hubo familiares de las víctimas que se quedaron afuera de la sala por falta de capacidad, mientras que los allegados a los imputados no completaron el espacio asignado para ellos. Declararon los tíos de Paco Pizarro, Daniel Cantoni y Laura Gonzalez, y su pareja, Anabel Delmas; Daiana Brunel, hermana de  Federico Perrotta; Lorena, hermana de Jhon Claros, y Camila Gamarra, amiga de Noni Cabrera. En los testimonios volvió a aparecer Eduardo Hamue, policía actualmente desafectado, presente la noche de la masacre, como la persona que dijo una y otra vez que “estaban todos bien”. Los imputados tuvieron un diálogo fluido con sus abogados defensores y de vez en cuando charlaron por lo bajo entre ellos.(Por El Diario del Juicio*)  La audiencia que cierra la primera semana de juicio por la Masacre de Pergamino comienza con peticiones. Gonzalo Alba, abogado defensor que en el inicio del juicio expresó “voy a demostrar la absoluta inocencia de todos mis defendidos”, pide la palabra: “No queremos transformar esto en otra cosa que un juicio. Las preguntas deben ser sobre los hechos”. Carlos Torrens, abogado del ex comisario Alberto Donza, acompaña el pedido. Guillermo Burrone, el presidente del tribunal, accede. En lo que resta del juicio, no se volverán a mencionar quiénes eran los siete pibes víctimas de la masacre. Las biografías personales no son parte de “los hechos que se investigan”, aunque representan para las familias, como sostiene Carla Ocampo Pilla de la Comisión Provincial por la Memoria, una forma de reparación simbólica. No más que eso. En la audiencia del día anterior, Ariadna, prima de Fernando Latorre, de 14 años, no pudo entrar a la sala. “El juicio es para mayores de 15 años, no puede ingresar”, le había dicho uno de los oficiales federales que revisan la fila de quienes entran a la sala. Hasta ayer no revisaban a la prensa. Hoy hubo detector de metales para todos. En la fila hay otra niña que quiere presenciar el debate. Es Abigail, la hija de “Paco” Pizarro que tiene 11 años. Entre las testigos del día está su mamá, Anabel, que también es mamá de otros dos hijos de Paco: “Basti” y “Pili”. La CPM peticiona y el juez accede. Ingresa “Abi” y empieza el debate. Ingreso a la sala de audiencias. El “problema” en otra celda Anabel Delmas se estaba bañando el 2 de marzo de 2017. A las 18:20 salió de la ducha y vio un montón de mensajes de Paco: “Venite para la comisaría”. Esa tarde, Paco también había mandado mensajes a su papá, a su tío y a su hermana. Anabel recuerda con precisión los horarios. Entre las 18:43 y las 18:48 contestó el mensaje: “Estoy llegando”. Del otro lado, un nuevo mensaje: “Dale que nos matan”. Anabel llegó a la comisaría 18:55 y avisó “estoy afuera”. Nadie contestó. Recién llegaban los bomberos. Ya había humo y estaba cerrado el segundo portón de acceso a la comisaría. Abigail la escucha con el pañuelo negro de “Justicia x los 7” en el cuello. Como casi todos en la sala, llora. Unos minutos antes que Anabel habían llegado en moto Laura González y Julio Daniel Cantoni, tíos de Paco, que también testimonian. Ellos también habían recibido mensajes. Cuando llegaron, cerca de las 18:30, los portones de acceso a la comisaría, visibles desde la entrada del garage, estaban abiertos. Laura entró y se encontró con Carolina Guevara, una de las ex policías hoy imputadas: “Entro, encuentro a Guevara y le pregunto por Paco. Ella me preguntaba por qué yo le preguntaba qué estaba pasando, que cómo me había enterado que pasaba algo” Declaración de Anabel Delmas, pareja de Paco Pizarro. Declara Laura y la imputada Guevara le pasa papelitos a su abogado. Laura continúa: “No le quise decir que me había enterado por mensaje. No quería exponer a Paco. Le dije que me había enterado por un vecino que me comentó al pasar”. Guevara le aseguró que el problema había sido en otra celda y que Paco estaba bien. Daniel Cantoni terminó de estacionar la moto y entró a buscarla. Ya había humo negro y como es alérgica, la sacó para afuera para que no se le cerrara el pecho. Se supone que a las celdas no pueden ingresar ni encendedores, ni celulares, ni alcohol, ni droga, pero este juicio, a muy poco de su inicio, también está dejando al descubierto la corrupción y la impunidad cotidiana de la Policía. Delante del primer portón de la comisaría colocaron un cordón de policías locales y el segundo portón fue cerrado. Ya nadie podía entrar. Llegaban más familiares. De la celda 1 habían salido muchos mensajes pidiendo auxilio. Pili es una de las tres hijas de Paco y Anabel, y tiene una enfermedad genética: atrofia muscular espinal (AME). La noche de la masacre estaba internada y el horario de visita era hasta las 20. En la puerta de la comisaría, Anabel quería confirmar que todo estaba bien para irse a ver a la niña. Eran las 19:20 cuando apareció Hamue, un ex policía ya nombrado por otros testigos. Como a familiares de otras víctimas, Eduardo Hamue le dijo también a Anabel que “todos estaban bien”. Descreyendo de las palabras del oficial, Anabel intentó en la Departamental, ubicada al lado de la comisaría. Habló con una oficial de nombre Vanesa: “Andá tranquila, están todos con oxígeno”. A ella le creyó. Se fue a la visita de Pili. Las enfermeras prendieron la tele a las 19:50 y en los medios ya estaba la noticia: había siete muertos en la comisaría primera. De regreso a la comisaría, Anabel supo que Franco estaba entre la lista de los fallecidos. A Laura, la tía de

En la segunda audiencia del juicio por la masacre de Pergamino declararon familiares de cuatro de las víctimas: Cristina Gramajo, Andrea Filiberto y Diego Filiberto (madre, hermana y hermano de Sergio Filiberto), Silvia Rosito (madre de Fernando Latorre), Jorgelina Ferreyra (madre de Federico Perrotta), Juan Carlos Pizarro y Milagros Pizarro (padre y hermana de Franco Pizarro). Los seis ex policías y el abogado Gonzalo Alba fueron los últimos en ingresar a la sala, 20 minutos más tarde del horario previsto, por lo que se retrasó el inicio. (Por El Diario del Juicio*) La sala está llena. Todos/as dispuestas para empezar la segunda audiencia. Hoy declaran familiares y, se siente, será una jornada intensa. Ingresan los jueces. Estamos todos/as menos los imputados, la imputada y uno de sus abogados, Gonzalo Alba. Esperamos. Matías Giuglietti (30 años) ya está sentado en el banquillo de los acusados. La puerta del costado por donde entran se abre. Esposados ingresan a la sala: Brian Carrizo (25 años), Alexis Eva (38), Alberto Donza (42 años), Sergio Rodas (54) y Carolina Guevara (28 años). Una de las policías que los custodia acaricia el brazo de Guevara, como sacándole un pelo del saco. Sonríen. Se sientan. Inicia la audiencia. Sala de audiencia. Lado familia. Los lugares se respetan. A la izquierda, atrás de la querella, familiares de las víctimas; a la derecha, atrás de la defensa, familias de los imputados. Los de la derecha escuchan cada testimonio y parecen no inmutarse, excepto una piba joven que mira para abajo de vez en cuando, denota incomodidad. El ex comisario parece no haber descansado, bosteza una y otra vez en las poco más de tres horas de audiencia. Los de la izquierda, con las caras de los pibes en las remeras, lloran la mayor parte del tiempo. La sala revive en cada testimonio el horror del 2 de marzo de 2017.En la audiencia de hoy las familias pudieron dar testimonio de cómo vivieron y cómo se enteraron de lo que sucedía en la comisaría primera de Pergamino aquel 2 de marzo. En las declaraciones se repitieron algunos puntos que echan claridad sobre varias cuestiones: todas las familias que se comunicaban por celular con los pibes recibieron esa tarde mensajes de auxilio “vengan, hagan quilombo en la puerta que la policía nos mata”; los policías presentes esa noche, hoy imputados de abandono de persona seguido de muerte, tenían una actitud tranquila y ninguno de ellos estaba “tiznado” (manchados con hollín); algunos familiares llegaron antes que los bomberos y vieron humo que salía del patio de la Comisaría 1ª; durante casi dos horas, las familias fueron llegando a la puerta de la dependencia policial y no recibieron información sobre qué pasaba con los pibes; por el contrario, un oficial de apellido Hamué iba y venía y aseveraba que todo estaba bien; los medios de comunicación difundieron la noticia de 7 fallecidos, incluso sus nombres, antes de que un oficial de nombre Julio saliera a la puerta de la primera a gritar “como si fuera una lotería” los nombres de las 7 víctimas; que un cordón no dejaba ingresar a nadie y que esa noche reprimieron.Juan Carlos Pizarro y Milagros Pizarro son el padre y la hermana de Franco Pizarro. Ambos recibieron mensajes suyos pidiendo se acerquen a la comisaría. Cuando llegaron, también hablaron con Hamué, y a ellos también les dijo que se quedaran tranquilos, que todo estaba bien, que en un rato sacarían a los pibes. Milagros afirmó que esa noche pudo ver a Matías Giuglietti y a Carolina Guevara y como todos los testimonios coincidieron en que ninguno estaba manchado de hollín. También ellos escucharon el nombre de Franco entre los fallecidos. Defensa e imputados “Esa tarde llamé varias veces a la comisaría, pero no me atendieron”La primera en declarar fue Silvia Rosito, la madre de Fernando Latorre. Con su campera de Justicia x los 7, juró decir la verdad y empezó contando cómo se enteró ese 2 de marzo:Un llamado de una amiga la alertaba que prendiera la tele, que algo pasaba en la comisaría de Pergamino. Que se apure. Al llegar ve a Alicia Pizarro (la Mamá de Franco Pizarro) y a Cristina Gramajo (madre de Sergio Filiberto) que le decía “tengamos fé que todo va a estar bien”.Silvia, al igual que varias de las familias de los pibes, se enteró a través de la televisión de la muerte de su hijo. Al llegar a la puerta de la comisaría, su marido le dio la peor de las noticias: en la tele habían nombrado a los fallecidos y entre ellos estaba Fernando. Fue el último nombre de la lista que ese 2 de marzo gritaron en la puerta de la dependencia policial. Silvia Rosito Al día siguiente, volvió a la comisaría primera a buscar explicaciones y Donza (ex comisario), que salía, le ofreció un café y le preguntó si necesitaba asistencia psicológica. Después se fue, diciendo que volvía al rato. Entonces habló con Alexis Eva. Relató el diálogo:-¿Cómo no pudieron abrir ese candado?-Y, señora… no se pudo.Eva agacha la cabeza. Silvia relata que nunca hubiera hablado con Eva porque sabía que era ese Eva el que los amenazaba con una faca a los chicos y les decía “los voy a matar y voy a decir que se mataron entre ustedes”. Pero ella lo confundía con Giuglietti. Eva era Giuglietti, y Giuglietti era Eva en su cabeza.Relató también que los últimos días lo vio a Fernando nervioso y enojado. Que quería que lo trasladen. Que Fernando le decía que la policía era una mierda, que no los dejaba pasar ni siquiera agua. Que ella no quería que lo trasladen, porque iba a ser más difícil llevarle las cosas, que la comisaría primera estaba cerca, y que si a él le pasaba algo ella iba a correr enseguida. Y terminó: “y corrí para verlo muerto”. La prima, la tía, la abuela y la pareja de Fernando la escuchan. Todas lloran.Carla, abogada querellante de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), habilitó un

En la primera audiencia del juicio por la Masacre de Pergamino no hubo testigos. Se presentaron los lineamientos generales de cada una de las partes y al finalizar se realizó una conferencia de prensa con los/as abogados/querellantes y las madres de los siete pibes víctimas de la masacre. El martes 3 de septiembre será el turno de escuchar a los primeros/as testigos, que serán familiares de las víctimas, que hoy no pudieron presenciar la jornada por tener que declarar en el proceso. Será el turno de Cristina Gramajo, Silvia Rosito, Jorgelina Ferreya, Juan Carlos Pizarro, Milagros Pizarro, Andrea y Diego Filiberto. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Pergamino integrado por los jueces Miguel Gáspari, Guillermo Burrone y Danilo Cuestas será el encargado de juzgar los hechos. (Por El Diario del Juicio*)  Cualquier persona que llega a Pergamino se entera. Un pasacalle anuncia que hoy lunes 2 de septiembre empieza el juicio por la masacre sucedida hace exactamente 30 meses, el 2 de marzo de 2017 en la Comisaría Primera, ex centro clandestino de detención. Son las 6 de la mañana, en un día hostil, de frío y lluvia en Pergamino. La jornada arranca temprano porque hay que garantizar que la callecita que está frente al Poder Judicial de Pergamino, en la Plaza San José, no sea ocupada por autos que suelen estacionar allí. Ahora ese lugar lo ocupa el gacebo de Justicia x los 7, circula el mate. Las banderas con las caras de los siete pibes: Federico Perrotta, Alan Córdoba, Juan José “Noni” Cabrera, Sergio Filiberto, Fernando Latorre, Jhon Claros y Franco Pizarro presentes. Para quien llega de otros lados, es fácil identificar a las familias de los siete pibes. Todas llevan en sus pechos las caras de los chicos estampadas en sus remeras. A medida que van llegando, se multiplican los abrazos y siempre alguna lágrima. La sala de audiencia es pequeña, sabiendo que quedaría gente afuera, las familias de las víctimas habían elevado un pedido para que el juicio se desarrolle en el Concejo Deliberante de la ciudad (donde se llevaron a cabo juicios de Lesa Humanidad). A  ese pedido se opuso la defensa policial y fue negado  por el tribunal alegando que “no tenían forma de garantizar la seguridad”. Una enorme fila se arma de pronto en el pasillo. La custodia la Policía Federal Argentina. Las familias de los pibes se aprestan para entrar. Un integrante del colectivo Justicia x los 7 intenta organizar “las familias para adelante. Compas, quedan 8 lugares y faltan los familiares de Noni y de Alan y tienen que entrar las familias de todos”. También se preocupan porque la prensa tenga su lugar. La difusión de esta instancia es fundamental. Hay solo 30 lugares disponibles y son 7 víctimas. Muchas/os quedan afuera de la sala de audiencias. A la izquierda los familiares de las víctimas, a la derecha las familias/allegados de los seis imputados. La sala explota. La prensa parada al fondo. Tres oficiales fuertemente armados se instalan en el límite entre que termina el público e inicia el espacio donde están los jueces y los/as abogados/as de las partes. Ingresan los imputados. Primero Alberto Donza, el ex comisario que estuvo más de un año prófugo entra con una sonrisa, guiña un ojo y saluda con un beso a sus abogados. Con los seis presentes en la sala, la gente se para, ingresan los jueces y comienza la audiencia algunos minutos más tarde de las 10:00. El presidente del tribunal hace su primera intervención: además de avisar que no habrá sonido amplificado, advierte “acá se van a escuchar muchos testimonios y cosas que no van a gustar… exijo el mayor de los respetos y cualquiera que haga algún comentario o exclame algo será expulsado de la sala”. Los lineamientos generales El 2 de marzo de 2017 Federico Perrotta, Alan Córdoba, Juan José “Noni” Cabrera, Sergio Filiberto, Fernando Latorre, Jhon Claros y Franco Pizarro murieron quemados y asfixiados encerrados en la celda 1 de la comisaría 1° de Pergamino. En la tesis que sostuvo el fiscal Nelson Mastorchio en la lectura de sus lineamientos destacó el factor tiempo. Por un lado, el tiempo que hubo entre que ‘comenzó el primer foco ígneo y que se produjo la muerte de los chicos’. Por otro, el tiempo entre que llegaron los bomberos y que pudieron actuar. En los dos casos, el tiempo fue mayor que el que cualquier cuerpo puede resistir, inhalando humo y habitando el fuego en carne propia. Por esta y otras razones es que el fiscal advierte que estos policías cometieron el delito de “abandono de persona seguida de muerte”. En síntesis, la fiscalía sostiene que los policías presentes esa noche no hicieron nada por apagar el fuego, desoyeron los gritos de auxilio que se escuchaban hasta afuera y cuando los bomberos llegaron, alertados por una dependencia vecina, obstaculizaron su trabajo. La llave que abría la puerta-reja del acceso a las celdas no apareció durante 20 minutos. El fiscal asegura que probará que esa noche del 2 de marzo había dos juegos de llaves en poder de los ex policías Alexis Eva y Alberto Sebastián Donza. Siguió el turno de las partes querellantes (o “bloque acusador” como lo llamó el presidente del tribunal). En primer lugar se presentó Maximiliano Brajer, representante legal de la hija de Fernando Latorre, quien adhirió en términos generales a la acusación que hizo el Fiscal y concluyó “los policías violentaron la función que era inherente a su responsabilidad”. Continuó Carla Ocampo Pilla, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), organismo que representa a las familias de Sergio Filiberto, Fernando Latorre, John Claros, Alan Córdoba y Franco Pizarro, en este último caso junto al Dr. Juan José Giame. En la lectura de sus lineamientos aseguró que los siete chicos “fueron engomados (encerrados) a un horario que no era el habitual”, que “una vez iniciado el fuego, los policías presentes esa noche clausuraron las puertas de acceso a los calabozos”, que “se inicia la

En la masacre de Pergamino perdieron la vida Juan José, John, Alan, Sergio, Fernando, Federico y Franco. Siete historias que es necesario conocer y que aquí compartimos.(Por El Diario del Juicio*)  Juan José Cabrera: 23 años, le decían Noni. Le gustaban las motos, jugar al fútbol con sus hermanos más chicos, cocinar (guisos y postres, sobre todo), comer milanesas y participar en domas y jineteadas. Lo detuvieron el día anterior a la masacre y ese 2 de marzo le faltaba una firma del fiscal para obtener su libertad. John Claros: 25 años, su nombre artístico era “Lochi Insane”. Era cantante, nacido en Yumbo (ciudad de Cali, Colombia). Había venido a la Argentina a cantar y presentarse en festivales. Su mamá le dice Chilo. Alan Córdoba: 18 años, le decían El Polaco y la rompía jugando al fútbol. El 6 de septiembre de ese año habría cumplido 19 años. Su mamá lo recuerda como centrado e introvertido; su papá, como un pibe de un corazón divino. Su frase de cabecera era “que tu sonrisa cambie el mundo, pero que el mundo no cambie tu sonrisa”. Sergio Filiberto: 27 años, le decían Fili. Fanático de Douglas Haig y de los recitales de La Renga. En varias paredes de la ciudad hay grafitis que llevan su nombre al lado del de su amado club. Tenía dos hermanxs, sobrinos y un ahijado a quienes amaba y un montón de amigxs. Así lo describe su mamá: “Era un chico tierno, de gran corazón, solidario, a veces ingenuo, cuestionador de la hipocresía reinante, de la injusticia en cuanto a clases sociales, admirador de la vida del Che Guevara. Ambos trabajabamos en el mismo hospital de nuestra ciudad, vivíamos juntos, éramos incondicionales, a veces me decía, ‘viví tu vida’, y yo le contestaba ‘mi vida sos vos’. Hoy él no está y me deja un legado. Se fue sabiendo que mi amor por él era inmenso y yo me quedo con el saber que me amaba; era de decírmelo, de escribirlo y de grabarlo donde pudiera”. Fernando Latorre: 24 años, le gustaban los autos y el hip hop. Mariana, su pareja, cuenta que por esa influencia sus hijos terminaron escuchando hip hop y que también los hizo de Boca. Es el único hijo de Silvia y trabajaban juntos en un taller donde confeccionaban ropa. Amaba a su hija, Franchesca, que al momento de la masacre tenía menos de un año. Su mamá, su abuela, su tía, sus primas y su pareja caminan juntas la exigencia de justicia desde que ocurrió la masacre. Federico Perrotta: 22 años, le decían Peluca y su hermana lo recuerda como cargoso, jodón y un poco mañoso. Su vida era el barrio, sus amigos y la música. Juntarse con los pibes era su rutina favorita. Trabajó de delivery y de albañil. Desde la masacre, su hermana, su mamá, su hija Pía, su hijo Ian y otros familiares caminan la exigencia de justicia. Franco Pizarro: 27 años, le decían Paco. El fútbol y la pesca estaban entre sus cosas favoritas. Tenía cuatro hijos al momento de la masacre: Abigail, Pilar, Tomás y Bastian, al que no llegó a conocer. Su mamá y su familia lo recuerdan como pura energía, muy amiguero: “Le gustaba vivir la vida y la vivió muy rápido”. *Para reconstruir las historias de los siete pibes se utilizaron como fuentes de información el libro de Leandro Albani “No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino” (Editorial Sudestada), el Dossier realizado por la Agencia Paco Urondo y FM La Caterva en septiembre de 2017 y charlas con familiares y allegados a las víctimas.*Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente y Cítrica. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com.