La realizadora de «Trelew» dio su testimonio en el juicio por la masacre
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Mariana Arruti |
(Por Oral Y Público) Mariana Arruti, es la realizadora del documental “Trelew – La fuga que fue masacre”. A ocho años de su realización, prestó testimonio en el juicio en el que se investigan los homicidios agravados y torturas a diecinueve víctimas. Los hechos ocurrieron el 22 de agosto de 1972 en la Base Almirante Zar y son conocidos como la “Masacre de Trelew”. Sobre esta experiencia conversamos con ella.
“Hasta hoy no ha habido juicio ni condena por los hechos que aquí se narran”, dice el cartel con que termina el documental de Arruti. Para la realizadora, era un llamado de atención de esos que se supone no tendrán un destino de concreción. Pero no fue así. En mayo pasado comenzó el proceso en el que se juzga a Emilio Jorge Del Real, Carlos Amadeo Marandino, Luis Emilio Sosa, Rubén Norberto Paccagnini y Jorge Enrique Bautista como responsables de la Masacre de Trelew. Una de las personas que brindó su testimonio a lo largo del juicio fue Mariana Arruti.
En diálogo con Oral y Público, Mariana afirmó que vivió ese momento con una profunda tensión y una sensación de muchísima responsabilidad: “hice un esfuerzo enorme por reconstruir cada una de las situaciones que yo había vivido en el transcurso de la investigación – relató –, sobre todo con lo que tenía que ver con la reacción de la Marina, porque nosotros como equipo tuvimos especial interés en tener entrevistas con integrantes de las fuerzas armadas, y nos encontramos con situaciones complejas, muy contradictorias también en relación a las respuestas, por supuesto que ninguno de ellos quiso que lo filmáramos. Pero creo que buena parte del aporte que yo pude hacer tuvo que ver con ese inicial intento y que se desarrolló a lo largo del trabajo de investigación y de edición del material. Tuvimos la posibilidad de hablar con (Jorge) Godoy, que en ese momento, en 2001, era vicealmirante y estaba como encargado de un área de Relaciones Institucionales o Prensa en el Edificio Libertad. También pudimos hablar con uno de los médicos que estaba esa noche en la Base Almirante Zar y que no atendió a los heridos que llegaron a la enfermería. Esto y la entrevista con un cabo en Trelew fueron los tres pasos que intentamos dar y de alguna manera parte de esa experiencia fue lo que yo pude relatar en mi testimonio”.
Para Arruti, otro punto importante de su declaración tuvo que ver con las consecuencias y represalias a los familiares de las víctimas de la Masacre: “no sólo el fusilamiento de sus seres queridos aquella madrugada del 22 de agosto, sino todo lo que vivieron después, desde la represión brutal en los velatorios, la persecución, la desaparición de familiares”. La realizadora también mencionó al periodista local Daniel Carreras, que es quien registró la conferencia de prensa en el Aeropuerto de Trelew, y que fue secuestrado y ferozmente torturado en Campo de Mayo durante la última dictadura “por tener en su casa la púa que le había regalado Mariano Pujadas con la cual habían iniciado la toma en el penal y las fotos de todos ellos que él había guardado como un tesoro en su casa”.
“Creo que también toda esa parte posterior, que fue producto de la investigación que hicimos en ese momento para hacer la película, ayudó un poco, junto a otros testimonios, para demostrar que aquello fue un crimen de lesa humanidad, que era uno de los escollos que tenía este juicio, precisamente porque es un episodio anterior a la amnistía del `73. Así que yo sentí que valió la pena, que todo el trabajo que se hizo para hacer la película se terminó de consolidar en ese acto. Para mí también fue muy importante a nivel personal estar ahí”, reflexionó la cineasta respecto a su reciente declaración en el juicio, en el que además hizo un reclamo de justicia: “eso también es parte importante de lo que sentía que tenía que decir en el juicio – explicó – porque lo cierto es que de todos los imputados que tiene este juicio, salvo (Carlos Amadeo) Marandino, todos los demás están en libertad. A (Roberto) Bravo lo protege el gobierno de Estados Unidos y entonces no es parte de los imputados en esta causa, él y (Luis Emilio) Sosa son lo más señalados como responsables directos de la masacre. Y lo cierto es que cuando yo pregunté por qué ellos estaban en libertad me explicaron que hay un derecho constitucional que asiste a los procesados que no tienen condena firme, que les permite estar en libertad hasta tanto no sean condenados, pero lo cierto que en nuestro país hay un 60% de detenidos que tampoco tienen condena firme y muchos de ellos pasan años detenidos. Lo que yo le plantee al tribunal es que realmente siento que este país tiene todavía algo por resolver, ya que si hay derechos constitucionales tienen que ser para todos, no puede ser que esos derechos dependan del acceso al poder y a los privilegios cuando estamos hablando de crímenes de lesa humanidad, de dieciséis homicidios, tres en grado de tentativa, crímenes gravísimos, cuando las cárceles están llenas de pobres jóvenes”.
En relación a la divulgación que tuvo lo sucedido aquel 22 de agosto de 1972 tras la realización de su documental, Mariana manifestó: “la sensación que uno tenía es que era un hecho de la historia que prefigura todo lo que va a pasar pero que de alguna manera había quedado invisibilizado dentro de lo que era la saga de las políticas represivas del Estado”. Esto se suma además a la concreción del juicio y lo que allí se relató: “realmente este juicio es emblemático porque nos ayuda a comprender otra cosa – continuó Arruti –, por supuesto estando de acuerdo en lo que implica un juicio y las condenas, que estamos esperando sean lo más severas, pero además de todo eso creo que este juicio ayuda a enmarcar una época histórica, ayuda a repensar cómo el Estado fue proyectando sus políticas represivas muchos años antes del comienzo de la última dictadura militar, con un penal que se transformó en máxima seguridad después del Cordobazo, que tenía, de ocho pabellones, seis integrados por presos políticos, creo que todo esto hecha nueva luz o permite repensar muchas cosas de ese pasado reciente y nos ayuda a entender mucho más del sistemático horror de la última dictadura. También instala algo del orden de la propia agencia política de esos militantes, en ese sentido la Masacre de Trelew va unida al acto de la fuga del Penal de Rawson, creo que instala o termina de consolidar un debate que no es tan reciente en torno a lo que esa generación decidió, no solamente lo que le sucedió, sino sus decisiones, sus deseos. Tampoco tiene aún un lugar en la historia esa declaración de unidad en el Aeropuerto. Fue un discurso de los más políticos, de los más fuertes de esa década, y yo creo que en parte los fusilamientos son consecuencia de esa decisión. Más allá de que se pudieron fugar varios de los cuadros más importantes de las organizaciones creo que ese discurso de unidad era realmente lo que tocaba fuerte a la dictadura en ese momento, y que, en parte, los fusilamientos tienen mucho que ver con ese posicionamiento de las organizaciones”.
El juicio ingresó en su etapa final. El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió que el próximo 10 de octubre los imputados tengan la posibilidad de expresar sus últimas palabras antes del veredicto, cuya fecha se conocerá ese mismo día.
En sus alegatos, el Ministerio Público Fiscal, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la querella que representa a familiares de víctimas pidieron prisión perpetua para los acusados Emilio Jorge Del Real, Carlos Amadeo Marandino, Luis Emilio Sosa y Rubén Norberto Paccagnini; mientras que para Jorge Enrique Bautista solicitaron dos años de prisión efectiva.