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Facundo Molares


El militante popular, quien había evitado la extradición a Colombia el año pasado, fue asesinado por un policía durante una manifestación en el obelisco. Además era fotorreportero. Sus últimas palabras en el juicio de extradición a Colombia en mayo de 2022. Redacción: Fernando Tebele Esta tarde, durante una manifestación contra la “farsa electoral”, fue asesinado Facundo Molares. El militante popular participaba de una acción en el obelisco. Fue detenido por integrantes de la Policía de la Ciudad. En un video registrado por la fotógrafa independiente Susi Maresca, puede observarse como el grupo de personas detenidas fueron aplastadas contra el piso, hasta que la comunicadora popular dio aviso al policía a los gritos: “Esta morado, se va a morir”. Recién en ese momento el efectivo dejó de ejercer presión sobre el cuerpo de Molares, quien estuvo varios minutos en el piso sin que nadie le practicara ejercicios de reanimación. Finalmente fue trasladado en una ambulancia, pero según la propia fuerza de seguridad: “Una persona de entre 40 y 45 años sin documentación fue trasladada al Hospital Ramos Mejia por el SAME. Luego de más de media hora intentando ser renanimada se constató el fallecimiento”. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Susi Maresca 📷 (@susi.maresca) Molares había sido apresado en Bolivia mientras realizaba trabajos como fotógrafo popular durante el golpe de Estado en Bolivia. Allí fue detenido y estuvo en estado de coma, pero se recuperó y fue extraditado a Argentina, quien a su vez realizó un juicio para decidir su extradición a Colombia, país que lo requería porque Molares había sido militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Aunque el juicio decidió la extradición, la misma no se llevó adelante. Ante su asesinato, aquellas palabras con las que se dirigió al juez Guido Otranto, se reconfirguran como un alegato político autobiográfico.

Guido Otranto, juez federal de Esquel, anunció en su veredicto de esta mañana que el militante argentino Facundo Molares deberá ser extraditado a Colombia, que lo requería por haber sido integrante de las FARC-EP. De todas maneras, todavía quedan un recurso judicial ante la Corte Suprema por parte de la defensa. Si la Corte ratifica el fallo de Otranto, el presidente de la Nación será quien decida finalmente si Molares es trasladado o no a Colombia. La Retaguardia transmitió en vivo la audiencia, que comenzó con las últimas palabras de Molares. VIDEO

Las últimas palabras de Facundo Molares y luego la decisión del Juez federal de Esquel Guido Otranto.

Últimas palabras de Facundo Molares y luego la decisión del Juez federal de Esquel Guido Otranto.

Réplicas y dúplicas de las partes, que pueden responderse a lo que escucharon en los alegatos.

Alegato de la defensa de Facundo Molares a cargo de Gustavo Franquet y Eduardo Soares de la Gremial de Abogados y Abogadas.

Comienzo de los alegatos de las partes.

Declaran: Diego Alejandro Martínez Castillo, miembro del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos desde 2010, asesor en los acuerdos de paz entre las FARC-EP  y el Estado colombiano en La Habana, Cuba y abogado ante la JEP; Francisco Javier Toloza Fuentes, asesor de la Mesa de Negociación en La Habana y vocero de Paz en el Congreso de la República para la implementación del acuerdo y Gustavo Enrique Gallardo Morales, especialista en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y Presidente de la Fundación “Lazos de Dignidad”.

Militante, fotorreportero, exmiembro de las FARC, enfrenta un juicio de extradición a Colombia. Un recorrido por su infancia, el trabajo en la villa, la prisión en Bolivia. (Por La Retaguardia, Revista Cítrica y Tiempo Argentino) ✍️ Redacción: Nicolás G. Recoaro 📷 Fotos: Andrés Masotto Facundo Molares Schoenfeld camina sereno por un pasillo de la Unidad 6 de la cárcel de Ezeiza. En su recorrido hasta la enfermería, su cuerpo es rozado por los rayos blancos del sol que se filtran entre las rejas. Mientras escucha las órdenes de los grises guardias de la escolta, el militante social y fotorreportero argentino, exmiembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), pispea el cielo diáfano del bello abril en un pulmón interno. Camina y piensa. Quizá en el juicio de extradición a Colombia que enfrenta. Quizá en su padre, en su hermana, en sus amigos y compañeros que lo esperan afuera. Quizá en el Conurbano profundo donde nació en los años setenta, en la Patagonia rebelde de su adolescencia durante el menemato, en sus derivas iniciáticas por las venas abiertas de América Latina, en la exuberante selva Amazónica que lo cobijó más de una década, en las jornadas agónicas peleando por su vida en la Bolivia de facto de Jeanine Áñez. Quizá, no tengan dudas, también en recuperar la libertad. Molares Schoenfeld se agita un poco, pero sigue andando. Deben ser los problemas de salud por los tres balazos de los golpistas bolivianos, el sobrepeso por el sedentarismo carcelario, los días interminables a la sombra. Ya son demasiados los meses que lleva confinado en el penal federal de máxima seguridad. Fue detenido en noviembre pasado en la localidad chubutense de Trevelin, donde había hecho nido luego de ser repatriado desde La Paz. Entonces, se abre la última reja que nos separa. El hombre de 46 años saluda al entrar a la enfermería con un fuerte apretón de manos, se acomoda en una silla, mira recto a los ojos y dice que quiere hablar. Es momento de contar sus verdades, sus principios, sus muchas historias en el campo de la lucha popular. La larga marcha de un internacionalista. El pasado miércoles 20 de abril comenzaron vía Zoom las audiencias del juicio de extradición contra el militante comunista del Movimiento Rebelión Popular. El pedido fue realizado por el gobierno colombiano del derechoso presidente uribista Iván Duque. El fuero penal ordinario del país andino-amazónico- caribeño acusa al excombatiente de la Columna Teófilo Forero del secuestro del concejal Armando Acuña, ocurrido en marzo de 2009 en el municipio de Garzón, departamento del Huila, en el sur de Colombia. El requerimiento fue rechazado por la defensa y por organismos de Derechos Humanos. Consideran que los delitos que se le imputan al periodista de la revista Centenario ocurrieron antes de 2016, por lo que están encuadrados en el Acuerdo de Paz firmado por el Estado colombiano y la guerrilla. El juez federal a cargo de la causa es Guido Otranto, señalado por diversas irregularidades en la investigación por la desaparición y muerte de Santiago Maldonado. El próximo viernes 29 de abril concluye el proceso. “No quiero ser extraditado y no corresponde –dice Molares Schoenfeld–. No participé de esa retención política, hasta el concejal lo manifestó. La única tarea que tuve fue entregarlo a una comisión humanitaria mediante un acuerdo con el Estado, en el marco de los diálogos de paz ya encaminados. Si quería, me quedaba en Colombia. Pero elegí firmar el acuerdo, volver a mi tierra para ver a mi padre, para ver la tumba de mi madre, para ver a mi pueblo. Yo quiero seguir peleando en libertad, no ir preso.” Hijo de las luchas “Uno a veces reflexiona en la vida para entender lo que es y lo que hace. Soy nacido en 1975, hijo de una generación que luchó mucho en la Argentina. Ese es mi primer condicionante. Siento orgullo de mis padres”, dice Facundo con la mirada encendida. Los Molares Schoenfeld la pasaron fulero durante la dictadura. Papá Hugo, militante sindical del Hospital Ciudadela, zafó de milagro de ser chupado por los grupos de tareas. “Vivíamos en José C. Paz, entre baldíos y calles de tierra, me acuerdo de los camiones de los militares, el miedo del barrio. Eso marca”. Después de la primavera democrática y con el crac económico del gobierno de Alfonsín, la familia empobrecida decidió dejar Buenos Aires y partir a la Patagonia con el sueño de forjarse un futuro mejor. Comenzaba la pesadilla del menemismo. “Años en que no podíamos comer un pedazo de carne. Mis viejos eran comerciantes. En paralelo mi papá estudiaba Derecho y mi mamá terminaba el secundario. Eran tiempos de muchos rebusques para hacer unos pesitos”. También de una fuerte educación sentimental y militante. Las marchas contra la Ley Federal de Educación, la defensa de la escuela pública, las tomas. Con apenas 14 años, el joven Facundo puso el cuerpo, se hizo comunista y leía los diarios del Che Guevara. “Un ejemplo imperecedero, un imán para los jóvenes. Su ejemplaridad, su voluntad de dejarlo todo por una causa justa, eso me impulsa hasta hoy.” Cuando terminó el secundario -es técnico forestal-, Molares Schoenfeld decidió volver a Buenos Aires para estudiar, justo antes de que la Alianza neoliberal estallara por los aires en el 2001. Se instaló en el Bajo Flores, en la estigmatizada villa 1-11-14, donde militaba. Vivía en una piecita que forjó con sus manos. “El 19 y 20 movilizamos con el barrio entero, vecinos que fueron por primera vez al centro. Cómo no participar en una manifestación social de ese calibre. Los gases, los escuadrones que andaban en autos sin patentes y tiraban a mansalva. Fue un gran sacrificio del pueblo heroico, que se desperdició. No surgió una nueva realidad. El sistema se recompuso. Volvieron todos los que se tenía que ir. Me acuerdo de que en las protestas, un muchacho gritó ‘La ciudad es nuestra’. Por un rato. La ciudad es nuestra cuando el pueblo puede vivir con dignidad, con trabajo, con futuro. La