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Ser o no Ser (linchable)

Escrito por el abril 28, 2014


(Por RNMA) Un caso reciente revela que la furia social que tomó forma de hordas desaforadas linchando personas por las calles no es solo una cuestión de clase, como podría presumirse. Susana Guzner es escritora, psicóloga y militante feminista. Fue víctima de una horda de “buenos vecinos” de La Plata que la golpearon pensando que ella había sido cómplice de un robo. En Enredando Las Mañanas, el programa de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA), escuchamos su relato y sus reflexiones al respecto: ” no soy una negra de mierda como llaman despectivamente a los sectores populares, no soy linchable o eso creía yo”, aseguró Guzner.

“Soy psicóloga y escritora, tengo todos los puntos para ser una de ellos, es decir una respetable señora burguesa”, así inició Susana Guzner su relato acerca de la violenta situación que le tocó vivir hace pocos días en la esquina de 12 y 60, pleno centro de La Plata.
“Yo iba a tomar un micro a un barrio que no es el mío y me faltaban unos diez metros para la parada –continuó–, y de la nada aparecieron unos nobles vecinos platenses burgueses, como si estuvieran vigilando, y me rodearon. Momentos antes me había pasado muy cerca un chico joven corriendo que casi me roza y siguió corriendo. Yo no le di mayor importancia porque hasta donde yo sé todavía nos queda el libre albedrío de correr, saltar, caminar o hacer lo que queramos, entonces me rodearon y con insultos gruesísimos empezaron a pegarme. Es decir, en su lógica, alguien que corre es porque robó y no porque tiene ganas de mover las piernas o porque simplemente corre. Decían que al pasarme había depositado en mi cartera el producto de lo robado. Me dieron patadas, puñetazos, me decían ‘te vamos a matar’, voy a reproducir el lenguaje cloacal  ‘puta’, ‘vieja, ‘chorra’, ‘soltá lo que te pasaron’, y yo estaba absolutamente perpleja, en pánico, porque eran siete hombres y una mujer, intentaron tirarme al suelo y sobre todo me tironeaban de la cartera para que devolviera lo que presuntamente me había pasado el presunto ladrón. Recibí una buena paliza en pie, he pasado momentos mucho peores cuando la mano dura y la triple A, pero esto no me lo esperaba, nadie espera una cosa así”.
Recién dejaron de golpearla cuando se acercó una vecina del lugar: “me aleló la carga de odio, el insulto, escupidas, el lenguaje cloacal, no sé, esta vecina con mucha autoridad, dijo: ‘¡qué están haciendo, dejen a la señora inmediatamente, estamos todos locos, a dónde vamos a ir a parar!’, la verdad que muy bien, con mucha autoridad y logró que se alejaran al menos, estuvo muy solícita, me invito a su casa a que tomara un vaso de agua, no lo acepté, le dije ‘no, señora, yo tengo una entrevista, y es lo que voy a seguir haciendo’”, contó Guzner.
En relación a las palabras que utilizaron para agredirla, la escritora, psicóloga y militante reflexionó: “en principio tengo 68 años, no me considero vieja, pero para esta gente parece ser que tanto los jóvenes que han vuelto a la política son despreciables. como los viejos que ya no aportamos. En su mentalidad ser viejo también es un estigma porque no aporta nada, ¿para qué sirve alguien que tiene más de sesenta años? Las palabras elegidas los retratan más a ellos que a mí. ‘Hija de puta’ que no significa nada, no me ofende. Pero sí el odio… uno me escupió, que es muy despectivo, y de haber habido piedras y sobre todo siendo mujer la lapidación hubiera sido parte también de la lección que pretendían darme. En realidad tampoco quieren dar ninguna lección, lo que desean es quitarse el miedo de encima y lo hacen a la manera de un barrabrava que pierde el partido en el último minuto. Se comportan igual y creo que no se dan cuenta de su actitud. Acá el tema es violencia o no violencia, toda la sociedad mundial está violenta, cada vez más. Esta vez me toco a mí. A mí no me asustan, no permito espiritualmente que el miedo me quite mi libre albedrío. Pero sí me preocupa lo que están buscando que es otra vez la mano dura, pero durísima, y ese sería un retroceso histórico moral y político para Argentina, que parecería que ha anulado la memoria colectiva de lo que sufrimos”.

El tránsito del burgués hacia el fascismo

El hecho ocurrió en una zona muy comercial de La Plata poco después de las nueve de la mañana: “una parte muy típica de clase media platense, que tiene autos 0KM., que viajan a Europa; La Plata es una ciudad muy particular. Fue en la esquina de la calle 12 y 60, que es realmente una zona muy comercial, céntrica, pero capaz era un poco temprano y no estaban del todo abiertos los comercios. Lo que no sé es qué hacían todos estos ‘honrados vecinos’, ¿vigilar el barrio? Por otra parte estaba muy asombrada, por ponerle una palabra, porque yo tengo todo un genotipo, digamos, europeo. Iba bien vestida hacia una entrevista, podrían considerarme ‘uno de los suyos’. Es decir, no soy una negra de mierda como llaman despectivamente a los sectores populares, no soy linchable o eso creía yo, pero creo que han llegado a un estado de violencia interna muy estimulado por supuesto por los medios que no son por ejemplo los del formato de los telediarios, son sucesos, cortan cualquier emisión para decir que le robaron al kiosquito tal en Buenos Aires, es tremenda la situación. Ahora atacan a los suyos, simplemente porque me rozó un chico que corría”, aseveró Guzner en diálogo con Enredando Las Mañanas.
En este sentido, se le consultó a Guzner sobre la exacerbación con que los medios de comunicación tradicionales tratan los llamados casos de inseguridad y la posible relación con el ataque que ella sufrió: “nunca hay una única causa de algo, yo creo que en general las sociedades están yendo hacia una derechización y estado de violencia, y nuestro país no escapa a ello, hay intereses ocultos muy grandes para derechizar a la sociedad y esto se manifiesta en todos los países, y en el nuestro por supuesto. No niego que hay una violencia creciente y también los peleles nacionales de derecha que se están jugando políticamente la presidencia están trabajando muy activamente desde la sombra o descaradamente, junto con sus medios oligopólicos, para generar una psicosis y crisis social que es artificial, es decir creada artificialmente pero que sus efectos son concretos, no niego que los casos de violencia han aumentado en los últimos meses, o en el último año, yo diría que desde las PASO curiosamente, ha aumentado en una proporción terrible al punto de que los nobles burgueses dicen que en este país no se puede vivir, y de alguna manera tienen razón pero yo digo lo mismo de ellos, básicamente están terriblemente asustados y cuando uno vive con miedo… lo dijo Bertolt Brecht, ‘un burgués asustado es el próximo fascista’, y me parece una definición medular. Por supuesto, todos los medios contando estimula tanto a quienes encuentran vía libre para delinquir como a quienes creen que pueden ejercer la violencia impunemente, como una especie de justicia por mano propia. Francamente en este momento temo más salir a la calle pero no por un chorro que quiera robarme la billetera porque se la doy directamente porque salvo mi vida, sino que súbitamente vayas a tomar el micro y que una horda de honrados vecinos saque toda una violencia brutal”.
Guzner agregó que quienes fogonean la situación de derechización son quienes a su vez se oponen a la reforma del Código Penal: “eso es una flagrante contradicción –explicó–; si creés la famosa frase de la puerta giratoria, que es cierto, el código de Vélez Sarsfield tiene demasiados años y muchos remiendos, pero también mienten al decir que se va a favorecer el garantismo, como si cualquier garantismo fuera un insulto, creo que la jurisprudencia tiene que ser garantista, garantizar el orden social con la punición, sobre todo para la reinserción de quien delinque y también el cuidado y la protección de las personas que no delinquimos, eso es garantía”.
Cuando comenzaron a difundirse a través de los medios tradicionales los primeros casos de linchamientos en respuesta a los hechos de inseguridad, políticos de distintos sectores hablaron de una ausencia del Estado como causa de la creciente violencia. Al respecto, Guzner señaló: “los otros poderes que no son el ejecutivo colaboran y bastante a crear esta sensación de estado ausente; estará ausente el legislativo y el judicial, pero el ejecutivo ha hecho lo imposible, con montones de planes. Yo acuerdo bastante críticamente con muchas políticas del gobierno, pero creo que no ha sido suficiente y que de alguna manera nos han ganado. A mí no me han ganado y creo que a muchos más no, creo que este es un episodio que se va a ir calmando en la medida que los políticos que fogonean esto con sus medios amigos se den cuenta que la vaquita está llena, que al país le va muy buen y que quieren ocupar el sillón de Rivadavia en 2015, y van a ser ellos mismos lo que frenen a sus eventuales votantes pidiéndoles que aflojen la mano de los linchamientos y todo esto porque no les conviene, va en contra de sus intereses, necesitan votos y no golpes. Es todo un entramado muy fuerte. Y la violencia es inherente al ser humano pero también hay controles sociales. A mí no me asustan y creo que va a ir declinando en la medida que la derecha, con la complicidad de ciertos grupos de izquierda, se dé cuenta de que tiene posibilidades de obtener la presidencia y entonces van a ser ellos mismos quienes calmen a sus targets, a sus votantes, para que no les rompan el negocio de ocupar el sillón presidencial”.

El caso de Susana Guzner, así como el que ya había sufrido Jorge Garaventa, desnuda la furia con la que un sector social, más que nada de clase media, puede reaccionar. No es cuestión de generalizar, ni de pensar que toda esa clase piensa y obra del mismo modo, pero sí es cierto que ese tipo de violencia, ejercida por aquellos que nos vienen hablando de “otra” violencia social, si no somos capaces de reflexionar colectivamente para frenarla, puede terminar mal.

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