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Federico Cabrera Ruiz, una muerte anunciada por la víctima

Escrito por el julio 1, 2015


Federico Cabrera Ruiz, querer
salir y que no te dejen.

(Por La Retaguardia) El referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza, Pablo Pimentel, relató a La Retaguardia la historia de este joven que decidió cambiar de vida y dejar atrás años de delincuencia para trabajar, tener una familia y ayudar a sus vecinos de Villa Alberti, en La Tablada; sin embargo, el permanente hostigamiento de la policía y la inacción de la justicia ante sus denuncias por amenazas y persecución lo impidieron. Una historia en la que –en palabras de Pimentel– se puede reflejar la vida de “muchos hombres y mujeres jóvenes que delinquen y que quieren cambiar de vida, y que hay un sistema perverso que no se los permite”. El acercamiento entre el muchacho y el organismo surgió porque Federico estuvo detenido en la Comisaría 8ª el 31 de enero de 2009, día en que desapareció Luciano Arruga.

En diálogo con La Retaguardia, Pablo Pimentel relató su primer encuentro con Federico Cabrera Ruiz: “lo conocí en el marco de la causa de la búsqueda de Luciano Arruga. Federico estaba detenido junto a otra persona la noche del 31 de enero de 2009 en la Comisaría donde se supone que pudo haber estado Luciano, eso está por resolverse, la cuestión es que esa misma noche un niño de las características de Luciano, si no era Luciano era otro niño, estaba colgado y lo estaban torturando colgado de las manos, veían cómo lo tenían con las esposas atado casi colgando los pies o se sostenía con los dedos de los pies, y este chico pedía que le den algo de comer, estaba desnudo y pedía un remera. En el marco de esa causa de Luciano, aparece Federico Cabrera Ruiz y el otro muchacho (de identidad reservada). Algunos compañeros no le dieron mucho crédito, la misma fiscal (Celia) Cejas tampoco, pero nosotros dijimos que independientemente de que haya sido Luciano o no la persona que ellos vieron, era otro pibe que estaba siendo torturado, un menor que estaba detenido y por lo menos había que darle esa entidad. Pero aparte había que darle una cobertura a este muchacho por haber denunciado esto sin identidad reservada, entonces empezamos a seguirlo por distintas cárceles”.
Desde el momento en que denunció a la policía, Federico pasó aproximadamente por el 80% de las cárceles bonaerenses: “fue cumpliendo una condena a 4 años por algo que él no había hecho, aunque él sí reconocía una historia negra previa de estar robando, jodiéndole la vida a los demás. En cada cárcel no duraba una semana porque o lo mandaban a matar por algún preso o se comía las golpizas del Servicio Penitenciario porque había denunciado a la policía. Este es el ABC del preso que va a un penal y denuncia a la Policía: es maltratado. Entonces lo empezamos a seguir y cuando logramos dejarlo en la 43, que está más cerca nuestro porque está en González Catán, ahí lo empezamos a ver más seguido, a charlar y a conocerlo un poco más. La última vez que lo fuimos a ver faltaban 2 meses para que recuperara la libertad y le dije ‘si vos decidís cambiar de vereda y pasar a la vereda del sol, salir de la vereda oscura en que estás en un camino delictivo, jodiéndole la vida a los demás, en la APDH tenés un lugar’”, recordó Pimentel.

Andar por la vereda del sol

A los pocos meses de salir en libertad, Federico Cabrera Ruiz se acercó a la APDH La Matanza. “Me dijo –contó Pimentel– ‘quiero comentarle que ya estoy en libertad, mi mujer me ha aceptado, estoy nuevamente viviendo con Fernanda y criando a su hijo Daniel, y decidí tomar la vereda del sol’. Eso me impactó mucho porque yo por ahí digo cosas, utilizo varias denominaciones cuando les digo a los pibes que cambien de vida y en este caso él dijo ‘vengo para decirles que decidí caminar por la vereda del sol’. Después nos hizo un pedido: ‘yo le vengo a pedir que hagan en Villa Alberti, donde vivo, lo mismo que han hecho en Villa Palito’. La verdad que me impresionó mucho, porque él no vino a buscar trabajo, ni una prebenda personal, sino que vino a anunciar que cambiaba de vida y que hagamos algo por su barrio, y nos fundamentó por qué: ‘yo quiero que mi mamá antes de morir conozca un baño como cualquier vecino que tiene un inodoro, un bidet, un lavatorio y una lluvia para bañarse’. La verdad que nos impactó, y a la semana siguiente quedamos en ir a Villa Alberti, que está en La Tablada, cerca de la intersección de Avenida Arieta y Crovara, una villa que tiene 260 familias, en la cual aún viven varios familiares de Federico. Fuimos, él nos presentó a una comisión que estaba ya trabajando por la urbanización, les comentamos que queríamos ayudarlos a pedido de Federico, y así fue cómo hasta el día de hoy,; recién acabo de salir del barrio y de venir de la reunión de los miércoles, donde estamos en una tarea sin parar para urbanizarla”.
“A partir de ese momento, Federico cambia de vida –continuó el referente de la APDH La Matanza–, él me llamaba prácticamente día por medio, y me decía ‘qué hago porque yo me quiero reinvindicar con todos mis vecinos, mis amigos, mi familia, yo la verdad que quiero poner en práctica este cambio de vida, no solamente no robar más’. Y él por motus propio me pidió herramientas, y yo le gestioné herramientas ante el municipio, eran una carretilla, un cepillo de barrendero y una pala, y se puso a limpiar su barrio; cada momento que tenía libre de sus changas, sus trabajos o de su familia, él limpiaba. Era un muchacho que se había mal ganado el respeto porque justamente era respetado por su cultura tumbera, por ser el chorro, el que se la bancaba, pero ahora estaba con un pala y una carretilla, entonces le rompió la cabeza a todos los que estaban en ese camino, y todos le decían ‘Bolón, ¿qué estás haciendo?, vos estás loco, te volviste loco’. ‘Dejenme tranquilo que esto me hace muy bien’, les respondía, y esto es lo que hizo los últimos 2 años y medio”.
Pablo Pimentel explicó que en La Tablada hay una sola plaza para las cerca de 250.000 personas que viven allí; en tanto en Villa Alberti directamente no había, entonces Federico transformó una vereda ancha en una pequeña plaza. La limpió, trajo banquitos de cemento del municipio de La Matanza, pintó las paredes, sus vecinos colaboraron con la pintura. “En el medio de hacer todo esto la policía no dejaba de asediarlo, jorobarlo, detenerlo… mientras que los chorros lo seguían invitando a robar, inclusive cuando él no aceptaba se enojaban y lo peleaban, y él me llamaba indignado preguntándome qué hacer, y yo le decía que no tenía que hacer nada, que él había tomado una decisión y que había que respetarla, porque por supuesto cada vez que lo amenazaban, cada vez que la policía tenía una muy mala conducta para con él íbamos y lo denunciábamos, él hizo cerca de 15 denuncias desde el momento en que salió, justamente para que quedara asentada la agresión institucional que recibía de parte de la policía, pero también de delincuentes que lo invitaban a seguir con su anterior tarea delictiva, provocándolo y demás. Él resistió todo eso, y como era una persona a la que le faltaba educación, Betty, una compañera de la APDH, justo había conseguido anotarlo en los planes FINES para poder terminar el secundario, Federico tenía una vocación de superación increíble”, aseguró Pimentel a La Retaguardia.

Morir como un perro

El mural reciente que lo recuerda  en
su barrio.

La vida de Federico Cabrera Ruiz dio un nuevo giro a mediados de enero de este año. Así lo relató Pablo Pimentel: “él iba caminando por su barrio y vio cómo un hombre le pegaba a una mujer, él veía peligrar la vida de esa mujer porque la tenía en el piso pegándole trompadas. ¿Nosotros qué hacemos si vemos una cosa así? ¿Nos metemos? Sí, y él se metió, y le dijo ‘pará, la vas a matar’. Esa persona era un delincuente, un narcotraficante amparado por sectores policiales, y la mujer misma que estaba sangrando le dijo ‘eh, vos, gato, qué te metés, es un problema nuestro’. Entonces Federico me llamó indignado, diciéndome que justo le había pasado esto con un delincuente pesado, ¿qué hacía? Le dijimos que fuera a denunciar porque es un hecho que evidentemente es complejo, por supuesto que cuando él denunció, ese tipo también fue a hacer la denuncia diciendo que se había metido, que le había querido pegar. Esto le significó a Federico que lo empezaran a amenazar de muerte. Fuimos a la fiscalía general a hacer la denuncia porque esta persona tenía un amparo de parte de algún miembro de la comisaría de Tablada. Se hizo la denuncia, pedimos que se investigue, volvimos a ir, hasta que el 14 de mayo Federico regresaba a su casa de trabajar con su moto, paró un coche y le dispararon 11 tiros de los cuales 5 impactaron en su cuerpo, y cayó en el piso. Lo mataron como un perro, y lo mató el tipo este que justamente le estaba pegando a su mujer y Federico tuvo el coraje y las pelotas para decirle que no le pegara más, eso le costó la vida pero también le costó la vida esta policía corrupta que en lugar de respetarlo en su cambio de vida lo seguía jorobando para que robara para ellos, y él tuvo el coraje de negarse, de denunciarlo, y esta es su vida”.

La relación con el caso de Luciano Arruga

A pesar de las denuncias presentadas en su momento y de la cercanía de la fecha entre el crimen de Federico y la condena al policía bonaerense Diego Torales (lo mataron un día antes), Pablo Pimentel descartó que el asesinato de Cabrera Ruiz esté relacionado con lo sucedido con Luciano Arruga: “para mí estaba muy claro que esto tuvo que ver conel incidente que había tenido con este delincuente y que él lo había denunciado, pero la justicia no le respondió. Cuando acompañé a los hermanos de Federico a hacer la denuncia, lo primero que dije fue: ‘señores, venimos a denunciar una muerte anunciada por la propia víctima hace muy poco tiempo en presencia mía. Y por la inoperancia e irresponsabilidad de la fiscalía que lo tomó, Federico está muerto’. Me pusieron cara de poker. Ahora le hemos pedido al gobernador (bonaerense Daniel Scioli) cuando nos recibió, entre otras cosas, que también le hincara el diente la Secretaría de Derechos Humanos en la investigación de este hecho porque la verdad, algún día que Dios me ilumine y me dé la fuerza, quiero escribir un poco la historia de esta persona, porque su historia se puede reflejar en la historia de muchos hombres y mujeres jóvenes que delinquen y que quieren cambiar de vida y que hay un sistema perverso que no se los permite. Federico permanentemente estaba pidiendo permiso para vivir con dignidad y había un sistema y parte de la sociedad que no se lo permitió”.

Empoderamiento 

En broma, Pablo Pimentel afirmó que la APDH La Matanza es como un radiador porque se acercan siempre casos complejos. Luego, seriamente, el referente de la organización aseguró que tiene claro por qué ocurre esto: “estamos insertos en un territorio, tenemos muchos años de estar comprometidos con las causas de los pobres, de la urbanización, es estar en una villa para urbanizar, es estar en el conflicto diario. Hoy llegaba a la reunión medio rápido y me paró uno de los chicos que también iba al encuentro, es un amigo de Federico, el último que lo vio antes de que lo mataran, y me contó lo que le había pasado recién: ‘estaba en Arieta y Crovara esperando un colectivo para ir a comprar carne y paró un patrullero, bajó un oficial con el arma en la mano, me pegó un cachetazo y después me pidió el documento’. Un cachetazo que le dejó la cara que la tenía roja, medio hinchada. ‘Me miró el documento, y me dijo perdona, perdona’ y le preguntó al pibe a dónde iba y él le contó. ‘No, qué vas a ir a comprar carne, vos vas a comprar paquito a Puerta de Hierro’, le respondió el policía. Lo maltrató, y eso ya me hizo cambiar el rumbo que tenía porque lo primero que quería resolver era esta hijaputez de este oficial que sigue agrediendo a los pibes pobres por el solo hecho de ser pobre y estar en una parada solo esperando el colectivo. Entonces llamé a la departamental, hice que bajara el jefe del Distrito y le dé una explicación a este pibe. Eso es lo que pasa: vos entrás al barrio por un tema y salís con cuatro. Y lo que nosotros tratamos de hacer es empoderar a los vecinos a que conozcan sus derechos, los ejerzan y dejar en evidencia a las instituciones cuando funcionan mal, denunciarlas y que cambien a la gente, que venga gente ética, honesta, que cumpla con su tarea”.

Recuerdo y presencia

El 8 de julio se inaugurará en Villa Alberti la Plaza Federico Cabrera Ruiz, que el joven pensó y construyó para sus vecinos. Además se ha levantado un mural realizado por un muralista de Villa Palito: “tiene tanta calidad como pintor, pintó a Carlos Mugica en la Iglesia de Villa Palito, parece una foto, y lo mismo hizo con Federico”, contó Pimentel, quien además sumó una propuesta: “he pedido que cuando se urbanice el barrio, si los vecinos están de acuerdo, se llame Barrio Federico Cabrera”.

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