“Que todos los policías paguen por los chicos que mataron”
Por LR oficial en Uncategorized
Así lo exigió en Hasta que vuelvan los abrazos Andrea Scalengue, la mamá de Facundo Scalzo, asesinado por la Gendarmería el miércoles en el Barrio Rivadavia, situado en Bajo Flores. Facundo recibió cuatro tiros por la espalda y murió esperando una ambulancia del SAME que tardó 50 minutos en llegar. Los tres gendarmes fueron detenidos. (Por La Retaguardia)
El 10 de diciembre del año pasado, en su discurso de asunción, Alberto Fernández le dedicó un párrafo a la probemática que aqueja a nuestra sociedad desde el retorno de la democracia. “Debemos salir de la lógica del gatillo fácil”, expresó, y prometió acompañar un proyecto de reforma en materia de seguridad. Seis meses después poco se modificó, con el aliciente que durante la cuarentena la represión policial, acompañada por el discurso oficial, recrudeció.
El miércoles 17 Facundo caminaba hacia la casa de Andrea, su mamá, cuando se topó con un grupo de gendarmes que avanzaba por la calle a los tiros. Facundo recibió cuatro balas de plomo por la espalda y murió en el lugar, convirtiéndose en otra víctima del gatillo fácil.
“Primero y principal quería aclarar que Facundo tenía 20 años y no fue como dicen en todos los noticieros: Facundo no estaba en ninguna guerra narco, como dicen. Facundo no venía de robar, Facundo venía para mi casa. Estaba con sus amigos, venía para mi casa y por la calle por donde venía él, venían gendarmes tirando tiros al aire. Y él sale corriendo y cuando dobla en la esquina los gendarmes le dispararon. Y no fue una bala, fueron cuatro. Cuatro balas que le reventaron el pecho”, aclaró Andrea con la voz quebrada. Y continuó: “Y hoy a mi hijo no lo tengo por culpa de estos hijos de puta. Que se piensan que porque tienen uniforme pueden más. Porque vivimos en un barrio humilde se piensan que pueden más que nosotros, que somos todos negros, que somos todos villeros, que andamos todos en la misma. Y yo no ando en la misma con nadie. Yo trabajo. Yo trabajo y a mis hijos los tengo bien. Y voy a limpiar el nombre de mi hijo para que se deje de hablar lo que se habla. No voy a parar hasta hacer justicia por mi hijo. En este momento esas tres ratas están bien presas. Y yo lo único que no quiero es que esto quede en la nada. Porque así como mi hijo hay un montón de chicos y hay un montón de madres que están en la misma situación que yo. Y yo no quiero que pase más nadie esto. Nunca pensé que me iba a pasar esto y lamentablemente lo estoy viviendo en carne propia. Pero yo lo único que quiero es que se limpie el nombre de mi hijo y dejen de hablar boludeces, por favor”.
Momentos después de asesinar a Facundo, cuando vecinos, junto a sus amigos y familiares comenzaron a acercarse al lugar, la violencia continuó: “A mí me pegó la gendarmería. Empezaron a reprimir con balas, no balas de goma, cuando no me dejaron subir a la ambulancia. Cuando yo llego al lugar a él le habían puesto una valla de gendarmes. Lo dejaron morir a mi hijo, la ambulancia (del SAME) tardó más de 50 minutos. Y yo les pedía por favor que me dejen tocarlo, que me dejen abrazarlo. Y me decían que no, que me corra. Y empecé a empujar de la desesperación de ver a mi hijo ahí tirado. Y vino un gendarme, una mujer, y me pegó con el bastón en el brazo. Y me pegaron en los brazos. Y otro gendarme para empujarme me pegó una patada en la panza. Tenía a mi hijo tirado ahí y me estaban pegando. Cuando estaba en el Piñeiro me pusieron como 50 gendarmes y estaba yo sola. No puedo más.”, denunció Andrea.
Aunque el hecho es reciente, en Andrea se percibe una fuerza que, en estos casos, no solo es una ventaja, sino que es necesaria. Notablemente quebrada y cargando una angustia insoportable, Andrea se está ocupando de investigar qué pasó con Facundo. “Hoy llamé a la mañana a la morgue judicial y la doctora que le hizo la autopsia me dijo lo que había sido, y fueron todos por la espalda. Un gatillo fácil, es así. Gatillo fácil, abuso de poder. Nada más”, contó.
“La familia de Marcelo me está ayudando. Y me llamaron ayer, no sé quién. Lo único que me acuerdo es que me llamaron del Ministerio de Seguridad o Desarrollo Social, algo así, para brindarme apoyo. No sé quién porque la verdad no me acuerdo nada, no sé. Me sacaron a mi hijo. Hablé con la mamá de Ezequiel Demonty, otra víctima de gatillo fácil. Se acercó a mi casa y me dio fuerza. Vi los ojos de sufrimiento de esa madre. También estoy hablando con el hermano de Ezequiel y yo sé que ellos me van a ayudar y me van a dar fuerza para seguir, más allá de que yo tengo tres hijos más, y no voy a descansar hasta que mi hijo descanse en paz porque ya le prometí que se iba a hacer justicia”, detalló sobre el acompañamiento recibido.
Hacia el final, luego de quebrarse y recomponerse varias veces, Andrea dejó un fuerte mensaje, para los oyentes y también para las autoridades: “Tengo ganas de decir algo más: justicia para mi hijo y para todos esos chicos, para todos esos chicos que la policía mata. Y que por favor la gente deje de hablar boludeces de mi hijo. Por favor les pido. Yo quiero limpiar el nombre de mi hijo. En una cuenta de Instagram de la gendarmería nos están tratando de villeros, a mi hijo de caco. Yo lo único que pido es que algún día me escuche Alberto y que ponga las leyes como tienen que ser. No quiero que se olviden de mi hijo. Quiero que paguen por lo que hicieron, quiero que todos los policías, los gendarmes paguen por todos los chicos que mataron. Lo único que quiero es que dejen de hablar de mi hijo, que acá hay una familia. Y que los tres responsables -Ruiz, Suárez y Rocha-, paguen como tienen que pagar. Que se olviden que tienen una fuerza encima y que paguen. No por tener una fuerza tengan privilegios. Que los pongan en un pabellón con gente común, a ver si ahí tienen los huevos suficientes para hacer lo que hicieron con mi hijo”.