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Aldo Rico fue testigo en un juicio de lesa: “Todos participamos de la guerra contra la subversión”

Escrito por el abril 22, 2022


El líder de los carapintada fue convocado por la defensa en un juicio en el que varios de sus compañeros de andanzas están imputados. Lejos de brindarles ayuda, pareció complicarlos con frases como: “En combate contra el terrorismo estábamos todos”, “Todo el Ejército y todas las Fuerzas Armadas tenían un rol activo contra el terrorismo y la insurgencia de los años 70”, o la que da título a esta nota. Había sido convocado por la defensa del ex diputado nacional por el MODIN, Emilio Morello. Fue en el juicio contra integrantes del Regimiento de Mercedes, que La Retaguardia no puede televisar por decisión de los jueces. (Por La Retaguardia)


✍️ Redacción: Fernando Tebele

💻 Edición: Diego Adur

📷 Foto de portada: Rico ante la mirada atenta del imputado Morello, a quien teóricamente fue a defender (La Retaguardia)



—¿Y tiene conocimiento de que alguno de ellos haya entrado, mientras estaba en el Regimiento de Infantería 6 en Mercedes, en combate contra el terrorismo insurgente? 
El que pregunta es Ricardo Saint Jean, quien además de ser hijo de Ibérico, gobernador de Buenos Aires durante la dictadura genocida, es abogado defensor de Emilio Morello y Martín Sánchez Zinny, dos excarapintadas al mando de quien tiene que responder como testigo. Ni más ni menos que Aldo Rico. Seguramente espera como respuesta que no le consta, que no los vio. Algo que pudiera contribuir a eximir a sus defendidos de los delitos por los que están en el juicio: secuestros, torturas, desapariciones, entre otras prácticas genocidas. Sin embargo, Rico, imprevisible como siempre, sale para otro lado.
—En combate contra el terrorismo estábamos todos —responde con contundencia.
Habrá notado Rico que el gesto siempre adusto de Saint Jean se tensionó más todavía. Porque pocas preguntas después entró en contradicción.
—¿Y usted cree posible que Morello haya participado en un plan criminal para perseguir opositores políticos? 
—No, no lo creo. No creo posible eso. Además, era muy subalterno para participar en un plan criminal. 
Lo que el testigo y el defensor llaman “lucha contra el terrorismo” fue un plan criminal. La Justicia ya lo ha dicho en centenares de fallos. Los menos condenatorios que se puedan encontrar, darán cuenta de la existencia de un plan para asesinar, torturar y desaparecer personas. Incluso algunas dicen en el marco de un genocidio. Es más, las sentencias suelen decir que son delitos “agravados por el grado de perseguido político de las víctimas”.
Saint Jean hace un silencio prolongado. Hurga en los papeles mientras piensa cómo salir del embrollo. Javier Ríos, el presidente del TOCF N°2 de CABA lo apura. El abogado tiene que ceder su turno. No sabe cómo seguir. Parece desconcertado. Para agregar tensión, el turno pasa a Pablo Llonto, abogado representante de las víctimas. Evita presentarse como siempre: “Buen día, soy el abogado de las víctimas en este juicio. Muevo la mano para que me ubique”. No lo dice. Apenas suelta un “Señor Rico, buen día”. Es que ya había tomado la palabra después del juramento de decir verdad del testigo, cuando se le consulta si el conocimiento que tiene de las personas imputadas puede impedirle decir la verdad. Rico le había consultado al juez: “El señor que acaba de hablar, ¿qué rol cumple?”. Ríos le explicó. No debe ser sencillo para un exhibidor constante de la Teoría de los dos demonios aceptar que hay víctimas y victimarios en esta historia. 
—Usted o integrantes de su familia, ¿han tenido o tienen relaciones societarias o comerciales con el señor Morello o con alguien de su familia? —pregunta el abogado.
—No, en estos momentos no. 
—¿La tuvieron?
—El señor Morello era miembro del partido político que yo formaba (el MODIN, Movimiento por la Dignidad y la Independencia), y fue diputado nacional por ese partido. Así que por supuesto que teníamos relaciones políticas. 
—No… le preguntaba por relaciones en sociedades anónimas o vínculos comerciales. 
—No.
—¿No? 
—¡No! 
—Bueno, está bien.
Parece que queda ahí, pero Llonto continúa.

—Le pregunto ahora específicamente por Morello: ¿usted sabe dónde estaba Morello en el año 76? 
—No, no sé. Supongo que estaba en el Regimiento 6, me parece que en la actividad militar. No teníamos relación en aquel momento. Más allá de los cursos de comando,.
—¿Nos puede decir de qué se trata el Regimiento 6? 
—Es un un regimiento de infantería que estaba en la ciudad de Mercedes. 
—¿Usted sabe qué actividades desempeñaba el señor Morello en ese regimiento? 
—Supongo que era oficial instructor de alguna sección. No estuve en ese regimiento destinado. 
—¿En alguna oportunidad usted habló con Morello sobre lo que hizo en lo que se llamaba la lucha contra la subversión? 
—No he hablado con Morello. 
Saint Jean intenta retomar las riendas. El presidente del tribunal le marcó los límites varias veces: Rico no declaró en la causa durante la Instrucción del juez Daniel Rafecas. Para aceptarlo en el juicio tiene que haber una razón considerable. Para el tribunal, Rico está en la audiencia solo como testigo de concepto del exdiputado Emilio Morello. Por lo que las preguntas deberían referirse solo a él o a su situación como imputado. Pero Saint Jean necesita algo más. Y apuesta a la defensa ideológica de sus dos defendidos. Sin embargo, algo puede volver a salir mal.
—Una última pregunta y siguiendo la hilación de lo que le preguntó la querella, ¿usted escuchó alguna vez o tuvo conocimiento que el Regimiento 6 de Infantería de Mercedes tuviera algún rol protagónico o siquiera algún rol activo contra el terrorismo insurgente en los años 70? —apuesta el defensor.
—Doctor… todo el Ejército y todas las Fuerzas Armadas tenían un rol activo contra el terrorismo y la insurgencia de los años 70. Ahora lo que hacía el Regimiento 6, nunca estuve destinado en el Regimiento 6.
—¿Y todas las unidades entraron en combate? —intenta encarrilar Saint Jean.
—No le puedo precisar eso. Pero, en general, casi todas las unidades entraron en combate. 
—¿Participaron de enfrentamientos armados contra la subversión?
—Por supuesto. 
—¿Realizó alguna de ellas procedimientos de carácter clandestino?
El juez vuelve a frenar al abogado. Ríos parece decidido a que el debate no se le vaya de las manos. Lo consigue. 
La abogada que acompaña a Saint Jean no tiene mejores antecedes familiares que su socio. Laura Olea es hija de Enrique Braulio Olea, condenado a 25 años de prisión en uno de los juicios de Neuquén; ella fue su abogada defensora. Llegó a decir que su padre no estaba al tanto de las detenciones ilegales y las torturas, a pesar de que fue, entre diciembre de 1975 y noviembre de 1977, el jefe del Batallón de Ingenieros de Montaña 181, en el que funcionó un Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio conocido como La Escuelita. Difícil de creer. Es más difícil pensar que sea ella quien pueda dar vuelta la situación con Rico. Lo trajeron para dar una mano, pero pareciera todo lo contrario.
—¿Cree que alguno de estos oficiales a los que se ha referido: Morello, Sánchez Zinny, Linari, Brun, hubieran cumplido una orden ilegal? —suelta Olea. Es sencillo suponer que espera que le diga que no. O que no sabe. Que no le consta. Pero es Aldo Rico quien responde y todo puede ser peor para la defensa.
—Mire. Le diré lo siguiente: nosotros hemos tenido una Ley de obediencia debida, que fue una aberración. El Código de Justicia Militar, hoy derogado, no sólo no hablaba de obediencia debida, sino que impone la inspección de la orden. Aquel que tiene convicciones, inspecciona la orden. Y si es ilegal o no está de acuerdo a las leyes y reglamentos, tiene derecho a no cumplirla. Y los oficiales que usted ha nombrado son hombres con convicciones. No creo que hayan cumplido órdenes indebidas.
Durísima respuesta para una defensa. En los actuales juicios por crímenes de lesa humanidad, todas las defensas, las públicas y las privadas, las más técnicas o las furiosamente ideológicas, lo primero que solicitan es que se vuelvan a aplicar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que fueron declaradas inconstitucionales por la Justicia y derogadas por el Congreso, lo que permitió que se reanudaran los juicios desde 2006. La Ley de Obediencia Debida fue una conquista de la sublevación encabezada por Aldo Rico en la Semana Santa de 1987. Pareció un intento de golpe de Estado, pero perseguía fundamentalmente la impunidad. Porque como dijo Rico: “Todo el Ejército y todas las Fuerzas Armadas tenían un rol activo contra el terrorismo y la insurgencia de los años 70”. 
Llonto ve una excelente ocasión para ir por el nocaut. Y arremete contra las cuerdas.
—¿Usted sabe si el señor Morello reivindicó en algún momento esto que usted acaba de señalar? Lo de la lucha contra la subversión.
—Mire, yo le voy a tratar de decir unos considerandos de la Cámara Federal que juzgó y condenó a los comandantes. No se lo puedo decir textualmente porque no lo tengo escrito. Y esa Cámara dijo en su condena, que las organizaciones subversivas, con sus actos terroristas, sus robos, sus asesinatos y sus secuestros, habían creado un clima de guerra revolucionaria. Y agrega: sin cuyas circunstancias los hechos que estamos juzgando no hubieran tenido lugar. Todas las Fuerzas Armadas participaron en la lucha contra la subversión. Y el pueblo argentino no apoyó a los subversivos, porque si no hubieran sido vencedores. Fueron derrotados porque el pueblo no los apoyó. 
En su encendida defensa ideológica del Terrorismo de Estado, como siempre, Rico boquea. Pero esta vez fue más lejos. Acaba de decir que todas las Fuerzas Armadas participaron de la subversión. Llonto lo lleva más hacia las cuerdas. Aunque la generalización de Rico también le sirva, busca individualizar las responsabilidades. 
—Y específicamente con Morello, qué es lo que yo le pregunté —insiste Llonto.
—Es lo que acabo de decir, entra dentro de las generales de la ley, como todos los oficiales y suboficiales del Ejército argentino. 
—Entonces Morello participó —parece el golpe final.
—Todos participamos de la guerra contra la subversión. Estábamos en actividad —suelta con naturalidad Rico, como si estuviera diciendo todos fuimos al cine alguna vez. 
—Yo le pregunto si Morello participó, Rico.
—No sé si participó o no. Estaba en un regimiento que luchaba contra la subversión, como todos los regimientos y todas las unidades militares. No estuvo a órdenes mías. 
Después vendrá el exmilitar Heriberto Justo Auel, quien presidió la Unión de Promociones, a la que definirá con el objetivo de “auxiliar a las familias de las personas que están en prisión o a los propios hombres que están en prisión de las tres fuerzas armadas”. Auel ratificará que al menos dos oficiales del Ejército de Francia vinieron a instruir a nuestros militares con ejemplos de sus excursiones “en el norte de África y del sudeste asiático”. Sobrevuela la penosa historia de la “experiencia” francesa en Argelia, que incluyó las torturas, luego exportadas a las dictaduras latinoamericanas. Pero todo eso es otra historia. Rico ya entregó demasiado material para analizar.

Opiniones
  1. Pedro Gomez   /   abril 30, 2022, (11:13 am)

    Rico y Auel son un par de viejos esclerotizados que no pueden ilvanar dos fraces seguidas. Ya fueron. Sus horas ya pasaron. Que vayan a jugar con los nietos porque para otra cosa no sirven.

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