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Carlos Loza: “Queremos que Sandoval nos diga a dónde está el cuerpo de Hernán”

Escrito por el octubre 19, 2022


El sobreviviente e integrante del Encuentro Militante Cachito Fukman declaró la semana pasada en el juicio ESMA VI, que tiene como único imputado a Mario Alfredo Sandoval, extraditado desde Francia en 2019 por el caso de Hernán Abriata. El relato de Loza incluyó el cautiverio compartido con Hernán, el pedido de investigación de una quinta en Don Torcuato a la que llevaban a personas secuestradas  y que La Retaguardia investigó. El testigo también habló sobre la amenaza que recibió durante la indagatoria del acusado.

Redacción: Diego Adur
Edición: Fernando Tebele
Foto y video: Diego Adur / La Retaguardia

Carlos Loza durante su declaración testimonial.

Los aplausos ensordecen la sala entera. El presidente del Tribunal dice algo, pero no se escucha. Es que acaba de terminar el testimonio de Carlos Loza en el juicio que investiga la responsabilidad de Mario Alfredo Sandoval en el secuestro y la desaparición de Hernán Abriata.

No era la primera vez que declara Loza, pero sí es una oportunidad muy especial. Carlos pasó parte de su cautiverio con la víctima de este sexto tramo de la Megacausa ESMA. Hernán Abriata fue quien les dio esperanzas de supervivencia tanto a Carlos como a sus compañeros detenidos en el altillo de la ESMA. “La noche que nos subieron, Hernán nos dijo: ‘Yo soy un preso como ustedes y ustedes van a salir en libertad porque tienen capucha blanca’. Efectivamente nosotros teníamos capucha gris y cuando nos subieron nos pusieron una capucha blanca que con un fibrón le habían escrito ‘posible franco’. Eso era lo único que teníamos. La única certeza que teníamos era lo que nos había dicho Hernán. Él preguntaba qué iba a pasar con nosotros en cada interrogatorio al que lo sometían y solidariamente nos volvió a confirmar que a nosotros nos iban a largar”, contó Carlos en la Sala SUM de Comodoro Py.

Loza ingresando a la sala para dar su testimonio

Loza relató las torturas y las pésimas condiciones de vida que padecieron durante su cautiverio. También mencionó a otros y otras compañeras que estaban en ese mismo lugar del horror. “He sido privado de la libertad con otros 3 compañeros: Héctor Guelfi, Roberto Picheni y Oscar Repossi, el día 16 de diciembre de 1976. Fuimos trasladados a la Comisaría 30 y luego a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde sufrimos tormentos. Estuvimos encapuchados, con grilletes y con esposas, incapacitados de movernos ni ver nada. Estuvimos hasta el 6 de enero del ’77, cuando nos soltaron. En ese momento había otras personas que dejaron de estar ahí antes de que nos liberaran. Cuando nos suben al altillo, estaban ahí Hernán Abriata; Claudio Adur y Bibiana Martini -que eran pareja-; y unos días después estuvo Jorge Mendé, que fue asesinado a golpes el 28 de diciembre, al lado nuestro. La alimentación en ese lugar consistía en un mate cocido con un pan. Al mediodía, un pedazo de carne muy dura con un pan. Llegamos a bajar en 3 semanas de 7 a 10 kilos. Las necesidades las hacíamos en un balde que se iba pasando. No nos daban agua. Es terrible el desequilibrio que produce la sed. Nos orinábamos encima. Éramos reducidos a la nada”, narró con crudeza el testigo.

La quinta de Don Torcuato

Audiencias atrás fuimos escuchando de qué manera Sandoval visitó la casa familiar de Abriata, primero, y el departamento donde Hernán vivía junto a su esposa Mónica Dittmar, después. En ambos sitios se presentó con su credencial de Subinspector de la Superintendencia Federal. Una vez secuestrado, Abriata fue llevado a una casa quinta operativa de la Marina que sería la que queda en General Ricchieri 1325, Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires. Luego sí fue trasladado a la ESMA: “Hernán nos contó que había estado en una quinta junto al matrimonio que tenía a su lado, donde había guardias que los controlaban. En la quinta había una pileta y ellos se hacían de comer. Una de las quintas de esa época estaba ubicada en la calle Camacuá y Ricchieri, en Don Torcuato. La primera referencia a esta quinta la hace el padre Orlando Yorio, que fue secuestrado en mayo del ’76. En su testimonio en el juicio a las juntas, Yorio declara esa dirección. Nunca se investigó ese lugar. Sí hubo una investigación periodística que realizó La Retaguardia. Aún no se ha hecho una inspección. Es un lugar muy importante donde han pasado compañeras y compañeros que algunos son sobrevivientes y algunos no”, dijo Loza y exigió que la Justicia haga algo al respecto. Tal cual dijo el testigo, La Retaguardia investigó e individualizó la casa operativa, siempre con el irremplazable aporte de sobrevivientes. Luego de aquella publicación, Alejandra Éboli, la exhija del represor Miguel Ángel Rodríguez, recordó que su progenitor llevaba a la familia a esa casa a pasar fines de semana mientras allí había personas secuestradas. 

Carlos le pidió al Tribunal que tome medidas frente a la amenaza que recibió del imputado cuando en su declaración indagatoria al comienzo de este juicio lo señaló como la persona que había hecho todo para su extradición: “Quiero referirme a lo que yo considero que es una grave amenaza que ha hecho el imputado en su ampliación de indagatoria señalándome como que hice lo posible para que a él lo extraditaran. No debo entenderlo de otra manera que como una amenaza. Solicito al Tribunal que tome las medidas necesarias para que ninguno de los testigos padezcamos alguna agresión o atenten contra nosotros. Que se controlen las comunicaciones del imputado. Nuestro país tiene ejemplos de que han pasado cosas así y no quisiéramos que esto quede sin denunciarse en este lugar”.

Carlos habló de manera firme y sin prisa. Tiene la verdad de su lado y la necesidad de hacerla pública. Dio cuenta del compromiso asumido por quienes quedaban vivos. La responsabilidad de visitar a familias y dar los nombres de las personas que estuvieron junto a ellos: “Hernán está todos los días de mi vida presente. Siempre tuvimos el compromiso de contar. El que salía contaba. Asumimos esa responsabilidad. Ese compromiso contraído en un campo de exterminio como fue la ESMA es una forma de vida que nosotros tratamos de estar a la altura de eso”, admitió.

Antes de concluir su testimonio, Loza mencionó a Betty, la mamá de Hernán, quien a sus 95 años aún espera que le digan dónde está el cuerpo de su hijo: “Quisiéramos que el imputado nos diga a dónde está el cuerpo de Hernán Abriata. No podemos realizar el duelo sin cuerpo. Su madre de 95 años aún espera sobre el destino de su hijo, y nosotros también esperamos”. 

La semana próxima el juicio, ya sin testimonios entrará en etapa de alegatos. Antes, Sandoval avisó que quería ampliar su indagatoria. La Retaguardia podrá volver a transmitir en vivo estas últimas instancias de un juicio muy esperado.


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