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La Masacre de Wilde y el fútbol

Escrito por el octubre 31, 2022


Oscar Ruggeri y Pablo Lunati pasaron de diferente manera por el juicio. El ex árbitro fue testigo y al campeón del mundo del 86 lo nombró un imputado que dice que fue su socio mientras estaba prófugo. Este miércoles comienzan los alegatos.

Por Colectivo de Medios Populares*

Redacción: Carlos Rodríguez

En la causa por la Masacre de Wilde, hubo lugar para dos conocidas figuras del fútbol argentino. Uno de ellos fue el olvidadizo ex árbitro Pablo Lunati, quien prestó declaración testimonial porque era el dueño de la remisería en la que trabajaba Norberto Corbo, una de las víctimas. El otro fue Oscar Ruggeri, integrante de la selección que ganó la Copa del Mundo 1986. Su nombre estuvo en boca de uno de los imputados, Marcos Ariel Rodríguez, quien citó a Ruggeri como socio suyo en un comercio ubicado en la ciudad turística cordobesa de Villa Carlos Paz. 

La respuesta más reiterada de Lunati, que declaró en forma virtual, fue “no me acuerdo”. Luego de casi 29 años de ocurrido el hecho, es fácil olvidar detalles, pero Lunati dijo que ni siquiera se acordaba que había declarado en la causa ante la primera jueza, Silvia González. Es más difícil, todavía, porque cuando en un juicio oral se cita a un testigo, se le dice de antemano que es para que ratifique o rectifique lo que ya dijo ante la Justicia. 

“No lo recuerdo” es un poco como tirar la pelota afuera. Alguien comentó en la sala que Lunati se merecía, al menos, una tarjeta amarilla.  

¿Qué es lo que dijo no recordar? Que en la remisería “Su destino”, de Santos Lugares, donde Corbo era remisero, tres días después del cuádruple homicidio, recibieron una amenaza telefónica. Como dijo que no recordaba, le leyeron la declaración que firmó el 13 enero de 1994, tres días después del hecho. 

Ese mismo 13 de enero, cerca de las 11 u 11,30, un empleado de la remisería de apodo “Tito”, atendió una llamada dirigida a Lunati, quien ya no estaba porque había partido hacia los Tribunales de Lomas de Zamora. Le decían, justo ese día: “Que no joda más con el tema de la policía, porque le van a quemar la agencia”.  A pesar de la lectura del acta firmada por él, Lunati insistió: “La verdad es que no lo recuerdo”. Y por lo tanto, dijo no saber de dónde podría venir la amenaza. 

El ex árbitro, siempre abierto a la polémica en sus incursiones mediáticas, dijo de Corbo que era “un muy buen tipo, un tipazo”, y que tuvieron “una relación un poco más que laboral, casi de amistad”. Después dijo no recordar nada más, ni siquiera si Gustavo Mendoza y Enrique Bielsa, los fallecidos en el auto junto con Corbo, eran clientes habituales de su remisería. Tampoco dijo acordarse en qué fecha cerró la agencia “Su destino” ni por qué motivos. Ante una pregunta del querellante Gustavo Romero Duffau, respondió que nunca vio a Corbo con un arma y agregó que no creía que haya portado alguna vez una. 

Rodríguez y Ruggeri

El cabo Marcos Ariel Rodríguez, el único de los imputados que declaró en el juicio, dijo que estuvo 20 años prófugo viviendo con su familia en Córdoba sin saber que lo buscaba Interpol. Uno de los interrogantes de su “exilio” cordobés, es cómo pudo sobrevivir como próspero comerciante, en La Falda y en Villa Carlos Paz, cuando había quedado supuestamente sin su fuente de ingresos policial. Dijo que pudo vivir “ayudado con dinero” de su madre. Nunca explicó cómo hizo para pasar de “vivir del trueque”, como dijo, a tener un bar en la ciudad turística de Villa Carlos Paz. 

Para certificar que nunca se sintió un prófugo, sostuvo que para trabajar como chofer “renové mi licencia de conductor, viajé por todo el país y nunca tuve problemas”. Hizo alarde, incluso, de que sacó “un certificado de buena conducta y nunca saltó nada” de su condición de prófugo.

Señaló que en Carlos Paz tuvo “una vida social muy abierta”, porque “todo el mundo me conocía y eso lo pueden chequear”. 

En ese punto mencionó que en Carlos Paz tuvo un comercio importante en sociedad con Oscar Ruggeri, cordobés oriundo de Corral de Bustos. La noticia sobre su vínculo comercial con el ex futbolista ya había sido difundida hace muchos años en el diario Clarín y otros medios de prensa. 

“Durante 20 años siempre fui comerciante y nunca recibí una citación de la Justicia” 

Lo que dijo Rodríguez sobre que nunca estuvo preso, quedó desmentido en la última sesión del juicio antes de los alegatos. El policía presentó una supuesta pericia caligráfica que, según su defensa, dejaría en claro que falsificaron su firma en el acta de detención, el día del hecho, el 10 de enero de 1994. Al contrario, quedó acreditado que es su firma y que, en consecuencia, estuvo detenido y fue prófugo 20 años. 

En el juicio, José Miguel Ojeda, ex jefe de la Brigada de Investigaciones de Lanús, confirmó que Rodríguez fue detenido junto con el resto de los imputados. Admitió que el cabo Rodríguez le había pedido que lo sacara de la lista de participantes en el operativo, pero aseguró que no hizo lugar a la solicitud. 

En la apertura del juicio, Rodríguez dijo ser “desocupado” y no “retirado” de la fuerza, como dijeron los otros imputados.  

La estadía de 20 años en Córdoba, sin problemas, aunque estaba prófugo, sólo pudo ser interrumpida por la gestión personal de Raquel Gazzanego, viuda de Edgardo Cicutín, otra de las víctimas de la Masacre, quien lo ubicó en el padrón electoral de la ciudad de La Falda. Lo detuvieron por orden del juez Gabriel Vitale. Varias preguntas quedaron flotando sobre la fuga de Rodríguez. ¿Quién o quiénes lo favorecieron durante esas dos décadas? ¿Fue asistido económicamente por la Bonaerense y si fuera así por qué razones? Y finalmente: ¿Nadie, ni Ruggeri, ni las relaciones comerciales que dijo tener se enteraron que estaba prófugo de la Justicia, a pesar de las notas periodísticas que se publicaron en todo el país durante 20 años? Misterios de la Argentina secreta.

*Colectivo de Medios Populares: La Retaguardia / FM Riachuelo / Sur Capitalino / Radio Presente / Revoluciones


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