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La Policía Federal, de las torturas al espionaje

Escrito por el marzo 22, 2023


El grupo de informaciones de la Policía Federal en el que trabajó el espía Américo Balbuena, infiltrado en la agencia Rodolfo Walsh, funciona en el mismo edificio que fue sede de la Superintendencia de Coordinación Federal, símbolo de la represión dictatorial desde los años sesenta.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero

“La agencia está en la calle Moreno 1417”, precisó el comisario Alfonso Ustares, imputado en la causa al igual que Balbuena. Desde el golpe de 1966 encabezado por Juan Carlos Onganía, Coordinación Federal fue sinónimo de persecución política, secuestros y asesinatos que continuaron en la década del setenta.
En 1976, después del golpe del 24 de marzo de ese año, Coordinación Federal cambió de nombre, pero no de mañas. Pasó a llamarse Superintendencia de Seguridad Federal y se convirtió, además, en uno de los centros clandestinos de detención más activos de la Capital Federal.

Prueba de ello es que el 10 de febrero pasado comenzó el tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos por efectivos de esa dependencia, con su nuevo nombre, durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional.

La “Sección Especial”

La Federal tiene antecedentes anteriores a los años sesenta con organismos especializados en la persecución ideológica. De hecho, Coordinación Federal fue contemporánea y luego sucesora, dentro de la uerza, de lo que durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón fue la “Sección Especial”, que funcionaba en la comisaría 8, frente al Hospital Ramos Mejía, en General Urquiza al 500, bajo las órdenes del coronel Jorge Osinde.

En ese lugar hubo desapariciones y torturas. Sus jefes directos eran los comisarios Cipriano Lombilla y José Faustino Amoresano, torturadores por mano propia.

El maestro Osvaldo Pugliese, aunque no fue objeto de violencia física, tenía que ir en forma periódica al lugar, para informar en qué andaba. “Me acusan de comunista y soy comunista”, le comentó al militante de izquierda peruano Ricardo Napurí, quien también estuvo detenido en la Sección Especial. Napurí fue discípulo de Silvio Frondizi, abogado y teórico marxista asesinado por la Triple A.

La placa que decía “Sección Especial”, siguió vigente en la fachada del edificio de la calle Urquiza meses después de la asunción de Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983.

En el hall de entrada a la seccional podía verse todavía, en esos años, la foto —a caballo— del comisario Alberto Villar, con una leyenda que decía “jefe de la Policía Federal”, como si siguiera ocupando el cargo en forma simbólica.

El comisario Villar y el coronel Osinde, fueron precursores de las desapariciones y las torturas por parte de organismos de inteligencia de la Policía Federal.

La historia de “Coordina”

El Terrorismo de Estado se consolidó en los años sesenta, después del golpe de Onganía, de la mano de la Doctrina de la Seguridad Nacional, impuesta por Estados Unidos en América Latina.

Si en una reunión política, gremial o estudiantil se escuchaba el grito de advertencia: “Vienen los de Coordina”, rajar era el camino obligado. Todas esas actividades estaban prohibidas y se realizaban en la clandestinidad.

Coordinación Federal comenzó con el golpe de Onganía y adquirió mayor virulencia en 1974, hasta llegar a su pico luego del golpe del 24 de marzo de 1976. Siempre funcionó en el lúgubre edificio de Moreno 1417, a una cuadra del Departamento Central de Policía, donde fue uno de los más activos centros clandestinos de detención de la Capital Federal.

“Hacía varios días que percibía que me estaban siguiendo. Eran las tres y media de la mañana cuando me desperté con el ruido de vidrios de las ventanas que se quebraban y vi que estaban empujando la puerta de mi habitación. Me encañonó el comisario (Juan Carlos) Morales. Con él estaban (Alberto) Villar y (Luis) Margaride. Me sacaron a la terraza y la lluvia de puntapiés no terminaba más. Como tenía un taller de reparaciones de radios para hacerme un manguito, ahí mismo agarraron la punta de los cables y me picanearon. Me llevaron a Coordinación Federal y me siguieron picaneando durante dos semanas”.

El relato fue hecho a Página/12, en agosto de 2007, por el uruguayo Antonio Viana Acosta, detenido en Buenos Aires el 21 de febrero de 1974. Estuvo tres meses preso y luego fue extraditado al Uruguay, donde la dictadura de su país lo tuvo en cautiverio ocho años más. En su detención participaron grupos que pertenecían a la Juventud Peronista de la República Argentina (la “Jotaperra”), que lideraba Julio Yessi, mano derecha de José López Rega en el Ministerio de Bienestar Social de la Nación.

Los métodos de Coordinación Federal fueron acuñados por el comisario Alberto Villar, quien fue jefe de la Federal en dictadura y en democracia. Villar fue el creador de la Guardia de Infantería.

Un grupo encabezado por el propio Villar estuvo en Córdoba, en 1969, durante la represión a obreros, dirigentes gremiales y estudiantiles que participaron del Cordobazo, en mayo de ese año.
Uno de sus primeros jefes fue el capitán Abel Rodríguez. En la dictadura militar que comenzó en 1976, su jefe más reconocido fue el coronel Alejandro Arias Duval.

Desde fines de 1975, en el edificio de Moreno 1417, se asentó el Grupo de Tareas 2, que dependía del Comando del Primer Cuerpo de Ejército, a cargo del general Carlos Guillermo Suárez Mason. La “patota” del GT-2 estaba asentada en el tercero y en el cuarto piso del edificio, que hasta hoy mantiene casi sin variantes su antigua estructura.

Los pisos cinco, seis y siete fueron utilizados como centro clandestino de detención. En el juicio contra el espía Américo Balbuena, el comisario Adolfo Ustares dijo que el grupo al que pertenecían los dos estaba en el piso “sexto o séptimo” del edificio de Moreno 1417. Es decir, en los mismos lugares donde se torturaba a los detenidos durante la dictadura.

En esos tiempos, las víctimas permanecían en condición de “RAF” (en el aire), es decir que sus nombres no figuraban en ninguna nómina legal de personas privadas de su libertad. También existieron muchos casos de prisioneros a los que luego se les dio el “traslado final”, como se llamaba la orden de ejecución sumaria. Uno de los casos más conocidos fue el ocurrido la noche del 2 de julio de 1976 y en los días sucesivos. Decenas de personas fueron asesinadas a mansalva como represalia por un atentado contra el comedor del edificio de Coordinación Federal.

De esos asesinatos en masa fue prueba el libro de entradas de la Morgue Judicial de la Capital Federal, donde en ese mes y año se elevó en forma notoria el número de ingresos de cadáveres N.N. Durante años, el máximo de entradas, podía llegar a ser de uno o dos cuerpos N.N en algunos días. Entre el 3 y el 7 de julio de 1976, el total de cuerpos llegó a 46, casi todos con la misma causa de muerte: “Heridas de bala en cráneo, tórax, abdomen y pelvis, hemorragia interna”. En todos los casos, acompañaba un informe similar: “Hallado junto con otros siete cadáveres en el interior de una playa de estacionamiento en Chacabuco 639, Capital”.

Otros 30 cuerpos aparecieron en el partido de Pilar. “Uno (de los detenidos) me comentó que la noche anterior al hallazgo de 30 cadáveres en Pilar habían sacado treinta presos de Coordinación Federal” (Legajo 6976 de la ex Conadep).

“Las tres estábamos vendadas y esposadas, fuimos manoseadas durante todo el trayecto y casi durante todo el traslado. La misma persona vuelve a aparecer con alguien que dice ser médico y quiere revisarme, ante lo cual fui nuevamente manoseada sin ningún tipo de revisación médica seria. Estando medio adormecida, no sé cuánto tiempo después, oí que la puerta del calabozo se abría y fui violada por uno de los guardias”. El relato, hecho en su momento ante la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (Conadep), es una muestra del abuso que sufrían las mujeres en el centro clandestino de Coordinación Federal.

Patrick Rice, sacerdote católico irlandés que estuvo secuestrado en el mismo lugar, vio que entre las detenidas estaba María del Socorro Alonso, que fue torturada a pesar de que estaba embarazada, lo que le provocó la pérdida del bebé.

“Allí me pusieron en una celda y había unos seis presos en el mismo pasillo en otros calabozos, otros cuatro muchachos en una celda grande y otras tantas mujeres en otra celda grande. Había una cruz esvástica pintada en la pared del fondo (…) según me comentaron, algunos guardias abusaban de las mujeres allí” (Legajo 6976 de la ex Conadep).

El grupo central de represores que actuó en Coordinación Federal (Morales, Villar, Arias Duval) conjugaba con personeros del peronismo de extrema derecha y con altos funcionarios de la dictadura militar.
En 1975, antes de ser ministro del Interior de la dictadura, el general Albano Harguindeguy fue jefe de la Policía Federal y como tal, responsable de la formación del GT-2 que funcionó en Coordinación Federal. En los últimos años de la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, como para tender un manto de olvido, la vieja “Coordina” recibió el nombre de Superintendencia de Seguridad Federal, y en democracia pasó a ser la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. Con cualquiera de sus nombres siempre fue símbolo de represión, torturas y asesinatos.

Los juicios de hoy

En el Tribunal Oral 6 de la Ciudad de Buenos Aires el 10 de febrero de este año comenzó el tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos por personal de la Superintendencia de Seguridad Federal (ex Coordinación Federal). En el debate se juzga a los responsables de cinco operativos realizados en CABA y un sexto en el partido de San Martín.

*Se investigan los homicidios de Jorge Hugo Casoy, María Marta Carlota Imáz Garzón Maceda de Casoy y Bernardo Levenson, el 18 de mayo de 1976 en la calle Yatay 707, piso 8°.

*El homicidio de Mario Lerner, el 17 de marzo de 1977 en Don Bosco 4125.

*Los homicidios de Carlos Gabriel Federico Jeifetz y Nora Beatriz Salvarezza en San Nicolás 2220, el 4 de enero de 1977.

*Los homicidios de Mario Alfredo Frías Pereira, Patricia Clariá Pedernera y Liliana Patricia Griffin, el 19 de abril de 1977, en Bacacay 2215.

*El homicidio de Oscar De Cicco en procedimiento fraguado, realizado el 14 de abril de 1977 en la estación de servicio YPF de las calles Montes de Oca y Sáenz Peña, en Villa Maipú, San Martín.
*La desaparición de Alberto Jorge Gorrini el 2 de junio de 1977, en Salcedo 3564.

Hay 17 imputados: Juan Carlos Carrera, Esteban Adolfo Sanguinetti, Antonio Ángel Imbrogiano, Miguel Ángel Boiffier, Guillermo Dolz, Carlos Jorge Berón, Norberto Julio Varcasia, Rafael Oscar Romero, Osvaldo Nestor González, Daniel Pablo Amarillo, Juan Adolfo Ríos, Miguel Enrique Carlos Olarte, Alberto Mattone, Horacio Alfredo Ortiz, Eduardo Norberto Comesaña, Gerardo Jorge Arráez y Germán Ricardo Rimoldi.

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