“Siempre sentí que lo saqué barato, por eso tardé en hacer la denuncia”
Por LR oficial en Circuito ABO, Derechos Humanos
El pasado miércoles declaró la sobreviviente Norma Sanchis en el juicio por crímenes de lesa humanidad del Circuito Atlético, Banco y Olimpo (ABO). Durante dos dias estuvo en cautiverio en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio “El Atletico”. Actualmente es socióloga de la Red Internacional de Género y Comercio – América Latina, y presidenta de la Asociación Lola Mora.
Redacción: Camila Cataneo
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto: Transmisión conjunta de La Retaguardia y Radio Presente
La noche del 18 de febrero de 1977 Norma Sanchis estaba en su departamento con la chica que cuidaba de su hijo. Faltaban pocas horas para viajar a Brasil a visitar unos amigos. Ese día el niño de 3 años estaba con su padre. En un momento comenzaron a escuchar gritos y fuertes golpes en la puerta. Norma atinó a ver por la mirilla quién era. Se encontró con un grupo de militares de armas largas. Al abrir la puerta entraron como una estampida. La tiraron a la cama para taparle los ojos, le ataron los pies y las manos. “¿Por qué subrayaste apuntes de Marx?”, le preguntó un militar mientras revisaban todo el departamente de una manera minuciosa. La chica que cuidaba a su hijo se encontraba en otro dormitorio. Los militares pusieron música muy fuerte y realizaron un llamado para saber qué hacer. Al rato las bajaron por el ascensor. Las metieron en una camioneta y viajaron “media hora”, según contó Norma en la audiencia.
“Llegamos a una especie de estacionamiento, tenía un eco especial”, aseguró Norma y continuó: “Ahí me bajaron, me preguntaron por mis datos y el nombre de mi familia. Me dijeron que me tenía que olvidar de mi nombre, ahora iba a ser el número p54”.
Norma contó que la llevaron por una escalera pero que ella no llegaba a tocar los escalones. Luego la pusieron contra una pared donde había otras personas. Allí comenzó el interrogatorio. La sobreviviente escuchó que cerca de ahí estaban haciéndole las mismas preguntas a otra persona. “Solo oí que trabajaba en Indec”, manifestó la sobreviviente y aseguró que “en el momento no tuve conciencia pero después de ser liberada, un amigo en común logró vincular nuestros casos y supe que salimos el mismo día. Ella era Ana María Edwin, quien fue duramente muchos años directora del Indec”.
Los militares le decían Brigitte Bardot porque tenía un pelo rubio y muy largo. Norma contó que escuchó que querían manosearla y Ana María se resistió. También recordó cuando se bañaron juntas y a Ana Maria le echaron jabón en polvo para que se lave el pelo y cuando abrió los ojos le pegaron. En ese momento Norma miró un segundo y vio a un militar “bajo y robusto”.
Sanchis fue citada a declarar luego del testimonio de Francisco Lopez, compañero de Ana Maria Edwin, quien la había reconocido mientras estuvieron en cautiverio. Al comienzo de la audiencia, el fiscal Alejandro Alagia preguntó si lo conocía y ella respondió que no.
Durante los dos días que estuvo en cautiverio, Norma estaba engrillada y vendada. “No se podía hablar ni preguntar. El carcelero respondía con golpes. Era un silencio total, nunca se sabía si había alguien cerca escuchando”, recordó. Solo una vez coincidió en el baño con la chica que estaba en su casa. También recordó que “iban llamando por número a la gente y después se escuchaban gritos”, haciendo referencia al momento de tortura.
Su único contacto
La sobreviviente de El Atlético logró hablar solo con una joven mientras estaba en cautiverio. Recordó que era muy chica y que se llamaba Ana María. Allí decidieron intercambiar sus teléfonos para que si alguna de las dos salía primero, pudiera informarle a la familia. “No la trataban mal. Ella preguntó por su hermano y le dijeron que estaba en el fondo. También quiso saber cómo estaba y le respondieron: ´Está igual que vos, ¿vos como estas?, y ella respondió que estaba bien”, comentó Norma en la audiencia. Años más tarde supo que era Ana María Franconetti y que tenía 19 años en ese momento.
Su libertad
Ya habían pasado dos días de cautiverio y la llamaron para irse. La subieron por una escalera y la pusieron contra la pared. Antes de meterla en una camioneta le dijeron: “Esta vez te vas pero cuidate mucho porque no hay segunda vez”. Recordó que el trayecto era corto y fueron bajando a cada uno en un lugar diferente. Antes de quedarse solos, le dieron un billete para comprar un boleto de colectivo. No podían sacar la venda hasta dar diez pasos.
Cuando llegó a la casa le contaron que había sido un gran operativo y que habían cortado varias calles esa noche. Ahí llamaron a sus padres y la fueron a buscar. “No volví a ese departamento”, recordó Norma y manifestó que los militares “habían comido todo lo que estaba en la heladera”. También supo que, horas más tarde del secuestro, el padre fue a la comisaría del barrio para hacer una denuncia.
Secuelas
“Fue una experiencia tremendamente traumática”, dijo la sobreviviente sobre su cautiverio. Unos días después de ser liberadas, la joven que vivía con ella le contó que un hombre se acercó a la parada del colectivo y le dijo: “A vos y a tu amiga Norma las estamos siguiendo”.
Al tiempo, Norma consiguió un trabajo en el exterior y pudo exiliarse con su marido y su hijo. Estuvieron siete años y luego decidieron retornar al país. “El solo hecho de irse del país y separar a mi hijo de su familia fue muy duro (…) La vuelta fue muy complicada como también volver a insertarnos”, aseguró y remarcó: “Siempre sentí que lo saqué barato, comparado a los tormentos que padecieron tantas personas. Por eso muchos años no hice la denuncia”.
En el momento que desapareció, Sanchis trabajaba en una empresa de estudio de mercado y opinión pública. “El dueño tenía mucho contacto con la dictadura”, comentó la sobreviviente, y agregó: “Creo que se llamaba Crespo”. Por otro lado comentó que “la mayoría de la gente con la que trabajaba ahí estaba en contra de la dictadura”, y que varias personas se fueron de ese trabajo.
Al finalizar la audiencia, Norma realizó un homenaje a Syra Franconetti, madre de Ana María. La conoció 40 años después de haber estado en cautiverio con su hija. Este año murió y por eso quiso recordarla como una gran luchadora.