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Alberto Amadeo Espila


3 excolimbas vieron cómo subían personas secuestradas a los aviones para ser arrojadas al mar.  Lo declararon hoy en la audiencia 15 del histórico juicio sobre estos hechos, transmitido en vivo por La Retaguardia. Los testigos Francisco Villegas, Juan Carlos Lameiro y Carlos Dornelis dieron detalles precisos: “Estaban encapuchados y atados con las manos atrás”, dijo Lameiro, que vio la operatoria unas diez veces. Dornelis aseguró que “ya nos habíamos acostumbrado a los vuelos”. Villegas además relató cómo sus jefes lo estaquearon por haber llegado tarde de un franco. Otro testigo agregó que los vuelos nocturnos regresaban llenos “de sangre y excrementos”. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Diego Adur/Fernando Tebele 💻 Edición: Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe 📷 Foto de portada: Francisco Villegas se quiebra al contar que lo torturaron durante la colimba ante la mirada del fiscal García Berro. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia) 📷 Fotos: Archivo Gustavo Molfino/La Retaguardia   En lo que fue hasta aquí la audiencia más cargada de datos relevantes para las partes acusadoras, al menos cuatro de los cinco testigos de la audiencia 15 del juicios por los “Vuelos de la muerte de Campo de Mayo”, aportaron información tan valiosa como escabrosa. Hasta aquí varios testigos habían descripto la operatoria de los aviones desde los que se arrojaron personas vivas al mar: que fueron en horarios nocturnos. Que relevaban a los conscriptos de las guardias, o que se encendían las luces de la pista a pleno para los Fiat G-222 y los Twin Otter. Pero hoy otros tres testigos aportaron data directa sobre cómo los subían a los aviones después de traerlos en camiones.  DESCARGAR El ex conscripto Francisco Edgardo Villegas declaró en la causa por los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo y relató que vio cómo fueron golpeadas y subidas al avión Fiat G222 personas vestidas de civil que habían llegado al aeródromo del Batallón 601 de Aviación del Ejército trasladadas por dos camiones “tipo de los que llevan carne”. Divisó esta situación desde el “helicóptero de Videla”. En el año 1977, el por entonces soldado conscripto Francisco Edgardo Villegas estaba haciendo guardia en el hangar donde se guardaba el helicóptero que transportaba al entonces presidente de facto, Jorge Rafael Videla, quien murió en cárcel común multicondenado por delitos de lesa humanidad. Era una noche lluviosa y con mucho viento, así que decidió guarecerse dentro de la aeronave. Allí se quedó dormido hasta horas de la madrugada, mientras lo buscaban las camionetas “guerrilleras” en las que levantaban a los conscriptos de guardia cuando se realizaban estos vuelos. Lo despertaron gritos e insultos que llegaban de la pista del Batallón de Aviación 601 del Ejército. Villegas vio desde allí cómo golpeaban a personas “vestidas de civil”, secuestradas, y las subían a un avión que luego reconoció como el Fiat G222: “Bajaban gente de los camiones, les pegaban y las metían en el avión”. Durante la audiencia, el testigo contó que sintió mucho miedo, ya que estaba presenciando algo que nunca debería haber visto y, al hacerlo, corría peligro su vida: “Vi todo eso y escapé. Si me veían ahí me mataban”.  Después de que el avión que realizaba los Vuelos de la muerte en Campo de Mayo partió y las camionetas del tipo de transporte de sustancias alimentarias se fueron del lugar, Villegas decidió escapar y no regresó. Antes, había contado algunas de las torturas a las que fue sometido por personal del Ejército, que remiten a las sufridas por los soldados durante la Guerra de Malvinas. Fue golpeado y estaqueado: lo tiraron al piso y lo ataron a cuatro estacas clavadas en la tierra. Allí, con una manta negra lo dejaron a los rayos del sol. En otra oportunidad, contó el testigo, estuvo a bordo de un vuelo que se dirigía a la Isla Martín García para llevar “sidra y pan dulce”, según le dijeron. Faltaba poco para navidad. Ese vuelo, que duró “entre 45 minutos y 1 hora”, nunca aterrizó en su lugar de destino anunciado sino que retornó al Batallón. Villegas después presumió que podría haberse tratado de un vuelo de la muerte.  DESCARGAR  Uno de los Fiat G-222 que se encuentran abandonados todavía en el Batallón de Aviación 601 de Campo de Mayo, fotografiados durante la visita ocular en el marco de este juicio. Tras esa visita, los aviones están bajo cuidado judicial.📷 Archivo Gustavo molfino/La Retaguardia A cualquier zurdo En la misma audiencia declaró también el ex conscripto Alberto Amadeo Espila, quien cumplió el Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de Aviación 601 de Campo de Mayo entre marzo de 1977 y mayo de 1978. Cumplió funciones en la compañía de Servicios, específicamente dentro del Casino de Oficiales. Espila también declaró haber visto camionetas de detenidos que ingresaron al Batallón y se dirigían a la pista donde los esperaba el avión Fiat. A los soldados que estaban realizando alguna función en esos momentos “nos levantaban de los puestos”. Contó que los vuelos se realizaban de madrugada y cuando los aviones regresaban estaban “llenos de sangre y excrementos”. El testigo relató haber escuchado un rumor que decía que los helicópteros que se ponían en marcha en la pista y no despegaban eran utilizados para atenuar el ruido de disparos en los fusilamientos de personas. Por último, a pregunta del fiscal Marcelo García Berro respecto a si durante su estadía en Campo de Mayo había tenido algún tipo de instrucción específica para combatir la llamada lucha contra la subversión, Espila respondió que él y los demás soldados tenían órdenes de “exterminar a cualquier zurdo”.  DESCARGAR Luego fue el turno de Juan Carlos Lameiro. El testigo fue, de todos hasta aquí, quien aportó mayor información directa del trayecto de personas secuestradas entre los camiones en los que llegaban y los aviones que marcaban el “destino final”, cruel eufemismo para una de las metodologías de exterminio más utilizadas durante el genocidio: “Subían gente al avión en horarios tardíos. Los subían encapuchados y me daba

Continúan declarando exconscriptos. En este caso Luis Bommer, Alberto Amadeo Espila, Juan Carlos Lameiro, Carlos Enrique Dornellis y Francisco Edgardo Villegas.