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(Por La Retaguardia) Flora Bagú declaró por primera vez ante la justicia hace pocos días en la Megacausa ESMA. Formaba parte, junto a su pareja Carlos Bayón (Pablo), que se encuentra desaparecido, de una de las células que llevó adelante la agencia clandestina de noticias ANCLA. Allí también estaba Rodolfo Walsh, a quien ella conocía solo como el Tío Esteban.Bagú dialogó con el programa radial Oral Y Público y dejó retazos de una historia que permite conocer en primera persona cómo vivían -y sobrevivían- los militantes en aquellos años. El tercer tramo de la megacausa por los delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio que funcionó en el predio de la ESMA continúa en etapa de testimoniales. El 23 de octubre pasado fue el turno de Flora Bagú, que testificó por primera vez ante la justicia.“Fui llamada después de un tiempo que testificó Leticia Bayón, hija del desaparecido Enrique Carlos Bayón. Yo era la pareja, la compañera de Carlos durante el año ’76.  Recién ahora, en este tramo, tocaba el turno de Carlos y de su pareja anterior Norma Batsche Valdés, cuyas desapariciones se dieron con una semana de diferencia, ella desapareció el 15 de diciembre de 1976 y Pablo exactamente una semana después, el 22”, explicó Flora Bagú en diálogo con Oral y Público.Pablo era el nombre de militancia de Carlos Bayón: “me sale espontáneamente Pablo”, confió Bagú, y así ocurriría durante toda la charla.“Estaba Leticia, la hija en común que ellos tenían –continuó el relato–, que afortunadamente está con vida y en buen estado de salud física y mental. A la fiscal le pareció interesante que yo pudiera aportar los datos de la desaparición de Pablo porque fui la última persona que lo vio con vida”. Los dos secuestros de una nenaLeticia tenía menos de tres años aquel oscuro diciembre de 1976. Estaba con su mamá Norma Batsche Valdés cuando la secuestraron junto a otra compañera en Avellaneda. Las tres fueron llevadas a la ESMA. La niña fue devuelta a la casa de una tía, adonde la fue a buscar su papá Carlos Bayón para llevarla a vivir al departamento que compartía con Bagú.“Pablo hacía todos los intentos por averiguar qué había pasado con Norma –contó Bagú– y en esa búsqueda de información recibe una cita de un hasta ese momento compañero para el 22 de diciembre de 1976 a las dos de la tarde. Esto lo sé porque por cuestiones de circunstancias del momento y de algunos hechos que de alguna manera no eran correctos que hiciéramos, pero Pablo estaba muy enfrascado en la tarea, él me pidió que bajara a hablar por teléfono a la mensajería para buscar sus mensajes de ese día. Más allá de mi negativa, finalmente lo hice, y como siempre tuve problemas con el tema de memorizar números tuve que anotar el número en un papel, y le pasé el mensaje a Pablo y él se fue con Leticia esa misma tarde. La niña dormía la siesta, la levantó para llevársela, aunque la chiquita estaba en un estado muy alterado por lo que había ocurrido con su mamá, en lo que ella había estado presente. Pablo se fue y me dijo ‘vuelvo pronto porque la cita es muy cerca, así que en una hora, hora y media estoy de vuelta’… nunca más lo volví a ver”.Lo poco que supo de su pareja fue a través de Leticia: “compañeros con los que trabajábamos juntos me pidieron que buscara información en casa de otra tía, que era un familiar de hecho, en la localidad de Quilmes. Allí fui a preguntar y esta persona me cuenta que Leticia había sido llevada allí por segunda vez, afortunadamente en todo caso, y que había hecho algunos pequeños comentarios como que al papá lo habían metido dentro de un auto hombres con armas, que estaba tirado en el piso del auto y que le dolía mucho la panza. Esas fueron las pocas palabras que pudo recordar y repetir esta niña. Pablo fue trasladado a la ESMA también, pero no se sabe ciertamente si llegó vivo o muerto. Este es el seguimiento que pudimos hacer de lo que le ocurrió a través de otros compañeros que estaban en ese momento”. Buscando al Tío EstebanTras la desaparición de Carlos Bayón, Flora Bagú pasó la noche en el departamento donde vivían junto a la pequeña Leticia y también con su hija Martina Noailles, que tenía por entonces un año y dos meses: “pasamos la noche allí de manera imprudente por supuesto, pero yo estaba absolutamente obnubilada, recién a la mañana pude darme cuenta de que estaba cometiendo un error y salí de allí con mi hija e intenté conectarme con mi responsable, para contarle lo que había ocurrido, cosa que no fue posible en dos oportunidades de aquella mañana del día 23. Finalmente recordé que en la mesa del comedor del departamento donde vivíamos había quedado aquel papelito con el número de teléfono del día anterior y recurriendo a las últimas oportunidades que uno tenía de hacer algo, tomé ese papelito y recordé algo que Pablo me había dicho que era que desde la ventana de nuestro departamento se veía el techo del restaurant donde solía almorzar con el Tío Esteban. Ahora todos sabemos que Esteban era Rodolfo Walsh. Así que hablé por teléfono a la mensajería dejando un mensaje lo más cerrado posible pero dando la posibilidad de que si Rodolfo recogía este mensaje pudiera comprenderlo, dije que era de parte de la esposa del señor Pardo y que lo esperaba en el restaurant donde siempre almorzaba con mi marido. A través de este rejunte de datos y memoria que yo tenía pude llegar a ese lugar donde fue el punto donde pude reencontrarme con alguien. Rodolfo estaba en la puerta con su compañera de ese momento Lilia Ferreyra”, detalló Bagú.Flora Bagú conocía al Tío Esteban, lo había visto en varios encuentros y de hecho era el superior de Pablo, pero no