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Berta Calvo


Se realizó este mediodía la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada. Se esperaba la declaración del único imputado en esta causa, el General Alfredo Arrillaga, pero sobre el final de la audiencia adujo sentirse mal, por lo que postergó su testimonio para el 15/3, día en el que también se realizará el alegato de la querella. Sí dieron testimonio 2 militares: Sergio Fernández y Daniel Alfredo Suárez. Foto: Iván Ruiz adelante, José Díaz en el centro. Camino a ser desaparecidos (Télam) —Hoy no. No me siento bien para declarar —dijo Arrillaga esta tarde, alrededor de las 14, cuando la expectativa estaba puesta en su decisión de declarar antes de los alegatos de las partes. En realidad se lo notó igual que siempre: activo, muy atento a los dos testimonios militares del día. Incluso sugirió un par cosas al oído de su abogado defensor. Hasta sonrió relajado cuando el oficial Sergio Fernández se hizo cargo de haber sido él quien supuestamente intimó a la rendición de los y las militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), contrariando en soledad los testimonios de los ocho sobrevivientes que declararon en este juicio, que aseguraron haber reconocido la voz de Arrillaga como la de quién los intimó a la rendición. La jornada era esperada centralmente por el anuncio de que iba a hablar el único imputado en esta causa. No es habitual que los acusados en causas de violaciones a los derechos humanos den testimonio. Por lo general, los altos mandos toman el derecho de las últimas palabras antes de la sentencia, y enarbolan allí una defensa política del genocidio al tiempo que denostan el proceso de Memoria, Verdad y Justicia que ha ido determinando sus responsabilidades criminales. Sin embargo, luego de que el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunciara las fechas de los alegatos y la lectura del veredicto, le volvió a preguntar al defensor Hernán Silva si iba a declarar Arrillaga. —Habíamos entendido que hoy eran las testimoniales y que habría una fecha más para que declarara mi defendido —dijo Silva. —Habíamos dicho que hoy terminaban los testimonios y pasábamos a los alegatos. En todo caso le propongo que hagamos un cuarto intermedio de una hora y volvemos, para que pueda preparar su declaración, que supongo que ya la habrán ido preparando —respondió Mancini. En ese intervalo se definió la suerte de la jornada. No hubo testimonio del genocida, que ya recibió condenas por causas de lesa humanidad en Mar del Plata. Cuando el defensor comentó informalmente la negativa de su defendido a hablar hoy, el tribunal insistió en la conveniencia de terminar con las testimoniales; ese fue el momento en el que, súbitamente, Arrillaga anunció que no se sentía bien. Su declaración, entonces, será el viernes 15. Ese mismo día, luego de otro cuarto intermedio, será el alegato de la querella a cargo de Pablo Llonto, Ernesto Lombardi y Liliana Mazzea, a quienes acompaña siempre muy atenta Susana Lombardi. El Diario del Juicio transmitirá los alegatos y la sentencia en vivo. Las comunicaciones La defensa sugirió varias veces, con el acompañamiento de varios testigos, que los militares no contaban con comunicaciones radioeléctricas. La intención de esa afirmación parecería ser desacreditar el testimonio de José Almada, a carga de las comunicaciones de la Brigada X de La Plata, que vio cómo Ruiz y Díaz fueron sacados del cuartel en un Ford Falcon blanco, tras haber sido torturados. Hoy declaró Daniel Alfredo Suárez. Su nombre resonó en la sala durante la declaración de Almada. Cuando el defensor le preguntó si estaba solo o con quién estaba, Almada citó varios apellidos, uno de ello fue Suárez, que también revistaba en esa unidad y en el área de comunicación. Si bien no vio lo mismo que Almada “estaba tras un montículo de tierra que me impedía ver”, Suárez confirmó que hubo comunicación radial entre las fuerzas militares, y sostuvo que estuvo junto a Almada un tramo de aquella jornada.  El abogado defensor intentó, una vez más infructuosamente, revalidar la hipótesis oficial sobre la ausencia de comunicaciones también con el testigo Fernández, que, para desgracia del general, estaba orgulloso de sus equipos de comunicaciones:  —¿Comunicaciones radiales tuvieron todo el tiempo? ¿O en algunos momentos sí y otros momentos no? -consultó el defensor tratando de orientar la respuesta. —Yo tenía buenas comunicaciones radioeléctricas. Era una de las pocas cosas buenas que tenía la compañía, la cantidad de equipos civiles que se habían comprado en algún momento anterior a mi gestión. Con esas comunicaciones yo podía controlar toda mi organización y podía enlazar con elementos que me apoyaban, Regimiento 3, Regimiento 7,el equipo de sanidad, y con el puesto comando del general Arrillaga. Varias veces me pidió cuestiones operativas, muévanse más acá o venganme a vera través del equipo de radio. —¿Equipos propios de su compañía? —Propios de la compañía. La única manera de tener a todos los elementos en contacto era proporcionando equipos handys a cada uno de ellos para poder mantener una red funcionando hasta el último momento gracias a Dios.  No sólo tenían comunicaciones; hoy, Fernández, le agradeció a Dios que funcionaran bien hasta el último momento.  “Sí, lo juro” Hace varias jornadas que el defensor venía mostrando una carta. Preguntó a varios testigos si no estaban al mando de Sergio Fernández. En aquel momento no se alcanzaban a entender esas consultas; pero este mediodía, cuando Fernández se sentó en el sillón de los testigos, la estrategia comenzó a quedar más clara. El por entonces Mayor, que llegó a ser luego de Tablada Jefe del II Cuerpo del Ejército, le puso tono militar a sus primeras palabras. Cuando le preguntaron si juraba o prometía decir la verdad, respondió con tono marcial “Sí, lo juro”. A la pregunta de si tenía algún impedimento de decir verdad, preguntó: “No sé si haber combatido contra algunas personas que están acá me inhabilita”. Le dijeron que no. —¿Estaba el General Arrillaga cuando se realizó la intimación a la rendición? —quiso saber el

El juicio por los desaparecidos de La Tablada va entrando a su última etapa. Más de 20 testigos pasaron por las diez audiencias que se iniciaron el 10 de diciembre de 2018, cada una de ellas sumamente reveladoras, en las que se viene desocultando el encubrimiento de lo que sucedió el 23 y 24 de enero de 1989 en el Regimiento de La Tablada durante la represión posterior al intento de toma por parte del grupo de militantes del MTP. Foto: Carmen Lareu, la mamá de Claudia, que murió en La Tablada. Acompañana a su nieta en la búsqueda de saber qué pasó con su papá, Francisco Provenzano.El abogado José María Soaje Pinto fue uno de los 3 testigos que declararon en la última audiencia del mes de enero, el más impactante por el carácter fascista de sus dichos. Soaje Pinto, conocido por haber sido defensor de genocidas, fue llamado a prestar declaración testimonial a raíz de la grabación de una comunicación ocurrida el 23 de enero entre el actual imputado, Alfredo Arrillaga, y Francisco Gassino, en ese momento jefe del Ejército. En aquella cinta, cuyo contenido está incorporado de modo textual en la causa se pueden encontrar diálogos como el siguiente: —Gassino: Esperá un momento Arrillaga, esperá un momentito. Quiero que me aclares una situación. ¿Vos me estás diciendo que once y media puedo llevar al Presidente?—Arrillaga: 14 paquetes entregados. Faltarían 1 o 2 en una unidad. Cambio. Por paquetes, Arrillaga entendía a los y las militantes detenidos. Según afirmaron todos los integrantes del MTP que dieron testimonio en el juicio, fueron 16 las personas que se entregaron el día 24, incluidos Samojedny y Provenzano, a quienes luego separaron del grupo y desaparecieron. La otra persona detenida con vida a quién denuncian como asesinada es Berta Calvo, que murió asfixiada tras una orden: “Ponele la bolsita”.Si quedaban dudas sobre la existencia de esa comunicación, el entonces abogado de la compañía de seguros Excelsior, confirmó su existencia y entregó el casete al Tribunal: “Yo mismo lo grabé” y recordó el diálogo en el que Gassino, con un tono alterado le dijo a Arrillaga: “¡Arrillaga, cuidame a esa gente, no quiero que les pase nada!”. Soaje Pinto afirmó con crudeza: “Yo los hago fusilar en el acto!”. El público presente en la sala pareció quedar paralizado por la impunidad de sus declaraciones. Se escucharon por lo bajo los repudios y algunas exclamaciones de horror. Una vez finalizado su testimonio, pidió la palabra para provocar una vez más. “Nosotros (la Asociación de Defensores de Derechos Humanos Latinoamericanos) sostenemos que estos juicios y los de lesa humanidad son ilegales, se están violentando principios y garantías de la Constitución. A nosotros nos resulta muy violento y vergonzoso que este tribunal continúe acatando una Corte Suprema dirigida por un montonero”. El Presidente del Tribunal, Matías Mancini, lo interrumpió, marcando que su testimonio había finalizado. Otro testigo que podría ser imputado El segundo testimonio fue el de Hector Horacio Gasquet, quien era parte, junto con Jorge Halperín (que ya declaró), del Estado Mayor General de la Brigada X. Entró a la sala con su abogado, por estar siendo investigado en instrucción; por esa razón la querella se reservó de hacerle preguntas, ya que considera que ambos deberían ser también imputados de esta causa junto con Arrillaga. Gasquet era parte de la Brigada X que fue convocada para recuperar el cuartel: “Recibí el llamado de Halperín y me dijo que el cuartel estaba siendo ocupado. Halperín, Arillaga y yo sobrevolamos la zona en helicópero y observamos con preocupación el cerco que era prácticamente nulo”. Gasquet confirmó que Halperín estuvo a cargo de los detenidos, y aportó de esta manera al señalamiento que hace la querella del alto grado de responsabilidad de la represión del 23 y 24 en La Tablada. Otro testigo esperado Durante la declaración más sorpresiva de este juicio, la del exmilitar César Ariel Quiroga, le preguntaron si recordaba alguien que hubiera participado, como él, en el traslado de militares heridos. Pudo recordar un solo apellido: Lara.El último testigo del día fue Luis Epifanio Lara, el camillero que estuvo con Quiroga, retirado hace dos años del ejército. Tanto el relato detallado de los hechos como la repentina desmemoria del testigo, generaron dudas en las partes. De algo no quedaron dudas: una vez más, se confirmaron las irregularidades que se dieron en el Juzgado de Morón a cargo de Gerardo Larrambebere:—¿Recuerda haber prestado declaración en Morón? —le preguntaron, como a todos después de Quiroga.—No.Durante 20 minutos las partes interrogaron a Lara que, a pesar de haber reconocido su firma en el documento con su declaración del 14 de agosto de 1990 en Morón, no recordó haberla realizado.Otro aporte significativo que hizo Lara en su testimonio, fue que aseguró haber visto a las personas que salieron vivas de la guardia de prevención, y reveló haber custodiado a un detenido el día 24, al que si bien no pudo reconocer, da cuenta de las irregularidades en las detenciones producidas durante el operativo. Balance Al final de la audiencia, la última de enero, Ernesto Lombardi y Pablo Llonto, abogados querellantes de la causa, hicieron un balance de esta primer parte del juicio: “Cuando iniciamos este juicio no sabíamos con la sorpresa que nos íbamos a encontrar. Han sido diez audiencias muy reveladores, donde personas que en su momento han sido amedrentadas para que declararan versiones falsas sobre la realidad de los hechos han venido acá y expresar que querían sacarse una mochila que llevaban hace 30 años -en relación a Quiroga-, ello ha demostrado la participación del juzgado de Morón cuyo secretario era Nisman y juez era Larrambebere que intervino en el primer momento de los hechos y a partir de ahí se ha caído todo un montaje tremendo que ocultó la verdad de lo que ha sucedido” analizó Ernesto “Coco” Lombardi. Por su parte, Pablo Llontó agregó: “Queremos que este juicio termine con una sentencia que condene al responsable máximo del operativo que es el general Arrillaga