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Felipe Celesia


Declaran: Jorge Allende Iriarte, Carlos Joost Newbery, Eugenio Alejandro Holmberg, Nancy del Valle Fernández y Clementina Normanda Díaz. 3:39 Comienzo de la transmisión. 15:30 Comienzo de la audiencia. 17:23 Testimonio de Jorge Allende Iriarte. 26:57 Testimonio de Carlos Joost Newbery. 46:20 Testimonio de Eugenio Alejandro Holmberg. 1:50:34 Testimonio de Nancy del Valle Fernández. 2:01:00 Testimonio de Clementina Normanda Díaz. 2:36:26 Cierre de la audiencia. 2:43:22 Entrevista con Felipe Celesia, coautor junto a Pablo Waisberg de Firmenich, la historia jamás contada del jefe montonero.

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial.Liliana Mazea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después se hicieron en la

En la 12ª audiencia del juicio por los desaparecidos de La Tablada se esperaba solamente el testimonio de Rosario Alicia Sotero Lago, una de las peritos que participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 como parte del Cuerpo Médico Forense. Que fuera una audiencia corta en cantidad de testigos habilitó a que las partes hicieran peticiones al tribunal que hizo lugar a incorporar como nueva prueba el librodel militar Julio Ruarte, La Tablada: Un ataque para recordar. El informe relata la muerte del sargento Esquivel y niega la versión oficial acerca de Ruiz y Díaz. Ruarte será testigo la semana próxima, el 21 de febrero. Pero la principal novedad fue que apareció en el expediente una prueba de que los soldados fueron acompañados a declarar en la instruccion de esta causa por un abogado militar, como contó el testigo clave de este juicio, César Ariel Quiroga, aunque el Ejército lo niega aún hoy. Quiroga tiene razón Uno de los testimonios más reveladores en lo que va del juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz fue el de el exmilitar César Ariel Quiroga que, en la tercera audiencia, denunció que lo obligaron a firmar una declaración falsa para crear la versión oficial sobre José Díaz e Iván Ruiz. Quiroga no estaba solo en su declaración en 1989: Marcelo González Roberts, por entonces auditor del ejército, le ordenó firmar y hacerlo “por la institución” a la que ambos pertenecían: el Ejército; más específicamente, el Comando de la X Brigada Mecanizada de La Plata.En la 12ª audiencia, el nombre de Marcelo González Roberts volvió desde la boca de Hernán Silva, defensor del general Alfredo Arrillaga, que solicitó al tribunal incorporar documentación provista por el archivo histórico del ejército, referente al comando de la Brigada Mecanizada X que, según presentó la defensa, informaba que “No hay registro de que se le haya indicado -a González Roberts- funciones en la  investigación de la Tablada”. En un claro intento por rebatir uno de los testimonios fundamentales que hace caer como un mazo de naipes la versión oficial, la defensa de Arrillaga se equivocó una vez más. Al momento de dar respuesta a cada una de las peticiones, el Tribunal, en la voz del presidente Matías Mancini, sorprendió al informar que el paso de Marcelo González Roberts por el Juzgado N° 1 de Morón, en 1990, estaba documentado en la foja 177 de la causa a cargo del juez Gerardo Larrambebere, como se observa en la foto que acompaña esta nota. No hay que probar su paso. Aunque 30 años más tarde el ejército lo siga negando, un auditor acompañaba a los soldados a declarar. Un dato más que confirma la veracidad de lo dicho por Quiroga en la tercera audiencia.El hecho pasa por un momento inadvertido. Repasemos: 30 años después de los delitos cometidos por el ejército, el defensor del único imputado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada le pidió al ejército que informe sobre el desarrollo de Marcelo González Roberts, señalado por Quiroga como quien le ordenó firmar una declaración falsa en 1990 para crear la versión oficial y construir a José Díaz e Iván Ruiz como prófugos, cuando se trataba de desaparecidos. El ejército, 30 años después, dice, siempre según la defensa de Arrillaga, que no hay registro de su intervención en la investigación de los hechos de La Tablada. 30 años después el encubrimiento intenta su último manotazo de ahogado. 30 años después, Marcelo González Roberts sigue siendo parte de la misma institución por la que le pidió a Quiroga que firmara una declaración falsa. La misma institución que le devuelve gentilezas e intenta protegerlo. González Roberts es actualmente Coronel  y se desempeña como “asesor jurídico” del Estado Mayor Conjunto. Ya sabemos cómo asesora en la justicia. Restos carbonizados La única testigo de la 12ª audiencia fue Rosario Alicia Sotero Lago, integrante del Cuerpo Médico Forense desde 1990. Participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 donde se confirmó que pertenecían a 6 militantes del MTP. Su testimonio vino a complementar el de Luis Fonderbider, director ejecutivo del EAAF, que declaró la jornada pasada. Sotero Lago fue más precisa que el director ejecutivo del EAAF en su definición sobre cómo estaban los restos. “Carbonizados” repitió dos veces en su declaración, despejando las dudas que la sola referencia al “agente térmico” realizada por Fonderbider en la audiencia anterior pudiera dejar. “No recuerdo haber trabajado con cuerpos íntegros, sólo con restos carbonizados”, dijo. El testimonio de Sotero Lago volvió a narrar en forma de declaración judicial la violencia que emanaba de esos restos. Ya lo dijeron los testigos de este juicio: el intento fue de aniquilamiento.  Una defensa poco estratégica En la audiencia de la semana próxima escucharemos también el testimonio del ex teniemte coronel Jorge José Etchezarreta, solicitado por la defensa de Arrillaga al tribunal. La defensa sostiene, ya muy avanzado el juicio, que no fue Arrillaga quien intimó a la rendición a los y las militantes del MTP. En cambio, afirma, fue Etchazarreta quien lo habría hecho, y, se supone, escucharemos sus palabras en la próxima jornada. El defensor contó que lo contactaron durante uno de los dos actos oficiales en los que el Ejército Argentino recordó los hechos a 30 años, el ultimo 23 de enero, tratando como héroes a aquellos militares que violaron los derechos humanos, como se está demostrando en este juicio. Parece una jugada poco inteligente de la defensa del exgeneral. Varios testimonios hasta acá no sólo escucharon a Alfredo Arrillaga y luego reconocieron su voz en el juicio que se les realizó en 1989 (Felicetti, Paz, Aguirre, Ramos, entre otros), sino que también lo vieron (Moreira, Luis Alberto Diaz, Motto). Por si no alcanzara, en el procesamiento de Arrillaga  que desemboca finalmente en este juicio, el juez Germán Castelli pone entre los considerandos que fue Arrillaga quien intimó a la rendición de los militantes del MTP.La versión oficial se desmorona. José Díaz e Iván Ruiz no fueron trasladados por

“En ese ataúd se pensaba que estaba Provenzano. Había dos fémur derechos. Uno era de Sánchez. Se pensó por coincidencia genética que era Ruiz. El otro fémur era de Burgos, que era el cuerpo que estaba en el lugar que se creía estaba Provenzano. Los restos estaban en bolsas negras, en algunos casos con vestimentas. Estaban esqueletizados pero no completos. Habían sido sometidos a agentes térmicos”. Son palabras de Luis Fonderbrider, el director ejecutivo del mundialmente reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Lo relató con la frialdad de aquellas personas que conviven en su tarea cotidiana con el análisis de restos óseos; lo que para todo el planeta puede resultar escabroso, para ellos/as es cotidiano. (Por El Diario del Juicio*) En el recorte que antecede, en tan solo cinco líneas de texto que no tardó más de dos minutos en expresar, se entremezclan las historias de 4 militantes del MTP que hoy no están. 2 fueron asesinados (Roberto Gordo Sánchez y Carlos Alberto Quito Burgos). Los otras 2 también, pero sus cuerpos están desaparecidos (Iván Ruiz y Francisco Pancho Provenzano). Pero además de la impunidad con la que actuaron los militares, aquí se suman las “desprolijidades” de los forenses.En ese ataúd, entonces, no estaba Provenzano, por eso se sumó recién en 2010 a la lista de desaparecidos. Coincide con la fecha en la que el EAAF realizó una segunda intervención, pero ya con su técnica que no es sólo genética. En ese año, el equipo asumió el trabajo desde una perspectiva integral, explicó Fonderbrider en su testimonio. Allí se reconocieron a 6 militantes entre los restos que faltaban identificar: Roberto Sanchez, Juan José Tosi, Juan Manuel Murúa, Carlos Burgos, Roberto Gaguine y José Mendoza. Y otros 2 que se creía identificados, pasaron a engrosar la lista de desaparecidos: Iván Ruiz y Francisco Provenzano.Irene Provenzano, hija de Pancho y de Claudia Lareu (que también murió en La Tablada) lo contó desde su lugar de familiar: “En el caso de mi papá, es de los que negocia la rendición con Arrillaga. Todos relatan que luego de las torturas, de los simulacros de fusilamiento, de no saber si efectivamente iban a lograr seguir con vida aun después de la rendición, lo que hacen es escucharse las voces y saber quienes están, además de los que saben que se rindieron con ellos, porque estaban encapuchados. Nosotros como familia siempre supimos que él se había entregado con vida el 24 y que después había sido fusilado”, pero creyeron que su cuerpo estaba sepultado, “hasta el 2009, que interviene el equipo de antropología forense con la hipótesis que el cuerpo estaba mal identificado en su momento. Luego de hacer un análisis de todos los cuerpos que todavía estaban sin reconocer para ese momento llegan a la conclusión antropológica y genética de que hay 4 compañeros que no están”. Uno de ellos es su papá.Otra cuestión que encierra la intervención de ayer de Fonderbrider con la que comienza este texto, es el error en la identificación de los restos de Sánchez y Ruiz, que el EAAF corrigió. “Ruiz tenía 20 años. Estaba emparentado con Sánchez (era su sobrino), que tenía 40. Nos podríamos haber quedado con los análisis genéticos que dieron positivo cuando se cruzaron con las muestras de familiares de Ruiz, pero al realizar un análisis más integral, nos dimos cuenta de que esos restos no pertenecían a una persona de 20 años, sí a una de 40”, por lo que al realizar el análisis genético con las muestras de familiares de Roberto Sánchez, también dio positivo “el famoso 99,999999%”, explicó el antropólogo, que también dio cuenta de la impunidad con la que trataron los cuerpos de los integrantes del MTP, tanto en vida como después de muertos. “2 de los cuerpos estaban completos, otros 2 tenían pérdidas importantes. En un caso creo que faltaba el cráneo. Esto puede ser por dos razones: o producto de la acción (golpes, amputaciones, todo tipo de torturas) o por el mal levantamiento de los cuerpos”.En el video que acompaña esta nota, durante una entrevista que El Diario del Juicio le realizó luego de su testimonial, Fonderbrider también explicitó aquello de que los cuerpos “fueron sometidos a agentes térmicos”; es decir: las altas temperaturas a las que estuvieron sometidos, o bien por el incendio de la Guardia de Prevención, o por efecto de la incineración intencional. Otro palo para la justicia Miguel René Rojas llegó a la Terminal de Ómnibus de Retiro por la madrugada. Se encontró luego con uno de los secretarios del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Martín, que lo llevó hasta el juzgado. Su declaración mereció la misma atención que todas. En este juicio, puede pasar cualquier cosa. Pero a esta altura lo inesperado se convirtió en esperable. Hay casi una pretensión de que todos los testimonios aporten algo significativo. La de Rojas fue una declaración de una hora. Entró a la sala vestido con un jean gastado, con los bolsillos traseros deformados por el uso, una remera con rayas horizontales grises y una mochila que rápidamente dejó apoyada en un costado del estrado en el que se sentó. Como dijo el exmilitar César Quiroga en la tercera audiencia que torció para siempre el rumbo del juicio: “Vengo a sacarme una mochila que llevo hace 30 años”. Rojas trajo la suya pero decidió también quitársela de encima. El vuelco en su declaración ocurrió exactamente en la mitad, cuando ya parecía que su testimonio no saldría de lo común. —Yo declaré dos veces antes -dijo con su tonada salteña cerrada e inconfundible-. Una en Morón y otra en San Martín. La de San Martín, nada que ver. La de Morón fue la última. —¿Usted recuerda haber declarado en el Regimiento? —le consultó Matías Mancini, presidente del Tribunal, ya dispuesto a escuchar cualquier cosa acerca de la instrucción de esta causa. —No, yo en el regimiento no. —Porque aquí dice que usted declaró en el regimiento el 14 de febrero de 1989 —agregó Mancini. Hasta

“En ese ataúd se pensaba que estaba Provenzano. Había dos fémur derechos. Uno era de Sánchez. Se pensó por coincidencia genética que era Ruiz. El otro fémur era de Burgos, que era el cuerpo que estaba en el lugar que se creía estaba Provenzano. Los restos estaban en bolsas negras, en algunos casos con vestimentas. Estaban esqueletizados pero no completos. Habían sido sometidos a agentes térmicos”. Son palabras de Luis Fonderbrider, el director ejecutivo del mundialmente reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Lo relató con la frialdad de aquellas personas que conviven en su tarea cotidiana con el análisis de restos óseos; lo que para todo el planeta puede resultar escabroso, para ellos/as es cotidiano.  En el recorte que antecede, en tan solo cinco líneas de texto que no tardó más de dos minutos en expresar, se entremezclan las historias de 4 militantes del MTP que hoy no están. 2 fueron asesinados (Roberto Gordo Sánchez y Carlos Alberto Quito Burgos). Los otras 2 también, pero sus cuerpos están desaparecidos (Iván Ruiz y Francisco Pancho Provenzano). Pero además de la impunidad con la que actuaron los militares, aquí se suman las “desprolijidades” de los forenses.En ese ataúd, entonces, no estaba Provenzano, por eso se sumó recién en 2010 a la lista de desaparecidos. Coincide con la fecha en la que el EAAF realizó una segunda intervención, pero ya con su técnica que no es sólo genética. En ese año, el equipo asumió el trabajo desde una perspectiva integral, explicó Fonderbrider en su testimonio. Allí se reconocieron a 6 militantes entre los restos que faltaban identificar: Roberto Sanchez, Juan José Tosi, Juan Manuel Murúa, Carlos Burgos, Roberto Gaguine y José Mendoza. Y otros 2 que se creía identificados, pasaron a engrosar la lista de desaparecidos: Iván Ruiz y Francisco Provenzano.Irene Provenzano, hija de Pancho y de Claudia Lareu (que también murió en La Tablada) lo contó desde su lugar de familiar: “En el caso de mi papá, es de los que negocia la rendición con Arrillaga. Todos relatan que luego de las torturas, de los simulacros de fusilamiento, de no saber si efectivamente iban a lograr seguir con vida aun después de la rendición, lo que hacen es escucharse las voces y saber quienes están, además de los que saben que se rindieron con ellos, porque estaban encapuchados. Nosotros como familia siempre supimos que él se había entregado con vida el 24 y que después había sido fusilado”, pero creyeron que su cuerpo estaba sepultado, “hasta el 2009, que interviene el equipo de antropología forense con la hipótesis que el cuerpo estaba mal identificado en su momento. Luego de hacer un análisis de todos los cuerpos que todavía estaban sin reconocer para ese momento llegan a la conclusión antropológica y genética de que hay 4 compañeros que no están”. Uno de ellos es su papá.Otra cuestión que encierra la intervención de ayer de Fonderbrider con la que comienza este texto, es el error en la identificación de los restos de Sánchez y Ruiz, que el EAAF corrigió. “Ruiz tenía 20 años. Estaba emparentado con Sánchez (era su sobrino), que tenía 40. Nos podríamos haber quedado con los análisis genéticos que dieron positivo cuando se cruzaron con las muestras de familiares de Ruiz, pero al realizar un análisis más integral, nos dimos cuenta de que esos restos no pertenecían a una persona de 20 años, sí a una de 40”, por lo que al realizar el análisis genético con las muestras de familiares de Roberto Sánchez, también dio positivo “el famoso 99,999999%”, explicó el antropólogo, que también dio cuenta de la impunidad con la que trataron los cuerpos de los integrantes del MTP, tanto en vida como después de muertos. “2 de los cuerpos estaban completos, otros 2 tenían pérdidas importantes. En un caso creo que faltaba el cráneo. Esto puede ser por dos razones: o producto de la acción (golpes, amputaciones, todo tipo de torturas) o por el mal levantamiento de los cuerpos”.En el video que acompaña esta nota, durante una entrevista que El Diario del Juicio le realizó luego de su testimonial, Fonderbrider también explicitó aquello de que los cuerpos “fueron sometidos a agentes térmicos”; es decir: las altas temperaturas a las que estuvieron sometidos, o bien por el incendio de la Guardia de Prevención, o por efecto de la incineración intencional. Otro palo para la justicia Miguel René Rojas llegó a la Terminal de Ómnibus de Retiro por la madrugada. Se encontró luego con uno de los secretarios del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Martín, que lo llevó hasta el juzgado. Su declaración mereció la misma atención que todas. En este juicio, puede pasar cualquier cosa. Pero a esta altura lo inesperado se convirtió en esperable. Hay casi una pretensión de que todos los testimonios aporten algo significativo. La de Rojas fue una declaración de una hora. Entró a la sala vestido con un jean gastado, con los bolsillos traseros deformados por el uso, una remera con rayas horizontales grises y una mochila que rápidamente dejó apoyada en un costado del estrado en el que se sentó. Como dijo el exmilitar César Quiroga en la tercera audiencia que torció para siempre el rumbo del juicio: “Vengo a sacarme una mochila que llevo hace 30 años”. Rojas trajo la suya pero decidió también quitársela de encima. El vuelco en su declaración ocurrió exactamente en la mitad, cuando ya parecía que su testimonio no saldría de lo común. —Yo declaré dos veces antes -dijo con su tonada salteña cerrada e inconfundible-. Una en Morón y otra en San Martín. La de San Martín, nada que ver. La de Morón fue la última. —¿Usted recuerda haber declarado en el Regimiento? —le consultó Matías Mancini, presidente del Tribunal, ya dispuesto a escuchar cualquier cosa acerca de la instrucción de esta causa. —No, yo en el regimiento no. —Porque aquí dice que usted declaró en el regimiento el 14 de febrero de 1989 —agregó Mancini. Hasta ahí todo más o

En una nueva audiencia del juicio por el asesinato de José Díaz, un soldado que permanecía detenido por desertor en el cuartel aquel 23 de enero de 1989, Miguel René Rojas, indicó que los militares intentaron que modificara la declaración que prestó en el juicio en el que recibieron fuertes condenas los/las integrantes del MTP. Le pidieron que denunciara torturas y maltratos de parte de los militantes. También declararon el director del EAAF, Luis Fonderbrider; el periodista Felipe Celesia, un exmilitar que se contradijo y una testigo de identidad reservada. (Por El Diario del Juicio)En lo que fue una de las audiencias más extensas del juicio en el que de investiga el asesinato y la desaparición de José Díaz, integrante del Movimiento Todos por la Patria que tomó La Tablada en enero de 1989, volvió a quedar en el foco la intención militar de construir una versión oficial de los hechos que pudiera ocultar las torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones que se dieron durante la “recuperación” del cuartel.“Lo que ellos me dijeron que diga no existe, me dieron por escrito lo que tenía que decir, casi todo lo contrario de lo que pasó”, indicó Miguel René Rojas, quien en ese caluroso verano se encontraba detenido por desertor en la Guardia de Prevención de La Tablada. Lo que hoy denunció, sucedió durante el juicio que se les siguió a los/as integrantes del MTP apenas meses después del copamiento. Como indicó otro de los testigos de la fecha, Felipe Celesia (coautor junto a Pablo Waisberg de “La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina”), “había una voluntad política de que fuera ese un juicio con una pena ejemplificadora y lo hicieron de modo exprés”. Y agregó, hablando de cómo evaluaron la veracidad de esos relatos como para finalmente no incluirlos en su libro: “sobrevolaba la versión muy fuerte de que se había preparado el testimonio de los militares que declararon en el juicio, para que todo sea más redondo y cerrara, algo que incluso en el juicio mismo se ventiló por un testigo que así lo indicó”. Hoy lo aseveró Rojas. Otro testimonio liberador Esta tarde, en el TOCF4 de San Martín, Rojas relató su experiencia de aquel día: estaba en los calabozos por desertor, con soldados y oficiales de guardia, hasta que entró “la gente ésta a los tiros, pero que a nosotros no nos hicieron nada. Estuvimos con ellos desde las 6:20 hasta la tarde, que salí”. Indicó que eran 3 desertores, a quienes los.integrantes del MTP les dijeron “que nos quedemos tranquilos, que con nosotros no era el problema”. Su testimonio es crucial en este juicio por ser uno de los soldados que escapó junto a José Díaz e Iván Ruíz de la incendiada guardia por una de sus ventanas, tal como lo muestra uno de los videos que se conservan de ese día y en el que Rojas identificó a los militantes que hoy permanecen desaparecidos. También los reconoció en el video que los muestra rendidos y con sus manos en alto, guiados por un soldado (Hugo Daniel Stegman) hacia los fondos del cuartel: nunca más se sabría de ellos.Pero lo que hoy sumó otro dato de interés a su testimonio fue que, como ya sucedió con el exmilitar César Ariel Quiroga, en este caso un colimba, Rojas, aseguró que lo presionaron para que mintiera en el juicio de 1989. “Me decían que diga que nos trataron mal, que nos torturaron, etc. Me dijeron que diga eso y nada más, no sé quién era el superior que así me lo indicó”, explicó 30 años después.Respecto de la criminal recuperación llevada a cabo por las fuerzas represivas, Rojas aportó otro dato que contradice el pedido que le hicieron militares: “los que coparon el cuartel nos decían que nos vayamos porque nos iban a matar los tiros desde afuera, sacamos una remera blanca de soldados y gritamos que no disparen, pero no nos dejaron salir los disparos”. La tarea del EAFF La jornada de hoy comenzó con la declaración de Luis Fonderbrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El antropólogo dio cuenta del trabajo de identificación de restos de 6 personas que permanecían como NN y criticó la conservación de los restos: “No estaban en buenas condiciones”, refirió cuando la querella lo consultó, y agregó que estaban incompletos, con rastros de haber sufrido el “efecto térmico”, con restos de ropa, y, uno de ellos, con un proyectil, que de haber pasado por una autopsia realizada correcta, debería haber sido extraído. “El cuerpo médico forense de entonces debiese responder cómo llegaron así a Chacarita” agregó. El testimonio de integrantes del cuerpo forense se espera en la próxima audiencia de este juicio, que será este jueves. Además sumó otro dato que habla de cómo fueron tratados esos cuerpos antes de ser enterrados: en una de las sepulturas había restos de dos personas, donde decía que estaban los restos de Francisco Provenzano, en realidad estaban los de Burgos. Por eso recién en ese momento se contabilizó a Provenzano entre los desaparecidos. Quinteros, un exmilitar clave Otro testimonio importante de la extensa jornada fue el de Fernando Andrés Quinteros, un militar retirado “hace poco más de 2 años. Visiblemente nervioso, Quinteros se situó custodiando a 2 prisioneros en un quincho del cuartel. Según dijo hoy “unos 5 o 10 minutos”. Le tuvieron que leer su declaración de 1989, en la que decía que había permanecido en esa situación durante una hora, y además decía que lo pusieron a custodiar que nadie entrara ni saliera del lugar, pero no había precisado que adentro hubiera 2 prisioneros. El exmilitar dijo que “todo era un caos, cada uno hacía lo que quería, por lo que no había un oficial a cargo que nos dijera qué hacer”. Sin embargo, en su relato, se mostró recibiendo órdenes varias veces, aunque nunca pudo recordar a quiénes se las impartían.La quinta persona que testimonió en la undécima jornada de este histórico juicio es

En una nueva audiencia del juicio por el asesinato de José Díaz, un soldado que permanecía detenido por desertor en el cuartel aquel 23 de enero de 1989, Miguel René Rojas, indicó que los militares intentaron que modificara la declaración que prestó en el juicio en el que recibieron fuertes condenas los/las integrantes del MTP. Le pidieron que denunciara torturas y maltratos de parte de los militantes. También declararon el director del EAAF, Luis Fonderbrider; el periodista Felipe Celesia, un exmilitar que se contradijo y una testigo de identidad reservada.En lo que fue una de las audiencias más extensas del juicio en el que de investiga el asesinato y la desaparición de José Díaz, integrante del Movimiento Todos por la Patria que tomó La Tablada en enero de 1989, volvió a quedar en el foco la intención militar de construir una versión oficial de los hechos que pudiera ocultar las torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones que se dieron durante la “recuperación” del cuartel.“Lo que ellos me dijeron que diga no existe, me dieron por escrito lo que tenía que decir, casi todo lo contrario de lo que pasó”, indicó Miguel René Rojas, quien en ese caluroso verano se encontraba detenido por desertor en la Guardia de Prevención de La Tablada. Lo que hoy denunció, sucedió durante el juicio que se les siguió a los/as integrantes del MTP apenas meses después del copamiento. Como indicó otro de los testigos de la fecha, Felipe Celesia (coautor junto a Pablo Waisberg de “La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina”), “había una voluntad política de que fuera ese un juicio con una pena ejemplificadora y lo hicieron de modo exprés”. Y agregó, hablando de cómo evaluaron la veracidad de esos relatos como para finalmente no incluirlos en su libro: “sobrevolaba la versión muy fuerte de que se había preparado el testimonio de los militares que declararon en el juicio, para que todo sea más redondo y cerrara, algo que incluso en el juicio mismo se ventiló por un testigo que así lo indicó”. Hoy lo aseveró Rojas. Otro testimonio liberador Esta tarde, en el TOCF4 de San Martín, Rojas relató su experiencia de aquel día: estaba en los calabozos por desertor, con soldados y oficiales de guardia, hasta que entró “la gente ésta a los tiros, pero que a nosotros no nos hicieron nada. Estuvimos con ellos desde las 6:20 hasta la tarde, que salí”. Indicó que eran 3 desertores, a quienes los.integrantes del MTP les dijeron “que nos quedemos tranquilos, que con nosotros no era el problema”. Su testimonio es crucial en este juicio por ser uno de los soldados que escapó junto a José Díaz e Iván Ruíz de la incendiada guardia por una de sus ventanas, tal como lo muestra uno de los videos que se conservan de ese día y en el que Rojas identificó a los militantes que hoy permanecen desaparecidos. También los reconoció en el video que los muestra rendidos y con sus manos en alto, guiados por un soldado (Hugo Daniel Stegman) hacia los fondos del cuartel: nunca más se sabría de ellos.Pero lo que hoy sumó otro dato de interés a su testimonio fue que, como ya sucedió con el exmilitar César Ariel Quiroga, en este caso un colimba, Rojas, aseguró que lo presionaron para que mintiera en el juicio de 1989. “Me decían que diga que nos trataron mal, que nos torturaron, etc. Me dijeron que diga eso y nada más, no sé quién era el superior que así me lo indicó”, explicó 30 años después.Respecto de la criminal recuperación llevada a cabo por las fuerzas represivas, Rojas aportó otro dato que contradice el pedido que le hicieron militares: “los que coparon el cuartel nos decían que nos vayamos porque nos iban a matar los tiros desde afuera, sacamos una remera blanca de soldados y gritamos que no disparen, pero no nos dejaron salir los disparos”. La tarea del EAFF La jornada de hoy comenzó con la declaración de Luis Fonderbrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El antropólogo dio cuenta del trabajo de identificación de restos de 6 personas que permanecían como NN y criticó la conservación de los restos: “No estaban en buenas condiciones”, refirió cuando la querella lo consultó, y agregó que estaban incompletos, con rastros de haber sufrido el “efecto térmico”, con restos de ropa, y, uno de ellos, con un proyectil, que de haber pasado por una autopsia realizada correcta, debería haber sido extraído. “El cuerpo médico forense de entonces debiese responder cómo llegaron así a Chacarita” agregó. El testimonio de integrantes del cuerpo forense se espera en la próxima audiencia de este juicio, que será este jueves. Además sumó otro dato que habla de cómo fueron tratados esos cuerpos antes de ser enterrados: en una de las sepulturas había restos de dos personas, donde decía que estaban los restos de Francisco Provenzano, en realidad estaban los de Burgos. Por eso recién en ese momento se contabilizó a Provenzano entre los desaparecidos. Quinteros, un exmilitar clave Otro testimonio importante de la extensa jornada fue el de Fernando Andrés Quinteros, un militar retirado “hace poco más de 2 años. Visiblemente nervioso, Quinteros se situó custodiando a 2 prisioneros en un quincho del cuartel. Según dijo hoy “unos 5 o 10 minutos”. Le tuvieron que leer su declaración de 1989, en la que decía que había permanecido en esa situación durante una hora, y además decía que lo pusieron a custodiar que nadie entrara ni saliera del lugar, pero no había precisado que adentro hubiera 2 prisioneros. El exmilitar dijo que “todo era un caos, cada uno hacía lo que quería, por lo que no había un oficial a cargo que nos dijera qué hacer”. Sin embargo, en su relato, se mostró recibiendo órdenes varias veces, aunque nunca pudo recordar a quiénes se las impartían.La quinta persona que testimonió en la undécima jornada de este histórico juicio es parte del Programa Nacional