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Viviana Mazur es médica generalista del equipo de Salud Sexual, SIDA e ITS de la Ciudad y coordinadora del Postítulo en ESI. Conversamos con ella acerca de las diferencias entre el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo presentado por el Poder Ejecutivo y el redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, aprobado en diputados en 2018. Acompañamos la entrevista con un fotoinforme de un nuevo pañuelazo. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/ Fernando Tebele 📷 Fotos: Agustina Salinas / La Retaguardia

Después de los anuncios de la postergación del tratamiento en el Congreso Nacional de la Ley por el derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, la campaña que instaló masivamente la pelea impulsa la realización de diferentes actividades para meter presión a quienes legislan y al Poder Ejecutivo. Ayer se hizo frente al edificio legislativo nacional un pañuelazo permanente, que consistió en dejar pañuelos pegados en la vereda de la Avenida Callao. Este tipo de acciones se replicarán a nivel federal. Compartimos un fotoinforme.  📷 Fotos: Natalia Bernades/La Retaguardia 💻 Edición: Agustina Salinas

    A contrapelo de las adjetivaciones negativas que algunos medios tradicionales utilizan con las vecinas y vecinos de la toma de tierras de Guernica, visitamos a las personas que están resistiendo al desalojo para conocerles y acompañarles en el reclamo de tierra para vivir. (Por La Retaguardia) 📷 Fotografías: Agustina Salinas  ✏ Redacción: Agustina Salinas 💻 Edición: Fernando Tebele   “No tenemos llave”, dice la señora, y larga una carcajada cuando le pregunto si puedo pasar a su terrenito a conocerla. Graciela y Nicolás son una de las dos mil quinientas familias que habitan la toma de Guernica desde el 20 de julio. Él es un jubilado de 67 años. Ella todavía no se jubiló y no sabe si algún día podrá hacerlo, porque durante toda su vida trabajó sin que los patrones la registren. Por ahora se mantienen con la pensión de Nicolas, que cobra unos pocos pesos para sobrevivir. Llegaron hace tres años desde Formosa para trabajar como caseros en una quinta de Monte Grande. Cuando comenzó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, los patrones decidieron hacer la cuarentena en esa casa, lo que implicaba que ellos salieran a buscar un alquiler. Pudieron alquilar un tiempo en Longchamps, hasta que la plata no alcanzó y apareció la oportunidad de ocupar un terreno en el Barrio San Martin de la Toma, junto con otra familia que tiene 10 hijos. Graciela habla pausado, con tono suave, tranquila, mientras su marido asiente a todo lo que dice y apenas mete bocado. También está Maira, una vecinita de 10 años que cuando te mira te descoloca. Tiene la piel morena y ojos color miel, que miran al cielo seguramente pensando en un mundo más habitable. Caminó en patas los metros que separan su terreno del de Graciela y Nicolás, y les llevó un bidón con agua porque, como dice Graciela: “somos los más viejos y todos se ocupan de nosotros. Nos preguntan si comimos o no, si necesitamos algo, si amanecimos bien”. Historias así hay de sobra. Cientos de personas en la toma trabajaban en casas ajenas, y cuando se decretó la cuarentena se quedaron sin casa. Nicolás y Graciela, hasta marzo, trabajaban en la quinta de Monte Grande, mantenían el lugar, les daban mercadería y ropa y “un poquito de sueldo”, dice Graciela, demasiado amable con esos patrones que piensan que hacen favores “dando trabajo”. Ante el posible desalojo, que se programó para el próximo 1 de octubre, comentan: “Tenemos esperanza, que es lo último que se pierde. Pedimos que se solucione, acá hay mucha gente buena y sobre todo los niños. Si el gobierno nos da el IFE podemos pagar, no queremos robar. Queremos llegar a un arreglo, pero que no nos dejen en la calle. No tienen que tratarnos con violencia. Yo me volvería loca si veo una criatura correr, porque los persiguen con un caballo o a los escopetazos, acá se escuchan ruidos de tiros. Estamos realmente mal, nos sentimos culpables si a los chicos les pasa algo, pero los responsables son los del gobierno. Si hubiera alguna solución real ya la hubieran mostrado.”Comparten el terreno con una señora y sus 10 hijos. El más chiquito tiene dos años y el más grande es el que se queda cuidando el lugar. Algunos de los pibes son asmáticos, por eso vienen de día a jugar al sol, pero no se pueden quedar a la noche porque hace frío. Todas las familias de Guernica se bancan las adversidades que implica una toma. “Hoy Amanecimos con mucho frío, anoche nos congelamos. No te imaginás, era todo blanco, hielo, impresionante. Ahora estoy aprovechando para intentar dormir porque me da el sol y calienta el Nylon.” A veces el frío es el peor enemigo cuando no hay con qué cubrirse.      Empleadas domésticas en la calle Mercedes trabajaba cuidando a un señor de 90 años. Su ex patrona dice que la vio por la tele en la toma. Decidió echarla “por romper la cuarentena” y la dejó en la calle. Ahora vive ahí con su hijo de 7 años, que sufre de asma. Daniela hacía changuitas, de todo. Trabajaba limpiando, haciendo alambrados, contrapisos, columnas para tanques, pozos ciegos. Desde que empezó la cuarentena no tiene nada de trabajo. Vive en la toma con su hijo y su hermana y  sus hijas mellizas de 9 años, que llegaron desde el país que le dio la tonada guaraní cuatro días antes de la cuarentena. Desde marzo solamente hizo una columna de tanque como changa. Pudo cobrar el IFE pero no la tarjeta alimentaria y, entre tantos gastos del día a día, como a la mayoría de las personas, no le alcanza la plata. Comenta que invierte el dinero en asegurarse que su hijo pueda estudiar por internet.Rosalía tiene 20 años, trabajaba como empleada doméstica sin estar registrada, cuidando a una señora de 90 años, en Capital. “No me llamaron más, me dieron una liquidación pero ya me quedé sin nada.” Vive en el barrio 20 de Julio con su compañero. Comparten el terreno con otra vecina. La echaron de la casa que alquilaba. Tiene pocas cosas, porque estos últimos años estuvo viviendo “de alquiler en alquiler, de prestado”, y fue dejando sus cosas en distintos lugares. Su pareja está haciendo changuitas y pasan el día a día con la plata que junta, porque no cobran el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ni ningún subsidio.         Comida para el barrio Gabi, Brandon, Ale, Tomi y  El Polaco están de sobremesa. El humo de la leña donde prepararon el guiso de fideos codito se va apagando con el viento de la siesta. El Polaco encandila con sus ojos, que se destacan aunque se tape con la sombra de su gorrita.  Los pibes son jóvenes, tienen entre 17 y 23 años. Por la tarde arman copa de leche para los pibes y pibas de la cuadra; en realidad, “para los que alcance”, dice… y muchas veces no alcanza. Sacan plata de su bolsillo

Este mediodía se realizó el festival “Tierra para vivir”, en solidaridad con la toma que sostienen más de 2500 familias en Guernica, que se da en un contexto de profundización de la pobreza donde miles de familias, a pesar del Decreto de Necesidad y Urgencia que lo prohíbe, fueron desalojadas de las casas que alquilaban. También, cientos de mujeres que padecían violencia de género decidieron irse de la casa compartida con su perpetrador para frenar con la violencia, que el contexto de cuarentena obligatoria acentuó. Desde el primer momento los y las vecinas realizaron movilizaciones al municipio de Presidente Perón y exigieron una mesa de diálogo con la intendenta Blanca Cantero, para que el poder político intervenga y encaminen así una solución en conjunto, pero las dos veces fueron atendidos por el comisario de la zona. Además, presentaron un plan de urbanización pensado con Arquitectos y urbanistas de ONGs para intentar resolver la problemática habitacional que padecen. La Gremial de Abogados y Abogadas acompaña las denuncias por el derecho a la vivienda y advierten que las tierras no tienen dueño ni documentación que respalde a algún propietarios; sin embargo, el Juez de Garantías N° 8 de Cañuelas, Martín Rizzo, definió las fechas de desalojo para el 23, 24 y 25 de septiembre. (Por La Retaguardia) 📷 Fotoinforme: Agustina Salinas

Esta tarde, se realizó en Parque Patricios una jornada de agitación contra las cárceles. Familiares de víctimas de represión y grupos anarquistas se concentraron en la Plaza de Parque Patricios que nombraron “La China”, en homenaje a Florencia Cuellar, asesinada por el Servicio Penitenciario Federal en 2012. La jornada se convocó para denunciar el atropello en las cárceles y las respuestas represivas contra las personas privadas de su libertad ante los pedidos de insumos y protocolos contra el Covid-19. Además, se recordó a La China y a todas las personas que fueron asesinadas dentro de instituciones de detención. Realizaron un mural, compartieron una olla popular, stencileadas y radio abierta a lo largo de la tarde. También recolectaron alimentos para repartir a las personas privadas de su libertad en distintos penales de Buenos Aires. (Por La Retaguardia)  📷 Fotoinforme: Agustina Salinas  

Organizaciones sociales, de derechos humanos, sindicales y partidos políticos, nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, marcharon desde Congreso hacia Plaza de Mayo exigiendo justicia por Facundo Astudillo Castro. Luego de confirmarse que el cuerpo hallado en Villarino Viejo el 23 de agosto pasado era de Facundo, se reclamó el castigo a los responsables y la renuncia de Sergio Berni, Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Con las medidas de cuidado correspondientes, se movilizaron por el centro porteño para exigir el esclarecimiento de su desaparición seguida de muerte. (Por La Retaguardia) 📷 Fotoinforme: Agustina Salinas

Ayer se realizó la 6ª Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. Convocada principalmente por las madres de los pibes y pibas asesinadas por las fuerzas de seguridad, y con la participación de organismos de DDHH, organizaciones sociales y políticas. Simbólicamente, se marchó una cuadra hasta la Plaza de Mayo y se repitió el ritual de levantar los carteles con (cada vez más) rostros de las víctimas. Ya en la Plaza, se escucharon las voces de las nuevas familias que se suman a la lucha por justicia, más algunas otras de casos emblemáticos. Como dato sorprendente, varios medios tradicionales se acercaron a realizar coberturas por primera vez en estos años, atraídos por la figura de Cristina Castro, la mamá de Facundo Astudillo Castro. Compartimos las imágenes de una jornada siempre estremecedora y dolorosa, pero más aún en este contexto de alta sensibilidad por la crisis sanitaria. También los videos de la transmisión en vivo. (Por La Retaguardia) 📷 Fotografías: Natalia Bernades y Agustina Salinas  ✏ Redacción: Julian Bouvier y Pedro Tato 💻 Edición: Fernando Tebele 📹 Transmisión en vivo: Diego Adur/Natalia Bernades/Natacha Bianchi/Rodrigo Ferreiro/Fernando Tebele

Con un gran operativo represivo la Policía de la Ciudad se encargó de desplazar y detener a cientos de trabajadores manteros. El saldo fue 3 personas de origen senegalés detenidas porque al componente de clase que aplican al detener a los trabajadores, se le suma el racismo que imponen cada vez que operan en el barrio de Once con la mayoría de trabajadores migrantes, de países limítrofes o tan lejanos como Senegal.  ✍️ Redacción: Agustina Salinas  📷 Fotografías: Agustina Salinas Esta mañana la noticia de diversos medios fue la apertura de locales comerciales en el barrio de Once. A su vez, un descomunal operativo de Espacio Público del Gobierno de la Ciudad y la Policía, reprimía e incautaba las mercaderías de los trabajadores manteros. Cientos de ellos fueron desplazados de las veredas de la calle Pueyrredón hacia la avenida Corrientes. Las bolsas de residuo que utilizan para proteger la ropa, juguetes, o accesorios que venden estaban  desplegadas en la vereda, vacías por el alerta constante de un nuevo operativo. La mayoría de los trabajadores manteros son perseguidos no solamente por no presentar factura de compra (que es lo que se exige desde Espacio Público) sino que también por ser migrantes. “Negros de mierda” es una frase común de los empleados del Gobierno de la Ciudad en cada operativo represivo.  “Nosotros quisimos respetar la cuarentena, pero no podemos, tenemos que vivir, pagar alquiler, pagar servicios. Es mentira que no pagamos impuestos, yo pago siempre. Ahora tuve que salir a trabajar porque vivo con mi hermano y el dueño del lugar me quiere echar. Debo 3 meses de alquiler. Vendo en la calle porque no tengo otra opción, y gano muy poca plata porque donde antes compraba está cerrado.” dice Tala, senegalés de 27 años, que llegó hace 4 a la Argentina. Todos los días extraña su país. Tiene pensado regresar de visita a fin de año. Martha, comenta que lo peor de estos operativos son los policías de civil quienes “marcan” a los vendedores y eligen qué incautar. Es terrible la tensión que se vive cuando se trabaja estando alerta por si llega la policía. “Estamos desesperados, no quiero llegar a vivir en la calle. Nuestro “delito” es trabajar en la vía pública. Pero no nos dejan, queremos que nos den un poco más de tiempo para trabajar. Estamos escapando por todas las calles, antes estábamos en Pueyrredón y tenemos que venir corriendo acá. Necesitamos comer, ni si quiera tengo mucha ganancia con lo que vendo. Hoy vendí solo una prenda, hay días en los que no vendo nada. Es desesperante. Antes de la cuarentena me incautaron todo, me quedé sin nada y gracias a las personas que me ayudaron puedo sobrevivir.” comenta Margot entre lágrimas. Casi nadie quería ser entrevistado. Las y los laburantes tienen miedo, están a la defensiva y con razón. Los medios comerciales que estuvieron presentes todo el tiempo buscaron la riña entre laburantes, entrevistando a trabajadores de comercios para tener opiniones negativas hacia los manteros. Es por eso que Abdou le gritó “Mentiroso” a un cronista de TN que pasaba buscando opiniones negativas hacia los trabajadores, o justificando la represión. Las y los manteros siguen firmes en las veredas de Once intentando no ser detenidos o protegiendo su mercadería para no quedarse sin nada. En tiempos de coronavirus, están expuestos a la adversidad de la calle y también de la policía, la otra pandemia. 

Lucila Núñez, enfermera de 57 de años del Hospital Gandulfo, falleció por una afección pulmonar a causa del COVID-19. Natalia Ledesma, su compañera de turno, pasó por el programa Hasta que vuelvan los abrazos. Allí denunció la alta cantidad de personas contagiadas, la falta de insumos en el Hospital, y recordó a Lucila, a quien despidieron sus compañeros y compañeras ayer al mediodía en la puerta del Gandulfo. La Retaguardia acompañó la despedida. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Giselle Ribaloff ✏ Redacción: Agustina Salinas 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Fotoinforme: Agustina Salinas —La Retaguardia: ¿Cuál es la situación que se vive en el Hospital Gandulfo? —Natalia Ledesma: Desde que comenzó la pandemia venimos reclamando los EPP (Equipos de Protección Personal),  necesarios para enfrentar esta situación. Realmente venimos con un atraso a través de los reclamos sin recibir los equipos. Los primeros fueron de muy mala calidad ahora recién están  mejorando pero para todo esto tenemos un montón de compañeros contagiados. Esta es la situación y se sigue reclamando más cantidad de personal porque continuamente nos estamos contagiando dentro del hospital. Y no solamente tenemos compañeros que se contagian, tenemos que seguir trabajando y atendiendo, así que van bajando la cantidad de enfermeros.  —LR: ¿Cómo recae en todos ustedes la cuestión de tener poco personal? ¿Cómo se traduce en cantidad de horas trabajadas? —NL: Desde que se sacó el decreto desde el Ministerio, tuvimos un momento con muchos compañeros contagiados. Trabajábamos con un solo franco semanal. Antes teníamos permiso para salir más temprano, nos suspendieron las vacaciones por el decreto que sacó el Gobierno en donde los empleados de salud tenemos que estar dentro del hospital. Así que tenemos una cantidad de compañeros con agotamiento anual y se suma la pandemia. Psicológicamente la estamos pasando muy mal. —LR: ¿Tienen ocasión de charlar con colegas de otros hospitales? ¿Saben si algunas cosas que pasan en el Gandulfo también suceden en toda la Provincia? —NL: Es en toda la Provincia. Vemos en Facebook que todos los compañeros piden Equipos de Protección Personal, reclaman más personal. En el Hospital del Cruce (De Florencio Varela) piden aumento salarial porque estamos por debajo de la canasta familiar. Por todo, está toda la Provincia de Buenos Aires igual. —LR: ¿En este momento están despidiendo a Lucila? —NL: Sí, tuvo los pulmones afectados y no resistió. —LR: ¿Qué nos podés contar de ella para quienes no la conocimos? —NL: Era una compañera totalmente entregada a su vocación. Excelente profesional, una mujer luchadora que vino de Formosa a Buenos Aires. Levantó su casa desde cero, con sus hijos. Siempre estaba con una sonrisa trabajando, siempre luchadora. No faltaba nunca, ella siempre estaba ahí, al pie de la cama del paciente. Era una excelente profesional, no tengo palabras, era mi compañera de turno.

Desde que se decretó la cuarentena obligatoria por la pandemia de COVID-19, en los barrios periféricos de todo el país se profundiza la crisis y la desigualdad. Al mismo ritmo, aumenta la solidaridad entre vecinos y vecinas, crecen los comedores, las ollas populares y los merenderos. De esta manera llenan un vacío que deja el Estado y resuelven situaciones urgentes y necesarias: dan de comer a los pibes y pibas del barrio, quienes muchas veces sólo tienen alimento gracias a esas personas. (Por La Retaguardia)✏ Redacción: Agustina Salinas 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Fotos: Agustina Salinas En Lomas de Zamora, a pocos minutos de la estación y en la intersección de las avenidas Oliden y Frías del Municipio que conduce Martín Insaurralde, desde hace más 30 años que se levantó el Barrio la Chatarra, bautizado así por ocupar los alrededores de un local abandonado de compra y venta. Entre las calles Sirito y Richieri, lindante con el arroyo del Rey que atraviesa la avenida Oliden, los y las vecinas organizan la cena y merienda para repartir en el barrio. Comenzaron a fines de abril cuando se alertaron por la necesidad de las familias sin ingresos, en particular por una pareja con 7 hijos e hijas que vivían en un colectivo. Fue así que Claribel, su marido Maxi, sus cuñadas y suegra, y su vecino Elías levantaron la olla que sostienen desde hace más de 3 meses los lunes, miércoles y viernes. Los días martes y jueves preparan la merienda para repartir en el barrio. “El hambre no espera”, dice Claribel al remarcar la importancia de darles un plato de comida a más de 40 familias y la copa de leche a más de 30 pibes y pibas. La olla se sostiene con aportes solidarios, donaciones, o con plata que juntan entre ellas para comprar lo necesario, ya que no reciben partidas de alimentos ni desde el Municipio que conduce, ni desde el Ministerio de Desarrollo Social. A través de las redes solidarias y del boca en boca, también lograron conseguir una casilla para ayudar a la familia de Maxi y Ximena, que desde esta semana habitarán su nuevo hogar, que recibieron gracias a la difusión de su problemática habitacional. Además de padecer la pandemia de coronavirus, los vecinos y vecinas de La Chatarra denuncian la contaminación del arroyo en el que varias empresas cercanas desechan sus residuos químicos y contaminan el agua.  Esto genera erupciones y problemas respiratorios, y perjudica principalmente a los niños y niñas.. Desde el Municipio y la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) dan por finalizada la obra que nunca llegó a ese barrio, a pesar de la evidente falta de canalización y limpieza del arroyo.  No hay respuestas a pesar de la insistencia y denuncias que realizan desde hace varios años. De lunes a viernes, Claribel y sus vecinas se preparan para llevar algo que a esta altura es esencial pero parece un privilegio: un plato de comida a sus vecinos y vecinas.