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Gerardo Crifasi


Los ex colimbas Gerardo Alberto Crifasi, Mario Omar Céspedes, José Luis Denis, aportaron, entre olvidos y contradicciones, algunas piezas más en el rompecabezas que sigue tomando forma: cómo era la operatoria de los Vuelos de la muerte.  📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe ✍️Textos: Paulo Giacobbe/Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa 💻 Edición: Fernando Tebele La audiencia comenzó con sorpresas: —¿Ignacio Beltrán está con alguno o alguna? —preguntó a la sala virtual el Presidente del Tribunal , Walter Venditti, mientras revisaba la lista de concurrentes y pensaba quien podía ser ese sujeto.  Luego de unos interminables segundos de silencio intervino Eduardo San Emeterio, uno de los abogados defensores de los imputados: “El doctor…  ehh… Ignacio, es un…  ahijado mío del Colegio Público de Abogados, le pediría que lo habilite y lo ponga en público porque está…  (inaudible) conmigo, una especie de alumno mío, es un ahijado, para la tesis —esa última palabra pudo haber sido otra—. Si el Presidente lo autoriza. En las pantallas partidas de la sala virtual las caras fueron trocando entre asombro, incredulidad, desinterés y cansancio. La respuesta de Walter Venditti fue inmediata:  —Aguárdeme un instante, Doctor, en principio no, primero vamos a lo primero. Si están todas las partes saludo a todos y a todas —y continuó con la presentación de rigor que corresponde a un juicio.  Pidió información al secretario sobre los concurrentes a la sala y los que esperaban ingresar sin autorización. Le informaron sobre la presencia de todas las partes, que Gerardo Crifasi, el primer testigo de la jornada, estaba esperando para ingresar y sobre la particularidad de Beltrán, suscitada al comienzo. Entonces, Venditti volvió a hablarle al defensor de los imputados:  —Doctor San Emeterio, ¿cómo es el tema? Nos puede decir, por favor. —Sí. Yo soy… estoy en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal como padrino de abogados que se recibieron, nóveles abogados. Este colega, este abogado, está siguiéndome o está viendo, iniciando los juicios porque está interesado en practicar el derecho penal, por eso pedí que lo pusieran en el público, nada más.  —Bien, está bien. No sabía que era letrado —contestó Veditti, y aceptó la presencia del ahora Doctor Beltrán, siempre y cuando no hubiera oposición de las partes y con la imposición de que no interviniera en la audiencia, bajo ningún aspecto. También pidió que se presente por escrito el tomo y folio del ahijado de San Emeterio. —Desde ya le dije que no hablara, que no interviniera para nada.  —Lo tiene prohibido básicamente.  Cerrada esa cuestión inicial comenzó la audiencia. Pero sin el doctor Beltrán porque se había desconectado. El presidente del tribunal, en un suspiro, pidió olvidarse de Ignacio Beltrán.  Así fue que Gerardo Crifasi pudo comenzar su declaración en carácter de testigo, pues había cumplido el Servicio Militar Obligatorio “en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo entre marzo del ’77 y mayo del ’78”, según dijo. Pero apenas unos minutos después de comenzado el interrogatorio, Venditti tuvo que interrumpirlo:  —Hay alguna cuestión que desconozco cuál, que tiene que ver con un tema de seguridad.  Pasaron entonces a cuarto intermedio, breve. A partir de ahí continuó, sin mayores sobresaltos aunque con algunas contradicciones, el testimonio de Crifasi. 1- La torre  DESCARGAR —Fiscal García Berro: En primer término quisiera que le indique al tribunal dónde y cuándo cumplió el Servicio Militar. —Crifasi: Fue en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo, en marzo del ’77. Y fui dado de baja en mayo del ’78.  —GB: ¿Recuerda el lugar donde prestaba servicio en ese Batallón? —C: Sí, era la compañía de servicios en la sección apoyo de vuelo, y en la sección cumplía guardias periódicas en la torre de vuelo. —GB: ¿Nos puede indicar si cuando cumplía funciones de guardia en la torre de vuelo estaba permanentemente en el lugar? —C: Sí, era durante siete días que permanecía en ese lugar —GB: O sea ¿no se movía de lugar? ¿incluso dormía allí?  —C: Sí, dormíamos allí. Era la semana, o sea una guardia semanal. —GB: ¿Recuerda cuántas personas estaban asignadas a esta guardia en ese lugar? —C: Soldados de guardia éramos dos.  —GB: Me refiero a cuantas personas eran las que hacían guardia en ese lugar. —C: En simultáneo éramos dos. Entiendo que éramos ocho o diez, porque eran turnos que se llevaban de a dos personas durante una semana y así iban rotando. Según lo que recuerdo éramos cuatro grupos, quizás eran cinco, no recuerdo bien. Pero éramos de a dos soldados cuatro o cinco grupos —GB: ¿Recuerda a alguno de sus compañeros? —C: Nombres he perdido un montón. Pero Bravo, Castaño, Roldan…  —GB: ¿Ud. recuerda cómo era esa torre de vuelo?  —C: Sí, creo que tenía tres pisos, era una típica torre, pequeña, no era algo gigante. Una planta baja de sección, una escalera que conducía a un primer piso donde estábamos los soldados de guardia y que era donde estaba toda la aparatología electrónica: el tablero y un escritorio donde teníamos una radio de onda corta donde recibíamos los partes meteorológicos. Ahí pasábamos la guardia. Teníamos la posibilidad de ir a dormir a la noche a un cuartel cercano que no era el nuestro, pero preferíamos dormir ahí mismo, en el mismo lugar. Estábamos más cómodos, y estábamos bien solos.  —GB: ¿Cuál era el cuartel de guardia que estaba cercano que podían utilizar para dormir? —C: Eran los cuarteles entre los hangares de helicópteros y aviones. Al lado, no era algo distante, era caminar cien metros. Pero preferíamos dormir en la misma torre porque si nos daban esa opción bueno estábamos más cómodos, teníamos la comida ahí, teníamos baño, era un lugar agradable.  —GB:¿Quiénes eran, además de los soldados que estaban de guardia, las personas suboficiales u oficiales que se desempeñaban en ese lugar? —C: En la torre de vuelo, los soldados cumplimos una guardia semanal. Mientras los suboficiales, que eran los operadores de la torre de