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Juicio Contraofensiva

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  Mudanzas, viajes, más viajes y más mudanzas atravesaron los primeros años de su vida. Y aunque era pequeño, y muchos recuerdos hoy se hacen borrosos, Facundo hurga con esfuerzo en su memoria para reconstruir su infancia de la mano de la militancia de su mamá Norma Valentinuzzi y de su papá Horacio “Nariz” Maggio. Canciones de María Elena Walsh, un avión de juguete, una carta que daba la noticia de la muerte de su padre y un zapato, aparecen en su relato como instantáneas que nunca olvidará. (Por Martina Noailles y Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Foto de tapa: Maggio escucha las preguntas de la fiscal (Luis Angió)“Mi madre Norma Beatriz Valentinuzzi se casa con mi padre, Horacio Domingo Maggio, quien también está desaparecido. En el año ‘71 ella comienza a tener la experiencia de la militancia. Papá en el gremio de La Bancaria. Los dos ya venían militando en la Juventud Peronista y luego ingresan a Montoneros”. Facundo Maggio comienza su relato con un orden temporal. Recuerda que su mamá, antes de dedicarse a la actividad militante, fue profesora de expresión corporal y bailarina. Que él nace en 1972 y dos años después, su hermana María. Que por entonces, los cuatro vivían en la ciudad de Santa Fe, en el barrio Siete Jefes. Y ahí, rápidamente, aparece en su memoria y en su relato, la primera mudanza:  “A raíz del hostigamiento y el allanamiento a nuestras viviendas por la vida misma, la dinámica del accionar de la militancia, nos vamos a vivir a la ciudad de Rosario. Estimo que eso ocurre en el año ‘75, no tengo bien presente la fecha”, se justifica como si debiera recordar fechas y sitios exactos sin siquiera haber cumplido tres años de vida.“Ahí compartimos la vivienda también con otros compañeros, pares militantes. Llegamos a tener cercanía también con uno de mis tíos, Roque Maggio. Brevemente. Él también militaba. Y a Roque lo matan, al poco tiempo, también en un enfrentamiento en la cercanías de la ciudad de Rosario”. En sus recuerdos, con las mudanzas también comienzan a aparecer las pérdidas. “También mi tía, la esposa de Roque, Adriana Espers, estudiante de psicología de la ciudad de Córdoba, es asesinada en un enfrentamiento en la ciudad de Córdoba”.Facundo está vestido con una elegante camisa a cuadros donde se impone el bordó. La imagen de su madre le cuelga del cuello. Ha esperado los testimonios de Montoto Raverta y Canteloro en una sala externa, un cuartito pequeño que parece más un calabozo que una sala de espera para testigos. De hecho no se aguanta. Sale al sol. Se cruza con Nora Cortiñas, que se está yendo y lo estimula a tranquilizarse para dar un buen testimonio.Ahora cuenta que ya en Buenos Aires recalaron en una casa en Tres de Febrero, en Caseros para mayor precisión: “En la calle Bonifacini 5045 estamos un tiempo. Voy al jardín de infantes, tengo una vida de barrio como cualquier niño, haciendo lazos permanentes. Ellos también lo hacen con la gente del barrio. Compartimos mateadas y juegos con la gente de ahí”. Pero su vida delimitada por las muertes familiares pone un cerco aterrador con el secuestro de su padre Horacio El Nariz Maggio. “En el año ‘78 a mi padre lo secuestraron en la vía pública en la cercanía de Plaza Flores y es llevado al centro clandestino de la ESMA. A partir de ahí, mi madre decide que nos exiliemos. En un primer tramo estamos unos meses en Brasil, en el sur, con otros compañeros, junto a mi hermana. Luego, el exilio es más duradero y lejano. Perú, Ecuador, México, Cuba y España en un lapso de más o menos un año, en total. Mi hermana María, mi madre y yo. Estando en México, vivimos en muchos lugares”, rememora, mientras se tira contra el respaldo de la silla esperando más preguntas. Facuando Maggio escucha las preguntas de los defensores de los acusados de desaparecer a su madre (Foto: Gustavo Molfino) En la guardería Facundo es otro de los niños que pasaron por la guardería de La Habana. Es el tercero que deja su testimonio. “En Cuba estuvimos en una guardería, compartiendo esa estadía con hijos de militantes Montoneros. Virginia Croatto es una de ellas”, dice. Ella lo observa con atención. Es una de las que no se pierde un minuto de audiencia. “Y es ahí cuando empezamos a recibir cassettes con grabaciones que mi madre nos mandaba con la voz de ella con saludos y relatos, cuentos, canciones, de María Elena Walsh y todo el universo infantil. Es la manera en que nosotros escuchamos su voz, en unas cintas”, recupera. Así como Ana María Montoto Raverta leyó una carta de su madre, apenas un rato antes; Facundo Maggio se emociona cuando recuerda esas grabaciones. Paréntesis de terror Facundo habla lento. Hace pausas extensas. Sobre todo cuando está por contar algo que lo incomoda demasiado. “Antes quería hacer un paréntesis de un hecho muy perturbador y de mucha conmoción para nosotros que es que cuando estamos en México. Mamá nos cuenta que a papá lo matan, en otros términos… con una carta que manda mi abuela desde acá en Argentina, mi abuela materna… solo que luego nos enteramos que en realidad la carta la escribió ella. Suponemos para evitar… fue la manera más amorosa que encontró para comunicarlo”.Horacio Maggio fue asesinado el 4 de octubre de 1978 por un grupo de tareas. Su cuerpo fue exhibido como un trofeo ante las y los secuestrados de la ESMA. Era la segunda vez que lo secuestraban y los genocidas estaban furiosos: El Nariz se les había escapado meses antes mientras estaba detenido desaparecido y, afuera, había difundido una carta en la que describía con detalles el funcionamiento del centro clandestino, las mecánicas de desaparición, los vuelos de la muerte, identificó a detenidos y represores, y hasta dibujó planos del centro clandestino. —Sin importar que la información puede haber sido cierta o falsa, ¿alguna vez llegó a tus oídos

En la cuarta audiencia declaró Ana María Montoto Raverta. Lo hizo por el secuestro y desaparición de su mamá, María Inés Raverta. Su testimonio tuvo un nivel de alta emoción. Relató con crudeza las torturas a las que sometieron a su madre en Perú y leyó una carta que envió cuando ella y su hermana estaban en la guardería de La Habana. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Foto de tapa: Montoto Raverta leyendo la carta de su madre, emocionada. La observa la fiscal Sosti (Gustavo Molfino) “Hay una frase que me gusta muchísimo, que me dijo una vez Alicia, una amiga de ella, que para mí la define. Me dijo: ‘Tu mamá no te daba lo que le sobraba, te daba lo que tenía’, y siempre me quedó grabada esa frase desde el momento en que me la dijo, porque justamente creo que es coherente y engloba todas estas cualidades que les fui contando de ella, porque dio su vida por lo que pensaba, lo que creía, por nosotras, sus hijas, sus compañeros, los que ya no estaban, los que seguían luchando, entonces me parece importante decírselos”.La que habla es Ana María Montoto Raverta. Se refiere a su mamá, María Inés Raverta, una de las cuatro víctimas de la operación de inteligencia del Ejército argentino en Lima, Perú. Ani, como le dice el mundo que la quiere, tiene siempre una sonrisa en el rostro. Seguramente sea su gesto más característico. Cuando cuente más tarde que es médica pediatra, será sencillo imaginar que el trato con los niños y niñas debe estar cargado de dulzura. Pero ahora está ahí, comentando cómo conoció a su madre a través del relato de sus compañeros y compañeras. Se dirige directamente al tribunal. El suéter gris juega de base para la rosa roja (ya una marca registrada de este juicio) tejida por la abuela de su amiga Virgina Croatto y para la foto de su madre. “¿Puedo tener esto acá?”, preguntó al comenzar. El juez obviamente le dijo que sí.Montoto Raverta recorre la historia de sus padres y rápidamente se mete en la propia, al narrar su paso por la guardería de La Habana, el lugar donde quedaron los hijos e hijas de quienes fueron parte de la Contraofensiva. Allí estuvieron a cargo de otros/as integrantes de Montoneros que también participaron de la acción, en este caso al cuidado de los niños/as. Luego retomará esa historia y les pondrá nombres, uno a uno, pero ahora vuelve a su mamá, María Inés (Juliana en la organización). Y va a dejar a un costado la sonrisa, casi al mismo tiempo en el que toma un papel y presenta el texto que va a leer. La guardería y la carta Emocionada, Ani se toma su tiempo para el anuncio. “Esto es una carta que les manda a sus compañeros de la guardería en donde estábamos nosotras, sus hijas, y otros hijos de compañeros que estaban en la Contraofensiva. Estábamos al cuidado de compañeros militantes que también estaban formando parte, yo después les voy a contar bien. La carta dice así —anticipa, dejando caer sus primeras lágrimas—. Esto me emociona, así que ténganme paciencia”. Y lee. La carta que María Inés Raverta les envió a sus compañeras/os a cargo de la guardería de La Habana. (Foto: El Diario del Juicio) Cómo están? Qué banda! Dios Mío! Parece mentira! Vos Estela, Cómo se alargaron los dos meses! Cuánto me alegro! Ya sé que estás trabajando muy bien y que recibís noticias de tu compañero. ¿Cómo se comportan mis hijas? ¿te dan mucho trabajo? ¿Y vos loca de mierda? (léase Nora) ¿Qué haces cuidando chicos? Me dijeron que estás hecha una profesional. Y que la vestís a Anina con puntillas y moños. Cuando me dijeron que estabas allí no podía creerlo, te imaginaba en cualquier lugar, incluso en Zimbawe pero menos allí. Me alegré mucho realmente. ¿Te sentís realizada? ¿Se te aclararon las ideas en cuanto a la canalla reformista? ¿Viste cómo terminaron? Y vos chantún (léase mi tocayo Julián) ¿Qué andás haciendo? Ya sé que como tía porota sos un avión. Que no te de vergüenza, tendrías que estar orgulloso, no te parece? Me alegro mucho que los tres estén allí. Me siento muy tranquila de que las nenas estén cuidadas por tres locos (¿??) como ustedes. Gracias. Pero tenía ganas de decírselos. Espero que no falte mucho para verlos y si pueden, escríbanme, que por alguna vía insólita quizás me llegue. Cuéntenme de las nenas y de ustedes. No dejen que mis hijas se olviden de mí. Léanle mis cartas y muéstrenle mis fotos. Yo se que lo deben hacer pero igual se los pido, porque las extraño mucho. Bueno, no quiero ponerme sentimental, así que la corto. Un fuerte (o mejor dicho tres) abrazos montoneros. Hasta pronto.Juliana Su voz se entrecorta en varios pasajes, pero consigue llegar al final. —Ana María, mencionaste a los compañeros de la guardería, a los que hace referencia tu mamá en la carta, ¿los querés mencionar? —retoma la fiscal Gabriela Sosti después de un silencio inevitable.—Sí: la tía Estela (Cereseto), que está acompañándome, Susana (Brardinelli) que está acá acompañando. Hugo (Fucek) que estuvo cuando se inició el juicio, que es el que le llama Julián, que se disfrazaba de la tía Porota para hacernos reír en momentos difíciles y Nora Patrich. Las tías, hasta la actualidad, siguen siendo las tías desde esa época en la guardería —enumera Ani, que recupera la sonrisa al girar su cabeza y cruzar con ellas miradas amorosas.—¿Te acordás cuántos hijos había en la guardería? —quiere saber la fiscal.—Mirá, la guardería fue en dos etapas así que no estuvimos todos juntos en su momento, pero aproximadamente 50 niños fuimos transcurriendo a lo largo de esos dos años que se formó la Contraofensiva. Varios de mis amiguitos de la guardería están acá acompañándome.—Una pregunta, de carácter aclaratorio. Vos hiciste referencia cuando empezaste a declarar y a hablar de la gente de la guardería que ellos formaban parte; es

Durante más de 3 horas, Gustavo Molfino relató la intensidad de los años ’70 y ’80 en su familia de militantes. Desde el horror del secuestro de su mamá, a metros suyo, hasta la desaparición de su hermana y su cuñado. Su rol como enlace clandestino entre Perdía y Firmenich y la aparición de un sobrino, el nieto recuperado 98. Parte de esa historia en esta crónica.  (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*)Foto de tapa: Molfino minutos antes de ingresar para su testimonio. (Luis Angió)Gustavo Molfino entra a la sala con paso tan firme como lento. Parece tener el peso de la ocasión en sus espaldas, pero está decidido y se nota que necesita estar allí. Tiene una carpeta con documentos, de la que sobresalen unas fotos familiares. Se sienta frente al tribunal. Promete decir la verdad. Le preguntan si tiene alguna animosidad especial contra los imputados: “impartir justicia”, remarca. Es fácil anticipar un testimonio angustiado y angustiante, pero sorprende que, apenas dice dos palabras, su voz se parte en mil pedazos. No importa la primera pregunta que da pie al comienzo de su relato que se extenderá durante tres horas. “Tengo que hacer un poco de historia familiar”, anuncia apenas puede retomar el hilo histórico que lo conduce a narrar el asesinato de su madre y las desapariciones de una de sus hermanas y su cuñado. Justamente ahí se encarna el dolor: en su familia diezmada por el genocidio. “La política en mi familia se inicia en los ‘70. Mi hermano mayor, Miguel Ángel, era militante del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Mi hermana Alejandra era simpatizante de la juventud guevarista del PRT. Mi hermana Marcela era militante del Peronismo de Base. Todavía mi madre -Noemí Esther Gianetti de Molfino, no la nombra aún-, que se había quedado viuda a los 36 años, era hasta ese momento un ama de casa que se dedicaba a todos nosotros”, enumera. Gustavo, el menor, apenas era un niño en tránsito hacia la adolescencia mientras la vida familiar transcurría en Resistencia, Chaco. Hablamos de una época en la que los y las jóvenes adolescían de muchas cosas, menos de una madurez prematura.Su hermana Marcela ya estaba de novia con Guillermo Amarilla y había dejado el Peronismo de Base para sumarse a la Juventud Peronista. “Ella me llevaba a las villas a ver cómo se peleaba para tener una canilla. Yo era muy chiquito”, recuerda con su voz a los tumbos. No hizo falta que llegara el golpe de Estado para que la violencia estatal golpeara la puerta de su casa. Más que golpearla, una patota derribó el acceso a la vivienda familiar de la familia Amarilla, en Mendoza 75. “Adentro de la casa estaban mi hermana, mi madre y la suegra de mi hermana, Ramona Amarilla. Mi hermana zafó por su cara divina, que la hacía pasar por adolescente aunque ya no lo fuera. Estaba en un camastro”. Después se enteraron de que un informe de la Policía Federal decía que no los habían encontrado y que en la casa había dos personas mayores y una niña enferma.Para ese tiempo, su hermano mayor, Miguel Ángel, era corresponsal del Diario El Mundo, la rica experiencia del PRT de contar con un periódico de alcance masivo. “Antes del golpe él se fue a vivir a la Capital, legalmente”. La familia recaló en el barrio porteño de Flores. Allí vivieron Marcela, Guillermo, Gustavo y Noemí, en una casa alquilada de Nazca 24, al filo de la Avenida Rivadavia y del peligro. “Vivíamos en un clima familiar. Felices, pero en una situación de clandestinidad que hacía que si alguno no llegaba estuviéramos alerta y siempre a punto de ‘levantar’ la casa”, lo que se recomendaba hacer cuando alguien caía, asumiendo que bajo tortura le arrancarían data.Poco después del golpe, en mayo de 1976, detuvieron a su hermana Alejandra “sospechosamente”, infiere Molfino, y anuncia que más tarde aclarará por qué lo dice. “Ella era un eje muy importante en mi familia. Tuvimos suerte. Fue a la cárcel de Devoto. No fue torturada y le dieron la opción de salir del país; se fue a mediados de 1977. Para diciembre de ese año nos fuimos a París con mi madre”. Noemí Esther Gianetti de Molfino se convertirá más tarde en una de las piezas de la Contraofensiva de Montoneros, y de la trama macabra e internacional de la inteligencia de la dictadura militar. Quedaron aquí, sufriendo el exilio interno, una hermana y un hermano, Liliana Estela y José Alberto, ambos integrantes de la Juventud Guevarista. El ingreso a Montoneros en París Gustavo tiene una camisa sobre la remera. Cuando alguna parte del relato lo incomoda, levanta el cuello de jean con sus manos y lo deja caer, como si volviera a acomodarse en ella. Los integrantes del tribunal, que durante el testimonio anterior, el de Víctor Hugo Beto Díaz, lo interrumpieron varias veces para que “puntualice en el objeto procesal”, ahora están en silencio y con atención completa. Los tres tienen el mismo gesto: se sostienen el rostro con una mano, con el pulgar sobre el pómulo y el índice cruzando los labios. Son de las pocas personas en la sala que no tienen los ojos humedecidos. Molfino va y viene en la línea de tiempo de su propia historia, pero nada de lo que dice carece de importancia. “En París nos sumamos al CAIS (Centro Argentino de Información y Solidaridad)”. Cuenta que allí, en marzo o abril de 1978, “fuimos testigos de la presencia del Capitán (Alfredo) Astiz, que se presentó con el mismo discurso de la Iglesia de la Santa Cruz, que era familiar de un desaparecido; se lo recibió como se recibía a todo el mundo: con los brazos abiertos. Tuvo contacto personal con mi hermana, periódicamente, hasta que el gobierno francés tomó conocimiento del testimonio de una secuestrada de la ESMA”, donde se lo identifica como parte de la patota.“En París, mi hermana Marcela me ofrece entrar a Montoneros y no

Lo dijo Daniel Cabezas, quien participó de la contraofensiva montonera y estuvo en cautiverio en Campo de Mayo. En el programa Oral y Público, de Radio La Retaguardia, dialogó acerca de cómo encararán los querellantes el juicio que comienza mañana martes, a las 9 horas, en el TOF 4 de San Martín, para juzgar la represión contra los y las militantes que reingresaron al país o, en algunos casos, ni siquiera llegaron a hacerlo, en el marco de la contraofensiva de Montoneros. “Hay muchos más sobrevivientes de la contraofensiva y de Campo de Mayo de lo que se cree o se supone. Suele haber poca información, pero en el caso de la contraofensiva, no sé si el grueso vinimos del exterior. Muchos compañeros estaban acá y participaron con distintas acciones, por ejemplo, las interferencias y todo lo que era con propaganda. Por suerte llegamos al juicio oral, lo hacemos con 92 compañeros desaparecidos y asesinados”, planteó Cabezas. “También vamos a testimoniar algunos sobrevivientes que fuimos detenidos en la contraofensiva y otros van a testimoniar como testigos de concepto, que no fueron detenidos. Nosotros queremos enmarcar este juicio con una diferencia con otros juicios. En otros juicios es muy claro que hubo detenidos, secuestrados, sobrevivientes en un campo de concentración donde fueron torturados y se reconoció a militares o civiles que participaron de esas torturas. Cosas mucho más específicas que este juicio de contraofensiva”, explicó. “Yo estuve detenido una semana en Campo de Mayo, pero no me torturaron ahí. Me tenían, como ellos decían, colgado, no sabían qué iban a hacer. Por suerte, nos legalizaron a tres. Además hubo dos desaparecidos y un asesinado del grupo al que yo pertenecía, que era un grupo de prensa”, contó Cabezas.“La cobertura ya empezó y se va a ver en el juicio el relato de sobrevivientes y militantes no sólo de lo que ocurrió durante la contraofensiva sino en toda la etapa de lo que fue la resistencia. La contraofensiva fue un año y un poquito más, pero está toda la historia de Montoneros, del peronismo y de los procesos de resistencia y liberación de nuestro pueblo. Podemos remontarnos a 1776 con la Tupac Amaru, a la resistencia contra el poder económico desde antes que se forme la República. Vamos a poner el acento en eso, en el derecho a la resistencia”, subrayó. Genealogía de una resistencia “Vamos a hablar de la represión, intentaremos que quede clara y se condene a la mayor cantidad de represores posible en este proceso. Lo que no se habla y cuesta mucho es la resistencia. Convocamos a que se discuta el tema de la resistencia y que aportemos lo poco que podemos aportar y se pueda hablar en la sociedad de las otras resistencias que hubo o de las actuales resistencias. Cada época tiene su forma, su manera de mostrar esa resistencia. Podríamos remontarnos al 55 y cómo a partir del bombardeo a Plaza de Mayo el peronismo comienza una etapa de resistencia en medio de una dictadura feroz, también esa fue una dictadura feroz”, recordó Cabezas. “No tuvo problemas en bombardear una plaza con civiles y ahí comienzan distintas expresiones y distintas maneras de resistir. Los veías en las paredes y en la resistencia que ponía caños como podía y donde podía para expresar su repudio a esa dictadura. También se pueden ver las distintas resistencias que hubo durante los años sesenta también a las dictaduras. Somos una generación que se crió en el medio de golpes militares desde nuestra primaria hasta la secundaria”, aseguró. “Ya un poco más grandes nos tocó la dictadura más feroz que hubo en este país, la sufrimos en carne propia con nuestras familias diezmadas. Por mi hermano se hizo el juicio también en San Martín y logramos que se juzgue y condene a perpetua al coronel (Carlos) Macedra por la desaparición de mi hermano y el asesinato de Florencia Villagra. Mi madre estuvo secuestrada en la ESMA, fue torturada allí, se la usó para una acción psicológica con una entrevista falsa en la revista Para Ti (“Habla la madre de un subversivo muerto”) ¿Qué tenía que hacer nuestra generación ante la violencia de los grupos económicos?”, interpeló Cabezas “Más que señalar a los culpables de las torturas y asesinatos, que sí lo vamos a hacer, hay tantos juicios, hubo tantos juicios y condenados, la sociedad ya los condenó, y queremos empezar a conversar del derecho a la resistencia. Mi madre está viva, tiene 92 años pero tiene Alzheimer, está muy bien por suerte. A pesar de eso no está sufriendo, simplemente es una enfermedad muy cruel. Mi compañera, Stella Segado, trabajó mucho en la CoNaDeP con Víctor Basterra, me había pedido que le mande un saludo si hablaba con él hoy así que se lo dejo a través tuyo”, agregó. Volver para quedarse “Yo me había ido al exterior a fines de 1976. Me fui con un grupo de cine que manejaba una temática infantil antiimperialista como se decía en aquella época y un día leímos en el Clarín un titular de Videla: ‘En el país hay setecientos y pico de grupos culturales subversivos a los que hay que aniquilar’. Ahí nos fuimos. Al llegar allá, en 1977, yo ya estaba colaborando con la Casa Argentina, y cuando se lanzó el MPM (Movimiento Peronista Montonero) dejé el grupo de cine y me sumé”, recordó. “Ahí comencé la militancia más orgánica. Cuando se planteó la contraofensiva pedí venir. En una primera entrevista me dijeron que no, pero ya estando más organizado en el Partido Montonero, ahí volví con mi familia de México a quedarme. Entramos el 31 de diciembre de 1979 y nos detuvieron en agosto de 1980”, contó.“La versión de que no elegimos volver es la del enemigo. La nuestra es que podíamos elegir, hay muchísima gente que no vino, que decidió no sumarse. En mi caso, pedí venir y me dijeron que no, que verían más adelante. La primera entrevista la tuve con Miguel Bonasso, y él dijo que

En pocos días comenzará el juicio por la represión genocida a la Coontraofensiva de Montoneros en 1979 y 1980. La fiscal Gabriela Sosti, quien ha participado en diversas causas por delitos de lesa humanidad como circuito ABO, será parte en este proceso que se iniciará el 9 de abril. Sosti dialogó con Fernando Tebele y con Víctor Basterra en Oral y Público, el programa de los juicios a los genocidas de Radio La Retaguardia. La fiscal Sosti hizo una introducción a lo que será este nuevo juicio que pretende condenar los delitos de lesa humanidad cometidos por el Terrorismo de Estado durante la última dictadura contra la Contraofensiva Montonera y, a la vez, repensar ese momento específico de la historia política de nuestro país: “Los juicios son una posibilidad inmejorable para reclamar la historia, para revalorizar el sentido de la historia. La idea de este juicio es desarmar ese mito construido con versiones aisladas. La posibilidad de este juicio es la de correrse de las respuestas y armar otras preguntas y respuestas. Nadie desconoce el episodio, pero el juicio es una buena oportunidad para reencontrarnos con ese momento político. Las diferentes manifestaciones del poder opresor están pendientes de ser leídas con una dimensión política un poco más amplia. Es un esfuerzo que implica un profundo conocimiento de la historia poder leer esos episodios en el contexto en que sucedieron. La historia siempre se escribe de manera sesgada. El episodio de la Contraofensiva es interesante porque es nada menos que la historia de Montoneros, una de las organizaciones armadas más emblemática del mundo dentro de la coyuntura de los ’70. Es interesante para que produzca lecturas, re lecturas y análisis”, reconoció Sosti. Juzgar, pero no por centro clandestino Para la fiscal, la particularidad de este juicio es que no gira en torno a crímenes de lesa humanidad cometidos en un centro clandestino específico sino que se centra en el aparato de inteligencia responsable de estos delitos incluso los perpetrados fuera del país, llevando la represión estatal por fuera de los límites de la Argentina: “Los agentes del Estado que van a ser juzgados son todos los que intervinieron en la estructura de inteligencia. En general, estamos acostumbrados a los juicios de lesa humanidad anclados en un centro clandestino. En realidad, la represión fue armada por un diseño y una estructura de inteligencia que superó la instancia de ese centro clandestino. En este caso particular, se abre una dimensión mucho más increíble y siniestra -y nos hace pensar en la inteligencia de hoy en día-, porque la inteligencia atravesó la frontera. Invadió la soberanía de Perú, de Bolivia, de Brasil y de España. Insisto en que supera los límites del centro clandestino. Es un desafío el de poder dar cuenta de cómo la planificación estuvo armada desde ese lugar, por los distintos destacamentos de inteligencia. La represión más global fue la del Cóndor. Esta causa lo que va a hacer es abrir esa perspectiva a una más amplia”, vaticinó.Víctor Basterra intervino durante el relato de Sosti y aportó, como siempre, datos valiosos a la hora de reconstruir vivencias y reconocer protagonistas de aquella brutal represión. Si bien no pertenecía a esa organización Basterra dice que cayó porque la represión se intensificó: “Yo era un activista gremial, no pertenecía a Montoneros. Me chuparon en la época de la primera contraofensiva, en el ’79. Viví parte de los ’80 haciendo tareas de mano de obra esclava viendo como los tipos hacían desastres y trasladaban compañeras y compañeros desde Campo de Mayo a la ESMA, y de la ESMA a Campo de Mayo. Con una compañera, Alcira Machi de Duarte, hablamos durante un descuido del guardia. Yo le fui a llevar un vaso de gaseosa. La tenían escondida en una piecita. Me contó que la habían llevado a Campo de Mayo y había visto a 50 compañeros, entre ellos a Petrus. Después me enteré de que Petrus era (Horacio Domingo) Campiglia, el compañero de Pilar Calveiro”, rememoró Basterra.Después de escuchar a Víctor, Sosti se refirió a los y las sobrevivientes como “gente que amó la vida y soñó con un mundo mejor” y sostuvo que su papel a la hora de dar testimonios “es de un valor que no podemos dejar de destacar. Es fundamental la tarea de los sobrevivientes para reclamar la memoria. Sin eso nunca vamos a ser libres”.La fiscal hizo referencia a quiénes serán los imputados de este nuevo juicio y su rol durante el genocidio: “Fueron funcionarios del Estado. El Estado, puesto a disposición de ciertos sectores de poder. Son inconstruibles estos duelos horribles que destruyen y machacan la carne sin ningún reparo. El Estado, hoy en día, está sacando personal policial con un nivel de violencia inusitado. Lo que pasó en los ’70 no pasó solo en los ’70. Es parte de una dinámica histórica que hay que tener muy presente. No para quedarse anclado en el relato de la tortura. La tortura tiene una función. No hay manera más efectiva de dominar que induciendo dolor. En todo esto tenemos que estar muy atentos”, avisó Sosti.Este nuevo proceso que juzgará los delitos de lesa humanidad cometidos durante la Contraofensiva Montonera iba a comenzar el martes 26 de marzo; sin embargo, la justicia lo aplazó hasta el 9 de abril. Las audiencias serán una vez por semana y se estima que podría durar un año. El Tribunal de San Martín será el mismo que actualmente está juzgando el crimen de José Díaz en la represión de La Tablada, aunque con otra composición. La Retaguardia participará de El Diario del Juicio, que se podrá visitar en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com  DESCARGAR *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com