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Julio Hang


El testimonio del General Julio Alberto Conrado Hang era una gran apuesta de las defensas. Sin embargo, terminó en un cruce con la jueza Morgese Martín, quién lo interrogó para saber cuánto conocía de las torturas, las desapariciones y los centros clandestinos de detención. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Paulo Giacobbe💻 Edición  👉 Martina Noailles/Fernando Tebele 💻 Colaboración en textos 👉 Valentina Maccarone/Braulio Domínguez📷 Fotos 👉  Capturas de pantalla Frente a una teleconferencia hay quienes no saben en qué lugar de la casa sentarse, descuidan el fondo que la imagen captará y salen con ropa de entrecasa. En cambio, hay otras personas muy cuidadosas con esos detalles. El General de división retirado Julio Hang integra este último grupo. De saco e impecable nudo de corbata, combinando el rojo y el azul, se presenta como testigo de las defensas en el juicio que investiga los crímenes de la represión a la Contraofensiva de Montoneros. A la espalda de Hang, se puede ver una prolija biblioteca nutrida, donde se adivina algún premio o condecoración, motivo de orgullo del testigo experto en la reglamentación castrense. Pese a su esmero, Hang olvida tener su documento a mano para que el tribunal pueda constatar su identidad. Ese pequeño descuido, de haber ocurrido durante los años de Terrorismo de Estado, le podría haber costado la vida.  “Pasé a retiro en diciembre de 2003. Realicé durante la carrera todos los cursos que son obligatorios, en particular soy Oficial del Estado Mayor del Ejército argentino. Soy también Oficial del Estado Mayor del Estado Mayor Conjunto argentino”, explica Julio Hang sobre su vasta formación, que incluye haber realizado cursos de la OEA y en Estados Unidos. Según sus palabras, durante la guerra de Malvinas estuvo en Planeamiento y operaciones del Teatro de Operaciones Sur, en Comodoro Rivadavia. Entre otros destinos, fue  a Bolivia como profesor del Colegio Militar. Fue edecán del presidente Raúl Alfonsín y jefe de la Casa Militar del presidente De La Rúa. En el medio fue heredero militar en Estados Unidos. “Mi último cargo fue Comandante del Tercer Cuerpo de Ejército en Córdoba”, dice Hang, quien actualmente es profesor de Posgrado de la UBA y en la Universidad del Salvador. Su declaración fue bastante técnica, pero existieron algunos pasajes por fuera de esa línea.  En Bolivia, entre los años ‘83 y ‘84, conoció a Jorge Apa, el único imputado de este juicio que ya fue condenado a prisión perpetua por el crimen de Ana María Martínez, militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Trabajaron juntos. En cambio, a Cinto Courtaux lo conocía desde la Escuela Militar pero nunca hablaron de la lucha contra la subversión porque hablaban de otras cosas. De la Contraofensiva de Montoneros escucho hablar más en los medios de comunicación de los últimos tiempos que en esa época. Sobre los centros clandestinos de tortura y exterminio, mencionados por el Ejército como lugar de reunión para detenidos subversivos, apenas escuchó que existían.  —¿Nos podría contar, contarle al tribunal, qué escuchó, dónde estaban ubicados? —pregunta el abogado querellante Pablo Llonto. —No, dónde estaban ubicados no tengo idea. Pero sí que escuché que aquellos que eran detenidos en acciones subversivas, iban dete… —titubea unos segundos Hang hasta que remonta— iban reunidos, iban a lugares de reunión de detenidos —contesta sin poder precisar quién se lo contó por no recordarlo. “Pero era vox populi, digamos, no era una cosa oculta. Era conocido en el Ejército que en los lugares donde se llevaba al personal que era detenido en operaciones de lucha contra la subversión era un lugar de reunión”, sostiene el militar retirado que no pudo brindar ninguna información de la ubicación de ninguno de esos lugares: “Supongo que la ubicación estaría más bien bajo control de los comandantes de zona, y consecuentemente ellos podrían haber sabido esa información”. Sin siquiera “tener idea” si esa información llegaba a la jefatura 2 de Inteligencia.  Mejor no saber “Era lugar de detención. Es decir allí eran enviados para ser, estar, permanecer detenidos”, amplía el testigo de la defensa sobre el significado de “lugares de reunión”.    ¿Sabe si había algún registro sobre hora, día en que eran detenidos? —le pregunta la jueza María Claudia Morgese Martín.  —Si había registro, alguien lo debía hacer. Yo no tengo idea. Nunca estuve en un lugar, no sé cómo era el funcionamiento… —se defiende Hang, y aclara que tampoco nunca, ningún compañero, le habló de eso. Ignorando además si existía un límite de tiempo para las detenciones o si la justicia era informada.  —¿Sabe qué cargo, o en cabeza de qué personas estaba a cargo la detención específicamente, y en medio de qué circunstancias se realizaban las detenciones? —quiere saber la jueza. —Entiendo que eran múltiples y diversas —contesta Hang —Eso sí, ¿pero modos? —No.  —¿No sabe modos ni cuántas personas iban? —No. —¿Nunca se enteró a posteriori ya con los libros de hoy? —A posteriori supe que hubo operaciones que se realizaron en diversos lugares y que el resultado de eso fue la detención de determinadas personas… pero no… no… —Eso es genérico, y es un esquema y lo conoce cualquiera. Usted, con su cargo, su profesión y su experiencia, ¿Sabe por algún comentario cómo eran las detenciones, en qué circunstancias se hacían y cómo eran trasladados los detenidos? ¿En qué condiciones físicas eran trasladados los detenidos? ¿Si esposados, encapuchados, atados o alguna otra situación, si es que lo sabe y si es que esto fue así? —No lo sé… Hang afirma que eran temas reservados: “Era cuestión reservada a aquellos que tenían responsabilidades ejecutivas. Es decir yo nunca lo hice, ni lo vi hacer, ni lo ordené hacer. Con lo cual no tengo idea exacta de cómo podía ser”. Finalmente admite que con algún compañero había hablado de manera coloquial sobre el tema: “Alguna vez escuché a alguien que decía que habían hecho una operación y alguno de los resultados de la operación era que había gente que había ido a parar a un lugar de detención, pero no sé ni quiénes eran, ni