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Lucas Scavino


En un nuevo aniversario de la desaparición seguida de muerte del joven de 16 años de Lomas del Mirador, se realizaron este fin de semana varias actividades para recordarlo, denunciar la impunidad y exigir verdad y justicia. El sábado por la noche La Colectiva Radio proyecto la película “¿Quién mató a mi hermano?” en una plaza. Este domingo, se llevó adelante la habitual marcha en el barrio de La Matanza donde todavía vive parte de la familia de Luciano. Las voces de Vanesa Orieta, su hermana, y Mónica Alegre, su mamá, protagonizaron la intensa jornada transmitida en vivo por medios populares. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner 📷 Foto de portada: Bárbara Barros/La Retaguardia 📺 Cobertura en la marcha: María Eugenia Otero/Fernando Tebele (La Retaguardia junto a Radio Zona Libre/Antena Negra TV/FM La Tribu/Posdata/Radio Sur) La luz todavía cae desde el cielo. La Plazoleta Raymundo Gleyzer del barrio de la Paternal se ha convertido en un pequeño cine. Una pantalla cuadrada irradia su propia luz. Son las primeras imágenes de ¿Quién mató a mi hermano?, la película con la que Ana Fraile y Lucas Scavino dieron cuenta de la vida y muerte de Luciano Arruga, historia tan tenebrosa como real, tan amarga y triste como la penosa costumbre social que tenemos que asumir socialmente de una buena vez: cada tanto, en el país del genocidio reciente, de la dictadura desaparecedora, las fuerzas de seguridad continúan utilizando esa metodología para desaparecer personas. Es el mismo país. Aunque sea en escala menor a la de aquellos años, la desaparición forzada sigue ahí, no se va. Una vecina camina en rol paseando al perro. Se sorprende por lo que ve: gente parada formando un semicírculo. Personas sentadas en el banco de la plaza que mejor se ubica ante la pantalla. Otras en las sillas apilables dispuestas para la ocasión. Mientras su mascota juguetea con otro animal, la señora mira. Difícil saber qué piensa. Amaga irse. Vuelve. Finalmente se va. Después de los 89 minutos de cine, las compañeras y compañeros de La Colectiva, que organizaron la jornada, mezclan alguna lágrima por lo que acaban de ver, con sonrisas satisfechas por la actividad. La radio comunitaria, que sale al aire desde un local a la calle en San Martín y Donato Álvarez, apenas a una cuadra de allí, es una de las que ha acompañado sostenidamente a la familia de Luciano. Faltan apenas horas para la marcha del domingo. Son 13 años sin Luciano Arruga. Se puede esperar una noche más por la verdad, que tampoco llegará mañana, pero nos quedará más cerca de tanto grito. *** Los bombos golpean recuperando en muchos oídos un sonido que había permanecido durante la pandemia encerrado entre los recuerdos. Estamos en la esquina de General Paz y Mosconi, en Lomas del Mirador. “La Matanza Avanza”, dice un cartel por allí. Atrapa la cana, podría ser una buena respuesta tan cacofónica como real. Esa esquina se transforma, por unos instantes, en un gran encuentro de personas perdidas. Abrazos cuidados, duraderos, con barbijos en general, reflejan la necesidad de verse en algunos casos después de casi dos años. El calor agobiante de otros eneros se tornó piadoso esta vez. Minutos después de las 18 estamos arrancando. Se sabe que es el comienzo porque Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, toma el micrófono para anunciarlo. Puede suponerse que solo hará ese anuncio, pero no. Comenzamos a caminar por Mosconi hacia la Villa 12 de octubre, donde creció Luciano hasta cuando lo dejaron; todavía vive allí parte de su familia. Detrás, cada vez más lejos, va quedando el otro lado de la General Paz. Es Mataderos, pero una zona tan cheta que ya merece ser llamada Mataderos Hollywood. Se aleja en la medida que se acerca el barrio popular.  Vanesa tiene una remera de Tehuel de la Torre, el joven trans de San Vicente desaparecido desde el año pasado en Alejandro Korn, todo en la Provincia de Buenos Aires. Le ha impactado mucho a Vane la desaparición de Tehuel. Como la de Facundo Astudillo Castro. Como cada una. Aunque las ocurridas en la Provincia le pegan peor, porque tienen el mismo sello que la de Luciano. ¡Hola maldita Bonaerense! Pide por Tehuel, grita. Pedirá, gritará varias veces más. “Lo queremos con vida”, dirá en el cierre desde el escenario. Vanesa va caminando a la par del camión/escenario. A veces mira hacia la manifestación que la sigue, de más de seis cuadras. También mira para el barrio, camina para adelante y para atrás. Cada tanto mira a vecinos y vecinas que se asoman en sus balcones o ventanas. Siempre le habla al vecindario. Interpela a ese barrio que dio pie a que se abriera el destacamento policial desde el que hostigaron hasta el final a Luciano. Lo pusieron en funcionamiento después de dos asesinatos semifaranduleros: el florista de Susana Giménez y el entrenador de Guillermo Cóppola fueron asesinados en intentos de robos. El destacamento de la calle Indart 106 se constituyó en un delineador de límites para los pibes de las villas de la zona. Sobre todo de la 12 de Octubre y la Santos Vega. Ya sabemos cómo terminó, aunque no sepamos aún exactamente cómo. Pero el 31 de enero de 2009 Luciano desapareció. De eso no hay dudas. Y tuvieron que pasar 5 años y 8 meses para que su familia lo hallara enterrado como NN en el Cementerio municipal porteño en Chacarita, después de haber pasado por el Hospital Santojanni —tras haber sido atropellado involuntariamente por un automovilista en la Gral Paz— y por la morgue judicial. Todo como NN, en una maniobra de ocultamiento que extiende las responsabilidades ya no solo a La Bonaerense, sino también a la Policía Federal y a una gruesa trama administrativa de la Ciudad de Buenos Aires.  Todo eso vuelve a contar Vanesa a cada paso. Hasta que se acerca su mamá, Mónica Alegre. La abraza. Caminan juntas. Es probablemente la imagen de la jornada. Ambas entrando al

Este 31 de enero se cumple un nuevo aniversario de la ausencia siempre presente de Luciano Nahuel Arruga, el joven de Lomas del Mirador que fue desaparecido y asesinado en 2009. Hablar de Luciano es hablar de una problemática latente; de hace 13 años, de la dictadura y de hoy. Vanesa Orieta, su hermana, recorrió la lucha, desde la impunidad hasta los logros. Como cada vez, interpeló a la justicia, al poder político y a los medios de comunicación tradicionales. Diferenció la violencia institucional que se sufre todos los días en los sectores empobrecidos, de la represión estatal que tiene como protagonista a las fuerzas de seguridad y a los y las jóvenes como sujetos de persecución. El domingo habrá una marcha. Hoy se proyectará la peli ¿Quién mató a mi hermano? en una plaza de Paternal. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner/Marly Contreras/Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia —Venimos charlando en las previas de los 31 de enero desde hace muchos años y pensábamos: ¿cómo no repetirnos? Y la primera pregunta que se nos ocurre todos los años al comenzar es ¿qué sensaciones tenés hoy acerca de la cercanía de un nuevo aniversario de Luciano? Y tu respuesta no necesariamente es siempre la misma, porque obviamente con el transcurrir del tiempo te van pasando diferentes cosas.  —Sí, y en esta oportunidad, y habiendo tenido muchos años para poder pensar y analizar todo lo que fue sucediendo, hay mucha historia en 13 años. Hay muchas vivencias. Por un lado, creo que la conclusión sigue siendo la misma: que la impunidad nos va deteriorando no solamente a los familiares de Luciano, sino también a todos los miembros de las familias que son tocadas por esta problemática. Nuestro físico, nuestra psiquis, nuestras emociones van atravesando por lugares diferentes que terminan generando un daño con el correr del tiempo. Y esto tiene que ver con la impunidad, con la falta de justicia y al mismo tiempo, en mi caso y en el caso de este grupo de familiares y amigues, también pensar la justicia a 13 años es algo muy difícil de pensar y de exigir. ¿A quién le exigimos justicia? Si, en definitiva, a quienes estamos denunciando por el largo proceso de impunidad es a la justicia. Estamos llevando a un jury de enjuiciamiento a tres funcionarios del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires por haber delegado la investigación en la Policía denunciada (La Bonaerense) y por haber investigado a la familia durante un año y seis meses. Entonces, ¿qué justicia pedimos, a quién le exigimos esa justicia, qué tenemos para pelear en el ámbito del Poder Judicial? Y bueno, eso también genera un montón de sentimientos y contradicciones. Sí, nos lleva a hacer mucho balance, creo que a todas las personas que nos organizamos y luchamos. Y también la conclusión más feliz que se puede hacer es que la organización, la lucha y poder salir del estado de aislamiento y de silenciamiento que nos quieren imponer, es la forma más saludable de poder resignificar tanto dolor.  —En este sentido, de esta justicia y de esta constante impunidad de hace tantos años recordamos que la única justicia parcial que tuvieron, que tuvo Luciano, fue por la condena por torturas a Diego Torales, y por un hecho ocurrido unos meses antes del episodio de la desaparición. Y en este caso no es solamente la familia, amigos, amigas de Luciano quienes esperan justicia, sino que hay tantísimos casos que se repiten y que todos los días se asesinan pibes.  —Sí, antes mencionaba lo que nos generaban 13 años, el proceso de impunidad y una de las principales situaciones que los familiares nos empeñamos en visibilizar, es que se entienda que en la medida en que las causas no llegan a la verdad y por lo tanto no se puede condenar a los responsables materiales, políticos y judiciales de estos hechos, lo que se va generando es un proceso de repetición de estos crímenes horrorosos. En ese sentido, el rol de la justicia es criminal. También pensar que no se da esa independencia que se necesitaría en el ámbito del Poder Judicial para poder llegar a estos procesos de verdad y de justicia, y que cuando se trata de crímenes que comprometen las responsabilidades del Estado, ahí se presenta una asociación bien clara entre el Poder Judicial, el poder político y el poder mediático. Y la verdad que las familias tenemos que enfrentar a todo el aparato estatal que quiere todo lo contrario a lo que nosotros venimos insistiendo a través de la organización y la lucha, que es visibilizar estas cuestiones, sensibilizar, y por lo tanto poder cambiar la “normalidad” de lo que sucede, que es que tantos casos queden en la impunidad, sino todo lo contrario, que se empiecen a generar casos que puedan dar cuenta de esto, de que se llega al meollo del asunto, de que se condena tanto a las responsabilidades materiales como políticas y judiciales y que es un claro indicador de que realmente se está empezando a generar condenas que intenten torcer el rumbo de lo que hasta ahora vemos como resultado, que son muchos años de organización y de lucha en medio de procesos de impunidad, pero que aparte da lugar a que la familia la pasemos muy mal. Porque no es que en esos largos años que sucede nada, suceden un montón de cosas. Familias que se ven amenazadas. Nosotros mismos hemos sido amenazados, perseguidos, hemos pasado por situaciones muy dolorosas, muy violentas. Bueno, esto pasa con el resto de las familias también. Es esta justicia a cuentagotas de la que estás hablando. ¿Cómo puede ser que en una situación clara de tortura sufrida por un joven de 16 años, solamente haya un solo responsable condenado? Cuando todos los que testificaron y estuvieron presentes ese día pudieron dar cuenta de que estaban ubicados en ese tiempo,

¿Quién mató a mi hermano?, la película de Ana Fraile y Lucas Scavino sobre la desaparición forzada y asesinato de Luciano Arruga y la construcción de Familiares y Amigos, ganó el primer premio en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires. En el programa Enredando las Mañanas dialogamos con Ana Fraile desde Alemania, donde vive temporalmente. (Por RNMA)La co-directora de ¿Quién mató a mi hermano? explicó que el Festival Internacional de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires es “el más importante que tenemos en Argentina y para nosotros era como el lugar natural para mostrar la película, es muy emocionante” y aseguró que “las películas que se mostraron fueron muy buenas”.Fraile contó que Scavino, el co-director, le expresó: “Julio Santucho, que es el creador de este festival que ya tiene 18 años, le dijo que estaban a disposición, porque ellos tienen una muestra ambulante durante el año, así que espero que podamos coordinar bien para que cada vez que la película se mueva, tanto en el circuito comercial como en eventos que nosotros creemos, pueda ser acompañada por este festival también, así que hay como mucho recorrido para adelante”.Ana Fraile no estuvo en la entrega de premios, porque vive temporalmente en Nüremberg, pero relató lo que Scavino le contó: “se empiezan a entregar los premios, primero fue el del público, las menciones y demás, y el último fue el de ¿Quién mató a mi hermano?. Lo que me dijo, que a mí me pareció que es parte de lo que nos pasó a nosotros dos como equipo, es: ‘mirá, yo siempre escuché a Vanesa, escuché a Mónica, la vimos en el archivo a Norita diciendo <<Luciano Arruga presente>> y sabés que esta vez me salió decirlo’, entonces por primera vez lo dijo, le salió, y todo el cine o la gente que estaba ahí en la ceremonia gritó con él, entonces para mí fue como la frutilla del postre porque es parte de lo que sentimos con Lucas en todo este proceso”. En ese punto, destacó que La Retaguardia, desde donde se hizo ese día el Enredando las Mañanas, participó: “no es que participó, en una parte. Nosotros empezamos a hacer un recorrido tímido, lento y con cierta distancia, y habernos encontrado con ustedes hizo que se hiciera como un puente y que pudiéramos unir las experiencias de cada uno y crear un equipo que creo que a este documental le hizo muy bien, y parte de lo que tiene es eso. Entonces para mí es muy importante y fundamental que quienes hacemos documentales podamos acercarnos a investigadores periodísticos, sobre todo de medios alternativos, para poder trabajar en conjunto. Creo que este proyecto muestra la fuerza que tiene cuando los documentalistas nos unimos a periodistas investigadores de medios alternativos, no de medios masivos y oficiales”.Desde el Enredando, le pedimos a Fraile que simulara el discurso que hubiera dado en la premiación, entonces dijo: “dedicaría el premio a Luciano, a Vanesa, a Mónica y a todo el grupo de Familiares y Amigos. Y a ustedes, y diría lo que le dije a Lucas desde el inicio: que me parece que hacen falta 30.000 más, que esta película y la forma que tuvimos de hacerla solamente fue una corroboración de la importancia de contar la vida, no solo de quienes fueron víctimas de desaparición forzada, sino de la lucha de las familias, de los amigos y del entorno por descubrir qué sucedió, entonces este sería como nuestro aporte a la memoria de Luciano”.Acerca de futuras proyecciones, aclaró: “Lo que estamos planeando es poder estrenar a fines de septiembre, principios de octubre, y lo que nos gustaría es poder trabajar en conjunto el estreno en los cines con las organizaciones y los barrios, porque estaría buenísimo que podamos llenar las salas y que todos puedan ir a ver la película al cine, y para eso vamos a tener que juntar recursos para poder hacerlo, entonces estamos trabajando en ese sentido. Después de que sea ese recorrido en los cines vamos a poder llevar el documental a todos los lugares que queramos”. Y contó que: “nos seleccionaron en una escuela de cine y DDHH en Venecia, y esa selección es justamente para desarrollar ese proyecto, para poder encontrar financiamiento y fondos para poder bancar una movida así de poder mostrar la película en todos los lugares que nosotros queramos y no solo en los que podamos”.Consultada acerca de por qué no aparece mencionado Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires cuando desapareció Luciano Arruga, Ana Fraile respondió que “no lo nombramos, como no nombramos a ninguno de ellos, porque en realidad decidimos nombrar a quienes llevaron adelante una lucha, una búsqueda y una pelea que nos parece que es lo que hay que poner en relieve. Todo lo demás no mencionamos a ninguno, decidimos hacer el camino de poder sensibilizar a partir de la búsqueda de verdad. Tenemos claro quiénes son esas personas y lo único que tienen que hacer es ir presos por ser responsables de crímenes, y no solo de uno, lo tuvimos claro desde el inicio”.Si hay algo que está latente en la película todo el tiempo es que el caso de Luciano Arruga no es un caso aislado, sino que es parte de una problemática. Es notorio que tampoco es cuestión de un gobierno en particular y es evidente es que las fuerzas de seguridad del Estado tienen estas prácticas.“Era tanta la cantidad de gente involucrada a lo largo de todos estos años que la decisión justamente fue mostrar la lucha que lleva adelante Familiares y Amigos en contra del Estado, de la forma que sea, nos pareció que ahí estaba el corazón de la historia”, finalizó la directora. DESCARGAR

Ana Fraile, co-directora de ¿Quién mató a mi hermano?, la película sobre la desaparición seguida de muerte de Luciano Arruga, recibió la mención especial en la competencia Derechos Humanos del BAFICI.  En charla con Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero en el programa radial La Retaguardia, Fraile compartió lo que significó el estreno del documental en el marco del festival y los objetivos que alcanzó la película. (Por La Retaguardia) Foto: Ana Fraile habla ante la atenta mirada de Vanesa Orieta la noche del estreno en el BAFICI. (Captura de video)Es de madrugada en Nûremberg, Alemania. Son casi las dos de la mañana. Ana Fraile está del otro lado del teléfono y del mundo. Su segunda película, ¿Quién mató a mi hermano?, esta vez en codirección junto a Lucas Scavino, ha pasado por el BAFICI haciendo bastante ruido. Se llevó la Mención Especial del jurado en la sección de Derechos Humanos del festival. Una suerte de segundo premio entre las diez competidoras. Tres funciones a sala llena y mucha curiosidad por ver cómo habían conseguido contar una historia tan dramática como la de Luciano Arruga, un joven desparecido a manos de la policía, con cuidado y parados en un lugar claro: al lado de la familia. Con tono bajo para no despertar a sus hijos/as, Fraile se conecta con la charla y con la obra que tantos años de realización le llevó. —La Retaguardia: ¿Qué sensaciones te dejó el estreno de la película? —Ana Fraile: A la mañana del domingo hubo una proyección de prensa. Uno de los periodistas se acercó muy interesado. Los chicos que estaban organizando las proyecciones del BAFICI se metieron a ver la película. Era la primera vez que con Lucas (Scavino) la veíamos en una pantalla grande. Fue bastante movilizante. —LR: La conmoción que generó la película se sintió también en las dos funciones posteriores. —AF: También hubo como una suerte de satisfacción. Con Eugenia (Otero) y con vos (Fernando Tebele) trabajamos juntos en la película. Verla proyectada e ir recolectando los momentos que pasaron fue muy importante. Era como poder cerrar una parte de todo el ciclo que tiene una película. Hacer una película cuesta un montón. Sobre este tema fue bastante costoso también desde lo emocional. Tenerla terminada ahí me parecía algo emotivo. Viajé ese día solo para estar ahí. Al otro día me volví (a Nûremberg, Alemania, donde vive temporariamente). No quería perderme esa sensación de satisfacción por algo logrado.—LR: ¿Qué tanta carga llevaban ustedes antes del estreno de la película? —AF: Es un proceso. No sé si es ese día o el último, cuando ya sabemos que la vamos a terminar. Es como una sensación de vértigo. Yo trabajé mucho el tema de los subtítulos. Cada vez que la vi me emocioné, pero no sabía si mi emoción era porque era yo o porque la película funcionaba como estructura. Es un tema muy complicado de tratar. Lo que elegimos contar también era muy difícil: salirse un poco de ciertos formatos y ciertas formas de mostrar la vulnerabilidad o la pobreza y al mismo tiempo ponerse en un lugar donde se podía mostrar la lucha de Familiares y Amigos de Luciano Arruga durante un montón de años. Todo sin perder de vista que estaba Luciano, había un caso de desaparición forzada que también teníamos que contar. Fue un desafío, pero fue un proceso bastante colectivo. Todo el proceso de pensar la estructura fue un ida y vuelta muy dialéctico con ustedes (en la investigación periodística), entre Lucas y yo, y también escuchando mucho al grupo de Familiares y Amigos cada vez que interactuábamos. Eso nos fue ayudando a buscarle la vuelta a cómo contarlo” —LR: ¿Cómo manejaron el tema de mostrar sin dar golpes bajos en la película? —AF: Lo hablamos un montón de veces. A mí me atormentaba el tema de la no revictimización ytener mucho cuidado en proteger todo lo que sea Luciano y también el grupo de Familiares y Amigos. Es un golpe bajo en el sentido que es una cachetada a la historia. Ese es el golpe que uno tiene que recibir. Cada vez que íbamos aprendiendo más cosas sobre el caso, eran cada vez peores. Cualquier cosa que uno dijera no era suficiente. A mí los golpes bajos no me gustan. Me parece que no es la manera de tratar a las personas que están mirando la película. Sí buscar la manera para que después de mirar la película sintieran algún tipo de conmoción. En un momento lo que queríamos hacer es que se prendiera la luz a la mitad de la película, que es cuando aparece la cara de Luciano. Después todo se pone blanco. Fue la forma que encontramos de hacer eso. Queríamos que todos se vieran la cara y se cortara un poco eso de la negrura del cine para verse y ver al que está al lado. Nos parecía importante que el cine estuviera iluminado en ese momento para que uno se pueda reconocer. Nos pasaba más por ahí, no tanto por el golpe bajo o por contar alguna atrocidad. Las atrocidades que se pueden contar son tan atroces que no tiene sentido contarlas de esa manera para movilizar al otro. La idea con la película era poder contar una historia para contagiar todo eso que tiene Familiares y Amigos y poder trasladarlo a tu propia vida. —LR: ¿Tenés esperanzas de que la película pueda mover un poco la causa de Luciano? —AF: Las causas, el juez o el sistema judicial pueden llegar a recibir cierta presión por lo que sucede en los medios de comunicación. Pero no lo sé, estoy muy descreída de todo eso. Lo que sí puede llegar a recibir un empuje es al trabajo que se puede hacer con todos los familiares de desaparecidos en democracia y familiares de asesinados. Me parece que es una herramienta para cambiar y ayudar en todo el trabajo que se pueda hacer con jóvenes y con familiares. A nivel de la causa no sé.