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Luciana Milberg


La fiscal Gabriela Sosti continúa con su alegato. En la segunda jornada, volvió a reafirmar que pedirá declarar cumpables a los seis imputados por todos los casos repasados hasta aquí. En otra extensa jornada, con extraordinaria precisión y prolijidad, la fiscal dejó en claro entre los testimonios y los documentos que obran en la causa, alcanza para solicitar condenas. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ☝ Gabriela Sosti remarca cada palabra con una entonación particular. En un ir y venir entre testimonios escuchados en el juicio y documentos probatorios que sostienen la causa judicial, las imágenes acompañan el relato. Con sus anteojos grandes que ocupan casi la mitad del rostro observa el pasado con precisión. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ De izquierda a derecha: Luciana Milberg, sobrina de Raúl Milberg; Susana Brardinelli, sobreviviente y esposa e Armando Croatto; Daniel Cabezas, sobreviviente; Florencia Tajes Albani, hermana de Daniel Crosta; y Virginia Croatto, hija de Armando y Susana, asistieron a la audiencia, respetando las distancias físicas, pero a la vez con todo lo que implica regresar a la presencialidad, aunque sea acotada. En el fondo asoma Luis Picoli, primo de Carlos Piccoli. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En esta segunda parte del alegato, casi al comienzo, Sosti atraviesa con su relato las historias de Armando Croatto (en la foto de la pantalla) y Horacio Mendizábal, quienes cayeron en el mismo operativo en un supermarcado de Munro. Mostró documentos de inteligencia. “Con el numero 4 y 5 del listado de bajas lo mencionan como Petete, Mayor, Primer Secretario de la Rama Sindical. En el informe del GT2 CRI del 15 de octubre 79 anotaron su asesinato. La función de Armando Croatto era netamente política. Desde el exterior denunció las violaciones a los derechos humanos en organizaciones internacionales de trabajadores. Conocemos el legajo del Jefe de la SOE del Departamento de Inteligencia de IIMM el Mayor Eduardo Francisco Stigliano de donde surge con claridad que el operativo de secuestro y asesinato de Croatto y Mendizábal, partió de Campo de Mayo a cargo de la patota del SOE, y sin dudas de las unidades de inteligencia, fueron hasta del 601”,  “La determinación de ese blanco estaba indicada en la orden 604/79. Y su cumplimiento, que incluyó el aniquilamiento de Armando, fue volcada como análisis final en el informe elaborado por la Jefatura II donde hacia sus análisis Apa, para que los rubrique Alberto Valin”, señala. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Entre el público estaba Susana Brardinelli, la esposa de Croatto. Con la foto de Armando en el pecho, más dos rosas rojas, clavadas en sus ropas, escuchó una vez más el relato de cómo lo asesinaron. “Ese día Susana Brardinelli desesperada se cargó sus hijos al hombro y ‘levantó la casa’. El tiempo de llegada de su compañero estaba superado. Debían resguardarse. Susana no sabía aún que habían asesinado a su marido y la atormentaba la idea de que sus hijos fueran usados para arráncale información a Armando. Porque esa también era una práctica de la Inteligencia para sacar información. Para explotar sus fuentes. Torturar a los hijos para que hablen sus padres. No tenían límites”, narró la fiscal. “El 21 de setiembre de 1979 después de una odisea Susana logró salir de la Argentina, con sus hijos”, finalizó sobre el caso. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En otro documento desclasificado, se desprende que “Viola se jactaba ante el embajador norteamericano Castro, de que Croatto y Mendizábal habían sido eliminados con su autorización, y le garantizaba que otros van a recibir el mismo tratamiento. Y cumplió. Esta es la prueba determinante de que los mataron a todos después de tenerlos cautivos en Campo de Mayo. Viola lo dijo”, asevera con tono firme la fiscal. “Los militares argentinos informándole a la embajada que guardó durante años bajo 7 llaves esta y mucha otra información que en cuentagotas y tardíamente va saliendo a la luz”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ “El 26 de junio del 2019 Martín fue la memoria de su familia diezmada. Su relato, como el de Benjamín Ávila, es un reflejo de cómo el genocidio atravesó las historias familiares y las clases sociales”, dice Sosti. “Horacio Mendizábal fue miembro de la Conducción Nacional y Comandante Montonero. Y en estos años fue asignado como Secretario de Agitación, Prensa, Propaganda y Adoctrinamiento. Entró a la Argentina como responsable de las tareas de agitación. Fue en marzo de 1979 que se tomó la decisión del retorno. Así se lo anunció a Martín. Y lo consoló cuando su hijo lloró por temor a que lo maten”. En la sala, cierra los ojos Martín Mendizábal. No está dormido. Sostiene su cabeza con la mano entera y deja, seguramente, que sus recuerdos se vayan cruzando sin pedir permiso. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Ella es Adriana Lesgart. Fue secuestrada durante la visita de la Comisión Interamicana de Derechos Humanos, en septiembre de 1979, en la mismísima Av. de Mayo, donde miles de personas aguardaban para poder hacer sus denuncias. En la foto se la ve con su compañero, Héctor Eugenio Talbot Wright, secuestrado y asesinado en 1975.  📷 Gustavo Molfino/El Diaro del Juicio  ☝ “Como una muestra más de las operaciones de tortura psicológica sobre los familiares, para mantenerlos callados, para que no hagan reclamos, para que se queden esperando, fraguaban cartas en las que hacían decir a la persona secuestrada que estaba en el exterior que volvería pronto, que había abandonado la militancia y una sarta de patrañas, que -insisto- le obligaban a escribir de puño y letra desde el centro clandestino donde la tenían cautiva bajo tormentos. En el caso de Adriana (Lesgart), no solamente la forzaron a escribir esto, sino que mandaron estas cartas desde Brasil. Desde dos hoteles de Copacabana donde Adriana nunca estuvo. Esas dos cartas prueban que operaban desde Brasil, pero además demuestran que en diciembre del ‘79 aun la tenían en Campo de Mayo bajo tormentos”, dice Sosti mientras en la pantalla se lee la carta fraguada. 📷 Gustavo Molfino/El Diario

La primera declaración del día fue la de la abogada Luciana Milberg. Lo hizo por su tío, Raúl Milberg, uno de los militantes de la Contraofensiva que permanecen desaparecidos. Luciana ya participó en juicios de lesa humanidad, pero lo hizo desde otro lugar, como abogada querellante. (Por Fabiana Montenegro para El Diario del Juicio*) Foto de  portada: Luciana Milberg al finalizar su testimonio, con la foto de su tío y la rosa tejida. (Fabiana Montenegro/DDJ) “Raúl Milberg es el número 7 en las caídas de febrero de 1980”, cuenta su sobrina, Luciana, en una de las mañanas más frías de las audiencias que se llevan adelante por la causa Contraofensiva. Es la primera en declarar, y enseguida la sala se caldea cuando el defensor oficial, Lisandro Sevillano, intenta desestimar su testimonio: “Está alegando”, señala. —No le voy a hacer ninguna observación —responde el presidente  del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers—. Lo que le voy a contestar al caso es que usted bien lo sabe que todas las personas tienen una deformación profesional. Los abogados —dice en referencia a la profesión de Luciana Milberg, quien, entre otras causas, participó en el juicio por los crímenes cometidos en El Vesubio, como parte de la querella del CELS— tendemos a la reconstrucción a partir de documentos, y la señora lo primero que dijo fue que es abogada y que hizo una reconstrucción familiar a partir de documentos. No veo motivo alguno para llamar la atención. Usted dice “Yo no sé qué va a decir”. Yo tampoco. Hay que dejarla seguir.—Yo quiero aclarar —dice Milberg— que voy a centrarme en la reconstrucción que hice a través de estos documentos. Lamentablemente todos los integrantes de este grupo están desaparecidos. No tengo información personal. Es gracias a estos documentos que voy a comparecer en el caso de mi tío. Milberg lleva en su pecho la imagen de Raúl y la flor roja tejida a mano, como muchos de los que han testimoniado hasta ahora, aunque a veces le resulta difícil separarse de su rol de abogada. “Es llamativo la forma cómo funcionaba el circuito de la inteligencia –reflexionará más adelante en relación con uno de los documentos que involucra a Raúl en el atentado contra Guillermo Walter Klein, por entonces Secretario de Programación y Coordinación Económica del equipo de Alfredo Martínez de Hoz-.  Esto no lo vamos a saber porque no le ofrecieron un juicio ni a Raúl ni a los compañeros, como el que gozan los imputados. Pero he sabido a través de notas del juicio y demás, que hay una defensa que viene interrogando acerca de lo que los compañeros pudieron o no haber hecho; sé que el tribunal, la fiscalía o la defensa, le han hecho saber que no es algo que tenga que ver con el objeto procesal de esta causa. Pero no es que la defensa lo desconozca, hacen preguntas que no son inocentes, ni inocuas, preguntas que son lanzadas al aire sobre personas que no están acá para defenderse, tratando de reflotar la teoría de los dos demonios para justificar el accionar represivo. Yo no soy quién para juzgar la estrategia de la defensa, pero… —Está alegando —la interrumpe el juez, esta vez dándole la razón a Sevillano.—Como familiar quiero decirle al defensor que ojalá, daría cualquier cosa yo, y el resto de los familiares, porque ellos estuvieran en este momento siendo juzgados. Esto no es posible porque en lugar de ofrecerles un juicio, fueron secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos. No solo están los apodos en los documentos sino que está consignada la vida y obra de estas personas. En el caso de Raúl, la información que obtuve, a partir de comentarios de compañeros, sobre su militancia, en el documento de inteligencia está plasmada a la perfección,  no hay error. Es algo que solo pudieron obtener a partir de un interrogatorio directo a Raúl”, cuenta y solicita leer algunos párrafos: “NG (nombre de guerra) Ricardo y el teniente, NL (nombre legal)  Raúl Milberg. Funcionaba en el grupo TEI a asentarse en la zona 4. Fue detenido el  28 de febrero de 1980, a raíz de un procedimiento en una casa alquilada por miembros de la BDT (banda de delincuentes terroristas). Fue militante de la agrupación territorial de la JUP, zona oeste de Capital Federal. Salió del país en octubre del  ‘77 siendo subteniente. Queda vinculado a la Secretaría de la estructura militar en el exterior. Hace comunicaciones de la misma durante los atentados del Mundial 78 desde España. Es trasladado a México, vinculado a la Secretaría Técnica de la BDT. Pasa a hacer instrucción militar en el Líbano en abril ‘79 hasta mayo ‘79.  Ingresa al país con el grupo 1 TEI (Tropas Especiales de Infantería). Según se consigna acá, habría participado en el atentado contra Klein. Sale del país y regresa con el grado de teniente el 5 febrero del ’80. Fue secuestrado el 28 en una casa alquilada por la BDT Montoneros”. Operación guardamueblesEl 21 de febrero de 1980, tras el secuestro de Ángel Carbajal en el guardamuebles de la calle Malaver al 2800, en Olivos, se sucedieron otras caídas en cadena, como cartas de un naipe que se desploma: Julio César Genoud, Mariana Guangiroli y Verónica Cabilla, el 27; Ernesto Emilio Ferré,  Miriam Antonio y Raúl Milberg, el 28; Ricardo Marcos Zúcker, Marta Libenson y Matilde Rodríguez, el 29.—Estas operaciones en los guardamuebles —pregunta el Juez—, ¿eran habituales o fue en ese caso puntual?—No. La orden de operaciones de inteligencia del ejército explica que, a partir del hallazgo de un guardamuebles donde se encontraron armamentos, se dispuso la inspección de todos los guardamuebles existentes en las distintas jurisdicciones porque suponían que debía haber más. Y, justamente, es en el de Malaver, donde va Carbajal y la Inteligencia ya estaba. Milberg pudo saber más acerca de este episodio gracias a la investigación que realizó Ana María Ávalos, mamá de Verónica Cabilla.  Supo así, por las cartas que Verónica le enviaba a su madre, que Raúl se instaló con ella, Ángel Carbajal y su pareja Matilde Rodríguez, en una