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Luis Orlando Galvan


En una nueva audiencia frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de San Martín , declararon tres ex conscriptos: Luis Orlando Galván y Genaro Bernal, propuestos por la querella; y Mario Ramón Domínguez, convocado por la defensa. El testimonio de Bernal fue más contundente que el de Galván. Vio personas engrilladas bajando de camiones que habían llegado a la pista del aeródromo acompañados de un fuerte operativo. Los esperaba un avión con los motores encendidos. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur 📷 Foto de portada: Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia   Entre Marzo de 1978 y julio de 1979, Genaro Bernal dejó de ser Genaro Bernal a secas y se convirtió en “el soldado clase 59 Genaro Bernal”, tal como él se definió para ese periodo. “Hice el Servicio Militar (Obligatorio) en el Batallón 601 de Campo de Mayo”.  Genaro era parte de la compañía de Servicios y en la etapa de Instrucción, o sea en los primeros meses, hubo un evento que le llamó la atención. Durante una práctica nocturna, un suboficial le ordenó al pelotón que Bernal integraba que se tiraran cuerpo a tierra y no miraran nada. Estaban cercanos al camino que conduce al aeródromo.      Tirarse al suelo y no mirar “era una orden”. Pero contradecirla fue “producto de la curiosidad que todo el mundo tiene; ¿qué está pasando que uno no quiere que vea? Entonces uno mira y espía”, explicó Bernal su razonamiento esa noche. Por el rabillo del ojo vio una “caravana de vehículos: varios autos adelante, vehículos de carga en el medio, furgones, camionetas, algunos particulares, autos de policía” que se dirigían hacia la pista. Tiempo después, cumplida la Instrucción, le ocurrirá otra situación extraña, que sumada a la anterior le hará entender la dinámica de los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo.  Con el diario del lunes Dijo Genaro Bernal que en el aeródromo había cuatro puestos de guardia, que a la entrada del aeródromo había una barrera y a cincuenta metros estaba la torre de control. Y los hangares. En esa barrera que tenía puesto de control realizó una guardia nocturna normal hasta la llegada de un suboficial que le dio una orden atípica. En cualquier momento iba a llegar una caravana de vehículos. La iba a ver venir por la calle interna. “Una fila de luces que venía hacia el aeródromo”, relató Bernal. “Cuando viera esa caravana tenía que levantar la barrera, correrme unos diez, quince metros para el lado del campo y mirar en sentido opuesto”. Así, se repetía el método rústico para que los conscriptos no vieran lo que ocurría. La orden era que mirarann para otro lado. Por si hiciera falta, Bernal aclaró lo extraño del hecho: “Lo normal era levantar la barrera una vez que uno identifique quién iba a entrar. Era un sector interno de Campo de Mayo, no hay personal civil, ni nada por el estilo; siempre personal militar o afectado a la unidad”, aseguró. Como pasó antes, Bernal espió y vio la caravana de patrulleros, Falcón de civil y vehículos de carga tipo camiones que ingresaban al Batallón. “Minutos antes de la orden del suboficial se había puesto en marcha un avión. Y había un movimiento inusual”. Además, declaró que de la caravana bajó gente. Escuchó murmullos y quejidos. “En ese momento no tenía información, con la información de hoy uno sabe lo que pasó, en ese momento era raro”.  Los secuestrados Genaro Bernal dijo que daba la impresión de que estaban todos con grilletes. “Como bajaban uno atrás de otro y pegaditos, daba la impresión que estaban atados entre sí”.  Escuchaba quejidos Bernal, pero dice que todo en esa noche era muy borroso. Poca iluminación, campo. Se ubicaba a cincuenta metros de la torre de control del aeródromo.  “Uno se imagina… en ese momento una cosa muy confusa, hay que diferenciar lo que uno entiende hoy y lo que uno entiende en ese momento. En ese momento era todo confusión, porque uno no sabía. Sabía que algo raro había. Después con el diario del lunes uno dice: mirá… A mí me parece que estaban todos encadenados, todos atados y los que estaban más sanos, más enteros, ayudaban a los que estaban destrozados. Pero uno no lo vio, lo imagina, se lo puede imaginar ahora, pero en ese momento era muy confuso todo”, insistió. Bernal aclaró que a los 18 años no tenía mucha información y la poca que le llegaba no era muy acertada. Todos subversivos Como si se tratara de una historia de ciencia ficción de los 60, ya sea Usurpadores de cuerpos o Los Invasores, el ex conscripto Bernal, de la clase 59, recibió precisa educación en el cuartel.  —Los rumores eran que había muchos subversivos, pero era toda la información que uno recibía. Adentro más todavía. Subversivo podía ser cualquiera. Mi mamá, mi papá, mi hermano, mi tío, cualquiera podía ser subversivo. El abogado querellante Pablo Llonto le preguntó sobre ese tema y Bernal dijo que en la etapa inicial de su conscripción les bajaron una línea muy precisa sobre ese tema.  —Durante la Instrucción más que nada, los suboficiales  nos instruían como soldados. Una vez que es soldado preparado, instruido, en mi caso fui derivado a la compañía de Servicios. Durante la instrucción había una especie de bajada de línea donde nos advertían que había un movimiento subversivo muy fuerte en el país. Y donde cualquier persona podía ser subversivo y teníamos que tener cuidado de no hablar de más. De no decir lo que uno ve dentro del Batallón, de cómo es el Batallón, de quiénes están dentro del Batallón, de todo lo que hay dentro del Batallón. “Afuera no hay que decir nada, no hay que contar nada, ni siquiera a su padre, ni a su madre, ni a su tío, ni a su novia. Porque cualquiera puede ser subversivo, su hermano puede ser subversivo, su novia puede ser subversiva, su papá puede

Declaran los exconscriptos Luis Orlando Galván, Genaro Bernal y Mario Ramón Domínguez