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Marcelo Montenegro


Un sábado de abril por la mañana fuimos a Ciudad Oculta a encontrarnos con Rosa, la madre de Marcelo Montenegro (Pela para todos/as en el barrio), un pibe al que mató la policía en 2012, un pibe de barrio, un hijo, un amigo, un hermano. El juicio por su asesinato se está desarrollando en el Tribunal Oral y Criminal N° 30 y están siendo juzgados tres miembros de la fuerza policial, Emmanuel Alejandro Díaz, Mario Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón. (Por Colectivo de Medios de Comunicación Popular*) Foto: la mamá y la hermanita de Marcelo Montenegro pidiendo justicia en la puerta de su casa. Rosa nos fue a buscar a pocas cuadras de donde nos dejaba el colectivo. Llegó con Mía, hermana del Pela, su hija menor, su compañera. “Ella me sostiene a mí”, nos dijo en el camino de unas cinco cuadras hasta la casa, donde ya empezó la charla. Llegamos al pasillo que nos llevó hasta su manzana. Al abrir la puerta, la primera imagen fue un cuadro con la foto gigante del Pela, colgada de la pared del comedor, que sostenía en su marco otra foto de él cuando era bebé en los brazos de alguna familIar. De fondo, la pared no es pared sino paisaje de verde y río, un mural que hizo un pintor del barrio para poner la foto del Pela allí.En una mesa grande, entre mates dulces y facturas golpeadas de algún viaje en colectivo, casi sin darnos cuenta empezó la conversación. Interrumpimos sólo para avisar que daríamos Rec en el grabador. Casi dos horas hablamos de Pela, del barrio, de los pibes, de las adicciones. De la policía, la “inseguridad”. Del adentro y del afuera. De antes y de ahora. Lo que sigue intenta narrar el encuentro de ese sábado nublado, con Rosa, la mamá de Pela; Ezequiel, su amigo de la infancia; su hermana Mía; Horacio y José, dos de sus tíos; Matías, su primo. Y muchos otros vecinos a los que no entrevistamos, pero se fueron sumando en el recorrido que, luego de la charla, hicimos por algunos lugares del barrio, como la esquina, lugar preferido del Pela. Vale compartir que no está claro el por qué del nombre del barrio, Ciudad Oculta. Según una versión, la razón sería a que desde la Avenida Eva Perón no es posible ver el barrio que nace allí; pero hay otra: que el intendente de la dictadura, Osvaldo Cacciatore, construyó un muro en el marco del Mundial de Fútbol del ’78 para “ocultar” el barrio de los ojos de turistas. Ezequiel y Matías también exigen justicia por su amigo. Un poco de historia, quién era PelaEzequiel nos cuenta: “al Pela lo conozco desde los 6 años… Toda una vida juntos. La infancia, jugar acá, crecer juntos, más amistad que la que tenía con él no existe”, relata. Y sucede eso que pasa cuando hablamos de las personas que extrañamos mucho, intentamos explicar que no vamos a aceptar la muerte así como así. “Te soy sincero, yo hasta ahora no fui al cementerio, porque él está conmigo, es así, no puedo ir”.“Nosotros fuimos a la escuela ‘Nuestra Señora de La Paz’. Y a él le gustaba dibujar. Hacía dibujos tipo Animé”. Rosa sonríe, como si el recuerdo apareciera en el relato de Ezequiel,  y agrega: “también le gustaba desarmar cosas para arreglar. Desarmaba todo. El control remoto, cuando llegabas, estaba todo desarmado. Y cuando enchufabas algo… PAFF, explotaba todo”. La mesa transita, entre risas cómplices, de la felicidad del recuerdo a la tristeza de la ausencia.-Y el fútbol ¿le gustaba?-Eze: Sí, él jugaba. Pero no era muy bueno… Él se copaba en todas, vos le decías ´¿vamos acá?´, y él te bancaba. Muy compañero. -Rosa: Algunos amigos le decían ´pata dura´. ¡Se ve que no era muy bueno en el fútbol! Por momentos las sonrisas hacen una pausa y Rosa recuerda con detalles la semana anterior al asesinato. “El lunes antes fuimos a comprar zapatillas a Liniers, me acuerdo que ese día nos reímos un montón”. Mía su hermanita menor, también lo recuerda con mucho cariño: “Él nos cocinaba. ¡Hacía cosas ricas!”, Rosa agrega sonriendo: “sí, se hacía el cocinero, ¡hacía unas cosas más raras!” Nos cuentan que Pela acompañaba siempre a Rosa a la Iglesia cuando era chiquito, y que ya de grande empezó a renegar con ese Dios que para muchos existe. “¿Por qué no le decís a tu dios que me ayude a cambiar?”, le decía el Pela a Rosa, ya cuando había dejado de ser chiquito, en la adolescencia, cuando sentía la necesidad de cambiar, que mucho tenía que ver con dejar de consumir. Matías, su primo, suma: “él respetaba mucho”. Y después agrega: “era divertido el Pela, nos gustaba tomar unas Cocas en la esquina. A él le gustaba la esquina”. La esquina en la que el Pela paraba con sus amigos, vacía. Las realidades en las villas La Avenida Eva Perón es, además de una de las entradas a la Ciudad Oculta, el límite entre Mataderos y Villa Lugano. La Oculta es en realidad parte de Villa Lugano, pero como su nombre lo indica, también es una ciudad en sí misma. En 2012, a partir del reclamo vecinal por mayor “seguridad” en el barrio, como en otros cinco más, comenzaron a ingresar los “trinomios” (grupos de tres policías juntos), de la Comisaría 48. “Los trinomios los pidieron los del barrio, se juntaron cinco barrios y los pidieron. Por eso aparecieron. Por la inseguridad”, cuenta Horacio, uno de los tío del Pela, pero aclara: “era para cuidar, no para pegarle a los pibes”, que es de hecho lo que terminó sucediendo con los trinomios y los pibes de las villas en edades adolescentes.  Rosa sigue: “Siempre el débil es el pibe de acá porque ellos tienen autoridad y cualquier cosa les dan un par de cachetazos”. También nos cuenta que en algunas ocasiones, al saber que la policía había detenido pibes, para quedarse tranquila de que no fuese

La sexta audiencia del juicio oral por el asesinato de Marcelo Montenegro sucedió con el testimonio más importante y crucial, el de quien no solo fue testigo del crimen sino que además está preso por un delito que no cometió: lo juzgaron por intento de robo con portación de armas en un juicio abreviado y está preso hace cuatro años. Ayer miércoles 25 de abril fue la primera vez que Alejandro Maturano tuvo la posibilidad de contar su versión. (Por Colectivo de Medios de Comunicación Popular*) Los nervios aumentaron cuando entró a la sala del TOC 30 el único testigo presencial de los hechos que declarará en el juicio. Esposado, con la campera negra y el jean llenos de tierra, miró a cada uno de los que lo miraron. Solo se dio tiempo para detenerse ante los ojos de Rosa, la madre de “Pela” Montengro, para decirle “buen día “. Luis María Rizzi, presidente del Tribunal, permitió que Maturano hable poco y nada. “No hay réplicas acá”, cuestionó a Gabriela Carpineti, abogada de la querella. Y a la fiscal, como si el magistrado tuviera algo mejor que hacer, le indicó: “No terminamos más si siguen haciendo preguntas”. Mañana viernes 27 de abril a las 9.30 la querella presentará su alegato, instancia en la que van a discutir la calificación y trabajarán sobre toda la prueba expuesta en este juicio para indicar la responsabilidad y culpabilidad penal de los policías Ezequiel Alejandro Díaz, Alan Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón. El martes 8 de mayo, Día Nacional de Lucha contra la Violencia Institucional, la fiscalía y la defensa presenterán sus alegatos. El ataque policial “Me contaba de su familia y yo de la mía, hablábamos de eso en el auto. Después no tuvimos diálogo, sino desesperación y adrenalina por la persecución. Le dije a Montenegro que levante las ventanillas, porque yo robé muchas veces y si subis las ventanas es porque no vas a hacer nada. Pasando la plaza de Piedrabuena (y Zaraza) siento el proyectil y que empiezan a disparar”, sostuvo Maturano. El móvil policial donde iban los oficiales de la Policía Metropolitana Ezequiel Alejandro Díaz, Alan Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón no estaba pegado al Twingo que manejaba Maturano. Primero indicó que lo separaba una distancia de por lo menos 50 metros. Después se levantó para precisar en un mapa dónde él registró que los policías empezaron a disparar. Caminó con los brazos pegados al torso y las manos hacia atrás, un gesto inconsciente de costumbre a las esposas; su cuerpo está adoctrinado por la prisión. Lo trajeron desde una penitenciaría en Santa Fe donde cumple condena. “Empiezan a tirar sin razón. Nosotros no teníamos nada, ni armas ni cuchillos. Le digo que levante la ventanilla para que la Policía no piense que íbamos a tirar con algo. El impacto le dio por la espalda desde el asiento, no pudo hacer nada… queda tendido hacia a la derecha con la cabeza para abajo. No dijo nada, no había posibilidad de salvar su vida. Pierdo el equilibrio del auto porque me desespero con los disparos, empezamos a girar y cuando chocamos pierdo el conocimiento. Era la primera vez que estábamos con Montenegro en una situación así”, detalló. Después de estrellarse Alejandro se desmayó y despertó en el hospital esposado de pies y manos. Pregunta por su amigo, ¿qué pasó con Marcelo? “Quédate callado, quieto ahí, negro”. Repite que está preocupado, que quiere saber. “Tu compañero falleció, estás hasta las manos”. Sin lugar para demasiadas preguntas Maturano es el joven que conducía el auto en el que viajaba Montenegro, víctima de la balacera policial. Su testimonio podía dar respuesta a precisiones tales como de qué manera sucedieron los hechos el 7 de julio de 2012, cuál fue el recorrido realizado por el auto donde murió Montenegro, quién manejaba el vehículo y hacia dónde se dirigían. El Tribunal solicitó previamente las preguntas de las partes y por unanimidad no dieron a lugar a esas preguntas de la fiscalía y la querella porque Maturano ya fue condenado. “Las preguntas que no nos permitió hacer el Tribunal tienen que ver justamente con reorientar al único testigo que hace cuatro años está preso y nunca fue escuchado por la justicia argentina respecto de este hecho, porque firmó un juicio abreviado que oportunamente será cuestionado su legalidad. Al ser nuestro único testigo presencial nosotros le damos mucho valor a que pudiese recordar y así facilitar el relato de los hechos. El Tribunal tuvo una actitud bastante agresiva que generó un clima tenso, pero por suerte el testigo tenía muchas ganas de contar lo sucedido y de manera verídica relató todo a la perfección”. Gabriela Carpineti, abogada querellante, además recalcó que Maturano habló claro y concreto, que se manifestó y declaró sobre lo más importante: que estaban desarmados y en absoluto estado de indefensión contra la persecución policial.Rosa Montenegro salió conmocionada. No solo es la primera vez que tiene que afrontar un juicio, sino que a esta audiencia se presentó un testigo que dijo las cosas como ella siempre supo que sucedieron. Escuchó lo que le pasó a su hijo y entendió que no tuvo la posibilidad de defenderse. “Supuestamente tienen un código, que le dijo a mi hijo que levante la ventana porque se ve que él ya había robado, mi hijo levantó para que no disparen y ellos igual dispararon. Por eso más me confirma lo que yo venía diciendo, que mi hijo no tenía arma, ese chico tampoco y ahora está preso, condenado”. Insiste en la falta de testigos que cuenten lo que vieron: una señora y otros vecinos, testigos presenciales, tienen miedo a la policía, por eso pedían por Maturano. Él estaba cuando pasó y aclaró lo que los demás le dicen a Rosa pero no se animan a declarar. “El juez se tiene que poner en el lugar de una madre y de una familia, no fue como ellos decían. Ahora que lo escuché a este pibito yo pido que lo

Se llevó a cabo una nueva audiencia del juicio oral contra los efectivos policiales Emmanuel Alejandro Díaz, Mario Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón. Los tres imputados son señalados como coautores penalmente responsables del asesinato de Marcelo Montenegro, en la madrugada del 7 de julio de 2012, en el barrio de Villa Lugano. (Por Colectivo de Medios de Comunicación Populares*) Se llevó a cabo una nueva jornada de debate en el juicio oral contra Emmanuel Alejandro Díaz, Mario Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón, los tres policías imputados como coautores penalmente responsables de homicidio agravado del joven Marcelo Montenegro (21), en la madrugada del 7 de julio de 2012, en el barrio de Villa Lugano. La quinta audiencia tuvo lugar en el Tribunal Oral 30 de la calle Paraguay, el miércoles 18 de abril. En este marco, un ingeniero especialista en telecomunicaciones, que actualmente también forma parte de la Policía Federal, precisó detalles técnicos y de protocolo sobre el funcionamiento de los móviles de comunicación que usaban los oficiales cuando ocurrió el asesinato del “Pela”. Este testimonio era esperado por la querella porque la coartada de la defensa de los policías imputados afirma que hubo un error en las modulaciones del sistema de comunicaciones: las pericias dejaron al descubierto que informaron sólo la persecución al vehículo donde iba Marcelo y no un enfrentamiento con armas, como agregaron después para justificar su accionar. La hipótesis de la querella es que la policía avisó la situación una vez que el auto ya había chocado y se dan cuenta de que Montenegro estaba grave y podía a morir. Según la explicación del ingeniero el botón de emergencia del radio se presiona cuando hay un enfrentamiento de riesgo de vida, y si está ocupado queda a la espera para ser atendido. Lo que demuestra que si hubo disparos antes del choque la policía debiera haber apretado el botón y no lo hizo. Entonces no hubo enfrentamiento, Montenegro fue acribillado. En esta audiencia declararon cinco testigos, tres de ellos policías que en sus declaraciones dijeron no acordarse de los hechos, como suele ocurrir en los casos donde están implicadas y dan su testimonio las fuerzas de seguridad. También habló un vecino que transitaba con su auto por Piedrabuena y Saraza momentos después de que Marcelo recibiera un balazo de la policía; los efectivos frenaron su marcha para que saliera de testigo y frente al Tribunal sólo describió la escena. La audiencia continúa el miércoles 25 de abril a las 11:30 hs. Rosa Montenegro, la madre de Marcelo, expresó con contundencia: “No entiendo de tecnicismos pero le pido a Dios que le de sabiduría a los jueces, quiero que se haga justicia por mi hijo”. Estuvo acompañada por Roxana Cainzos, mamá de Nehuén Rodríguez (asesinado en 2014 por el policía metropolitano Daniel Castagnasso) y, también por Rosa Bru, la mamá del estudiante desaparecido en democracia Miguel Bru. La familia Montenegro es patrocinada por la Asociación Civil Miguel Bru, con la asistencia de los abogados Nahuel Berguier, Federico Paruolo y Gabriela Carpineti. Interviene la Fiscalía General N° 26 y colabora la Procuraduría de Violencia Institucional. “Ningún policía vino a decirme ´señora, pasó esto y esto con su hijo`. En la comisaría me decían que no había ningún muerto”. Pero contó a los medios de comunicación populares que la policía llamó a su casa por la noche para saber qué estaba investigando, que fueron a preguntar por ella en su trabajo y que averiguaron todos sus datos. Cuando en 2012 retiró el cuerpo, el certificado de defunción decía que estaba muerto el otro chico. Tuvo que reclamar por la identidad de Marcelo. Así Rosa se dió cuenta de que algo estaba pasando. El día que volvió del entierro y se tiró en la cama, su hija menor que en ese momento tenía un año, se sentó frente a ella y mirando la foto de su hermano le dijo: “Ma, a Pela mató yuta. Pum”. Desde septiembre pasado la familia Montenegro espera el juicio oral; lo postergaron cinco veces, como suele pasar con los casos de violencia institucional. “Yo estuve preguntando, averiguando, y los chicos no tenían armas. Cuando volvían para el barrio, parece que los quisieron parar, siguieron de largo y chocaron. Los vecinos me contaron que escucharon primero el choque y después los disparos. Testigos yo no tengo porque le tienen miedo a la policía. Eso me bajonea porque todos los que hablan son policías y dicen cosas que no es así. Los pibes me dicen ´nosotros no podemos´ y lo entiendo, sé que los persiguen. Si yo que no ando en nada fui perseguida imagínate los pibitos”. No puede evitar que la voz se le quiebre, se le haga un nudo de llanto en la garganta cuando trata de explicar su sensación sobre el desarrollo del juicio: “Mirando todo como va, los dejan sueltos y no es justo. Yo quiero que se haga justicia. En casi seis años que estoy dando vueltas por todos lados siempre me cerraron puertas porque es contra la policía”. El maltrato cotidiano a las familias de los pibes de los barrios vulnerables es moneda corriente en las salas y pasillos de Tribunales. “Aunque sea algo chiquito también te pone mal. El miércoles pasado yo estaba sentada en una silla y me hicieron levantar para darle a un policía. Hicieron que me siente a un costado y en este momento me da bronca porque somos todos iguales. Un título o ir a la escuela no te hace más que nadie”. Rosa Montenegro tiene catorce hermanos y cuenta que cuando eran chicos por más que querían ir a la escuela no podían. Vive en la villa Ciudad Oculta de Mataderos y trabaja desde los 14 años como auxiliar en un jardín de infantes del barrio. “Estoy en la lucha para que se sepa la verdad y salga a la luz, porque ellos mienten todo”.  DESCARGAR *FM La Caterva, FM Riachuelo, Radio Gráfica, La Retaguardia, Agencia Paco Urondo, Sur Capitalino, La Obrera Colectivo Fotográfico.