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Raúl Escobar Fernández


Los testimonios de los ex conscriptos que realizaron el Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de Aviación 601 del Ejército son fundamentales para recopilar la información necesaria para juzgar y condenar a los 5 imputados que tiene esta causa. Raúl Escobar Fernández observó envases de la droga Ketalar en uno de los extremos de la pista de Campo de Mayo. Eduardo Maidana vio como llevaban a ese lugar a las personas secuestradas. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele ✍️ Textuales: Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa/Agustina Sandoval Lerner 📷 Foto de portada: Captura Transmisión La Retaguardia Los testimonios de Eduardo Maidana y de Raúl Escobar Fernández, dos excolimbas que realizaron el Servicio Militar Obligatorio cumpliendo funciones en Campo de Mayo, arrojaron datos reveladores para el juicio También regresó, virtualmente, el testigo Félix Martín Obeso, quien declaró en la audiencia anterior. Aportó fotos de aquellos tiempos en el Batallón, que logró recuperar de sus redes sociales. Obeso era fotógrafo e integró la Compañía de Comandos. En la sala de audiencias virtual, se exhibieron fotos que había tomado de los distintos aviones pertenecientes al Batallón. Ante una de ellas, que muestra un desfile militar en uno de los playones de la pista de aviación y en la que se ven dos aviones Fiat G-222, se daba el siguiente diálogo entre el testigo y el fiscal, Marcelo García Berro: —Félix Obeso: Bueno, ahí hay un desfile de la fiesta del juramento a la bandera y ahí estoy en el grupo. El que está atrás es un avión Fiat G-222.  —Fiscal Marcelo García Berro: Seguramente, o a mi me parece, hay dos.  —FO: Sí, creo que eran dos nomas. —GB: ¿Recuerda para qué época es esto? —FO: El juramento creo que se hace para el 20 de junio. El 20 de junio de 1977. Entonces, para mediados de 1977, el Batallón de Aviación 601 del Ejército ya contaba con dos aviones Fiat G-222, conocidos también por los propios ex conscriptos que fueron declarando en esta causa como ‘Hércules chiquito’. Se está comprobando que este avión, junto al Twin Otter, era de los utilizados para llevar a cabo los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo. “Si usted va hoy a Campo de Mayo, va a encontrar ampollas de Ketalar, seguro” Con esta seguridad le respondía el testigo Raúl Escobar Fernández a la doctora Verónica Bogliano, querellante por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. Escobar realizó la conscripción en Campo de Mayo desde enero de 1976 hasta aproximadamente julio de 1977. Entre sus tareas estaba la del mantenimiento de la pista, lo que incluía responsabilidades tales como cortar el césped de alrededor: “Nosotros, fuera de la cabecera de pista, encontrábamos unas montañas de ampollas de inyectables. Se llamaban algo así como ketalar, con k. Y bueno, en una oportunidad agarramos una y se la llevamos a un Teniente Primero médico, que no recuerdo el apellido. Y nos sacó carpiendo. Nos dijo que era un poderoso desinfectante, que dejáramos eso y nos sacó. Fue la única vez que lo vi enojado”, contó Escobar. El Ketalar es un clorhidrato de Ketamina, una potente droga que ataca el sistema nervioso central y es utilizada en medicina como sedante, calmante y anestésico. Las ampollas que Escobar encontraba en los alrededores de la pista de vuelo eran inyectadas a las personas antes de ser subidas a los aviones. “¿Eran ampollas utilizadas”, pregunta el fiscal. “Sí, sí, vacías ya”, responde el testigo. Ese médico al que le llevaron las ampollas de Ketalar era un “Teniente Primero, tenía la voz muy finita, bajito, casi tan bajo como (Luis Del Valle) Arce, de pelo morocho y tez blanca”. La relación que hizo Escobar de esas ampollas con los vuelos de la muerte fue casi instantánea. Al Batallón llegaba un Carrier que cargaba personas secuestradas. Se les inyectaba Ketalar, las subían a los aviones y las arrojaban al río o al mar: “Normalmente lo que pasaba era que una vez por semana venía el Carrier y salía de la pista y se llevaba un avión, no sé quien lo llevaba fuera de pista. Nosotros estábamos entre la quinta de Videla y la policía militar. El Carrier estaba siempre en la quinta de Videla, que estaba custodiada por gendarmes. Normalmente, fuera de la pista, había un caserío que ahí iba el Carrier. Esto según dicho por los chicos compañeros de helicópteros, porque ellos eran los que vivían arriba, en la parte de arriba. Nosotros dormíamos abajo. El Carrier hacía algunas operaciones que no estaban permitidas a los soldados fuera de la pista, en la zona donde se ingresaba cuando se salía hacer un vuelo”, contó Escobar. Cuando esos aviones regresaban de cometer los vuelos de la muerte debían ser lavados: “Los soldados de la compañía helicópteros nos transmitían que normalmente tenían que limpiar. Hacían la limpieza tanto de los helicópteros como de los aviones y nos decían que habían encontrado sangre, en el Twin (Otter) sobre todo, después de los vuelos esos nocturnos. L a gente que se cargaba en el Twin había sido torturada. Se cargaba en el Twin y se desaparecía” relató el testigo Fernández. “Yo trataba de darle la vuelta a lo que se comentaba” Eduardo Maidana contó ante el Tribunal que estuvo destinado a la División Instrucción de Vuelos. En el Batallón 601 estuvo desde el 6 de febrero del ’76 al 23 de junio del ’77. En algunas oportunidades, mientras hacía guardia, vio entrar a una camioneta civil que transportaba personas que “no tenían aspecto militar”. Eran personas de “aspecto desaliñado, pelo muy largo y barba…en esa época no era una característica común a los militares”. Una vez que ingresaban, las camionetas esperaban “a cincuenta metros más o menos de donde yo estaba y después ingresaban por el frente de los hangares. La vi dos veces: los miércoles y un sábado. Había comentarios de que esas camionetas iban atrás de una arboleda y ahí esperaban a un avión, pero yo nunca

El TOFC Nº2 de San Martín dispuso la medida cautelar con la intención de conservar las posibles pruebas que pudieran hallarse en los aviones Fiat G-222 y Twin Otter que se encuentran todavía en el Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo, según se constató en la visita ocular del lunes. También ordenó demarcar una cabecera de la pista de aterrizaje en la que un testigo aseguró que levantaban ampollas de la droga que se usaba para adormecer a las víctimas de los vuelos. El EAAF peritará ese lugar.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 💻 Texto: Paulo Giacobbe ✍️ Edición: Fernando Tebele Los campos de concentración y exterminio de la dictadura militar cívico eclesiástica empresarial todavía son prueba del plan genocida a fines del 2020. Después de la última inspección ocular realizada en Campo de Mayo, en el marco del juicio a cargo del Tribunal Oral Federal Nº2 de San Martín, se constató que los aviones de los vuelos de la muerte estaban en el lugar de donde despegaron y aterrizaron. El Tribunal presidido por Walter Venditti, junto a Esteban Rodríguez Eggers, Eduardo Farah y Matías Mancini (como cuarto juez que se sumará cuando Farah vuelva a ser camarista), actuó a pedido del Fiscal General Marcelo García Berro y ordenó al “Sr. Jefe del Estado Mayor General del Ejército, General de Brigada Agustín Humberto Cejas, que adopte los recaudos necesarios para que no se modifique el estado actual ni la situación jurídica de los aviones: Twin Otter matrícula AE-106 y Fiat G-222 matrículas AE-260, AE261 y AE-262”. Al Ministerio de Defensa se le requirió “que obtenga del Ejército Argentino y remita al tribunal, en forma urgente” el historial de vuelo y mantenimiento.     La medida fue confirmada por la Dra. Mercedes Soiza Reilly, quien trabaja en el equipo de García Berro. Lo hizo durante su columna en el programa radial Oral y Público de La Retaguardia: “Se acaba de disponer una medida cautelar por parte del tribunal. Lo notificaron hoy y enviaron esa comunicación al Ministerio de Defensa”, anunció Soiza Reilly. La justicia había realizado una inspección ocular en 2012. El militar que había oficiado de guía hace 8 años ya había indicado “que los aviones iban a ser vendidos a Italia”, contó Soiza Reilly. La venta fue frenada aquella vez por una medida cautelar. Pero la noticia de que tres de los aviones Fiat G-222 permanecían en el lugar se tuvo el año pasado: “Lo que ocurrió el año pasado, fue que el EAAF se acercó al lugar y Maco Somigliana ve los tres aviones Fiat y los fotografían. Por eso el pedido que realizamos para que se inspeccionaran”, dijo Soiza Reilly. Otro integrante del EAAF, Marcelo Castillo, quien declaró en la audiencia anterior, fue el encargado de anunciarlo en el juicio. El fiscal García Berro pidió también que se secuestren “las planillas de vuelos. Ese es otro dato que no teníamos y que nos va a servir por las fechas para hacer un trabajo más exhaustivo como el que ya hicimos en ESMA”, agregó Soiza Reilly en referencia a su actuación como fiscal en ESMA III. De acuerdo a lo informado por el Coronel Bennardi durante la recorrida del lunes, el Twin Otter estuvo en funcionamiento desde 1976 a 1983. Los aviones estaban en el sector del aeródromo y la justicia pidió su preservación por tratarse “de prueba que podría estar vinculada directamente con la comisión de los delitos allí ventilados”.  A pedido del abogado querellante, Pablo Llonto, se realizará a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense “la excavación del triángulo de pasto que se forma en la intersección de la cabecera norte de la pista de despegue y aterrizaje con la de corretaje de aeródromo en la búsqueda de las ampollas que el testigo Escobar Fernández dijo haber observado en ese sector”. En el momento de los hechos, Escobar cumplía  el Servicio Militar Obligatorio en Campo de Mayo, era CoLimBa, y en ese sector vio montañitas de ampollas de Ketalar, una de las drogas que usaban para adormecer personas antes de trasladarlas en los vuelos de exterminio.  Durante la visita, el Coronel Bennardi le había comentado a los jueces que los aviones estaban por ser subastados. Esta decisión del tribunal deja sin efecto cualquier movimiento u operación con esos aviones, que esta vez, puede esperarse, serán peritados en búsqueda de pruebas. *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

Los Fiat G-222 y los Twin Otter que se utilizaron en los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo todavía permanecen en el Batallón de Aviación 601 del Ejército. Nunca fueron preservados ni peritados por la justicia. En el marco de la visita ocular del juicio, La Retaguardia pudo verlos y registrarlos en fotos y videos. Además de los jueces y el resto de las partes, participó uno de los acusados de haber piloteado los aviones: Delsis Malacalza. También estuvieron presentes tres testigos: Raúl Escobar Fernández, un ex colimba que aportó su valioso testimonio; Marcelo Castillo, del EAAF; y Rodolfo Novillo, el hermano de Rosa Eugenia Novillo Corvalán, una de las cuatro víctimas por las que se realiza el juicio. Acompañó Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 📽️ Transmisión en vivo: Fernando Tebele/Diego Adur 💻 Textos: Fernando Tebele ✍️ Edición: Fernando Tebele/María Eugenia Otero ☝ El recorrido para llegar a los aviones Fíat G-222, que permanecen abandonados, sin custodia judicial que permita preservarlos como posibles elementos de prueba. Dialogamos con Rodolfo Novillo, hermano de una de las víctimas de los vuelos, Rosa Eugenia Novillo Corvalán. El fiscal Marcelo García Berro evaluó la visita al finalizar. ☝ Desde el interior del avión, una ventana circular remite necesariamente a las preguntas que las familias tienen sobre sus desaparecidos/as, ¿miraría por la ventana? ¿Estaría totalmente adormecido por el Ketalar? Preguntas crueles que permanecen sin respuestas. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia☝ Los controles de la cabina del Fiat G-222 patente E-261, que fue utilizado según los registros en vuelos de la muerte. Permanece enterrado en un pastizal junto a otros dos aparatos del mismo modelo. “Este avión estuvo en Malvinas al comando de alguien que está aquí”, dijo el oficial Bennardi, a cargo de guiar a la comitiva. “¿Usted?”, le preguntó el presidente del tribunal, Walter Venditti. “No, el señor Malacalza”, respondió el militar, en referencia al imputado que estuvo presente durante la visita, pero que no estaba allí en ese momento. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Dentro de la nave el estado de abandono por el paso del tiempo es notable. El juez Venditti dialoga con Marcelo Castillo, el integrante del EAAF que también guió la visita y contó cómo fueron los trabajos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense entre la zona de lo que fue el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio El Campito y el aeródromo del Batallón. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El abogado de las familias querellantes, Pablo Llonto, y la integrante del equipo de la fiscalía, Mercedes Soiza Reilly, intercambian impresiones en medio de la escena dantesca. Lo que ayer fue escenario del camino a la muerte, hoy es señal del abandono, que quizá no sea inocente si se analiza que la gigantesca guarnición de Campo de Mayo, una de las mayores sedes del genocidio en todo el país, permanece en manos de la fuerza que perpetró allí el Terrorismo de Estado. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ “Este avión podía abrir sus puertas en vuelo y tenía capacidad para 36 paracaidistas”, explicó Bennardi ante la pregunta de las abogadas y abogados. Un largo silencio se sostuvo después.  Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las pistas del aeródromo.desde la que, coinciden varios de los ex conscriptos testigos que pasaron por el juicio, despegaban los “Vuelos fantasmas”, como solían decirles. La larga caminata por toda la pista se realizó mientras los jueces Venditti, Eduardo Farah y Matías Mancini (en realidad es cuarto juez en este proceso pero remplazó a Esteban Rodríguez Eggers) iban consultando al oficial Bennardi y al testigo Escobar Rodríguez. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El ex colimba Raúl Escobar Fernández (con las manos abiertas, en el centro), señala el lugar en el que asegura que él y sus compañeros levantaban grandes cantidades de ampollas de Ketalar, la droga que se utilizaba para adormecer a las personas secuestradas que luego serían arrojadas al río o al mar. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Con camisa Lila, el imputado Delsis Malacalza, quien está acusado de pilotear los vuelos de la muerte, en un cruce de miradas con la cámara fotográfica. Malacalza también le da nombre al expediente de este proceso judicial. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En una de las construcciones del aeródromo puede verse esta chapa conmemorativa del “Primer cruce del Atlántico por una aeronave G-222 del Ejército Argentino en 1977”. La aportó el Teniente Coronel Delsis Malacalza. La fecha prueba que los aviones ya estaban en el país.  📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En ese mismo lugar, una obra del artista Exequiel Martínez, quién parece haber conseguido inspiración en las aeronaves indefectiblemente ligadas a los crímenes del genocidio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En uno de los hangares, el militar a cargo mostró un avión Twin Otter, de origen canadiense. “¿Se podían abrir las puertas en vuelo?”, le consultaron a Bennardi. “No, en esta aeronave no se abrían las puertas en vuelo”. Los abogados defensores se anotaban un punto: si no se abrían las puertas, no se arrojaban personas. Hasta que Soiza Reilly preguntó: “¿Y se podía volar sin puertas?”. “Ah, sí, podían sacarse las puertas antes de despegar y volar de esa manera”. La integrante del equipo de la fiscalía estuvo a cargo del Ministerio Público Fiscal cuando se juzgaron los Vuelos de la muerte en la ESMA. Su experiencia quedó en evidencia en ese instante. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las torres de guardia desde la que varios testigos ex colimbas aseguran que veían la pista desde la que despegaban los vuelos. Los defensores sostienen que es imposible porque la pista queda detrás de la gran construcción blanca. Las partes acusadoras señalan que esas construcciones son posteriores a la fecha de los hechos que se juzgan en este juicio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Además de Malacalza asistió a la visita ocular el hijo del imputado Luis del Valle Arce, de saco azul. Algunos pensaron que se trataba del imputado Eduardo Lance, lo que generó confusión: finalmente era el hijo de uno de