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Juliana es trabajadora del Centro vehicular de testeo de Covid-19 de Costa Salguero. En entrevista con el programa radial La Retaguardia, contó cómo son las condiciones de trabajo y detalló la falta de cuidados, de medidas de prevención y de elementos de protección personal para quienes desempeñan allí sus tareas. Además se refirió a las condiciones de precariedad laboral en los contratos por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tanto para quienes realizan tareas administrativas como para el personal de enfermería. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Diego Adur/Daniela Cormick 📷 Foto de portada: GCBA Los centros de testeos de Covid-19 funcionan en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires. A simple vista parecen estar bien organizados y arrojando buenos resultados para quienes los utilizan. Sin embargo, los riesgos y las malas condiciones laborales que viven a diario los y las trabajadoras permanecen ocultos para el común denominador de la gente. Juliana es trabajadora administrativa en uno de los centros de testeo de Costa Salguero. No quiso dar su apellido por una cuestión de seguridad, para poder preservar su puesto de trabajo:“Mi función en el Centro vehicular de testeo de Covid de Costa Salguero es administrativa. El Gobierno de la Ciudad le paga, pese a que está concesionada, a Costa Salguero tres o cuatro pabellones para hacer los testeos. Los autos ingresan, autos muy caros de gente que se fue a Brasil, sin ninguna necesidad y trayendo cepas de otros lados, y estacionan al lado de mi puesto”, contó. Sin distancia ni elementos de trabajo seguros “La distancia no se respeta, porque el vehículo estaciona a unos 60 centímetros de mi computadora. Tomo sus datos y los empadrono. La mayoría tiene obra social. Todo parece como una escenografía para el votante de Larreta. Una a veces se cansa de escuchar: ¡qué bien organizado! No es así, porque de organizado no tiene nada. Me ha pasado que nos hayan dicho que no era necesario que usáramos guantes, y hay poco alcohol diluido con agua. Estamos usando los nuestros, porque la gente no lleva lapicera y tiene que firmar una serie de papeles que les alcanzamos. No solo esto, sino que lo más peligroso son los  aerosoles que despide la respiración, porque obviamente la gente no usa un barbijo N-95 que me va a proteger a mí, y yo no uso tampoco. Por otro lado, en los grandes pabellones hace calor al final del día, lo que significa que no hay una buena ventilación y esto es peligroso tanto para la persona que se va a hisopar y para mí”, describió Juliana algunas de las complicaciones en su trabajo. Polifuncionales La trabajadora del centro de testeo continuó denunciando la falta de materiales con los que cuentan en el Centro y la variedad de tareas que deben desarrollar: “Al principio solo se hacían hisopados para gente que había viajado. Ahora es para cualquiera que caiga, con síntomas o sin síntomas, y se hacen PCR también, depende de la disponibilidad que haya. En el lugar, no hay enfermeros pediátricos y quienes atienden a los niños y niñas lo hacen con mucho amor. El pabellón de enfermería está pegado al de administración, los vehículos hacen todo el recorrido siendo guiados por unos especie de ‘trapitos’, nosotros le decimos así a ese puesto, pero en realidad vamos rotando así que somos polifuncionales. En hacer de todo, lo peligroso es cuando nos toca estar asistiendo en el pabellón de enfermería al lado del enfermero o enfermera. Manipulamos muestras, no tenemos barbijo N-95, y como administrativa no tenés derecho a más de un camisolín. También, para hacer un hisopado los guantes quirúrgicos deberían tirarse todos los días. Esto no sucede. Por cada hisopado debería descartarse, porque si hisopan a una persona que tiene Covid, la persona que viene atrás se  puede contagiar. La cantidad de guantes usados está controlada, los enfermeros hacen lo que pueden, cada 10 personas que atienden van desechando guantes y cambiándose. Estamos muy expuestos. Lo terrible es que después de testear, las muestras se manipulan en el mismo pabellón solo dividido por una valla”, expresó. Contratos temporarios  Los pocos cuidados y materiales con los que cuentan los y las trabajadoras de los Centros no es la única dificultad que enfrentan. Juliana contó que no tienen un lugar seguro para poder almorzar y, además, los contratos laborales por un período de 3 meses generan una inmensa inestabilidad para quienes trabajan en estos lugares: “Las mismas viandas que dan en los colegios las comemos nosotros, y almorzamos en el mismo pabellón, el comedor no está separado. Cuando nos sacamos el barbijo para comer, sabemos del peligro que el aire continúe circulando en el mismo pabellón. “De lunes a viernes los turnos suelen ser de 6 horas. Los fines de semana y feriados son 12 horas de trabajo seguidas. Algo más que quiero mencionar más allá de los peligros que corremos y al que somos expuestos a diario, es el riesgo laboral, la inestabilidad. Son contratos de trabajo por 3 meses. Muchos chicos y chicas que vienen a trabajar son de Provincia (Conurbano bonaerense) y se trasladan mucho para venir a trabajar con el peligro que esto conlleva”, concluyó.