Canción actual

Título

Artista


Thelma Jara de Cabezas


El segundo testimonio del juicio estuvo protagonizado por Daniel Cabezas. Sobreviviente de la Contraofensiva, su madre estuvo secuestrada en la ESMA y su hermano permanece desaparecido. Cabezas detalló cómo se incorporó a Montoneros durante su exilio en México. El cierre fue con una suerte de proclama política en la que dijo que fueron demonizados y que espera que eso cambie con este juicio. (Por Fabiana Montenegro para El Diario del Juicio*) “Hace más de tres años –comienza la carta de Julio Cortázar fechada el 21 de agosto de 1979- un relato mío fue prohibido en Argentina; en él se narraba la inexplicable desaparición de un hombre en una oficina nacional a la que había sido convocado junto con otras personas. Que ese cuento fuera visto como una denuncia y una provocación no tiene nada de extraño; tal vez a los censores del régimen les hubiera parecido más extraño enterarse de que el cuento había sido escrito dos años antes de que en mi país las desapariciones se transformaran en un nuevo, silencioso y eficaz vehículo de la muerte. (…) Yo inventé un desaparecido, y hoy me toca volver a ese tema en un terreno horriblemente real y cotidiano”. Quien le muestra al tribunal la copia de la carta (publicada en el diario El País), durante la audiencia en el juicio por la represión a la Contraofensiva de Montoneros, es Daniel Cabezas. Es el segundo en declarar, luego de la extensa exposición de Roberto Perdía. El auditorio está repleto de familiares y militantes, que se sientan de a dos en una silla para escucharlo con un silencioso respeto el tiempo que vaya a durar su testimonio. Cabezas habla con voz pausada, con la tranquilidad de quien esperó casi 40 años para este día, con la convicción de que “el tiempo está a favor de los olvidados”.  La carta en la que Cortázar denuncia públicamente las desapariciones responde a otra que Daniel Cabezas le enviara en ese entonces al escritor para pedirle que haga todo lo posible para esclarecer la desaparición de su madre, Thelma Jara de Cabezas, quien integró la Comisión de familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas, desde donde luchó por conocer el destino de su hijo Gustavo, de 17 años, militante de la UES, desaparecido en Buenos Aires en mayo de 1976.  Thelma Jara de Cabezas fue secuestrada cuando regresaba a la Argentina, luego de participar en Puebla, México, de la Conferencia Episcopal de Latinoamérica (CELAM). Estuvo en la ESMA. Mientras sobrevivía en ese infierno, se realizó la entrevista fraguada publicada por la Revista Para Tí el 10 de septiembre de 1979, en la que le hacían decir que las madres argentinas debían estar alertas y vigilar de cerca a sus hijos: “es la única forma de no tener que pagar el gran precio de la culpa como estoy pagando por haber sido tan ciega y tan torpe”, decía supuestamente la Tía Thelma, como la llamaban sus compañeros/as de calvario porque era más grande que la mayoría y andaba cuidándoles cuando podía. La entrevista fraguada a Thelma Jara de Cabezas mientras estaba secuestrada en la ESMA. Daniel Cabezas compara las similitudes de este hecho con el asesinato de Noemí Esther Gianneti de Molfino (su hijo, Gustavo Molfino, declarará el próximo martes 23). Noemí era una de las organizadoras de una red de protección de militantes Montoneros en el exterior, como parte de la Contraofensiva. Tras su secuestro en Perú, y luego de su paso por Campo de Mayo, la llevaron a Madrid, la envenenaron en un hotel alojamiento y dejaron en la puerta el cartel de “No molestar”.  “Por cómo está armado el asesinato de la señora Molfino –analiza Cabezas- tiene las características de las operaciones de inteligencia que perseguían el objetivo de frenar las denuncias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que visitó Argentina en 1979”. Y agrega: “Estas operaciones formaron parte de una campaña donde intervinieron estamentos de inteligencia de la dictadura, medios de comunicación y empresas, para desacreditar las denuncias de desapariciones en el país. Y es la base de la teoría de los dos demonios, que espero que en este juicio se desarme.”  La previa  “Nosotros sabíamos lo que pasaba, éramos conscientes de qué podía sucedernos si caíamos -dice Cabezas, al reconstruir el relato de su militancia-. Los sobrevivientes tuvimos suerte: por mucho menos, otros compañeros y compañeras están muertos”. Cabezas formó parte del Grupo Cine, desde 1972 a 1977. Desde fines de 1974 estaba estudiando en México. Regresó al país a principios de abril de 1976, pero fue por pocos meses: el 10 de mayo secuestraron a hermano y luego leyó una noticia donde Videla advertía: “en el país hay setecientos y pico de grupos culturales subversivos a los que hay que aniquilar”. Ante esto, 14 miembros del Grupo Cine viajaron  a México y se instalaron allí.  Los años siguientes, ya en el exilio, Cabezas colaboró realizando tareas de prensa para denunciar lo que pasaba en el país. Lo hizo con el Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino (COSPA), el Comité de Solidaridad con los Familiares (COSOFAM); y se sumó al Movimiento Peronista Montonero (MPM).  A principios del ‘79, cuando se lanzó la convocatoria a la Contraofensiva, intentó sumarse, pero su pedido fue rechazado por considerar que ya “había muchos en prensa”, según cuenta Cabezas que le dijo Miguel Bonasso. Ese año tiene la posibilidad de conocer a dos importantes dirigentes montoneras: Adriana Lesgart, hermana de Susana Lesgart -asesinada el 22 de agosto de 1972-, y María Antonia Berger, sobreviviente de la Masacre de Trelew. En este punto del relato, la voz de Cabezas se quiebra. “Para nosotros eran próceres”, dice con la voz humedecida. Nuestra vida, nuestra familia Finalmente Cabezas fue aceptado para formar parte de la segunda etapa de la Contraofensiva e ingresó a Argentina el 31 de diciembre de 1979, junto a pareja Nora Hilb. —¿Cómo fue la convocatoria en México y otros lugares? —interrupe la fiscal Gabriela Sosti. Más adelante volverá a preguntar en

Lo dijo Daniel Cabezas, quien participó de la contraofensiva montonera y estuvo en cautiverio en Campo de Mayo. En el programa Oral y Público, de Radio La Retaguardia, dialogó acerca de cómo encararán los querellantes el juicio que comienza mañana martes, a las 9 horas, en el TOF 4 de San Martín, para juzgar la represión contra los y las militantes que reingresaron al país o, en algunos casos, ni siquiera llegaron a hacerlo, en el marco de la contraofensiva de Montoneros. “Hay muchos más sobrevivientes de la contraofensiva y de Campo de Mayo de lo que se cree o se supone. Suele haber poca información, pero en el caso de la contraofensiva, no sé si el grueso vinimos del exterior. Muchos compañeros estaban acá y participaron con distintas acciones, por ejemplo, las interferencias y todo lo que era con propaganda. Por suerte llegamos al juicio oral, lo hacemos con 92 compañeros desaparecidos y asesinados”, planteó Cabezas. “También vamos a testimoniar algunos sobrevivientes que fuimos detenidos en la contraofensiva y otros van a testimoniar como testigos de concepto, que no fueron detenidos. Nosotros queremos enmarcar este juicio con una diferencia con otros juicios. En otros juicios es muy claro que hubo detenidos, secuestrados, sobrevivientes en un campo de concentración donde fueron torturados y se reconoció a militares o civiles que participaron de esas torturas. Cosas mucho más específicas que este juicio de contraofensiva”, explicó. “Yo estuve detenido una semana en Campo de Mayo, pero no me torturaron ahí. Me tenían, como ellos decían, colgado, no sabían qué iban a hacer. Por suerte, nos legalizaron a tres. Además hubo dos desaparecidos y un asesinado del grupo al que yo pertenecía, que era un grupo de prensa”, contó Cabezas.“La cobertura ya empezó y se va a ver en el juicio el relato de sobrevivientes y militantes no sólo de lo que ocurrió durante la contraofensiva sino en toda la etapa de lo que fue la resistencia. La contraofensiva fue un año y un poquito más, pero está toda la historia de Montoneros, del peronismo y de los procesos de resistencia y liberación de nuestro pueblo. Podemos remontarnos a 1776 con la Tupac Amaru, a la resistencia contra el poder económico desde antes que se forme la República. Vamos a poner el acento en eso, en el derecho a la resistencia”, subrayó. Genealogía de una resistencia “Vamos a hablar de la represión, intentaremos que quede clara y se condene a la mayor cantidad de represores posible en este proceso. Lo que no se habla y cuesta mucho es la resistencia. Convocamos a que se discuta el tema de la resistencia y que aportemos lo poco que podemos aportar y se pueda hablar en la sociedad de las otras resistencias que hubo o de las actuales resistencias. Cada época tiene su forma, su manera de mostrar esa resistencia. Podríamos remontarnos al 55 y cómo a partir del bombardeo a Plaza de Mayo el peronismo comienza una etapa de resistencia en medio de una dictadura feroz, también esa fue una dictadura feroz”, recordó Cabezas. “No tuvo problemas en bombardear una plaza con civiles y ahí comienzan distintas expresiones y distintas maneras de resistir. Los veías en las paredes y en la resistencia que ponía caños como podía y donde podía para expresar su repudio a esa dictadura. También se pueden ver las distintas resistencias que hubo durante los años sesenta también a las dictaduras. Somos una generación que se crió en el medio de golpes militares desde nuestra primaria hasta la secundaria”, aseguró. “Ya un poco más grandes nos tocó la dictadura más feroz que hubo en este país, la sufrimos en carne propia con nuestras familias diezmadas. Por mi hermano se hizo el juicio también en San Martín y logramos que se juzgue y condene a perpetua al coronel (Carlos) Macedra por la desaparición de mi hermano y el asesinato de Florencia Villagra. Mi madre estuvo secuestrada en la ESMA, fue torturada allí, se la usó para una acción psicológica con una entrevista falsa en la revista Para Ti (“Habla la madre de un subversivo muerto”) ¿Qué tenía que hacer nuestra generación ante la violencia de los grupos económicos?”, interpeló Cabezas “Más que señalar a los culpables de las torturas y asesinatos, que sí lo vamos a hacer, hay tantos juicios, hubo tantos juicios y condenados, la sociedad ya los condenó, y queremos empezar a conversar del derecho a la resistencia. Mi madre está viva, tiene 92 años pero tiene Alzheimer, está muy bien por suerte. A pesar de eso no está sufriendo, simplemente es una enfermedad muy cruel. Mi compañera, Stella Segado, trabajó mucho en la CoNaDeP con Víctor Basterra, me había pedido que le mande un saludo si hablaba con él hoy así que se lo dejo a través tuyo”, agregó. Volver para quedarse “Yo me había ido al exterior a fines de 1976. Me fui con un grupo de cine que manejaba una temática infantil antiimperialista como se decía en aquella época y un día leímos en el Clarín un titular de Videla: ‘En el país hay setecientos y pico de grupos culturales subversivos a los que hay que aniquilar’. Ahí nos fuimos. Al llegar allá, en 1977, yo ya estaba colaborando con la Casa Argentina, y cuando se lanzó el MPM (Movimiento Peronista Montonero) dejé el grupo de cine y me sumé”, recordó. “Ahí comencé la militancia más orgánica. Cuando se planteó la contraofensiva pedí venir. En una primera entrevista me dijeron que no, pero ya estando más organizado en el Partido Montonero, ahí volví con mi familia de México a quedarme. Entramos el 31 de diciembre de 1979 y nos detuvieron en agosto de 1980”, contó.“La versión de que no elegimos volver es la del enemigo. La nuestra es que podíamos elegir, hay muchísima gente que no vino, que decidió no sumarse. En mi caso, pedí venir y me dijeron que no, que verían más adelante. La primera entrevista la tuve con Miguel Bonasso, y él dijo que