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vuelos de la muerte

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Declaran El testigo Escobar Fernández, volverá para reconocer los lugares de su testimonio de la semana pasada en el mapa. Andrés Kupelian y Eduardo Celestino Bustos. Los tres realizaron el Servicio Militar Obligatorio en Campo de Mayo. 

Declaran Miguel Ángel Duarte, Félix Martín Obeso y Eduardo Alonso. Los tres realizaron el Servicio Militar Obligatorio  en Campo de Mayo. 

Existe un proyecto empresarial para construir el nuevo estadio de River Plate en el campo de deportes de la ESMA, un lugar donde se incineraban los cuerpos de las personas que fueron asesinadas durante su secuestro en el centro de exterminio. Muchas voces se levantaron para oponerse a este proyecto que pretende pisotear la memoria. Carlos “Sueco” Lordkipanidse, sobreviviente de la ESMA y querellante en la Megacausa, habló con Fernando Tebele y con Pedro Ramírez Otero en la Retaguardia, y demostró su bronca e indignación. (Por La Retaguardia) El presidente del Club Atlético River Plate, Rodolfo D’onofrio, viene impulsando hace tiempo la idea de construir un nuevo estadio de fútbol y el lugar elegido sería el campo de deportes de la ESMA, que aún pertenece a la Armada. Allí, durante el Terrorismo de Estado, fueron incinerados los cuerpos de personas que permanecían cautivos en el centro clandestino. Lordkipanidse contó cómo se enteró del proyecto y de las razones por las cuales podría llevarse a cabo este plan tenebroso: “A la noticia la leí en el diario Clarín. Una compañera de La Plata me mandó un link de Clarín donde le hacen un extenso reportaje a (Rodolfo) D’onofrio, presidente de River, que abarca muchas temáticas; entre otras, el tema de la eventualidad de construir un nuevo estadio en otro emplazamiento. Lo que dice la nota es que D’onofrio inició trámites en el gobierno anterior para poder construir el nuevo estadio de River en lo que es el campo de deportes de la ESMA. Esa gestión la siguió desarrollando durante este gobierno. Ahora tiene más esperanzas en que esto fructifique. Las sensaciones que me dan son de espanto y de terror. Hacen mención a que en el campo de deportes de la ESMA ya intervino el Equipo de Antropología Forense y como no encontraron restos se puede construir ahí, como si fuera el patio trasero de su casa. D’onofrio no tiene interés en saber si en ese lugar encontraron restos humanos o no. Esa información la recibió del juez Torres -a cargo de la Instrucción de la Megacausa-. No sé qué parte es cierta y qué parte es falsa. Lo que me parece estrafalario es que traten con una naturalidad asombrosa el tema”, expresó.El sobreviviente destacó la importancia de comprender el campo de deportes de la ESMA como un sitio de memoria, ya que allí eran quemados los cuerpos de los desaparecidos que no eran arrojados en los vuelos de la muerte:  “Independientemente de lo que se haya descubierto o no, en ese lugar existen testimonios de las más variadas procedencias que aseguran que los cuerpos de los compañeros que fueron asesinados en días que no eran los de traslados -los miércoles eran los traslados donde arrojaban los cuerpos al mar- eran llevados al campo de deportes y eran incinerados ahí. Esto lo dice el propio (Adolfo) Scilingo en sus declaraciones en España frente al juez Baltasar Garzón. Él dice que en el campo de deportes se incineraban los cuerpos en una batea que se producía en el taller de automotores de la ESMA. El procedimiento era ese y en la jerga de los represores lo llamaban ‘hacer un asadito’. Se puede entender que después de tantísimos años no se encuentren restos óseos de un cuerpo que ha sido incinerado y en un terreno que está a orillas del río. Que el Equipo de Antropología Forense no haya encontrado restos no significa que en ese lugar no se hayan producido estos crímenes”, argumentó el Sueco e insistió en lo grotesco que resulta que en la actualidad ese predio siga perteneciendo a la Armada y no esté constituido como parte del espacio de memoria ESMA: “Entendemos que la ESMA es un espacio integral que comprende al campo de deportes, cosa que el juez Torres no interpretó nunca a favor nuestro. Todavía hoy sigue estando el campo de deportes en manos de la Armada. Es absolutamente ridículo. Actualmente se alquila para campeonatos de fútbol y cosas por el estilo. Ahí están las cenizas de nuestros compañeros”, recordó.La conclusión está a la vista. La memoria quiere ser hecha pelota, una vez más. En esta ocasión se trata de pisotear un lugar donde se cometieron crímenes de lesa humanidad, un sitio que recuerda el paso de miles y miles de desaparecidos y desaparecidas que fueron secuestradas y llevadas a la ESMA. El proyecto del nuevo estadio de River es una operación empresarial con claros fines económicos para los actores involucrados y, como tal, merece un particular cuidado y, sobretodo, un fuerte grito de oposición para detener esta perversa idea: “Es terrible lo que están queriendo hacer, me parece un espanto desde cualquier punto de vista. Más allá de que se trate de un estadio de fútbol o un parque de diversiones, ese lugar no se tiene que tocar. Tiene que preservarse y conformar el ejido de lo que es el espacio para la memoria, más allá que la utilización que se le ha dado al lugar no sea la correcta y muchos de los que pasamos por ahí no estemos de acuerdo. El espacio físico, desde lo simbólico, tiene que preservarse como espacio de memoria”, cerró Carlos Lordkipanidse en La Retaguardia.

Al momento de publicarse esta entrevista, Pablo Verna está comenzando su histórica declaración testimonial en el juicio por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Su progenitor, Julio Alejandro Verna, le confesó haber participado de los vuelos de la muerte, inyectando a las víctimas para adormecerlas antes de ser arrojadas al mar o al río. El aporte de Pablo Verna en esta causa, fundamentalmente, tiene que ver con que su progenitor le confesó a otro familiar haber inyectado a Susana Solimano, Alfredo Berliner “El Poeta”, Julio Suárez y Diana Shatz, que fueron arrojados con vida al río, dentro de un Peugeot 504. El caso fue publicado en los diarios de la época como un accidente. Hora antes de su declaración, mantuvo esta charla con El Diario del Juicio. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Foto de portada: Pablo Verna contando su historia como hijo de un represor (Natalia Bernades/La Retaguardia) —¿Qué significa para vos como hijo de un genocida,  pero además como abogado, esta instancia de participar de un juicio oral dando datos que son de relevancia para alcanzar la verdad y la justicia? —Es muy importante y movilizante. Y es una oportunidad que me parece única y muy trascendente. No sólo te lo puedo decir por mí, también por muchas compañeras y compañeros, hijas, hijos y familiares de genocidas, algunos de Historias Desobedientes y otras personas que no integran el colectivo pero que también sienten similar la imposición de un mandato de silencio dentro de nuestras familias, en algunas ocasiones explícita y en otras en forma implícita. Eso un poco hizo que confluyamos en una voluntad colectiva de llevar adelante una idea que yo ya había tenido durante 2013, pero que, obviamente, solo no iba a ningún lado: presentar un proyecto de ley para modificar los artículos 178 y 242 del Código Procesal Penal de la Nación, del anterior no del que entró en vigencia hace poco, para que las prohibiciones de declarar en juicio (contra sus padres) y de denunciar no corran, al menos en los casos de crímenes de lesa humanidad. Entonces, esta oportunidad es un poco llevar adelante esa voluntad de expresiones; es romper con un mandato de silencio que padecimos puertas adentro de nuestras familias de origen, que no es lo mismo que el pacto de silencio porque a nosotros se nos impuso. —¿En primera instancia sería, entonces, una cuestión personal de no acompañar ese silencio de los progenitores que no dan datos? — Sí. Además, por supuesto, de no tener -y yo voy a hablar por mí- responsabilidad en los hechos cometidos por mi padre. Pero sí es cierto que la imposición de guardar silencio implica una complicidad que, por supuesto, no es jurídica pero que sí es emocional. Yo, particularmente, no la pude ni la puedo tolerar. Por otra parte es hacer de algo negativo algo constructivo; es poder aportar en materia de memoria, verdad y justicia. Y el lugar donde se realiza es frente al Poder Judicial en los juicios. Sin perjuicio de un montón de circunstancias y acciones más. —El proyecto que presentaron en el Congreso tuvo apoyo pero todavía no llegó al recinto. —Nosotros lo presentamos en noviembre de 2017 y, enseguida, tuvimos un apoyo y un impulso que, mayormente, lo realizó la diputada Fernanda Raverta que justo es hija de una de las víctimas en este juicio de Contraofensiva, María Inés Raverta. También, en aquel momento, tuvimos una reunión con el diputado Héctor Recalde, por entonces jefe del bloque (del FpV), que ni nos conocía, pero apenas empecé a explicarle dijo “yo en esto los apoyo”. La idea era que sea multipartidario, porque entendimos que frente a estos crímenes de lesa humanidad estamos todos del mismo lado. Así que se presentó el proyecto y, después, el 21 de marzo de 2018 el Movimiento Evita pidió una moción de preferencia, que apoyó todo el Congreso pero que, finalmente, nunca se cumplió. Después finalizó el período de 2018 y ahora, en 2019, fue presentado de nuevo por Raverta con la firma de 5 o 6 diputados más, y ahí está… Igualmente, yo entiendo que es una expresión muy importante, un acto político y ético muy importante, que hicimos hijas, hijos y familiares de genocidas, la mayoría de Historias Desobedientes y otros que no pertenecen al colectivo pero que han apoyado este proyecto. Y más allá de que sería una modificación posterior a los hechos del proceso, yo lo que creo es que estas prohibiciones en crímenes de lesa humanidad no deben correr, pero no por una ley que puede llegar o no llegar a ser ley sino por la inconstitucionalidad y el fundamento jurídico que yo encuentro más importante: la obligación de los Estados de prevenir, investigar, juzgar y sancionar los graves crímenes contra la humanidad. Esta es una obligación que, desde el fallo Velásquez Rodríguez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es obligatoria para todos los Estados partes. En cambio, el artículo 242 del Código Procesal Penal plantea nulificar medios o fuentes de prueba. Por eso debe quedar de lado. —¿Por qué podría decirse que el impedimento de ustedes para declarar no corre en este caso? ¿Porque tu progenitor no está imputado en esta causa? — Claro, esa es otra de las razones. Él no está imputado en este juicio oral. Y no estamos hablando de una prueba que podría ser declarada nula por haber sido obtenida bajo tortura, por ejemplo. Sino que la nulidad del artículo 242, incluso si se la quiere considerar, no sería aplicable porque él no está siendo imputado en este juicio. La prohibición tiene fundamentos en la Constitución Nacional que establece la obligación del Estado de la protección integral de la familia por sobre su obligación de afianzar la justicia y la persecución penal. También hay otro fundamento, que ya se utilizó en el caso de Juan Cabandié con la declaración de su hermana Vanina Falco (hija biológica del apropiador de Cabandié), y es que cuando el vínculo familiar ya está roto, esa

Al momento de la publicación de esta entrevista, Pablo Verna está comenzando su histórica declaración testimonial en el juicio por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Relatará ante los jueces lo que le confesó su progenitor, Julio Alejandro Verna: que participó de los vuelos de la muerte de Campo de Mayo, inyectando a las víctimas para adormecerlas antes de ser arrojadas al mar o al río. Además, contará que su progenitor le dijo a otro familiar cómo inyectó a Susana Solimano, Alfredo Berliner “El Poeta”, Julio Suárez y Diana Shatz, quienes fueron arrojados con vida al río, dentro de un Peugeot 504, en un simulacro de accidente. Hora antes de su declaración, mantuvo esta charla con El Diario del Juicio. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Foto de portada: Pablo Verna contando su historia como hijo de un represor (Natalia Bernades/La Retaguardia)Colaboración: Valentina Maccarone —¿Qué significa para vos como hijo de un genocida, pero además como abogado, esta instancia de participar de un juicio oral dando datos que son de relevancia para alcanzar la verdad y la justicia? —Es muy importante y movilizante. Y es una oportunidad que me parece única y muy trascendente. No sólo te lo puedo decir por mí, también por muchas compañeras y compañeros, hijas, hijos y familiares de genocidas, algunos de Historias Desobedientes y otras personas que no integran el colectivo pero que también sienten similar la imposición de un mandato de silencio dentro de nuestras familias, en algunas ocasiones explícita y en otras en forma implícita. Eso un poco hizo que confluyamos en una voluntad colectiva de llevar adelante una idea que yo ya había tenido durante 2013, pero que, obviamente, solo no iba a ningún lado: presentar un proyecto de ley para modificar los artículos 178 y 242 del Código Procesal Penal de la Nación, del anterior no del que entró en vigencia hace poco, para que las prohibiciones de declarar en juicio (contra sus padres) y de denunciar no corran, al menos en los casos de crímenes de lesa humanidad. Entonces, esta oportunidad es un poco llevar adelante esa voluntad de expresiones; es romper con un mandato de silencio que padecimos puertas adentro de nuestras familias de origen, que no es lo mismo que el pacto de silencio porque a nosotros se nos impuso. —¿En primera instancia sería, entonces, una cuestión personal de no acompañar ese silencio de los progenitores que no dan datos? — Sí. Además, por supuesto, de no tener -y yo voy a hablar por mí- responsabilidad en los hechos cometidos por mi padre. Pero sí es cierto que la imposición de guardar silencio implica una complicidad que, por supuesto, no es jurídica pero que sí es emocional. Yo, particularmente, no la pude ni la puedo tolerar. Por otra parte es hacer de algo negativo algo constructivo; es poder aportar en materia de memoria, verdad y justicia. Y el lugar donde se realiza es frente al Poder Judicial en los juicios. Sin perjuicio de un montón de circunstancias y acciones más. —El proyecto que presentaron en el Congreso tuvo apoyo pero todavía no llegó al recinto. —Nosotros lo presentamos en noviembre de 2017 y, enseguida, tuvimos un apoyo y un impulso que, mayormente, lo realizó la diputada Fernanda Raverta que justo es hija de una de las víctimas en este juicio de Contraofensiva, María Inés Raverta. También, en aquel momento, tuvimos una reunión con el diputado Héctor Recalde, por entonces jefe del bloque (del FpV), que ni nos conocía, pero apenas empecé a explicarle dijo “yo en esto los apoyo”. La idea era que sea multipartidario, porque entendimos que frente a estos crímenes de lesa humanidad estamos todos del mismo lado. Así que se presentó el proyecto y, después, el 21 de marzo de 2018 el Movimiento Evita pidió una moción de preferencia, que apoyó todo el Congreso pero que, finalmente, nunca se cumplió. Después finalizó el período de 2018 y ahora, en 2019, fue presentado de nuevo por Raverta con la firma de 5 o 6 diputados más, y ahí está… Igualmente, yo entiendo que es una expresión muy importante, un acto político y ético muy importante, que hicimos hijas, hijos y familiares de genocidas, la mayoría de Historias Desobedientes y otros que no pertenecen al colectivo pero que han apoyado este proyecto. Y más allá de que sería una modificación posterior a los hechos del proceso, yo lo que creo es que estas prohibiciones en crímenes de lesa humanidad no deben correr, pero no por una ley que puede llegar o no llegar a ser ley sino por la inconstitucionalidad y el fundamento jurídico que yo encuentro más importante: la obligación de los Estados de prevenir, investigar, juzgar y sancionar los graves crímenes contra la humanidad. Esta es una obligación que, desde el fallo Velásquez Rodríguez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es obligatoria para todos los Estados partes. En cambio, el artículo 242 del Código Procesal Penal plantea nulificar medios o fuentes de prueba. Por eso debe quedar de lado. —¿Por qué podría decirse que el impedimento de ustedes para declarar no corre en este caso? ¿Porque tu progenitor no está imputado en esta causa? — Claro, esa es otra de las razones. Él no está imputado en este juicio oral. Y no estamos hablando de una prueba que podría ser declarada nula por haber sido obtenida bajo tortura, por ejemplo. Sino que la nulidad del artículo 242, incluso si se la quiere considerar, no sería aplicable porque él no está siendo imputado en este juicio. La prohibición tiene fundamentos en la Constitución Nacional que establece la obligación del Estado de la protección integral de la familia por sobre su obligación de afianzar la justicia y la persecución penal. También hay otro fundamento, que ya se utilizó en el caso de Juan Cabandié con la declaración de su hermana Vanina Falco (hija biológica del apropiador de Cabandié), y es que cuando el vínculo familiar ya está roto, esa prohibición no tiene ninguna razón