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Lo dijo Fidel Ruiz, uno de los referentes de La Poderosa en la villa 21-24 de la Ciudad de Buenos Aires. En diálogo con el programa radial La Retaguardia, Ruiz habló acerca de la situación de los barrios populares en contexto de pandemia por Covid-19, la ausencia del Estado y la invisibilización de las trabajadoras de comedores populares. También recordó y reivindicó la lucha que llevó a cabo Ramona Medina, quien murió el 17 de mayo de 2020, tras haberse contagiado con Covid-19. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: La Garganta Poderosa “Ya va un año y casi dos meses que venimos resistiendo bastante, no solamente en Zavaleta, sino en todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires, de todo el país. La verdad que este último año ha sido muy duro psicológicamente, emocionalmente, laboralmente, económicamente. Todos los problemas estructurales que ya existían en los barrios populares se visibilizaron pero también se agravaron. La Poderosa nació en el 2004 por consecuencias duras y drásticas que trajeron las crisis de los 90, que fue el desenlace del 2001, y la verdad que en este último año todo eso que muchos que arrancamos en La Poderosa a los nueve años, que ya sabíamos lo que era tener nuestras casas inundadas, ya sabíamos lo que era estar haciendo la fila en una olla popular, ya sabíamos lo que era dejar el desayuno para la cena, hoy nuevamente lo estamos viviendo en carne propia”, comenzó relatando Fidel Ruiz, referente de La Poderosa en la villa 21-24. Un golpe bajo Fidel manifestó cómo es la realidad que se vive en los barrios populares: “Hoy, justamente, estaba tomando mate a la mañana en mi casa y pasaron unas vecinas haciendo colectas por un vecino que falleció por Covid y esta es una de las realidades que vivimos. Como los comedores estallados de gente, viviendo en hacinamiento sin agua, en viviendas precarias”, dijo. Y continuó: “La verdad es que es muy triste, es un golpe bajo ver al barrio triste, desesperado, ver al barrio viviendo en el día a día como puede, pero también ver al barrio luchando comunitariamente, colectivamente”. Consultado acerca de las severas consecuencias económicas que trae una muerte por Covid-19 dentro de una familia, expresó: “En este último año nos tuvimos que organizar el doble para hacer colectas, para ayudar a las familias, a familias aisladas pero también a las familias que perdieron a un ser querido. Siempre nos mal acostumbraron a convivir con la muerte, a tenerla cerca. Para nosotros no es una dinámica nueva, es una dinámica cotidiana. Lo que pasa es que ahora en el medio de toda la incertidumbre por esta pandemia, por todo lo que sabemos que conlleva este virus, lo que alimenta más la desesperación y el miedo es no saber si mañana le puede tocar a un familiar, a tu mejor amigo, a tu vecina, a esa referenta que no se tomó ni dos minutos de vacaciones y que está todos los días en ese comedor, en ese merendero dándole de comer a todas las familias del barrio entendiendo que hoy la comunidad se tiene que organizar más que nunca”. Ruiz planteó también que las “condiciones indignas” de vida se agravaron en contexto de pandemia.  “Entendemos que cuando salimos de nuestras casas tenemos que seguir luchando por los derechos, por nuestros vecinos y vecinas, y que tenemos que seguir luchando por un futuro mejor y es eso a lo que nos aferramos, eso es lo que agarramos en el día a día para fortalecernos de nuestras convicciones, para fortalecernos de nuestra lucha y de ese codo a codo filosófico que en el barrio termina siendo una realidad”, agregó. Lo que hace el Estado no alcanza “Nosotros nos juntamos varias veces con el Estado. Ha habido respuestas pero todavía falta, falta un montón. Sin ir más lejos, hoy en la Ciudad de Buenos Aires tenemos 27 espacios alimentarios, donde damos 6.900 raciones diarias y que de todo eso el Gobierno de la Ciudad solamente garantiza el 30 por ciento. Todo lo demás lo obtenemos a través de donaciones de la gente, de la autogestión de las asambleas y también de Unicef que nos viene dando una mano enorme con esto que decía antes”, contó. La pandemia por Covid-19 evidenció todas las problemáticas estructurales que se vienen gestando hace décadas en los barrios populares: “Zavaleta tiene 50 años. Un barrio creado por el Estado, y hace 50 años que no tiene agua, que no tiene luz, ni gas y que todo esto claramente se profundiza”, remarcó. “Todavía no podemos entender cómo muchos enfermeros y enfermeras no tienen reconocimiento salarial y ese reconocimiento como profesionales, y esto tampoco es alejado de los barrios, porque todo eso también desencanta en las problemáticas sanitarias en los barrios y la verdad que muchas veces es indignante, muchas veces causa mucho dolor”, indicó Ruiz en referencia al Día Internacional de la Enfermería, que se celebró el 12 de mayo. “También vemos que muchas veces no hay humanización por parte de los que, en teoría, tendrían que escuchar los reclamos. No hay oído ni unos ojos por parte de los que tendrían que acatar las problemáticas y nosotros nos organizamos, básicamente, porque queremos que nuestros barrios salgan adelante, y por eso venimos discutiendo y visibilizando a través de las asambleas, de nuestro medio de comunicación, que verdaderamente reconozcan a las cocineras de los comedores, a las que laburan en los merenderos comunitarios como trabajadoras”, denunció el referente de La Poderosa. Ramona Medina y el nacimiento de la campaña “Somos Esenciales” La campaña surgió a raíz de la muerte de Ramona Medina, una de las integrantes de las asambleas de La Poderosa, y exige al Estado que se les otorguen vacunas a las mujeres que están día a día en los comedores y merenderos de los barrios. “Hoy estamos peleando y venimos reclamando para que esas vecinas, que son esenciales, sean vacunadas