Ella es Mirta Baravalle
Escrito por La Retaguardia el abril 1, 2017
Madre de Plaza de Mayo. Abuela de Plaza de Mayo. Entra a la plaza, camina lento, pasa desapercibida, nos mira y nos saluda. Nos dice: acá estamos, chicas. Me da miedo abrazarla, sólo atino a acariciarle la espalda, imitando torpemente un abrazo que quisiera que sea el más fuerte jamás dado, pero que no podrá igualarse al que ella guarda en su cuerpo para su nieta/nieto, desde hace 41 años. (Texto y fotos de Agustina Salinas para La Retaguardia)
Ahí va ella, sosteniendo la bandera que dice 30.000 detenidos desaparecidos. El 30.000 con letras grandes, destacadas, color negro, que contrastan con el fondo blanco, para que quede bien visible, por si hay quienes no lo entendieran… Su mano derecha sólo suelta la bandera para levantar un puño cada vez que se oye un “¡Presente!” después de escuchar todos y cada uno de los nombres de nuestros desaparecidos.
Llega Norita, que nunca agota sus sonrisas.
Y seguimos la ronda. La lluvia se intensifica, pero no nos impide continuar. Porque claro, aunque llueva, caiga nieve o quemen los rayos del sol, la ronda no se suspende.
La ronda cesa hasta el próximo jueves. Nos vamos a un costado, con paraguas y megáfono. Con la enormidad de los y las imprescindibles, y la palabra como arma, Mirta habla, por ella y por su hija Ana María, por su yerno y por su nieto o nieta. Con voz pausada, resquebrajada, habla claro, toma distancia. Habla de traiciones, su voz tiembla.
La vi llorar, de nuevo. Sus lágrimas se derramaban como la lluvia que empezó a empaparnos. Y con la fortaleza de sus palabras, remarca que nos quiere, abraza y agradece. Y otra vez su puño en alto, recordando a los y las 30.000. Y cierra exigiendo la aparición con vida de Julio López Ya.
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