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Crónicas del juicio –día 6- El secuestrado que vive

Escrito por el mayo 21, 2019


Fue parte del Consejo Superior Montonero. Los diarios informaron su secuestro pero él nunca fue apresado. Aldo Morán hoy puede contar su historia porque su compañera María Inés Raverta, bajo tortura, no dio información sobre la cita que, horas después, tenía con él. (Por Martina Noailles para El Diario del Juicio*) 

Foto: Daniel Cabezas


“Debo decir que estoy vivo gracias a la compañera María Inés Raverta, que no dijo dónde estaba yo”. Aldo Morán necesita aclarar que es un sobreviviente. Y que hoy está sentado aquí, ante el Tribunal Oral de San Martín, porque María Inés Raverta, a pesar de las torturas, no dijo cuál era su próxima cita.
“Fue en junio del ‘80. Lo recuerdo muy bien porque el 9 de junio había sido mi cumpleaños y esto fue a los días, el 10, 11. Tenía una cita con María Inés Raverta. Yo venía de México para volverme al país. Ella era la que me iba a traer los documentos y algo de dinero. En ese momento teníamos que usar documentos ilegales porque la dictadura, al detectar gente buscada, como era mi caso, los mataban luego de la tortura”, comienza Morán, buzo de polar negro, pantalón gris. Las preguntas de la fiscal Gabriela Sosti lo guían en sus recuerdos sobre aquel día de 1980, en Perú.   
“La esperaba en una confitería, Los tres chanchitos, en Miraflores. Era de día, la tarde. Me quedé esperando, ella era muy cumplidora en cuanto a los horarios. Pasó una hora, no vino. Pasaron dos horas, no vino. Yo me quedé esperando porque pensaba que no estábamos en Argentina y que la dictadura no podía operar tan directamente en otro país como era Perú. Así me quedé un montón de tiempo, ninguna novedad. Y no me acuerdo si fue al otro día o si pasaron dos días, pero me acuerdo de salir a la calle temprano y ver en los diarios de los kioscos ‘Cinco argentinos secuestrados’. Compro el diario, leo los nombres de los compañeros y como quinto figuro yo. Deduzco que los compañeros pensaban que yo estaba secuestrado y ante la duda hicieron la denuncia que correspondía”.
El secuestro de Raverta, junto con los de Julio César Ramírez, Noemí Esther Gianetti de Molfino y Federico Frías, hicieron que Morán modificara abruptamente sus planes. Con poco dinero y en colectivo, logra salir de Perú y llega a Guayaquil. “Lo que quería era alejarme de Lima. Yo pertenecía al Consejo Superior Montonero, estaba recontra marcado. Llegué a Quito por tierra. Ahí tomo un avión y me voy a Panamá. Cuando llego, a los tipos les llama la atención que un hombre joven, con un bolsito, esté viajando. Me hacen sacar toda la ropa, me revisan y uno de los empleados me pide otro documento además del pasaporte. Tenía la cédula argentina. El pibe joven lo mira, no se si recuerdan que antes las cédulas decían Policía Federal. ‘Bueno, vístase y le damos dos, tres días para salir del país’”. Morán vuelve a zafar. Y desde la embajada nicaragüense logra ponerse en contacto con la conducción de Montoneros. Y se reincorpora a la organización.
—Me quedo con este comentario sobre la sorpresa de la presencia de militares fuera de Argentina. ¿En otros lados hubo y de qué fuerza? -pregunta la fiscal. Morán repasa algunos nombres de personas secuestradas y distintos países: Brasil, España, México, Uruguay.
—En esa época se hablaba mucho de la inteligencia militar, del Regimiento 601 que eran los oficiales encargados de hacer todos los seguimientos. Se comentaba eso. Que ellos estaban en toda esa maniobra de perseguir, capturar y asesinar a los compañeros que estaban en el exterior —explica y su respiración se agita. Desde el Tribunal le preguntan si quiere parar. Pero Morán se niega y sigue con su relato.
—¿En qué momento se entera y cómo sobre lo que pasó en Perú? —vuelve la fiscal.
—Por los diarios, sale en primera página lo que pasó: “Cinco argentinos secuestrados en Lima”.
Más tarde, uno de los abogados de la querella, Pablo Llonto, repreguntará sobre el rol de los medios:
—¿Sobre los textos y diarios que viste, viste alguno más, sea peruano o argentino, sobre tu tema?
—Sí, justamente. El diario La Nación, calculo que en junio del 80, saca en una parte: “Los terroristas subversivos. El terrorista Aldo Morán se encuentra en tal lado y está vivo”.
—Usted mencionó que María Inés le daba documentaciones para venir al país, ¿qué venía a hacer?, pregunta nuevamente la fiscal.
—Mi función siempre fue hacer política y en este caso política sindical —explica Morán quien inició su militancia joven, en la comisión directiva del sindicato Asociación Obrera Minera Argentina, en San Juan.
La fiscal le pregunta por la cantidad de militantes que decidieron regresar como parte de la Contraofensiva. Morán aclara: “Imposible saberlo. Desde mi lugar de conducción no sabía quién iba y quién venía. Después, cuando iban cayendo, desgraciadamente íbamos contando a los compañeros caídos, que creo que son cerca de 90”. Su voz vuelve a agitarse. Pero ya no le importa. Dio testimonio, por los que ya no están.

*Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardiamedio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

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