María Victoria Moyano Artigas: la hija de la lucha y el amor
Por LR oficial en Internacionales, Justicia, Nacionales, Nietos recuperados
Es una de las nietas que pudo recuperar su identidad a través de Las Abuelas de Plaza de Mayo. Sus padres fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina luego de haberse exiliado del Uruguay. Nació en cautiverio, en un centro clandestino de detención y apropiada por un Comisario de la Brigada de San Justo. Victoria visitó el estudio Victor Basterra de radio La Retaguardia, entrevistada por Christian Madia en el programa Detrás de las Paredes. (Por La Retaguardia)
Foto El Teclado
“Yo nazco en uno de los Centros Clandestinos de Detención del Circuito Camps, en la ciudad de La Plata. Mis padres comenzaron su militancia política en Uruguay, ya que si bien mi padre era argentino, mi madre era uruguaya y como la dictadura en aquél país se impuso antes, ellos se exilian a Argentina”, comenzó contando Victoria Moyano sobre su historia.Cuando secuestran a sus padres, María Asunción Artigas y Alfredo Moyano Santander, el 30 de diciembre de 1977, su madre confirma su embarazo de dos meses en la clandestinidad.
Victoria explicó cómo sus padres fueron parte del circuito Camps: “Ellos estuvieron en cautiverio en la Brigada de San Justo, en el Pozo de Quilmes y en el Pozo de Banfield, que es donde está la maternidad clandestina y donde nazco. Allí hubo muchas apropiaciones de bebés, aunque en todo el Circuito Camps las hubo. Las mujeres parían, en un sucucho de mala muerte. Era el lugar que ellos destinaban para maternidad clandestina”.
En referencia a su apropiación, contó que “había un médico genocida que atendía los partos clandestinos y una vez que nazco sabemos que estuve ocho horas con mi madre. Quien me apropió fue el comisario de la Brigada de San Justo y me entrega a su hermano y su cuñada, que me crían hasta los nueve años, cuando las Abuelas de Plaza de Mayo recuperan mi identidad.”
Oscar y Víctor Penna fueron sus apropiadores. Sobre sus años de crianza con ellos y la esposa de éste último declaró: “Víctor Penna se murió cuando yo tenía un año y me crió su esposa con mi hermano de crianza, no fui ni abusada, ni maltratada, pero Oscar Penna, como pasó a cumplir el rol de la figura masculina en la casa, lo cual era más perverso todavía, era al mismo tiempo mi ‘tío’ y uno de los responsables de la desaparición de mis padres y otros compañeros y compañeras en esos centros clandestinos de detención. Había una ideología en esa casa y una estaba siendo criada por determinado tipo de vida y valores que nada tienen que ver con lo que hago y pienso ahora”.
La recuperación de su identidad
“A las Abuelas de Plaza de Mayo, unos sobrevivientes les cuentan que mi mamá había dado a luz y empiezan a buscarme desde ese mismo momento. El reencuentro con mis abuelas de sangre, imaginate que yo tenía nueve años, fue traumático pero a la vez raro, yo no quería pero al mismo tiempo las quería conocer y había preparado unas galletitas de limón hechas por mis manos. El reencuentro fue con mis dos abuelas, la de Buenos Aires y la de Montevideo, también estaban Chicha Mariani, Elsa Pavón y Estela. A los dos o tres meses yo ya estaba mejor, quería estar con mis abuelas y me fui a vivir con mi abuela paterna a Montevideo porque tenía una muy linda relación con ella. A los 16 años volví a Buenos Aires y en el juzgado me obligaron a ver nuevamente a mi apropiadora”, recordó.
“Gurisito”
“Estando secuestrada mi mamá, me contó Adriana, una sobreviviente del Pozo de Banfield, cantaba todo el tiempo y principalmente me cantaba, estando en la panza, la canción ‘Gurisito’ de (Daniel) Viglietti. Años después, cuando le cuento a Viglietti esta historia, él reversionó la letra y la canta en vivo dedicándola a mi mamá y a mí”, dijo con alegría.
Los juicios, justicia a medias
“Desde mi punto de vista hemos entrado en una especie de rutina judicial, ciertos criterios que son en principio condenar a las cúpulas y a los apropiadores. Pero después hay toda una cadena de mandos intermedios que son los que tuvieron contacto con los detenidos, que saben un montón de cosas, y están libres. En el juicio de la Brigada de San Justo me costó muchísimo. Declaré un montón de tiempo, llevé pruebas para demostrar el rol del centro clandestino alrededor del Plan Cóndor, y para los jueces lo que se investigó ya se investigó y después surgen cosas nuevas y no les importa. Hay un nivel de impunidad enorme. El plan sistemático de robo de bebés se hizo a través de la coordinación de un montón de centros clandestinos de detención, con civiles, etc. Uno además de buscar justicia, busca verdad. Ninguna de las tres nietas que estamos en este juicio (Brigada de San Justo) figura como víctima a pesar de haber sido apropiadas. No se juzga la apropiación, entonces eso no es verdad. Esperemos que en los juicios que están por venir que son el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes se dé una gran pelea. Los documentos que presenté parten de una investigación personal. Estos juicios son limitados, con muy poca justicia y muy poca verdad. Igual peleo por cada juicio, para que cada genocida tenga perpetua”, expresó Victoria. Y continuó haciendo referencia a la responsabilidad civil de las empresas automotrices durante la última dictadura: “Lo de la Mercedes Benz es escandaloso. Hasta se sospecha que uno de los gerentes se apropió de un niño. Desaparecieron comisiones de trabajadores internas. También estuvimos en el juicio de la Ford, que casi queda impune después de que había pasado mucho tiempo y que llegaron muy poquitos gerentes a juicio”.
“Nos está ganando el tiempo biológico de los genocidas, algunos se están muriendo. Han mostrado que no se traicionan entre ellos, y han mantenido el silencio. Puede ser que con el tiempo se van a desclasificar los archivos. Lamentablemente cuando ya no quede gente de poder”, opinó.
Por último, recordó cómo se fue construyendo una imagen de sus padres biológicos gracias al relato de su abuela materna.“Cuando uno va conociendo a su familia, a sus amigos, se va haciendo una idea. Es una construcción desde la militancia también, creo que a mis padres les hubiese gustado conocerme desde este lugar. Creer en los cambios profundos de la sociedad es tener un hilo conductor de ellos. Esto me genera un profundo orgullo. La idea de que no nos han vencido. No lo pudieron lograr”, finalizó Moyano.