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La Retaguardia

La muerte del represor Gordo 1 en una carta de la sobreviviente Griselda Fernández

Por LR oficial en Lesa Humanidad, Megacausa Campo de Mayo


Uno de los imputados de la Megacausa Campo de Mayo, Carlos Francisco Villanova, murió sin recibir condena por sus delitos de lesa humanidad. En este texto, la sobreviviente uruguaya Griselda Fernández, quien declaró en el juicio en mayo del año pasado y lo identificó en 2014 a través de la foto de esta nota, plasmó sus primeras sensaciones tras la muerte, impune, del torturador conocido como ‘Gordo 1’ o «Tordo», uno de los más feroces torturadores de El Campito. Era parte de la Inteligencia de la Policía Federal. (Por Griselda Fernández, especial para La Retaguardia)

📷 Foto de portada: Gustavo Molfino


Mi primera sensación al enterarme de su muerte fue contradictoria, pero lo que más me quedó resonando en el corazón fue: “Otro más, como tantos otros”. Otro más ha muerto. Carlos Francisco Villanova, imputado, por lo menos, por 70 casos de delitos de lesa humanidad, ha muerto.
La Justicia lo considera como el represor (asesino, genocida, etc., como gusten llamarlo) más buscado de la Megacausa Campo de Mayo.
Como sobreviviente de El Campito (CCDTyE) puedo decir fehacientemente su alias: “El Gordo 1”, o “Tordo”. Uno de los interrogadores, cruel personaje, ha muerto.
El “Gordo 1” se negó a declarar ante la jueza federal de San Martín, Alicia Vence, aduciendo problemas de salud. Resultó ser muy cobarde el asesino que andaba suelto impunemente y ahora ha muerto. 

Pasaron 46 años desde aquel Golpe Militar Civil-Eclesiástico. 70 crímenes, 70 hermanas, madres, padres, hijes, nietes, que no pudieron continuar sus vidas con sus familiares como lo hicieron él y tantos otros. No pudieron continuar sus vidas porque un asesino anduvo suelto. Porque un genocida (entre tantos otros) no ha sido juzgado. Porque un asesino nos siguió torturando, victimizando, a quienes tuvimos que declarar muchas veces, como si luego de tantos años no se entendiera lo que denunciábamos; Recordando lo que sufrimos, el dolor que vuelve a pasar cada día por nuestro cuerpo y corazón. 
Nunca dejaré de preguntarme y preguntar, ¿dónde están nuestros seres queridos, luchadores por una patria con justicia social? ¿Cuándo el Estado asumirá su responsabilidad por el Terrorismo de Estado de ayer y hoy? 
Lo que sí sé, es que no bajaré los brazos hasta que aparezca el último de les compañeres.
Es triste, otro genocida ha muerto impune.