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Masacre de Wilde -día 4- “¿Cuánto querés para hacerte cargo de lo de Wilde?”

Escrito por el octubre 21, 2022


En una sorprendente jornada, habló Marcos Ariel Rodríguez. El policía acusado que estuvo prófugo 20 años dijo no haberse enterado de que lo buscaban. Y afirmó que Carlos Telleldín, acusado en el fallido juicio por AMIA, le ofreció dinero en la cárcel para autoinculparse.

Por Colectivo de Medios Populares*
Redacción: Carlos Rodríguez (La Retaguardia)
Video: Eva Soares (FM Riachuelo)

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“No maté a nadie, no sé por qué estoy acá después de casi 30 años”. Marcos Ariel Rodríguez, uno de los policías juzgados por la Masacre de Wilde, dijo ser “inocente”, en una sorprendente declaración ante los jueces del Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora. Aseguró que él también quiere “justicia” en la causa, igual que los familiares de las víctimas. También señaló que Carlos Telleldín, el testigo a sueldo de la ex SIDE en la causa AMIA, le dijo que podía obtener una fuerte suma de dinero si se declaraba culpable de lo sucedido en Wilde. 

“Tus hijos y tus nietos pueden vivir toda la vida con ese dinero”, le habría dicho Telleldín. Por otra parte, el policía aclaró que no fue detenido el 10 de enero de 1994, el día de la masacre, como se dice en la causa; que se fue a vivir a Córdoba porque amenazaron de muerte a su familia, y que durante 20 años nunca se “enteró” de que estaba prófugo. 

Más allá de la evaluación que los jueces puedan hacer de su testimonio, Rodríguez aportó un dato importante: “Las Brigadas no hacen prevención del delito, lo hacen policías de las comisarías”, uniformados y no vestidos de civil. Eso contradice la versión oficial que dijo en su momento que en un operativo de “prevención del delito”, la Brigada de Lanús mató a cuatro personas y estuvo a punto de asesinar a una quinta.

Rodríguez respondió preguntas de su defensora oficial, María Celeste Vázquez, de los fiscales Viviana Simón y Jorge Betini, y de los querellantes, Ciro Annicchiarico y Gustavo Romano Duffau. Los defensores de los otros imputados no abrieron la boca. Desde la apertura del juicio, se observó una marcada separación entre Marcos Ariel Rodríguez y los otros seis policías que concurren al juicio. Rodríguez, de 59 años, tenía el grado de cabo, el más bajo de todos los acusados, que son comisarios, oficiales o subtenientes. El día de la apertura, todos dijeron ser “retirados” de la Policía Bonaerense, mientras que Rodríguez se declaró “desocupado”. 

“Yo quiero hablar porque veo que un árbol les está tapando bosque”, sentenció Rodríguez al sentarse frente a los jueces del Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora.  Sostuvo que el 10 de enero de 1994 había viajado a La Plata para realizar trámites “porque estaba en disponibilidad desde 1993 y quería que me reincorporaran” al servicio activo. Según sus dichos, el responsable de Asuntos Internos de la Policía Bonaerense le dijo que “tenía que esperar”. El paso siguiente fue ir a la Brigada de Investigaciones de Lanús, para hablar sobre el tema con el jefe de la dependencia, el comisario José Miguel Ojeda. “Después me fui a mi casa en Don Torcuato”, en la zona norte del conurbano bonaerense “y nunca me enteré qué fue lo que pasó en Wilde”. Los jueces trataban de comprender un relato lleno de acotaciones y datos personales que iba mechando Rodríguez durante su testimonial, que se extendió durante casi tres horas.

Llegó a decir que “nunca” había estado detenido en la Brigada de Investigaciones de Lanús. De esa forma contradijo lo que está asentado en el expediente. En ese tiempo se pidió su captura a Interpol, porque los informes oficiales lo dieron por prófugo, porque se había escapado en la misma noche de lo ocurrido en Wilde.

Aseguró que después de su detención veinte años después en la ciudad cordobesa de La Falda, en 2014, “pude ver el acta en la que se afirma que estuve detenido”. En el documento figura su firma, pero el aseguró: “Nunca firmé nada, me falsificaron la firma y lo comprobé con un perito”. Se comprometió a presentar la constancia del peritaje al que hizo referencia. Dijo que el 11 de enero de 1994, al día siguiente de la masacre, recibió un mensaje amenazante en su Movicom tipo “ladrillo”. Le decían: “Tomate el palo o barremos con toda tu familia”. Aseguró que fue por eso que se fueron a vivir a la provincia de Córdoba. “No soy cobarde ni mentiroso, me fui porque tenía miedo de lo que podía ocurrirle a mi familia”. En la sala de audiencias estaban presentes su esposa y su hija. Ellas son las únicas que asisten al juicio para acompañar a uno de los imputados. Rodríguez tiene dificultades para caminar y en las audiencias recibe medicación porque sufre de diabetes.

Luego de hacer un recorrido por los destinos que tuvo durante su carrera policial, Rodríguez dijo que en la Brigada de Lanús “el jefe era Ojeda, pero estaba desdibujado, porque ni él ni Juan José Ribelli(jefe de Operaciones) hablaban con la tropa”. Afirmó que estuvo en la Brigada de Lanús entre junio y septiembre de 1993, cuando fue puesto “en disponibilidad”, sanción que aplica la policía cuando un efectivo tiene una denuncia por abuso o corrupción.

Comentó que en las brigadas policiales “el verdadero poder lo tenían los jefes de operaciones, porque nada se hacía sin su conocimiento”. En la de Lanús, el jefe de Operaciones era Juan José “el Lobo” Ribelli, quien estuvo acusado en el fallido primer juicio por el atentado a la AMIA.

Mucho se escribió, en libros y crónicas periodísticas, sobre los negociados en las bridadas, que hasta tenían una especie de cotización mayor o menor, según las disponibilidades respecto de actos ilegales que reportaran dinero fuerte a los jefes y a los subordinados de confianza.

Rodríguez confirmó esa situación cuando dijo, apelando a la jerga policial, que “los jefes operativos iban a cada uno de sus destinos acompañados por su ‘familia’”, en alusión a que arrastraban con ellos a sus subordinados de confianza, cómplices de los negociados muchas veces millonarios.

Ribelli tenía como patrimonio personal una fortuna de dos millones y medio de dólares, que el ex jefe de Operaciones atribuyó a una supuesta “herencia” que le había dejado su padre, un modesto y honesto jubilado, según se supo en la causa AMIA.

Rodríguez dijo que Ribelli era “un tipo parco” que “se destacaba por su idoneidad en los operativos. “Si estaba Ribelli, esto no hubiera pasado”, señaló en relación a la Masacre de Wilde. En el presente juicio, uno de los defensores de los policías es José Manuel Ubeira, quien representó a Ribelli en la causa AMIA y hoy es su socio en el estudio de abogados.

Como es obvio, Rodríguez dijo que conoce a sus co-imputados en la causa y luego explicó que los grupos operativos de las Brigadas realizan tareas de investigación e inteligencia “pero no para prevenir delitos”, como se dijo en 1994, que eso fueron a hacer los 11 policías de civil, autores de la muerte de cuatro personas y el intento de homicidio del único sobreviviente.

“Para la prevención se usaban móviles identificables de las comisarías”, precisó. La primera información oficial sobre el Caso Wilde fue que salieron “en prevención” de un supuesto robo o intento de robo en una sucursal del Banco de Galicia.

Sobre qué fue lo que pasó en el hecho que se investiga en este juicio, Rodríguez dijo que tuvo varias versiones cuando estuvo preso, luego de su detención en la provincia de Córdoba. “Estuve con otros policías, con jueces y fiscales, y se sabe todo”, pero llegó sólo hasta ahí. Luego señaló: “No sé por qué estoy acá ni tampoco sé porque están estos hombres”, en relación a sus co-imputados. “Las explicaciones las tienen que dar los jefes de ese entonces”. El único que podría hacerlo es el entonces jefe de la Brigada de Lanús, José Miguel Ojeda, porque el subjefe, César Córdoba, que estuvo imputado en la causa, ya falleció. Luego se declaró inocente: “No maté a nadie. No sé por qué estoy acá después de casi 30 años. Yo siempre pedía que se hiciera este juicio una vez que me detuvieron”. Agregó en su defensa que nunca fue “funcional a ningún jefe, ni a todo lo que roce el delito”. Sorprendió cuando dijo que “al igual que la señora de Cicuttín (Raquel Gazzanego), yo también estoy esperando que se haga justicia en este caso”.

Rodríguez sostuvo que en la cárcel se enteró de qué lo acusaban y que nunca supo que estaba señalado como prófugo de la Justicia por el Caso Wilde. Su situación de prófugo salió en todos los medios de prensa en forma reiterada, pero él dice que nunca se enteró. 

Admitió que luego de su detención en Córdoba, los otros presos lo reconocieron “porque aparecía en la televisión” esposado. Rodríguez estuvo detenido en el penal de Marcos Paz y hace dos años se le concedió la prisión domiciliaria, por su estado de salud. Durante su detención tuvo como abogado al ex juez Daniel Llermanos, quien tenía buena relación con Ribelli. En la cárcel conoció a Carlos Telledín, involucrado en la causa AMIA, en la que se comprobó que recibió 400 mil dólares a través de la ex SIDE, para falsear su declaración sobre el atentado contra la mutual judía.

“Telleldín se sentó delante de mí y me dijo: ‘¿Cuántoquerés para hacerte cargo de lo de Wilde? Mirá que pueden llegar a vivir muy bien tus hijos y tus nietos”. Dijo que su respuesta fue echarlo e insultarlo. “Le dije cosas irreproducibles”.

*Colectivo de Medios Populares: La Retaguardia / FM Riachuelo / Sur Capitalino / Radio Presente / Revoluciones


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