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Masacre de Wilde -día 6- La SIDE y los archivos ocultos

Escrito por el octubre 25, 2022


El Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora desestimó un pedido de la querella para que el policía Juan José Ribelli, quien estuvo acusado en la causa AMIA preste declaración como testigo en el juicio por la Masacre de Wilde.

Por Colectivo de Medios Populares*
Redacción: Carlos Rodríguez

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El abogado querellante Ciro Annicchiarico señaló la “manifiesta utilidad” del testimonio de Ribelli, por lo surgido en el debate respecto de su condición de persona influyente en el manejo de la Brigada de Investigaciones de Lanús, a la que pertenecían los 11 policías que protagonizaron el suceso que terminó con un cuádruple homicidio. Pero el tribunal  desestimó el pedido.

El planteo se hizo sobre la inteligencia de que Ribelli podría llegar a aclarar los puntos oscuros que subsisten sobre el porqué del salvaje ataque a los dos autos en los que iban las víctimas. 

También fue desestimado el pedido de Annicchiarico de citar como testigo al subinspector Daniel Roque Cinquino, que al comienzo de la investigación, en 1994, estuvo en la nómina de imputados. De lo solicitado por la querella, sólo quedó la posibilidad remota de que declare Carlos Alberto Telleldín, señalado en la indagatoria del imputado Marcos Ariel Rodríguez. El cabo dijo que Telleldín le ofreció una fuerte suma de dinero para que se declare culpable de la Masacre de Wilde. 

Sólo está confirmado que hoy declarará como testigo el ex árbitro de fútbol Pablo Lunati, dueño de la remisería en la que trabajaba Norberto Corbo, una de las víctimas. En su momento, Lunati declaró que había recibido amenazas luego de ocurrida la masacre. 

La sombra de la SIDE

La ex SIDE y los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, siempre han estado metiendo la nariz y colocando el velo de la impunidad en los aspectos oscuros de los casos más graves de lesa humanidad, gatillo fácil, corrupción y en atentados como el de la AMIA. La Masacre de Wilde no es la excepción, todo lo contrario. 

Las partes, por decisión del Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora, tienen acceso a los informes de la ex SIDE sobre el caso Wilde, pero no podrán difundir su contenido. Algo similar ocurrió con la Masacre de Avellaneda, la sangrienta represión policial ocurrida el 26 de junio de 2002 en el Puente Pueyrredón, cuando la intromisión de la ex SIDE fue directa dando órdenes que jamás fueron admitidas ni reveladas por ningún gobierno. Allí fueron fusilados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. 

En la Masacre de Wilde hay “informes secretos” de la ex SIDE. Esa información no puede ser revelada, porque está protegida por la Ley de Inteligencia. Por esa razón, la Fiscalía y los abogados de las partes podrán leer los informes de los espías, pero tendrán que hacer silencio obligatorio. 

Desde hace meses, los jueces Marcelo Dellature, Claudio Fernández y Luis Miguel Galván, del Tribunal Oral 3, cuentan con los documentos que la SIDE reunió sobre el caso. La prueba había sido solicitada, hace dos años, por el abogado querellante Gustavo Romano Duffau, quien representa a Patricia de Angelis, viuda de Norberto Corbo, uno de los cuatro asesinados por los policías. Los informes fueron enviados por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que reemplazó a una SIDE envuelta en una multitud de escándalos. La AFI, durante el gobierno de Mauricio Macri, redobló los escándalos. 

Lo que se sabe sobre Wilde es un misterio, y lo seguirá siendo. Muchas veces, la información de los espías tiene aspectos banales y hasta anecdóticos (varios periodistas que fueron “investigados” lo saben), pero cuando están involucrados miembros de las FFAA y de Seguridad, pueden aportar datos puntuales sobre cuestiones claves: cómo, quiénes y lo más importante en este caso, por qué. 

Lo de Wilde tuvo “todas las características de una típica ratonera”, como le dijo al Colectivo de Medios Populares el otro abogado querellante, Ciro Annicchiarico, quien representa a Raquel Gazzanego, viuda del vendedor de libros Edgardo Cicutín, y del único sobreviviente, Claudio Díaz.  

Las “ratoneras” se producen cuando los policías de las Brigadas tienen conocimiento de una posible “transa” entre delincuentes relacionados con la Policía, que pretenden “independizarse” y quedarse con el botín sin darle nada a sus mentores de uniforme.  Eso ocurrió en la Masacre de Andreani, en 1996, y en muchos otros casos silenciados. La mafia policial tampoco perdona, sigue las normas de Al Capone, y mata a todos los “traidores”. 

En el caso Wilde hubo tres detenciones, con un breve intercambio de disparos. Los detenidos iban en un Dodge 1500 color mostaza o amarillo, similar al que ocupaban Cicutín y Díaz que, como se dijo, estaban “en el momento y el lugar equivocados”. No tenían nada que ver con la supuesta “transa”, de la que podrían haber participado los pasajeros del Peugeot 505 conducido por el remisero Corbo, también ajeno a todo lo que tuviera que ver con la “transa”. Dos de los tres autos quedaron como si fueran “coladores”. 

Para tratar de aclarar el misterio, en el juicio oral se indaga sobre si uno de los pasajeros del Peugeot 505, Héctor Enrique Bielsa, era o no “informante de la policía”. Su hermana, Patricia Bielsa, dijo que “sea o no sea” informante, su familiar “no merecía algo así”, en referencia al fusilamiento que le quitó la vida. 

El salvajismo policial es claro, indudable, por eso la causa llegó a juicio después de casi 29 años con una carátula lapidaria: cuádruple homicidio más un quinto en “grado de tentativa”, con la triple carga de haber sido cometido “en concurso premeditado de dos o más personas, con alevosía y utilizando un medio idóneo para crear un peligro común”. Ocurrió en una zona poblada del Gran Buenos Aires y pudieron haber sido asesinadas muchas otras personas. 

El informe de la ex SIDE debe tener datos sobre los motivos que tuvieron los 11 policías, de los cuales sólo 7 llegaron a juicio: Roberto Mantel, Osvaldo Lorenzón, Eduardo Gómez, Pablo Dudek, Marcelo Valenga, Julio Gatto y Marcos Ariel Rodríguez. Ya fallecieron Hugo Reyes, César Córdoba y Carlos Saladino, mientras que el undécimo policía, Marciano González, quedó afuera del proceso, al menos por ahora, porque sufrió un ACV. 

El cabo Rodríguez, en el juicio, dijo que el verdadero mandamás de las Brigadas es siempre el jefe operativo. Ese cargo lo ocupaba Juan José Ribelli, muy nombrado durante las audiencias. Se sabe que él estaba de licencia en Brasil cuando ocurrieron los hechos, pero por su influencia en el mando de la Brigada se cree que fue consultado sobre cómo salir del escándalo. 

Cada vez que surge el nombre de Ribelli, su socio y ex defensor en la causa de la AMIA, José Manuel Ubeira, salta como resorte para insistir en que el ex policía “no es objeto de investigación” en este juicio. Por eso se opuso al pedido de Annicchiarico de citarlo a declarar como testigo. 

La sede de la Brigada de Investigaciones de Lanús, en Avellaneda, fue entre  1976 y 1978 el centro clandestino de detención conocido como El Infierno. Y siguió el mismo camino en Wilde.  

La SIDE y la Masacre de Avellaneda

El viernes 25 de junio de 2004, en la víspera del segundo aniversario del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, unas 50 organizaciones populares realizaron un escrache a la llamada “Estación Billinghurst” de la Secretaría de Inteligencia de Estado, que ocupaba una manzana, en Barrio Norte, circundada por las calles Billinghurst, Las Heras, Sánchez de Bustamante y Pacheco de Melo. 

Lo hicieron porque desde allí salieron tres llamados al celular del comisario Alfredo Fanchiotti, el mismo día en que ocurrió el doble crimen del Puente Pueyrredón, cometido por la policía bajo órdenes directas de la SIDE, entonces encabezada por los hipermenemistas Carlos Soria y Oscar Rodríguez. 

La Masacre de Avellaneda ocurrió durante el mandato presidencial “interino” de Eduardo Duhalde, antes gobernador de Buenos Aires y defensor de la “maldita policía” involucrada en el Caso Wilde. 

El edificio de la calle Billinghurst tiene una historia mucho más oscura, que lleva a figuras míticas del Terrorismo de Estado como Aníbal Gordon, un parapolicial que trabajó en ese mismo centro “operativo” de la SIDE. 

Gordon fue un personaje impar de la represión en Argentina. Su primera aparición ante la llamada “opinión pública” fue en el año 1971, cuando robó un banco en Bariloche y escapó en un helicóptero. Un año después cayó preso en Devoto. Por otro de esos “misterios” de la corrupción en la Argentina, Gordon fue beneficiado por la amnistía dispuesta en 1973 por el gobierno de Héctor Cámpora.  Gordon no era un preso político de la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse y tampoco lo era el francés Francoisse Chiappe, un verdugo que cometió crímenes horrendos en Argelia y vivió oculto en Argentina. Se estableció muchos años en Córdoba, como Gordon, como el cabo Marcos Ariel Rodríguez. Todo se junta con todo.  Gordon y Chiappe quedaron en libertad por años. 

A Gordon lo detuvieron de nuevo por el secuestro de Guillermo Patricio Kelly. Murió en la cárcel, pero antes hizo una gestión para quitarse el rótulo de “parapolicial”. El torturador del centro clandestino de detención de Automotores Orletti durante la última dictadura cívico-militar hizo valer su rol de “orgánico” de la SIDE. 

Desde la cárcel, realizó una presentación ante el juez federal Néstor Blondi. Solicitó que se pidiera información a la central de inteligencia sobre su condición de “coronel”, ya que su legajo en la SIDE decía que era un “IM 5” (Inteligencia Militar 5), que es el equivalente de ese grado del Ejército. 

Gordon acreditó que había trabajado en la sede central del organismo oficial, en 25 de Mayo 11, a metros de la Casa Rosada, desde el año 1968 hasta el 9 de febrero de 1984, con Raúl Alfonsín como presidente. 

Otro de sus destinos fue el edificio de la calle  Billinghurst, “escrachado” por el asesinato de Darío y Maxi. Los datos sobre Gordon fueron corroborados ante Blondi, en abril de 1986, por José Antonio Klappenbach, director de Asuntos Jurídicos de la SIDE. Esto significa que ya era espía estatal antes del robo en Bariloche y explica por qué salió en libertad como supuesto preso político en 1973. 

Cuántos hechos horribles podrían quedar al desnudo el día en que se “desclasifiquen” los documentos secretos de la ex SIDE similares a los que ahora llegaron a la Justicia por la Masacre de Wilde. 

*Colectivo de Medios Populares: La Retaguardia / FM Riachuelo / Sur Capitalino / Radio Presente / Revoluciones

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