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Ver Argentina-1985 en España

Escrito por el octubre 30, 2022


Rafael Carrión es médico e historiador. Vive en Madrid. En el viaje reciente por Argentina se impregnó, entre otros aromas, con el furor por la película del Juicio a las Juntas. De regreso a España se metió en el cine para verla y comparte con La Retaguardia su opinión, entre las memorias de aquí y de allá.

Además de pasar un mes entre vosotros, este verano he tenido ocasión de leer el libro del profesor Álvarez Junco “Qué hacer con un pasado sucio” (Editorial Galaxia Gutenberg, 2022), absolutamente recomendable. También, en setiembre culminó en España la aprobación parlamentaria de la nueva Ley de Memoria Democrática, al mismo tiempo que la película “Argentina, 1985” se exhibía en el festival de Venecia. A mi vuelta a Madrid, pude ver la película y sobre ella quiero escribirles.

Es evidente que a uno y otro lado del Atlántico hemos podido reflexionar sobre dolorosas vivencias. De un pasado remoto en el caso de España y de uno más próximo para los argentinos. Y, sin embargo, es un pasado insistente y muy presente. He podido percibir que está más presente en España que en Argentina y tengo que reconocer que el esfuerzo para impedir la impunidad de los responsables de aquellos macabros crímenes, tal y cómo se refleja en la película, me ha resultado admirable. Solo puedo hacer comparaciones, quizá mi texto apenas pueda justificarse por eso, por la comparación. 

tengo que reconocer que el esfuerzo para impedir la impunidad de los responsables de aquellos macabros crímenes, tal y cómo se refleja en la película, me ha resultado admirable”

Los abusos de los victoriosos militares que con el apoyo de algunas élites derrocaron a la República española y condujeron a una guerra cruel, se prolongaron durante décadas. El sistema político dictatorial fue adaptándose a la política internacional y el desarrollo económico permitió su “maquillaje” hasta la muerte de Franco, pero los que ganaron se sabían ganadores y permitieron el cambio (o Transición) hacia una monarquía, manteniendo muchos de los resortes del poder y pasando de puntillas por las responsabilidades políticas. Todo este esfuerzo se comprende por el tiempo trascurrido y la necesidad de construir un proyecto de futuro. Pero queda pendiente el cambio en el relato histórico para sectores muy importantes de la clase política de este país, y no me refiero solo a la ultraderecha. Confío que la nueva ley permita un reconocimiento de aquellos que lo perdieron todo y a los que se impuso el olvido.

Entretanto, la película de Mitre me da envidia, sana envidia. La narración de la peripecia de unos funcionarios de la ley que, a pocos años de la vuelta a la democracia, pretenden inculpar a los máximos responsables de los crímenes cometidos por las fuerzas militares es valiente y honesta. Más allá de algunas concesiones a la dramatización, el relato es transparente y contenido. Es sincero porque señala cómo el objetivo que justifica tal esfuerzo es evitar la impunidad. Ya no importa tanto la consecución de un castigo proporcionado (¿puede haber alguno?), lo que importa es el señalamiento, la identificación y el reconocimiento. Esa es la base de la justicia y de la convivencia: saber, ver, reconocer.  Es ese el mensaje nuclear de la obra de Saramago, “Ensayo sobre la ceguera” (1995). Ese es el motor que sé que anima vuestro trabajo periodístico.

Un emocionado abrazo desde Madrid

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