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“La Abuela Alba ya no está en su casa, está en todos lados”

Escrito por el diciembre 21, 2022



Familiares, amistades, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nietos y nietas recuperadas y militantes de organismos de Derechos Humanos homenajearon a Alba “Nena” Lanzillotto, histórica tesorera de Abuelas de Plaza de Mayo. El evento fue el martes 6 de diciembre en el Parque de la Memoria, en la Ciudad de Buenos Aires. También esparcieron parte de sus cenizas en las aguas del Río de la Plata.

Redacción: Julieta Galera
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto de portada: Gentileza Mónica Hasenberg


Como no podía ser de otra forma, en un “día riojano”, húmedo, ardiente y con un sol abrasador, la Abuela de Plaza de Mayo Alba Lanzillotto, fue despedida por su familia, amigos, amigas, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nietas y nietos recuperados y militantes de organismos de Derechos Humanos en un cálido y emotivo homenaje en el Parque de la Memoria, en Costanera Norte, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Alba falleció el pasado 29 de junio a los 94 años.

Para cumplir la voluntad de Alba Lanzillotto, agua y tierra la recibirán en sus lugares de pertenencia y de militancia. Parte de sus cenizas desde ayer descansarán en el Río de la Plata junto con compañeras y compañeros detenidos desaparecidos por el Terrorismo de Estado de la última dictadura cívico militar, y otra parte de sus cenizas volverá a su tierra riojana para descansar en los jardines de la Iglesia de la Santa Cruz junto a su esposo, el poeta Ariel Ferraro.

Alba Lanzillotto nació en 1928 en una familia numerosa de educadores de La Rioja. Se recibió de profesora de Letras y dedicó su vida a la enseñanza de literatura, a la educación popular y a la lucha política. El 24 de marzo de 1976, día del golpe cívico militar, Alba había sido detenida y alojada en la cárcel de La Rioja hasta el 15 de abril. En octubre se exilió con su familia en Montevideo y al año siguiente a Madrid. El 19 de julio de 1976 una de sus hermanas mellizas menores, Ana María “Ani” Lanzillotto, y su compañero, Domingo “Gringo” Menna, fueron secuestrados y desaparecidos en Villa Martelli. Al momento de su secuestro, Ani estaba embarazada de 8 meses. En noviembre de 1976, su otra hermana menor, melliza de Ani, Cristina “Tina” Lanzilotto y su compañero, Carlos Santillán, también fueron secuestrados en Pergamino. Desde su regreso del exilio en Madrid en 1984, Alba se dedicó a buscar a su sobrino y a luchar por Memoria, Verdad y Justicia por sus hermanas, sus compañeros y compañeras de vida y por los y las 30 mil. Alba fue la primera tía que formó parte de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo. Por su enorme compromiso militante, su sentido de justicia, ética y la solidaridad que la definen, Alba tuvo un papel protagónico en Abuelas. Afortunadamente, pudo encontrar a su sobrino Maximiliano Menna Lanzillotto el 3 de octubre de 2016. Al momento de su fallecimiento, Alba estaba esperando el fallo de la sentencia de la Megacausa Campo de Mayo, de la que fue una de las impulsoras y en la que era querellante junto a sus sobrinos, Ramiro y Maximiliano Menna Lanzillotto.

Alba Pereyra Lanzilloto, hija de Alba Lanzillotto, agradeció a las y los compañeros de la vida y de la militancia de su madre por participar de esta celebración de la vida de su madre y, en especial, agradeció a los compañeros del Parque de la Memoria por el espacio, porque “el Parque de la Memoria fue algo tan significativo para mi mamá que, participar de esa comisión y ser parte de esta construcción, que ella amaba mucho, le cambió la vida”.

Foto: Julieta Galera


Fiel al estilo de Alba, su hijo Ariel Pereyra Lanzillotto, marcó el tono de la reunión: “Queremos que esto tenga el sentido de una reunión, asamblea de celebración de la vida de mi vieja, que sea participativa para que todos puedan expresarse. Y que nos acompañen después para que sus cenizas descansen con sus compañeras de pelea”.

María Adela Antokoletz, hija de María Adela Gard de Antokoletz, una de las catorce mujeres que por primera vez marchó en Plaza de Mayo, una “hermana desde los tiempos del exilio” para la familia Lanzillotto, fue la primera en tomar la palabra.

Al igual que Ariel Pereyra Lantillotto, María Adela recordó a Vicente ZIto Lema, quien partió la primera semana de diciembre, muy querido por la familia y contó que “ZIto Lema donde quiera que estuviéramos, que lo encontráramos, desaparecía para todo el mundo y se iba derecho para donde estaba Alba para hablar con ella. Tenía pasión, adoración por Alba”. Y, para conmemorar el espíritu de lucha que guiaba a Alba, que al mismo tiempo expresaba el clima que se respiraba en el ambiente entre los asistentes y que marcó la jornada, leyó una reflexión del poeta y escritor que parte de una frase de William Shakespeare en “La Tempestad”:

El infierno estaba ciego porque todos los diablos estaban en esta tierra y esos diablos son el poder con todas sus manifestaciones, económicas, políticas, filosóficas, ideológicas con sus lugares comunes, con su sentido común, con el discurso de la mentira, con el discurso de la no verdad, impuesto con caracteres tan brutales que nos agobian porque son parte de una generación que conoció en carne propia la violencia y la cultura de la muerte del poder. Más allá de nuestros esfuerzos, de nuestros sueños, de nuestras apuestas a un verdadero humanismo, la realidad nos desnuda el poder de la muerte sigue vigente porque el poder de la muerte es también el poder de quienes tienen a su defensa y cargo los valores de las pasiones más tristes que las criaturas humanas pueden desarrollar. ¿Qué nos espera hacia el mañana? Lo de siempre, la lucha. No está escrito en ningún libro de la historia que la cultura de la muerte será triunfadora. Tampoco nos asegura la vigencia de un verdadero humanismo. Estamos ante un drama. Si somos capaces de vencer lo que hoy parece un destino irremediable de cultura de la destrucción, de la acumulación mortífera de la riqueza, de la antropofagia de los más poderosos sobre los más débiles el combate está abierto. Pero mi esperanza, y hablo de una esperanza dialéctica, planificada, es que el humanismo seguirá vivo a pesar de las brutales interrupciones que esa línea de la historia tiene. Hago mío el dolor de muchos quienes, en la medida de sus fuerzas y sus posibilidades, siguen creyendo que la vida le gana la eterna partida a la muerte.

Por su parte, Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, eligió hablar en primera persona y en presente a Alba porque confesó que “en algún lugarcito está compartiendo con nosotros”. Taty dijo: “A las personas se las recuerda y se las juzga por los hechos y vaya si has dejado hechos, Alba”. Además contó que Alba la acompañó codo a codo en momentos familiares muy difíciles y por eso aseguró: “Querida Alba, amiga, compañera, vas a estar siempre, siempre entre nosotros por todo lo que nos has dejado”.

En consonancia, Abel Madariaga, secretario de Abuelas de Plaza de Mayo, expresó: “Hablar de Alba es hablar de las mellizas, de sus compañeros. Es hablar de alguien que me enseñó mucho. El cariño que difundía Alba, su calor, la alegría de Alba están presentes. Una gran compañera de trabajo, una gran amiga, en momentos muy jodidos estuvo siempre a mí lado y hoy lo mínimo que puedo hacer es estar acá. Fue muy lindo disfrutar a Alba en vida”.

Foto: Julieta Galera


La Abuela de Plaza de Mayo, Buscarita Roa no quiso recordarla con tristeza porque “ella de triste no tenía nada” y, para destacar la actitud pendenciera, aguerrida y el sentido de lucha que tenía Alba Lanzilloto, recordó con una anécdota personal un día que a Alba le habían robado en el banco y ella la acompañó a reclamar: “Ese día demostramos lo que realmente éramos: unas montoneras peleadoras”. Además, Buscarita Roa se lamentó. “En este momento somos muy poquitas las Abuelas y Alba nos hace falta. Siempre digo que haré lo que pueda. Yo fui la última en llegar a Abuelas y siempre digo que voy a ser la última en irme”, dijo.

“Yo conocí a la Abuela Alba como una de mis abuelas. Siempre tengo la misma imagen de ella. Siempre estaba en el mismo lugar haciendo lo mismo, con sus biblioratos. Lo asombroso de la Abuela Alba es que siempre me la encontraba en Abuelas, pero además siempre me la encontraba en la calle luchando”, recordó el nieto recuperado, Manuel Gonçalves Granada. Además, contó que, tristemente, con Alba Lanzillotto lo unía San Nicolás, “porque íbamos a hacer memoria allí”, él por sus padres y ella por su hermana María Cristina. “Tengo una foto muy linda de la última vez que fuimos a San Nicolás, de ella me queda el incansable luchar y me queda el momento de cuando encontramos a Maxi (el hijo de su hermana Ana María nacido en cautiverio y apropiado), le dimos el resultado a él e inmediatamente después fui al encuentro de la familia, a la casa de la Abuela Alba y todo ese trayecto pensando cómo le tenía que contar lo que ella quería saber, qué era cómo era Maxi y fue hermoso. Y yo le tenía que transmitir eso que no podés transmitir en palabras y me acuerdo de eso, de los mimos, de la familia, de la felicidad. Y de cómo ella cada vez que me veía me acariciaba la cara. La foto de San Nicolás tiene ese gesto. Así que creo que para mí eso resume lo que ella hizo en mi vida y en la vida de todos nosotros: sin Alba, sin Buscarita, sin Taty, sin cada una de las Madres y las Abuelas, los nietos restituidos no estaríamos acá. Todos los días lo que hizo Alba por mí me permite ser Manuel y no hay manera de expresarlo en palabras. Todo este último tiempo, que ya nos veíamos menos, ya sabía que Alba estaba en su casa y cada tanto intercambiábamos mensajes en Facebook, porque ella era muy activa en redes, pero ahora ya no está en su casa, está en todos lados como cada una de las Madres y Abuelas que ya no están. Y eso me hace sentir acompañado. Gracias a la Abuela Alba por su enorme guía”, expresó Manuel Gonçalves Granada.

Finalmente, en el balcón de la explanada cercana a la escultura “Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez”, las cenizas de Alba Lanzillotto fueron esparcidas en el Río de la Plata al son de las palabras de Taty Almeida: ¡Alba Lanzillotto, PRESENTE, AHORA y SIEMPRE!


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