radio
Radio en vivo
La Retaguardia

Israel: la clave es derrotar al fascismo

Por LR oficial en Internacionales, Otras

Una nueva intifada palestina y la respuesta siempre desproporcionada de Israel son dos definiciones que pueden ser usadas cotidianamente. El conflicto permanente suma ahora un dato nada alentador: una coalición de ultraderecha tomó el poder en Israel. Las manifestaciones antifascistas de las que se habla poco.

Redacción: Lautaro Brodsky
Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele
Foto de portada: Ben Cohen Megafon News


En Israel asumió a fines de diciembre el nuevo gobierno de extrema derecha. La coalición gobernante ya se encuentra atravesando un conflicto con el poder judicial, que se suma a las enormes manifestaciones de la población civil contra las medidas antidemocráticas de Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro.

El fascismo es mayoría en el parlamento. El nuevo gobierno está compuesto por una coalición de ultranacionalistas, supremacistas, homofóbicos y ultraortodoxos, al que pertenecen los partidos políticos LIKUD, Sionismo Religioso, SHAS, Judaísmo Unido de la Torá, Poder Judío y NOAM. Netanyahu es primer ministro por el LIKUD.

La resistencia de la población de Israel al nuevo gobierno se da porque los fascistas quieren llevar adelante leyes contrarias al colectivo LGBTI y porque el Knéset (parlamento israelí) pueda rechazar las decisiones del tribunal supremo. Esta propuesta de avanzada del parlamento sobre el poder judicial viola la independencia de poderes y despeja el camino a un régimen autoritario. En Tel Aviv hubo 80 mil manifestantes contra las políticas totalitarias de Netanyahu y otras miles de personas en distintas ciudades del Estado.

Resistencia


La ciudadanía israelí salió a manifestarse con consignas como «Vete», «Democracia en peligro» o «Juntos contra el fascismo y el apartheid», y carteles que comparan al actual gobierno con el nazismo. Como represalia a estos sucesos, el ministro de seguridad de Israel, el abiertamente supremacista y antiárabe Itamar Ben-Gvir, declaró que está prohibida la bandera palestina bajo el territorio del Estado de Israel.
En Israel, la ciudadanía afronta las contradicciones de que desean vivir en un Estado sionista, pero a la vez se enfrentan a una ola fascista que sale del seno del mismo. Mientras la población judía intenta vivir en armonía con sus hermanos y hermanas palestinas, en las esferas de la reacción aparecen altos funcionarios que desean ya no solo expulsar a los y las árabes de lo que ahora se conoce como Israel, sino también a los y las judías “desleales”.

Las provocadoras manifestaciones nacionalistas en Israel contra palestinos y palestinas al grito de ¡Muerte a los árabes! se enfrentan a una resistencia a las políticas de limpieza étnica y apartheid que también viene desde la ciudadanía israelí.

Justamente la comunidad judía del territorio que ahora se conoce como Israel, tiene conciencia de que el nuevo gobierno es contrario a lo que representa la tradición histórica del judaísmo. A ningún judío/a le hace gracia el audio filtrado del ministro de finanza de Netanyahu, Bezalel Smotrich, que decía: «Soy una persona de extrema derecha, homofóbica, racista y fascista, pero mi palabra nunca está en entredicho».
A pesar del atentado a la sinagoga de Jerusalén que dejó 7 personas muertas, como represalia de un bombardeo del Estado de Israel a la franja de Gaza y el discurso revanchista de la derecha israeli, se manifestaron hace unos días en Tel Aviv 40 mil personas contra el gobierno de Netanyahu, la semana anterior a esa última movilización, salieron a la calle a protestar contra la reforma judicial 120 mil personas que vendrían a ser en Argentina 600 mil personas en Plaza de Mayo, si calculamos que en lo que hoy es Israel viven 9,3 millones de habitantes.

¿Qué hacer?


Ante estas contradicciones que vive la sociedad israelí, es obvio que aún palpita en el pueblo judío su sentimiento de lucha contra el racismo y todo tipo de fascismo. La comunidad judía de lo que ahora se conoce como Israel deberá hacer su experiencia y entender que el sionismo no es el camino para evitar el antisemitismo, sino la lucha constante contra un sistema que lo genera. El pueblo judío todavía tiene más vigentes a los partisanos antinazis como Mordechai Anielewicz y Marek Edelman, que a los líderes sionistas admiradores de Benito Mussolini, como Zeev Jabotinsky.