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La línea directa entre el Batallón 601 y Puente 12

Escrito por el abril 28, 2023


La Inteligencia del Ejército fue clave durante el último genocidio. Dos de sus integrantes son juzgados en Puente 12 III.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero

Cultivada por primera vez por los Incas, antes de la llegada de los colonizadores, la batata es la más simple de las hortalizas. Sin embargo, en la jerga de los genocidas, “Batata” era la denominación –en clave de torturador— del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, artífice del secuestro, tortura y exterminio de miles de personas. Los crímenes fueron en Argentina y en otros países a los que llegaron las garras de sus espías, en el marco de la planificación continental de la Operación Cóndor.
Desde el sombrío edificio de Callao y Viamonte, en Buenos Aires, partieron miles de órdenes y de ejecutores hacia cada rincón del país. Algunos tuvieron nefasta fama, como Raúl Antonio Guglielminetti, retratado en 1984 cuando “custodiaba” a Raúl Alfonsín y a María Estela Martínez de Perón. Otros, como el coronel Carlos Alberto Roque Tepedino, durante décadas permanecieron en el anonimato, aunque fueron figuras claves del Terrorismo de Estado. Hoy, en el tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad en el centro clandestino de Puente 12, dos ex jerarcas del Batallón 601 están siendo juzgados: el exteniente primero Enrique José Del Pino –condenado en otras causas— y el excapitán Walter Roque Minod, por primera vez en el banquillo de los acusados. En este juicio, la tercera audiencia se realizará el próximo viernes 5 de abril a partir de las 8:30.

Un asesino fotogénico

Raúl Antonio Guglielminetti, exagente del Batallón 601, fue el primero en recordar, en 1984, que la dictadura seguía vigilando a la frágil democracia. Su primera foto publicada en los diarios fue acompañando al entonces ministro del Interior Antonio Tróccoli y a la expresidenta María Estela Martínez de Perón, de visita en Buenos Aires. Luego, en otra foto, aparecía a pocos metros del presidente Raúl Alfonsín.
Lo más grave fue que Guglielminetti no estuvo “infiltrado” sino que fue convocado a partir de una idea del subsecretario general de la presidencia Dante Giadone, exsuboficial auditor del Ejército. Lo que hicieron fue crear un grupo de Inteligencia al servicio de Alfonsín, porque Guglielminetti los había convencido de que se estaba gestando un atentado contra el Presidente.
El llamado Grupo Alem tenía su sede en Leandro Alem 218, a cuatro cuadras de la Casa Rosada. Lo integraron otros notorios represores como Juan Antonio del Cerro, alias “Colores”; Juan Carlos Fotea, alias “Lobo” o “Juan Carlos Linares”; Daniel Alejandro González; el capitán de navío Marcelo Marienhoff, hijo de un marino amigo de Alfonsín; el prefecto Juan Carlos Liaño, alias “Roilla”, quien como “Colores” había estado en el circuito “Club Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo”.
También estuvieron Jorge Rivero, alias “El Gitano”, un policía de la Superintendencia de Coordinación Federal denunciado como integrante de la Triple A, y el coronel Eusebio Gustavo González Breard, a cargo de la agrupación Seguridad e Inteligencia de la Casa Militar de la Presidencia. En la interminable lista figura un oficial de apellido Choffi, apodado “Nino”, que pertenecía al Batallón 601, al igual que José Benayas, el médico Arturo Horacio Poiret y Carlos Alberto Vivas, alias “Jaime Vidal”.
El 8 de abril de 1987 en varios medios periodísticos se adjudicó al 601 un atentado ocurrido en la Capital Federal. El Estado Mayor del Ejército aclaró: “El denominado Batallón de Inteligencia 601 no existe en la actualidad, por haber sido reestructurado”. En el mismo comunicado se admitía que sólo había cambiado de nombre. Se llamaba ahora “Central de Reunión de Inteligencia Militar (CRIM)”.

El coronel Tepedino

A comienzos de 1996, a la Casa de las Madres llegó un sobre cerrado destinado a los periodistas que hacíamos el periódico Madres de Plaza de Mayo. El documento anónimo, que también llegó a Página 12, tenía 23 carillas y hacía referencia a oscuras operaciones que se realizaban desde el Estado Mayor General del Ejército, cuando su titular era el general Martín Balza.
El eje de la denuncia era la presencia, en la Jefatura II (Inteligencia), de un hombre clave de la represión, el coronel retirado Carlos Alberto Roque Tepedino, acompañado por uno de sus viejos colaboradores, el coronel retirado Carlos Enrique Rospide.
El currículum de Tepedino era elocuente. Entre 1975 y 1977 había sido director del área de Inteligencia Interior de la ex Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE). Desde el 27 de octubre de 1976 hasta fines de septiembre de 1979 fue jefe del Batallón 601. Luego pasó a ser secretario de Seguridad Interior del Ministerio del Interior. Con ese cargo llegó hasta el 10 de diciembre de 1983 y se fue de la mano del último presidente de facto Reynaldo Bignone.
Desde ese momento y hasta 1999, el refugio oculto de Tepedino fue la Jefatura II (Inteligencia) del Estado Mayor General del Ejército, bajo el paraguas que le abrió el general Martín Balza.
En el documento anónimo se afirmaba que Tepedino fue la “eminencia gris” de todos los jefes de inteligencia que se sucedieron desde el 10 de diciembre de 1983. El 14 de junio de 1997, en una nota publicada en el diario Página/12, se confirmó la presencia de Tepedino en el séptimo piso del Edificio “Libertador”, sede del Comando en Jefe del Ejército.
El viejo coronel había sido indultado en 1989 por el presidente Carlos Menem, ya que estaba procesado por el encubrimiento del crimen de Elena Holmberg, exdiplomática de la dictadura de Jorge Rafael Videla, asesinada por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Homberg pagó con su vida las diferencias que el Ejértico tenía entonces con el almirante Emilio Massera.
En 1994, Tepedino condujo el encubrimiento del crimen del soldado Omar Carrasco. Era un experto en eliminar pruebas y adulterar la escena del crimen.
Con los datos aportados por el informe anónimo, fue fácil encontrar a Tepedino en el Comando en Jefe del Ejército: sólo hubo que llamar al número 4346-6100 del conmutador y pedir por él o discar el interno 1371. El militar atendió el teléfono, confirmó su nombre y su grado militar, pero se negó a responder preguntas.
Tepedino dirigió también el “Operativo Murciélago” destinado a detectar, identificar y asesinar a los militantes de Montoneros que ingresaron al país en la llamada “Operación Retorno”, en los años 1979 y 1980.
Antes también había organizado las maniobras destinadas a presentar como “enfrentamientos” los asesinatos de Osvaldo Cambiaso, Eduardo Pereira Rossi y Raúl Jaguer, ocurridos en los últimos años de la dictadura.
Los hombres de Tepedino intervinieron en el asesinato en Madrid de Noemí Esther Gianetti de Molfino, en 1980. La víctima había sido secuestrada en Perú y llevada a la capital española. Junto con ella, en Lima, fueron secuestrados María Inés Raverta y Julio César Ramírez, quienes siguen desaparecidos. Los crímenes fueron cometidos en conjunto con militares peruanos.
Ante un pedido del juez federal Adolfo Bagnasco, el Ejército confirmó que los jefes del 601 durante la dictadura fueron Tepedino y el coronel Julio César Bellene. La primera denuncia contra Tepedino fue presentada por Hebe Bonafini en España, ante el juez Baltasar Garzón, cuando no habían comenzado los juicios de lesa humanidad en Argentina. Se dijo, incluso, que el exjefe del 601 podía tener información sobre los archivos secretos del genocidio. El 19 de enero de 1999 se hizo un allanamiento en el edificio Libertador que dio resultado negativo. El represor Juan Antonio del Cerro, alias “Colores”, había declarado ante la Justicia que los archivos estaban en el 601.
Tepedino fue condenado por crímenes de lesa humanidad ocurridos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército (25 años de prisión) y por los crímenes en la causa Campo de Mayo II (20 años). Guglielminetti, que fue un subordinado suyo, fue condenado a cadena perpetua.
Tepedino murió en la cárcel en 2011 y por esa razón no recibió una tercera condena en la causa por la “Contraofensiva”.

Del Pino y Minod

En el juicio por los crímenes de lesa humanidad en Puente 12, son juzgados dos exjefes del Batallón 601, el teniente primero Enrique José Del Pino y el capitán Walter Roque Minod.
Del Pino cumple una condena a prisión perpetua y sigue el nuevo juicio en su contra desde su lugar de detención en Córdoba.
Del Pino fue acusado y se pidió su detención en 2005, pero estuvo prófugo un año y medio. Lo detuvo Interpol en mayo de 2007, cuando salía de un restaurante en Palermo. El represor participó en los crímenes cometidos por el Ejército durante el Operativo Independencia, en Tucumán, estuvo en los centros clandestinos “Atlético”, “Banco” y “Olimpo”, además de participar en la represión en jurisdicción del Quinto Cuerpo de Ejército, con asiento en Bahía Blanca.
En “El Banco” y “El Olimpo” se lo conocía con el alias de “Miguel”. En esos lugares “participaba de los operativos de secuestros y de las torturas”, recordó Isabel Fernández Blanco, sobreviviente de esos centros de exterminio. Le adjudicaron al menos 114 hechos cometidos contra víctimas de secuestro y tortura. Su carrera comenzó en 1975, en Tucumán, bajo las órdenes de Adel Vilas y Antonio Domingo Bussi.
Por su parte, el capitán Walter Roque Minod, está procesado desde 2019. El juez federal Daniel Rafecas lo acusó como autor intelectural de los secuestros de Ofelia Máxima Ruiz Paz de Santucho y María Ofelia Santucho. Esto ocurrió el 8 de diciembre de 1975 en Morón, donde vivían las víctimas, que fueron interrogadas acerca del paradero de su tío, Mario Roberto Santucho, el líder del PRT-ERP.
El 25 de agosto de 1976 Minod firmó el legajo de calificación de Carlos Españadero, uno de los personajes más nefastos que integraron el 601, en su caso como personal civil de inteligencia. Eso sirvió para demostrar que Minod tenía un grado superior. El militar había asegurado ante la Justicia que sólo cumplía tareas administrativas y que nunca tuvo intervención en las operaciones. Minod llega por primera vez a un juicio oral y todo hace pensar que la acusación en su contra se puede ampliar durante el desarrollo del debate, en razón de su carácter de jefe del 601.
En el juicio oral son juzgados también el exoficial principal Enrique Osvaldo Gauna, los excabos del Ejército Carlos Alberto Tarantino y Angel Salerno, y el exoficial de la Policía Bonaerense Néstor Alberto Ciaramella.


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