Canción actual

Título

Artista


“Donda y Azic me cruzaron en la calle en 1985”

Escrito por el mayo 12, 2023


Lo contó el sobreviviente Carlos Muñoz en el juicio donde se investiga la participación de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Este hecho sucedió dos años después de la recuperación de la democracia. Los represores fueron a la pizzería donde estaba comiendo y frenaron su Falcon verde frente de él. 

Redacción: Camila Cataneo
Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele
Fotos: Captura transmisión de La Retaguardia

Solo habían pasado dos años de la recuperación de la democracia. Carlos Muñoz estaba comiendo dos empanadas con un moscato en La Americana, una pizzería muy conocida de la calle Callao. Estaba parado en el mostrador y vio que se estacionaba un Falcon verde. “A mí se me paralizó el cuerpo”, aseguró Carlos. En ese auto estaban Juan Antonio Azic y Adolfo Donda Tigel. El marino bajó del auto y le hizo una seña para que se acerque. Carlos contó que le dijo: “Yo no tengo nada que hablar con ustedes, yo no quiero saber nada con ustedes”. Esa fue la última vez que Carlos vio a sus represores. 

Muñoz recordó ese encuentro en el juicio donde se investiga la participación de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Ella nació en la maternidad clandestina de la ESMA durante el cautiverio de su mamá, María Hilda Pérez de Donda, quien continúa desaparecida. La beba fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic, quien ya fuera condenado por el hecho en 2012. Victoria Donda recuperó su identidad en 2004.

“La primera vez que lo vi fue el día que me secuestraron. La última vez que lo vi fue en 1985”, manifestó el sobreviviente y aseguró que “había una relación de cercanía” entre Donda y Azic, que es relevante para el juicio, porque el imputado niega haber tenido una relación estrecha con el apropiador de su sobrina. 

Me secuestraron dos veces

Carlos fue secuestrado dos veces en la última dictadura cívico militar. La primera sucedió el 3 de junio de 1976 y estuvo doce días en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. Luego, el 21 de noviembre de 1978 fue nuevamene secuestrado y lo llevaron a ESMA. El 15 de febrero de 1980 recuperó la libertad.

Durante su cautiverio en la Superintendencia fue brutalmente golpeado y torturado. “Mi papá hizo gestiones a través de su primo”, explicó. Este familiar era el comisario mayor Aurelio Arturo Cavani. Carlos contó que los primeros días no había modificado su situación ahí dentro pero a los días fue liberado y a su compañero le pegaron un tiro delante de él. 

En esos días conoció a Omar Deuderes. Le decían “el Francés”, era un guardia marino. Había participado en la sublevación de la Escuela de Mecánica de la Armada en el año 1972. Omar le había contado que “lo iban a pasar por derecha, es decir, legalizarlo porque su hermano estaba en la patota”. El guardia luego pasó a la Unidad 9.  “A mí me salvó la vida mi tío y al otro chico su hermano”, dijo, y puntualizó en que “hubo alguna influencia porque los demás están desaparecidos”. 

Luego de dos años fue secuestrado por segunda vez. Ese día estaba durmiendo en su casa con su exesposa y su hijo de tres meses. Tiraron la puerta y realizaron el típico procedimiento de esos tiempos. Allí entró un grupo armado vestido de civil. “Estaba conducido por el en ese momento teniente de Fragata Alfredo Astiz. Acompañado por otro teniente de Fragata que después le decían Gordo Tomás (Rodolfo Oscar Cionchi) y también estaba Claudio Pintana. Además estaba otro policía más que hace poquito fue condenado (Mario) Sandoval, al cual le decían Churrasco”, declaró Muñoz. Luego comentó: “Nos subieron en autos y me arrastraron hasta un cuartito. Me hicieron desnudar y me ataron las extremidades y me aplicaron picana eléctrica”.

Ese día conocí a Donda

“Me llevaron a un cuarto que no logro identificar si era la huevera. Me esposaron y me dieron una resma de hojas y una lapicera. Me pidieron que escriba la ‘historia de mi vida’”, contó. Ese día conoció a Donda. Estaba muy golpeado e intentó abrir sus esposas con la tapa del escritorio y en ese momento entró el teniente de Navío Donda (alias Gerónimo o Palito) y le dijo “ah, te querés fugar” y le dió una paliza feroz hasta desmayarlo. Cuando se despertó estaba en una colchoneta esposado. Luego pudo saber que era Capuchita. 

“Lo vi reiteradas veces, era una presencia permanente en el sótano. Casi diaria”, aseguró el sobreviviente al situar al exmarino en el centro clandestino y recordó que “una noche estaba de guardia Donda y nos hizo salir a todos para afuera y nos dio copas para brindar por la muerte de un compañero”. También manifestó que “Donda era el jefe de operaciones” y que “Azic no era marino pero formaba parte del grupo de operaciones”.

El sobreviviente siguió recordando momentos claves donde tuvo que interactuar con el represor: “Un día me llevaron a Capucha y vi que estaba el proyector que me habían robado cuando me secuestraron. Ahí le planto a (Luis ‘Abdala) D’Imperio si podía proyectar películas. Él me autorizó con la condición de que sea primero en la oficina de Operaciones. Ahí estaban todos los oficiales (..:), entre ellos, estaban Donda y Azic”. Además manifestó que Donda le “ponía una pequeña escopeta en la cabeza cuando se desenfocaba el proyector”. 

Carlos contó que cuando estaba en cautiverio se hablaba de que Donda tenía un hermano montonero, “que Gerónimo lo entregó” y que eso le daba una alta valoración entre sus compañeros.  También relató cómo fue el día donde se enteraron que dos o tres compañeras habían declarado públicamente en la Asamblea Francesa. Carlos dijo que “Imperio era más conciliadora y Donda quería que nos maten a todos”. D’Imperio bajó esa noche al sótano y les dijo que “el proceso de recuperación continúa pero no podiamos salir del país”. 

Continuó su relato e hizo mención a lo que sucedió con la apropiación de la casa de la mamá de Víctor Basterra. “Donda fue a apretar a la madre para que firmara una falsa escritura de venta de la vivienda”, contó el sobreviviente. Luego la llevó a una escribanía en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Tanto Azic como Donda fueron los beneficiarios de la casa. “Le exigieron que no se lo podía contar a nadie, que lo mantuviera en secreto”, agregó.

También se refirió al momento en que estaba en capucha y lo bajaron al sótano, donde se hacían los interrogatorios. Ahí estaba Donda frente a él y le preguntó: “Escuchame, ¿vos tenés un pariente que es policía o algo así?”.  Muñoz le respondió: “Sí, por supuesto. Tengo un tío”. Carlos contó que pensó que iban a soltarlo como había pasado en la intendencia. “Si sigue jodiendo va a terminar como vos”, dijo Donda.

Carpetas con información

Mientras transcurría la audiencia, Carlos contó que cada represor tenía que hacerse cargo de un secuestrado. “En mi caso era Febres. Se armaba una carpeta donde estaba toda la información del secuestrado. Quienes participaban. Por supuesto con nombre de guerra. La hora. Anotaban toda la inteligencia previa. El operativo. También los datos que tenían, lo que habían sacado en la tortura de otros compañeros o compañeras. Además nos sacaban una foto y al final había una especie de sentencia que era una L o una T. Supongo que la T es de ‘traslado’ y la L era la de ‘libertad’”, relató el sobreviviente. 

Al finalizar su testimonio, el abogado defensor Guillermo Fanego pidió un cuarto intermedio para hablar con Donda. Al volver le preguntó por su familia y luego le consultó si conocía a Eugenio Benjamín Méndez. Carlos respondió: “Es el autor del libro que se llama ‘Confesiones de un Montonero’. En él, no me nombra  pero pone espacios de mi vida. Algunos coinciden, otras son barbaridades. Por eso lo denuncie”. Y puntualizó: “Decían que Méndez era servicio de inteligencia”.


Opiniones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *