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Dos guardias del Olimpo aportaron datos escalofriantes del centro clandestino

Escrito por el mayo 30, 2023


En un par de audiencias tan extensas como durísimas, declararon dos personas que pertenecían a Gendarmeria Nacional y fueron guardias en El Olimpo durante la última dictadura. Se trata de Omar Eduardo Torres y Federico Talavera. Torres reveló que hicieron con el cuerpo de Lucila Révora, la mamá de Eduardo Wado de Pedro.

Redacción: Alejandro Volkind (Radio Presente) / Camila Cataneo (La Retaguardia)/
Edición: Fernando Tebele (La Retaguardia)
Foto de portada: Transmisión conjunta de Radio Presente y La Retaguardia

Omar Eduardo Torres se desempeñó como gendarme durante toda la dictadura cívico militar. Entre agosto de 1978 y febrero de 1979, fue destinado a hacer guardias externas en el ex Centro Clandestino de Detención Torura y Exterminio “Olimpo”. En la audiencia 21 declaró como testigo y detalló los delitos de todo tipo que cometieron allí quienes eran sus jefes. Confirmó la existencia de un registro donde se anotaban los operativos y el nombre de las personas secuestradas. Dio detalles sobre los traslados a los Vuelos de la muerte y brindó escabrosos pormenores del operativo en la calle Belén en el que fue secuestrada y asesinada Lucila Révora y del que fue testigo su hijo Eduardo “Wado” de Pedro, de tan solo dos años. 

Por su parte, Federico Talavera dependía del Comando 1 del Ejército de Campo de Mayo y fue enviado al centro clandestino El Olimpo para cumplir diversas funciones, entre ellas, ser el chofer asignado para trasladar a las personas que estaban en cautiverio hacia los aeropuertos donde se realizaban los Vuelos de la muerte. Antes de estar en El Olimpo, participó del Operativo Independencia y del Mundial 78. “El subcomandante era Luis Medina y nos convocaba para todos los operativos”, dijo al comienzo de la audiencia. Medina es uno de los acusados en este juicio.

La importancia de sus testimonios se notó desde el inicio de las dos jornadas, cuando los abogados defensores de los represores, notablemente incómodos, solicitaron dejar sin efecto el testimonio ante el peligro de posibles autoimputaciones. Durante su declaración, quisieron intimidar a Torres y a Talavera planteando que su propia declaración los ubicaba a la par de otros imputados como partícipes de los delitos que relataban y, a la hora de las preguntas, por primera vez en lo que va del juicio, tuvieron una participación sumamente activa, que contrastó con las ausencias de preguntas a casi todas las víctimas y familiares que pasaron por las audiencias.

La historia de Lucila Révora y Carlos Fassano

El 11 de octubre de 1978 se llevó adelante un operativo del Batallón de Inteligencia 601 en el domicilio de Belén 335. Allí vivían Carlos Fassano y Lucila Révora, quien estaba embarazada, junto a su hijo pequeño Eduardo Enrique De Pedro. Al ingresar a la vivienda se los llevaron secuestrados. Torres recuerda perfectamente aquel operativo. “Esa noche yo estaba de guardia. Nazario insistió varias veces por teléfono con que necesitaba hacer un ´asadito´”, tal como le decían en la jerga concentracionaria a la quema de cuerpos. “A Fassano lo llevaron a la Escuela de gendarmería y lo quemaron ahí”. En cambio, según relató Torres, el cuerpo de Lucila lo quemaron en un “tacho de 50/100/200 litros en El Olimpo”. Recordó que “Lucila Révora estaba embarazada de seis o siete meses. Y mientras la quemaba, Rosas agujereaba el tambor para que saliera el líquido que iba quedando adentro. Todos los que estaban de guardia ahí lo vimos”. Y continuó: “Había un chico de 4 o 5 años, debajo del brazo, era Wado de Pedro. No lo estaban conteniendo. El chico lloraba desconsoladamente, que se había salvado de ese enfrentamiento de casualidad”. Dijo que mucho tiempo después supo que aquel niño era el actual Ministro del Interior: “Miren…”, agregó sin completar la frase.

¿Qué vieron?

“Nunca se me ocurrió tener doble identidad, si yo nunca acepté ni cometí ningún delito, a pesar de que los veía constantemente”, dejó en claro Omar Torres en los primeros minutos de la audiencia y explicó que “no me gustaba ver torturas, asesinatos (…) Tampoco lo podía hablar con nadie, aquel que se oponía a una orden, ya te miraban medio raro”. 

Torres contó que trabajan un día entero y luego tenían dos de descanso. Él hacía las guardias internas donde estaban las personas en cautiverio. Nombró a varios de los imputados como por ejempolo a Miguel Lugo: Él me vio en El Olimpo. Él era guardia interno. Sacábamos a los detenidos de un calabozo para llevarlos a interrogar cuando pedían los que hacían tortura. Después había que sacarlo. Estas personas salían mal, calcule que les pasan electricidad y se los golpeaba. Los sacaban sin conocimiento de los calabozos, se lo llevaba a su celda y se lo dejaba ahí”, señaló. 

Entre julio y agosto, cuando terminó el Mundial 78 realizado en medio de la dictadura, Torres dijo que lo “mandaron” al Olimpo y que a los tres días llegaron los detenidos.

Los registros

Durante su relato confirmó la existencia de un registro donde se anotaban los operativos y los secuestrados, y señaló con nombre y apellido a los militares que están en el banquillo de acusados. “Hugo Medina, segundo escuadrón de Campo de Mayo –móvil 1– tenía un libro de guardia, de como 200 hojas, y ahí se anotaban la salida de personal. Todos esos libros figuraban, eso se guardaba, todo. Ahí ponían quienes salían a tal lado, no ponían operativo olimpo, pero si había siglas”, dijo Torres y continuó: “Había registro de las personas secuestradas, sí. Les daban un apodo o un número. Dentro de los detenidos venía el Turco Julián y decía ´tráigame el número 10 , el 20´. Había dos grupos de tareas constantes, más dos grupos al otro día. Cuatro autos, y en cada auto iban cuatro, y eran dos grupos por día, diez por grupo, y así eran sucesivos los tres días. Y cuando había algo importante, venían todos”.

Los torturadores

Torres repasó represores con apellidos y apodos: “Sergio Raul Nazario se hacía llamar Estevez, el comisario Rosas le decían clavel, el oficial de la policía Siri, en la calle Belen, donde hicieron explotar una granada en la habitación” y que “Nazario estaba casi todos los días en Olimpo, también iban a Orletti” y “dependía del Batallón 601, deberían tener reuniones con los jefes de ellos”. Nazario también está imputado en el juicio.

El exgendarme contó que los represores “juntaban el botín del día y se lo repartían entre los oficiales y tiran una manta, o arriba de los vehículos, y todos lo que podían rapiñar, se lo repartían”.

Se refirió a  “Patan” como el que salía en la patota a robar y secuestrar gente. También habló de Miguel Pepe, otro acusado del quinto tramo de ABO, quien “era asesino del 601, él andaba en la patota que les digo”, y señaló que estaba en el Olimpo. Luego comentó que también vio en el centro clandestino al jefe del Primer Cuerpo del Ejército: “Se presentó una vez (Carlos Guillermo) Suarez Mason para parar los asaltos que hacían. Porque pedían zona liberada por el Primer Cuerpo a las comisarías de esa zona, y hacían asaltos, robos. Y vino Suárez mason a decirles que de ahora en más no iban a salir a robar por sí solos, sólo con la orden (…) No sé quien lo designó, pero sí sé que iba. Y supe que eran de esa fuerza porque en conversaciones manifestaron eso. A Pepe lo veía una o dos veces por semana. Los interrogadores iban a cualquier hora. Podían caer a la una de la mañana, se quedaban una hora y se iban”, agregó.

Por otro lado habló del “Japonés”, quien era el suboficial del Servicio Penitenciario y que a “Poca vida”, “lLo veía siempre”. Luego continuó con “Guastavino”, uno de los alias del agente de Inteligencia Rodolfo Guglielminetti, quien era “torturador, se manejaba solo, con auto, servicio de inteligencia. Las guardias de gendarmería no teníamos mucha conversación con ellos”.

Casi al finalizar su testimonio, la querella le mostró fotos de militares, policías y gendarmes. Torres reconoció a uno de los grupos de tareas como “Calculín”. También a un hombre del Servicio Penitenciario pero no recordó el nombre y puso nombre cuando le mostraron la foto de Hugo Medina. 

En el caso de Federico Talavera, la querella consultó quienes formaban parte de los operativos en El Olimpo y Talavera nombró a “Lugo, Pepe, Luna”. Los dos primeros figuran entre los acusados. Por otro lado, comentó que “Guillermo Cardozo era nuestro jefe de Gendarmería y Victor Vera ya estaba dispuesto como chofer”. Respecto a Lugo, comentó que era sargento y que compartieron participación en el Operativo Independencia. “Se fue del Olimpo porque estaba convocado para la Escuela de suboficiales”, dijo. Luego comentó que Pepe era suboficial y siempre estuvo en diferentes operativos. También habló de Sergio Nazario, quien “estuvo conmigo en Tucumán”. Luego señaló que Perez era un oficial de Inteligencia. Sobre el Turco Julian manifestó que participaba de los Vuelos de la muerte y que también estaban los “dos polacos”, que eran de la Brigada, aunque no aportó sus nombres. 

Talavera comentó que fue a conocer el espacio donde iba a funcionar el centro clandestino. “Estaba vacío”, dijo. También lo relacionó con el Operativo Independencia y los lugares donde funcionaron otros centros clandestinos. “Sabía que iba a ser un lugar para detenidos”, expresó el exgendarme. A los pocos días “llegó un camión color gris que estaba conducido por otro gendarme que estuvo en Tucumán, que custodiaba a (Antonio Domingo) Bussi. Dentro de ese camión había personas tabicadas. Había hombres y mujeres que bajaron de ese camión y se metieron a ese predio”. 

Delitos sexuales dentro del Olimpo

La querella le consultó a Torres si dentro del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio había escuchado hablar o había vistoabusos sexuales. “Ver, no. Que teníamos conocimiento que las violaban, sí. De hecho mandaban a comprar, y he encontrado, tachos con profilácticos que se tiraban. Una detenida no iba a tener algo con una persona de ahí. Era una violación, al llevarla a la plancheta. Yo no entraba al lugar de los detenidos, tampoco me gustaba ver gente destruida, torturada, lastimada. (…) Había comentarios: a tal chica le habíamos hecho esto, a otra lo otro. Eso era común en las guardias donde había personas mas grandes, del Servicio Penitenciario, de Policía Federal, que comentaban lo que le hacían los torturadores a las detenidas. (…) Mendez, Cardozo, Nazario, han torturado hasta matar gente, no les costaría nada, lo mínimo sería haber violado a chicas. (los torturadores) Vivían en un estado de demencia, de locura, porque tenían tanta perversidad”. También Talavera informó que “supo de crímenes sexuales” cuando era la hora de comer. “Hubo abuso de todas partes, guardias, gendarmes. Participaban todos”. 

Los traslados

En otro pasaje de su testimonio, Torres hizo referencia a cómo eran los traslados. “Si, había un camión Mercedes Benz 608. Ahí los subían, los inyectaban para tenerlos medio adormecidos, los subían. Federico Talavera, chofer de uno de los camiones, nunca decía nada, y un día nos cuenta que los llevaba hasta aeroparque o hasta el aeropuerto de El Palomar y que desde ahí los tiraban”, y comentó que “he visto, tres o cuatros traslados seguro. La silla de ruedas quedó ahí afuera, en el Olimpo”.

Faltando poco para que finalice el testimonio, los abogados de la defensa volvieron a pedir la suspensión de la declaración y el Juez Jorge Gorini les negó la solicitud: “Vamos a continuar con la declaración. Es un testigo que ya declaró en otras oportunidades. Y fue aceptado por la totalidad de las partes”. Al finalizar, declararon tres testigos puestos por los abogados defensores: Humberto Aguirre, Miguel Angel Cisneros y Luis German Perez. 

Embarazadas en El Olimpo

Talavera declaró en otros juicios sobre el caso de una mujer embarazada que estuvo en cautiverio en El Olimpo. “Era asistente de Guillermo Cardozo, era la que hacía la lista de los detenidos”. El exgendarme contó que cuando lo sacaron de la guardia externa, lo asignaron como chofer. “Me entregaron el cuerpo de esa chica y la incineraron en Puente 12. El hijo fue apropiado pero luego pudo recuperar su identidad”.

También nombró el caso de Marta Baccaro, una mujer embarazada que fue trasladada a los Vuelos de la muerte antes de parir. Talaverra contó que tiempo después pudo hablar con su familia. En ese momento buscaban al hijo o hija pero el exgendarme les informó que “no había criatura y que no había que buscar a nadie”. 

“Ingresaron a un matrimonio”

Federico comentó el caso de un matrimonio que fue ingresado al centro clandestino en un Fiat 600 color gris. Ese día lo mandaron a comprar cubiertas a una gomería. Al volver vio que “sacaron al hombre y lo depositaron dentro del tanque”, y recordó que uno de los gendarmes dijo “que se quedó en la maquina”, haciendo referencia a la tortura. “Le echaron combustible y prendieron fuego”. 

Amenazas para que no declare

Talavera contó que en 1985 fue amenazado para que no cuente todo lo que había visto y escuchando dentro de El Olimpo. “Usted se tiene que desdecir o se va a atener a las consecuencias”. En 1994 el exgendarme vio a Strassera y le comentó lo que sucedió. Desde ese día declaró como testigo en diferentes causas. “Yo fui testigo, no participante”, aseguró, y agregó que “yo tenía un futuro en Gendarmería pero tuve que pedir la baja porque no estaba de acuerdo con lo que se hacía”.

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