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Todas somos Juanas: una obra sobre distintas mujeres históricas

Escrito por el marzo 18, 2024


Las Juanas, una herejía cósmica es una obra de teatro protagonizada por Agustina Toia, que recorre diferentes momentos y circunstancias que atravesaron ocho mujeres  disruptivas de sus tiempos. Toia, quien también dirige la obra junto con Severo Callaci, conversó con La Retaguardia acerca de la creación y puesta en escena, y la importancia de recuperar “los legados de libertad, fe y lucha” de estas mujeres. 

Redacción: Valentina Maccarone
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto: Instagram Compañía Toia & Callaci

Juana Manso, Juana La loca, Jeanne d’Arc, Juana Azurduy, La Papisa Juana, Giovanna Marturano, Juana de Ibarbourou y Sor Juana Inés de la Cruz. Ocho mujeres, cada cual con su lucha en distintos momentos sociohistóricos. En Las Juanas, una herejía cósmica, Agustina Toia protagoniza y dirige, junto con Severo Callaci, una obra que nos lleva a conocer la vida de estas mujeres. “Cada una de estas Juanas tuvo que afrontar el poder, el machismo y el patriarcado de diferentes maneras para poder torcer sus destinos”, las presenta Toia. Así, en esta tragicomedia vemos a estas mujeres que son herejes de sus contextos, ya que buscan más allá de lo permitido, confrontan el orden establecido y apuestan a algo distinto. Además, la directora señala que lo “cósmico” de la obra se relaciona con “lo universal, esa memoria histórica que viaja en nuestra sangre, que todas llevamos dentro, que nos emociona a todos”.  Las Juanas, una herejía cósmica se puede ver todos los sábados de marzo en La Carpintería Teatro (Jean Jaures 858).

¿Por qué Juanas?

Juana es un nombre poderoso como punto de partida para hablar de nosotras. Una vez, una mujer me dijo “Todas somos Juanas”. Eso es lo que genera la obra, mucha emoción e identificación, no solo en las mujeres. Retomamos la vida de estas mujeres, pero para dar un salto más grande, como fuerza inspiradora. No es una obra histórica-documental, es una obra viva.

¿Cómo fue el proceso de selección de estas ocho Juanas? 

Las Juanas están en mí desde siempre. Desde que era niña, cuando mi abuela del campo me recitaba de memoria las poesías de la Ibarbourou o de Sor Juana Inés de la Cruz: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpais…”.  La elección de las Juanas tiene que ver, además, con mi propia experiencia de vida como mujer. Eran ideas que las venía sintiendo hace mucho. De a poco las empecé a tejer, como las Juanas se van tejiendo a sí mismas durante el espectáculo por medio del vestido blanco. Cada Juana tiene algo muy importante que contarnos. La obra atraviesa varias épocas y siempre va cambiando. La Papisa pudo camuflarse muy fácilmente siendo mujer en el 800: se cortó el pelo, se fajó las tetas, aprendió un par de idiomas y ya nadie dudó de que era un hombre. Así vivió y llegó a ser “el primer papa con tetas”, como decimos en la obra. Era impensable que una mujer del 800 hable otro idioma que no fuera el propio. La mujer estaba condenada al recinto de las cuatro paredes de su casa. 

¿Cómo fue la experiencia de ponerle el cuerpo a estas mujeres? 

Fue un desafío muy grande, pero muy hermoso. Cada Juana está en un momento diferente de su vida y en una época y un lugar muy diferente. Plazas, cementerios, campos de batalla, claustros, habitaciones, torres. Son ocho cuerpos, ocho voces y ocho energías diferentes. Hay quien habla siendo apenas una joven, como la de Arco, que se disputa entre la hoguera y la vida. Otra regresa de la muerte, como La Papisa, que sale indignadisima de la tumba al haber sido enterrada como hombre. Otra está ya muy anciana en sus últimos días de vida. Construir todas esas voces y esos cuerpos fue mucho trabajo. Para anclarlas físicamente, por ejemplo,  me quedé todo un día siendo la Giovanna Marturano: salía a buscar leña y cocinaba todo como si fuera una anciana de 93 años. Otro día me quedé con La Loca, encerrada entre cuatro paredes. Y así, iban llegando esas mujeres, al invocarlas entre sí.

Toia contó además cómo trabajaron junto con Callaci, compañero y director de la obra: “Algo que también nos ayudó a construirlas fue haber podido ir a sus lugares y acercarnos lo más posible a sus vidas. Una vez de gira por México fuimos a visitar el claustro de Sor Juana, donde vivió sus últimos años. También fuimos a la Plaza de Rouen, una pequeña ciudad medieval francesa, que aún conservaba algunas fachadas del 1400, donde quemaron a Juana de Arco. Hasta el Vaticano fuimos siguiendo las huellas de La Papisa y su historia. Todo esto ayudó mucho para la organicidad y la naturalidad de la escena a la hora de ponerle el cuerpo”.

La obra trabaja con distintos elementos cargados de simbolismo, principalmente, el vestido que usan todas las Juanas de distintas formas. ¿Cómo pensaste esas capas de significado en objetos “simples”?

A mí me gusta el desafío en el teatro, y en la vida también, de poder hacer lo máximo con lo mínimo. Es una premisa que en el teatro abre las puertas al juego y la imaginación. Además, como compañía viajamos por todo el mundo. Así que todo debe caber en una valija. En este caso, el espíritu de la obra es de mutación y transformación permanente. Todo tiene ese espíritu: la escenografía, el vestuario, los objetos escénicos. Todo va creciendo y resignificándose en la obra mientras transcurre. Y esa es la magia del teatro también para nosotros, que lo abordamos desde lo físico. Solo queda lo esencial. 

¿Cómo considerás que atraviesa “la locura” en las historias que se recuperan en la obra?

La mujer no tenía permitido opinar, manifestarse, ni mucho menos enojarse o ponerse a discutir. Solo asentía con la cabeza a los discursos, las opiniones e ideas de sus hombres (hijos, maridos, padres). Pero, cuando una mujer entraba en debate, se la callaba, se la colocaba en ese lugar de la “loca desquiciada”, porque le estaba vedado opinar. La violencia machista era sorda. Las mujeres siempre tenían que “gritar”, para ser escuchadas. La obra es una oda y un homenaje profundo a las mujeres por todo lo que han tenido que callar, tomando como punto de partida este camino que las Juanas vienen trazando hacía la liberación. 


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