Autismo o Asperger: esa es la cuestión
Por LaRetaguardia en Educación Y Salud, Otras
Me diagnosticaron “Síndrome de Asperger” en 2007, en primer grado de primaria. Experimenté, día a día, el estigma social. Ahora, me impacta que los profesionales de la “psico”, por cuestiones éticas, nos cambien la patología. Con dos razones válidas: el origen siniestro de la persona que le dio el diagnóstico (Dr. Hans Asperger); y porque hoy es evidente que se trata de una variante del espectro autista.
Redacción: Lautaro Ester Brodsky
Es complicado ser autista. Tenés que arreglarte en el mundo y aprender de él, pero de una manera diferente al resto. Lo consideraba un estigma, pero ahora, después de mucho tiempo, veo que no es una condena divina y tampoco humana, mucho menos un castigo eterno. En el mundo del trastorno de espectro autista (TEA) hay muchas variantes, diferentes diagnósticos…, hay de todo, como en todo el mundo. Al tener una primera idea del TEA, la gente considerada “normal” por el sistema del capital, saca su diagnóstico apresurado, influenciado por el prejuicio y la fobia emocional al diferente. También los TEA podemos hacer, o decir, cosas que generan ciertos “golpes”, incomodidades, a las demás personas. ¿Podemos juzgar a quienes no pueden entendernos? Como no viven en nuestro universo, no podemos. Si la sociedad no está preparada para temas tan normales como la homosexualidad, bajo el alineamiento del régimen imperial y cultural de las potencias occidentales y del clero cristiano, ¿qué podemos esperar?
Ian Moche, el joven activista de 11 años que batalla por la concientización del autismo y contra las adversidades, la tiene clara: “Por un mundo más empático”.
¿La empatía puede garantizarse en un mundo donde el 1% tiene bajo su yugo el poderío del 50% de la tierra? Este régimen llamado capitalismo, ¿qué empatía puede tenernos? Si por el afán de comerse la casa humana y su vegetación, nos lleva al colapso desde su individualidad. Al final, la falta de atención no viene de los TEA’s, viene de la oligarquía internacional.
Yo juzgué a los que me dañaron por lo que soy, no he de perdonar, no soy sacerdote o sacerdotisa de ninguna institución. He entendido que, así como yo lidio con lo mío, ellos lidian con su historia y su presente. Toda herida queda, como cicatriz; algunas heridas no sanan. La “absolución” que uno pueda dar, es optativa y personal, como del responsable que causó daño y perjuicio; que desea, con su perdón, intentar cicatrizar lo que causó. A veces incluso desean resarcir lo que generaron, como una crema dermatológica para tapar la cicatriz. Pero nadie está libre de responsabilidad, incluso entre los TEA´s, por acción u omisión. Somos responsables de nuestras acciones, positivas y negativas.
Lo veremos más adelante, pero primero expondremos al criminal fascista, el pediatra austriaco Hans Aperger.
Dr. Asperger, nazi y asesino
Cuando Adolf Hitler anexionó Austria al Tercer Reich alemán, el joven Hans tenía 32 años. Ya era un hombre y un profesional. Se desempeñó en su trabajo en una época apocalíptica, en la pesadilla europea, en la que los llamados por el régimen policiaco-militar impuros e inferiores eran masacrados a sangre fría. El verdadero infierno humano se extendió a casi toda Europa, y otras regiones ligadas al continente. El terror del águila negra y la esvástica terminó cuando, en 1945, el Ejército Rojo aplastó con su bota la tiranía de Hitler. Muchos genocidas del aparato represivo nazi fueron absueltos tras los juicios de Nüremberg. Como una especie de obediencia debida, miles de personas con las manos bañadas en sangre fueron perdonadas por cumplir órdenes de “unos locos”. Muchos verdugos integraron las filas de las fuerzas vencedoras de occidente y también del stalinismo. Muchos otros continuaron sus vidas: borrón y cuenta nueva.
Hans, que al terminar la guerra tendría casi 40 años, en 6 años, desde 1939 a 1945, ya era todo un criminal de lesa humanidad.
Una nota de la BBC News de abril de 2018 desarrolla su bautismo: el de convertirse en un empleado de la salud a ser un genocida del nazi fascismo. El medio de comunicación, manifiesta detalladamente su “historial profesional”.
“En 1938, el pediatra austríaco Hans Asperger remitió a una niña que sufría de encefalitis al Am Spiegelgrund, un centro de rehabilitación en Viena, la capital del país. Pero allí la rehabilitación no era tal (…) en esa época, escribir una carta de esa naturaleza, era firmar una sentencia de muerte. Poco tiempo después, la pequeña Herta Schreiber falleció, igual que otras decenas de niños. El doctor que la envió a Am Spiegelgrund fue el mismo que le dio nombre a la condición Asperger del espectro autista”.
Tan joven, Hans ya era un asesino, pero no paró ahí, en ordenar la ejecución de la pequeña Herta que fue solo el inicio; la “cara del monstruo” sedujo al señor Asperger. La nota continúa:
“El descubrimiento de esa carta y otros documentos similares sugiere que el pediatra estuvo activamente vinculado con el programa de eutanasia del régimen nazi en Austria. Según un estudio del historiador médico Herwig Czech, que acaba de ser publicado en la revista Molecular Autism, Asperger se las arregló para acomodarse al régimen nazi y fue recompensado por sus confirmaciones de lealtad con oportunidades profesionales (…) Así, el célebre pediatra contribuyó con la muerte de decenas de personas que formaron parte de programas de eugenesia y eutanasia desarrollados cuando Adolf Hitler estuvo en el poder.
Hay más…
El trabajo que realizó está vinculado al auge del nazismo y de sus mortales programas científicos (…) afirma en un artículo publicado en el New York Times, Edith Sheffer, investigadora de la Universidad de California Berkeley que se ha dedicado por siete años a estudiar a Asperger (…) Sheffer refiere que la eutanasia infantil fue el primer mecanismo de exterminación utilizado por Hitler. Comenzó en julio de 1939 con el objetivo de deshacerse de niños que pudieran ser una carga para el Estado porque los científicos nazis consideraban que sus genes eran defectuosos (…) Asperger trabajó con las personas más importantes en el programa de eutanasia de Viena, incluido el director de Am Spiegelgrund (…) Asperger recomendó la transferencia al centro de decenas de niños que, estando allí, murieron (…) Un libro publicado por John Donvan y Caren Zucker también establece esa conexión. Indican que el hombre apoyaba la ideología nazi y firmaba su correspondencia con un: ¡Heil Hitler! Basan sus conclusiones en los documentos descubiertos por el historiador Herwig Czech, que se ha dedicado a documentar los crímenes cometidos por los médicos del Tercer Reich.
En un principio, los comentarios de Asperger fueron moderados, opinaba que no era posible establecer criterios rígidos para el diagnóstico de niños. Pero cuando Austria fue anexada a Alemania, en 1938, sus posturas parecieron volverse un poco más extremas. Según Sheffer, empezó a utilizar términos como crueldad, rasgos sádicos y malicia al referirse a los niños que evaluaba. A muchos los mataron”. (1)
Hans Asperger murió en 1980 en la impunidad. De sus 74 años, vivió 35 sin dar cuenta de sus crímenes de lesa humanidad y genocidio. Fue responsable del exterminio contra un grupo social, definido “como inferior” por la psicopatía fascista: los discapacitados y psíquicamente vulnerables. Ni olvido ni perdón. Estas heridas, la de atentar contra la humanidad, la de cometer genocidio, no sanaran jamás. Estos daños merecen castigo popular y judicial. Matar niños por su salud o condición mental, sin pensarlo, sin el más mínimo remordimiento, no es un error o prejuicio humano, no es un daño cotidiano: es sadismo, es la “cara mortal de la bestia”. Si existe el Hades, el doctor Asperger debe estar ardiendo, sin descanso, en cuerpo y alma (si es que tiene, porque corazón no tuvo).
Como judío humanista, rechazo que me cataloguen en el diagnóstico de este asesino. Mi perdón no lo tiene; porque en caso de genocidio, el daño es colectivo, no individual; y tampoco perdonaría a un carnicero que intentó lavarse las manos con alcohol.
Mi diagnóstico es TEA. Cada uno verá, y dirá su diagnóstico como le parezca; no me quedo en el pasado, tengo memoria, que es distinto.
Ahora pasaremos a otra cuestión, que es la siguiente: los TEA´s no somos víctimas, somos humanos.
Los David y Goliat del autismo
Como dije al principio, no somos “bichos raros de la sociedad”, somos humanos que nos adaptamos, porque nuestro mundo no es igual al “mundo de las mayorías”.
Los autistas que podemos amoldamos a “su mundo”, con todo lo que implica, mostramos las dos caras de la sociedad humana: la polarización. Los TEA’s no son todos inocentes y buenos, los que creen eso, están bastante desinformados.
Tenía una niñera muy cristiana que me decía que “hay de todo en la línea del señor”.
Dos ejemplos de personalidades mundiales con TEA, diagnosticadas con el nombre del genocida austriaco: Greta Thumberg y Elon Musk (el amigo de Javier Milei).
Greta Thumber es una joven sueca, de 21 años, referente del movimiento ambientalista y por los derechos civiles del pueblo palestino. Su oposición a la depredación ambiental por parte del sistema reinante le valió muchas persecuciones. Mi definición es que es una “guerrera amazona”.
Elon Musk, empresario sudafricano, multimillonario, ultraderechista, financista de la “Internacional fascista” de Donald Trump, Jair Bolsonaro, VOX, Marine Le Pen, Milei, entre otros.
El fascismo no les pertenece solo a los blancos europeos (y de religión cristiana); puede venir de ateos, negros, judíos, pueblos originarios, árabes, musulmanes, budistas e incluso de los TEA´s. Las víctimas no se vuelven en victimarios, la “semilla del mal” está dentro de la naturaleza humana. Nuestro deber es batallar contra las adversidades y luchar por un mundo empático: con justicia social e igualdad. (2)
Greta y Elon; una misma patología, y polos opuestos ideológica, y moralmente.
Basta de prejuicios. El ser humano es uno solo. Mi vida y batalla: es el camino al socialismo.
Fuentes: