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Juicio Intento de Magnicidio CFK -día 8- Los custodios

Por LaRetaguardia en Intento de magnicidio CFK, Otras

En la octava audiencia del juicio oral por el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner, el tema central fue el enigma que se cierne sobre el celular del principal imputado, Fernando Sabag Montiel. Cinco policías federales que participaron en la detención y custodia de Sabag Montiel el 1 de septiembre de 2022, afirmaron que el celular “estaba entero” y que no lo pudieron abrir porque aparentemente “se había quedado sin batería”. 

Los testigos sostuvieron que el celular salió, sin rotura a la vista, del lugar del hecho (como dijo en su indagatoria Sabag Montiel), en un sobre lacrado, hacia el despacho de la jueza de instrucción María Eugenia Capuchetti. 

Lo cierto es que después, cuando el celular llegó a la sede de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), el sobre lacrado estaba abierto y el aparato roto, luego de permanecer en la caja de seguridad del juzgado. 

Por el hecho son investigados policías federales que trabajan en el juzgado de Capuchetti y un oficial de la PSA. 

En la audiencia, la fiscala Gabriela Baigún se quejó por la demora en el peritaje para ver si se puede abrir el Samsung de Sabag con el fin de tratar de rastrear en la memoria. Existe la posibilidad de que intervengan en el intento técnicos especializados de Israel e incluso de otros países, pero por el momento sigue el misterio sobre quienes manipularon el dispositivo y acerca de la información que almacenaba. 

De ser exitoso el intento, podrían surgir datos claves para indagar sobre los autores intelectuales del intento de magnicidio, por el cual sólo están imputados los autores materiales: Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Gabriel Carrizo. 

La audiencia

El primer testigo de la octava jornada fue Matías Gabriel Fernández, oficial principal de la Policía Federal. El día del atentado, se desempeñó como jefe se servicio de la brigada a cargo de la custodia de la entonces vicepresidenta. La llegada fue normal, hasta que se produjo “un tumulto”. El comisario Guillermo Gallo le ordenó que fuera a ver qué había sucedido y Fernández constató que “el acusado (Fernando Sabag Montiel) estaba rodeado por personal uniformado, mientras tres militantes estaban allí con intenciones de agredirlo”. 

Para evitar que lo golpearan, Fernández llevó a Sabag hasta la entrada de un edificio cercano sobre la calle Uruguay. “Le pregunté que le había pasado y me dijo que era militante, que era la primera vez que venía a saludar a Cristina y que le habían pegado, pero no sabía por qué”, declaró el testigo. Fernández escuchó el relato sin decir nada, dado que hasta ese momento no sabía que el detenido había intentado asesinar a la vicepresidenta. 

Luego de escucharlo, le pidió el DNI y Sabag respondió que no lo tenía encima, aunque podía mostrarlo en versión digital por medio de la aplicación “Mi Argentina”. Cuando intentó abrir el celular, no lo pudo encender, porque al parecer se había quedado sin batería. En ese momento, Fernández fue notificado por otro agente de la Federal que en el lugar se había encontrado un arma de fuego. Luego supo que quien había intentado atentar contra Cristina Fernández de Kirchner tenía “las manos tatuadas” y recién allí comprendió que el detenido había sido el agresor. Con posterioridad, Fernández llevó a Sabag hacia un patrullero, donde permaneció hasta que lo trasladaron al lugar donde quedó detenido. 

Ante preguntas de la presidenta del Tribunal Oral 6, Sabrina Namer, el testigo precisó que el único que manipuló el celular fue Sabag Montiel. “Él intentó encenderlo, apretó los botones de los costados, pero la pantalla nunca encendió, seguía totalmente negra”, dijo. Ante preguntas de la fiscala, el testigo aseguró que el celular de Sabag “estaba sano”. 

Fernanda López Puleio, la defensora oficial de Sabag, le preguntó al testigo si el detenido tenía señales de haber sido golpeado por los manifestantes. “Sí, tenía un golpe en uno de los ojos”, respondió Fernández. 

Después prestó testimonio Pablo Gabriel Codina, chofer de uno de los tres móviles que acompañaban al auto en el que iba Cristina Fernández de Kirchner. Junto con otros dos choferes, fueron los encargados de resguardar el arma que había empuñado Sabag y que había quedado tirada en el piso. Se enteraron de lo que había pasado cuando vieron un video grabado por los militantes. 

Luego, declaró César Augusto López Rinaldi, policía federal y abogado. En septiembre de 2022, era jefe del Departamento de Prevención Barrial. Aunque cumplía destino en el barrio Borges de Vicente López, fue convocado ese día para colaborar con las medidas de seguridad dada la gran cantidad de personas que asistían a los alrededores de la casa donde vivía la vicepresidenta. 

Él y otros agentes fueron los que intervinieron para impedir que los militantes siguieran golpeando a Sabag Montiel. “La persona golpeada tenía sangre en el rostro y quienes lo rodeaban nos decían: ‘tiene un arma, tiene un arma’”, contó. 

Con posterioridad, se enteró que el detenido había querido atentar contra la vida de la vicepresidenta. Se encargó, primero, de subirlo a una camioneta policial y después a otro móvil. 

Sabag seguía diciendo que no sabía por qué lo habían golpeado, que quería a Cristina y hasta llegó a acompañar los cánticos de los militantes que cantaban en apoyo a la vicepresidenta. 

López Rinaldi confirmó que el imputado mantuvo consigo sus efectos personales, incluyendo el celular, hasta que se lo entregó al personal de la policía judicial que se hizo presente en el lugar.  

El testigo dijo haberse sorprendido, en la escena del hecho, por la presencia de unos periodistas que “sabían que la persona detenida era de nacionalidad brasilera”. Lo extraño es que, hasta ese momento, ni siquiera la policía lo sabía, porque Sabag no tenía encima ninguna documentación física, más allá de la versión digital de su DNI que estaba en el celular al que nadie pudo acceder hasta hoy. 

“Yo creí que eran periodistas, porque tenían micrófonos, pero no tenían nada que los identificara como pertenecientes a algún medio de prensa”, explicó López Rinaldi. Distinta era la situación de los cronistas identificados como pertenecientes a TV Pública, C5N y a otros medios identificables. 

El siguiente testigo fue Maximiliano Arias Correa, quien en el momento del hecho era agente policial de Prevención Barrial. 

También intervino para que los militantes dejaran de golpear a Sabag y comprobó que el celular del detenido no encendía, porque se le había agotado la batería. Arias Correa permaneció al lado del detenido en todo momento, desde que lo ubicaron en la parte trasera de un patrullero, el segundo móvil policial a donde fue llevado para evitar que lo siguieran golpeando. Sabag fue esposado recién cuando lo subieron a ese móvil.  

Como los testigos anteriores, Correa aseguró que el detenido estaba “muy calmo y decía no entender por qué lo habían golpeado”. En ese entonces, “no parecía una persona que había intentado cometer un delito”. En ningún momento, Sabag hizo manifestación alguna en contra de Cristina Kirchner. Todo lo contrario. Correa confirmó que “cuando los militantes cantaban ‘si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar’, él movía su cuerpo acompañando la canción”. 

Correa estuvo presente cuando, en la esquina de Uruguay y Juncal, en una carpa que se había montado en esa esquina, el imputado fue dejado en manos de personal de la Policía Científica y de la Policía Judicial. Le hicieron un hisopado, le pidieron sus datos personales y, recién en ese momento, entregó sus pertenencias, entre ellas el celular, que parecía estar en perfectas condiciones, sin roturas de ningún tipo, aunque seguía sin poder ser encendido. 

Una agente le tomó las huellas digitales y allí “le hacen la requisa y le sacan sus pertenencias”. 

Precisó que llevaba consigo “el celular, tarjetas, facturas de multas vehiculares, monedas y anillos”. Esos policías “intentaron encender el celular, pero dijeron que no se podía y, luego, le sacaron el chip y una tarjeta de memoria”. Lo hicieron en presencia de cuatro testigos civiles. 

“Al chip y a la memoria los pusieron en la parte de atrás del celular y encintaron todo, para luego guardarlo en un sobre de papel madera que se lacró y fue firmado por los testigos”. Correa agregó que todo ese material fue colocado, a continuación,en otro sobre de color negro que, según explicaron los policías, “era utilizado para que el celular no emitiera señal y de allí lo pasaron a un bolso”. 

Luego de una controversia entre las partes y el Tribunal, la defensa de Sabag Montiel pudo preguntar al testigo sobre unos dichos suyos asentados en el sumario administrativo que Asuntos Internos realizó el 2 de septiembre de 2022, un día después del atentado, para analizar la actuación de la custodia de CFK. 

En esa declaración, hizo mención a un hecho que omitió al testimoniar en el juicio oral. 

Lo que dijo en el sumario fue que, cuando él le estaba tomando los datos filiatorios a Saban Montiel, “uno de los efectivos policiales de saco y corbata, de tez blanca, de aproximadamente 1,70 de altura y contextura robusta, color de pelo oscuro con canas se acercó (al detenido) ordenándole que vacíe sus bolsillos”. Cuando Sabag cumplió el pedido, “el personal de saco y corbata” tomó el celular e hizo “movimientos aparentes como para comprobar que el dispositivo se encontraba apagado”. El testigo corroboró sus dichos anteriores y agregó que “el personal policial lo hizo para comprobar si era verdad lo que decía el detenido” respecto de que se había agotado la carga de la batería. 

La fiscala Baigún agregó una parte de la declaración de Correa en el sumario administrativo que no había sido mencionada por la defensa de Sabag: “En esa oración usted sigue diciendo ‘no emitiendo ninguna luz, el celular le fue reentregado’” al imputado “quien lo guardó en su campera color negra”. El testigo finalizó su intervención ratificando todo. 

El último testigo de la jornada fue Pablo Eduardo Fumega, subcomisario de la Policía Federal, quien el día del atentado fue integrante del servicio de seguridad dispuesto por sus superiores. Intervino cuando escuchó gritos y observó una pelea. Cuando se acercó, vio a un militante “robusto” que forcejeaba con quien resultó ser Sabag Montiel. El imputado recibió “dos o tres golpes” en la cabeza. Cuando Fumega intervino, no sabía lo que había desatado el conflicto y sólo escuchó que decían: “El libro, el arma”. Aclaró que tiempo después, al verlo en televisión, supo que la persona que detuvo y se tomó a golpes con Sabag era el concejal de Guernica Federico García. “Él me entregó al detenido y me dijo que había intervenido, porque (Sabag) tenía un arma” de fuego. 

Con posterioridad, Fumega fue uno de los policías que custodió la pistola Bersa que empuñó Sabag Montiel y que había quedado tirada en el piso. Dijo que, en un momento dado, Sabag afirmó: “Este celular (el suyo) va para atrás”, haciendo referencia a que no lo podía encender para mostrar la versión digital de su DNI. “Él intentó prenderlo, pero la pantalla nunca se encendió”. Ratificó que al celular Samsung “se lo veía entero”.