Un homenaje a Norita Cortiñas en Mansión Seré
Por LaRetaguardia en Derechos Humanos, Nora Cortiñas
Este 13 de diciembre se homenajeó a la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora en el Espacio para la Memoria Mansión Seré, en Castelar. Allí, se proyectó la película “Norita” (siguen las funciones en el Cine Gaumont) y se presentó el libro “Norita Cortiñas, la sonrisa rebelde”. Compartimos una crónica de la jornada.
Redacción: Marilina Contreras
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto: Gentileza Prensa Municipio de Morón
El atardecer del viernes acompañó este momento especial. Los últimos rayos de luz atravesando el follaje de los árboles de la Mansión Seré dieron comienzo al arte gráfico, el del pueblo. La dirección de Cultura y Arte público de Morón preparó una acción colectiva de estampado con la técnica de serigrafía en vivo. Podías llevar tus telas, remeras para ser estampadas con el logo de la Casa de la Memoria y la Vida; también el diseño del póster de la película “Norita”. Se convirtieron en nuestras figuritas, las que “debemos tener” para hacerle frente al negacionismo y al olvido. La gente va llegando entre abrazos, reposeras, mates y algo rico para compartir.
La presentación del libro “Norita Cortiñas: La Sonrisa Rebelde”, comenzó con unas palabras de Torge Loeding, director de la Fundación Rosa Luxemburgo, encargada de la edición del libro junto a la Editorial Mónadanomada. “Este libro es una herramienta política”, señaló el director. Junto a Ana María Duplat, coordinadora de proyectos de la fundación, destacaron el rol político y la fuerza vital que representa Norita. Luego le siguió Cora Gamarnik, que contó cómo fue la selección y la investigación de las fotografías como un elemento histórico: “toda imagen es política”. A su vez, Marta Dillon destacó la transformación por la que atravesó Nora a partir de la desaparición de su hijo. Ya nada volvería hacer lo mismo. Las fotografías del archivo visual que donó Norita, muestran cómo fue su vida antes: madre, costurera, mujer de familia, esposa de Carlos. Que con mucho amor construyeron su casita en Castelar junto a sus dos hijos Gustavo y Marcelo. A partir de la militancia de su hijo Gustavo, un ser pensante y crítico, padre de familia, que cuestiona su rol como varón y de clase, desaparecido por el terrorismo de Estado, Norita se fue transformando en un sujeto político. En un orden patriarcal, la dictadura culpabiliza a las madres de no haber cuidado a sus hijes.
Norita se convirtió en feminista aún sin saberlo, apoyó durante toda su vida la lucha de las mujeres y disidencias. En el segundo, en ese entonces, Encuentro Nacional de Mujeres fue a pedir por el divorcio. Y hasta en sus últimos días en este mundo físico abrazó la lucha feminista, haciendose presente en la que iba a ser su última marcha. La marcha por el parto respetado y contra la violencia obstétrica, a pesar del frío ella decía que tenía que estar. Para muchos, dolorosamente, fue la última vez que la verían físicamente.
Otro momento especial fue cuando Marcelo Cortiñas, hijo de Norita, le obsequió a la Asociación Seré por la Memoria y la Vida un cuadro de Norita y Milagro Sala de la fotógrafa Doris Sanabria. Doris contó una anécdota en la que Norita, en un encuentro diplomático entre el entonces presidente Alberto Fernández, organismos de DD.HH y el presidente de Brasil Lula da Silva, le pidió una lapicera a Alberto Fernandez. Cuando finalmente la sacó de su bolsillo, Nora le dijo: “Con esta lapicera firmá el indulto a Milagro”. Entre sonrisas de complicidad y emoción hubo un gran aplauso.
Participaron de la jornada, además, referencias locales como el exintendente Martín Sabbatella, junto a la diputada nacional Mónica Macha, y a Bibiana Cabrera, directora de Derechos Humanos de Morón.
Luego se proyectó el documental “Norita”, una película de Jayson McNamara y Andrea Tortonese. Este sería uno de los cincuenta puntos de proyección de la película, llegando hasta la casa de nuestros hermanos y hermanas de Uruguay. Una película que nos movilizó ver juntes en comunidad. Era lo que ella quería. Hubo risas, llanto, bronca, ternura y convicción de que su lucha sigue viva en nuestras acciones cotidianas y en el ejercicio de la memoria. Con una animación de una alta ternura visual, que permitió contar lo incontable, lo inentendible, el trauma social. El sonido del ronroco y el charango de Santaolalla, inconfundible, nos meció y nos introdujo al ritual. Una película para conversar, dialogar y generar ideas, como dijo Andrea Tortonese, co-directora y animadora, acompañada por el productor Francisco Villa y Julia Straface, una de las editoras de la película.
Dos herramientas de lucha, dos materiales culturales de construcción colectiva, nos invitan a decir “Nunca más. Por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Venceremos”. Gracias Norita.