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CARRIZO: UN LÍDER CON DISFRAZ DE BUFÓN  

Por LR oficial en Intento de magnicidio CFK, Otras - publicado el 7 agosto 2025

Gabriel Nicolás Carrizo llegó al juicio por el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner imputado como “partícipe secundario”. A lo largo de las 40 audiencias testimoniales, quedó ratificado que era el jefe de la Banda de los Copitos. Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte, imputados como coautores materiales, eran subordinados suyos. “Teníamos un líder y ese líder era Gabriel Carrizo”, declaró en el juicio Sergio “Checho” Orozco, amigo del imputado y dueño de la casa de la calle Montes de Oca donde se reunía el grupo. 

En sus mensajes de WhatsApp, luego del atentado del 1 de septiembre de 2022, Carrizo acuñó frases que lo incriminan. En uno de sus mensajes más rotundos, extraídos de su celular, anunció por las redes:  

“Recién intentamos matar a Cristina”. “Esto estaba planificado para dentro de una semana”, pero Sabag Montiel se adelantó e “hizo todo mal, es un pelotudo”. Dijo también que los integrantes del grupo estaban “decididos a matar a la puta esa”. Aseguró que insistirían en el intento de magnicidio: “El que la va a matar seguro va a ser un amigo o voy a ser yo”. 

En sus dos indagatorias en el juicio, Carrizo insistió en que sus dichos eran “una joda, una fábula”. Sin embargo, antes de su detención y la de Brenda Uliarte, ambos fueron a Telefé a decir que tenían “miedo” de que los mataran porque recibían “amenazas de muerte” en las redes sociales, donde eran señalados como cómplices del atentado. 

Carrizo borró de su celular los supuestos mensajes intimidatorios. En Telefe, habló en nombre del grupo, como jefe, como líder, no como personaje “secundario”. 

Los tres imputados en el juicio, más allá del grado de participación que se les achaca, son acusados por el delito de homicidio en grado de tentativa, doblemente calificado por alevosía, en concurso con la participación de dos o más personas y por el uso de arma de fuego. 

En sus dos declaraciones indagatorias ante los jueces del Tribunal Oral Federal 6, Carrizo insistió en que sus dichos eran “bromitas”. Ese aire festivo no coincide en absoluto con el “miedo” a ser asesinado que expresó Carrizo, en compañía de Uliarte, ante las cámaras de Telefé, después del atentado y poco antes de que ambos fueran detenidos. 

Luego de la primera indagatoria en el juicio, cuando todas las partes se retiraban de la Sala AMIA de los tribunales de Comodoro Py, uno de los guardias de seguridad le dijo a un compañero: “Carrizo me hizo acordar a Jim Carrey en la película ‘Mentiroso, mentiroso”. 

Las excusas de Carrizo

En su primera indagatoria, en la segunda audiencia del juicio oral, Gabriel Nicolás Carrizo se declaró “inocente”. Aseguró que dijo “en broma” que formaba parte del grupo que quería “matar a la puta esa”, en referencia a la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

Carrizo sostuvo que el día del atentado estaba alcoholizado y que por esa razón hizo “chistes”, sin tener en cuenta que estaban referidos a un intento de magnicidio que había provocado conmoción en el país. 

Las frases que disparó desde su celular, en contactos con diferentes personas, lo llevaron al banquillo de los acusados. 

Estos fueron algunos de sus dichos, luego de ocurrido un hecho que no daba lugar ni para el más negro de los humores: 

*“Esto (el atentado) estaba planificado para dentro de una semana”, pero Sabag Montiel “hizo todo mal, es un pelotudo”. 

*Afirmó también que los integrantes del grupo que había planificado el hecho estaban “decididos a matar a la puta esa”. Siempre se manifestó en plural, como integrante del grupo. 

*Aunque cuestionaba a Sabag Montiel por su error al accionar el arma, igual reconoció que había estado “a un segundo de convertirse en héroe nacional”. 

Los mensajes aportados al juicio fueron extraídos del celular de Carrizo por la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP). 

En su acusación, los querellantes sostuvieron que el intento de magnicidio «no estaba destinado exclusivamente a matar a la vicepresidenta» sino que también se intentó «desestabilizar el sistema político y constitucional en general». 

La imputación se sostiene en la serie de mensajes enviados por Carrizo a diferentes personas, después del atentado, entre la noche del 1 y el 2 de septiembre de 2022: 

*»Mi amigo intentó matar a Cristina», «Es un golpe que le dimos al gobierno» y «esto se va a poner peor». 

*»Recién intentamos matar a Cristina. Mi empleado le quiso disparar” (23:17 del 1 de septiembre). 

*»El arma es mía (…) te lo juro por dios”. Estamos con el grupo (…) todos juntos” (23:18).

*»Para que el gobierno sepa con quienes se están metiendo» (23: 19). 

*»Bueno, el que la va a matar seguro va a ser un amigo o voy a ser yo. Recorda esta fecha» (23.35). 

*»Está hdp ya está muerta» (23.35)

*»Lo que hicimos con esto (fue) generar miedo» (23:36)

*»Estamos pensando matar al jefe de la Cámpora y al jefe de la movilización de la izquierda» (23.38)

*»Matar a Cristina (…) para obligar al señor presidente a que renuncie. El y todas sus manifestaciomes». (23.38)

Antes había mandado mensajes a su amigo Jonathan Posadas, en los que se manifestaba preocupado por su situación personal:  

*»Jona ando jodido de verdad. Mi empleado intento matar a Cristina» (22.29.)

*»Le apuntó con un arma y van a abrir investigación. Me tengo que tomar el palo amigo» (22.29)

*»Estamos jodidos» (22.30). 

*“Es difícil de explicarte todo” (22.31). 

Luego volvió a insistir: “El arma es mía. Espero que no salte nada” (22.42). El arma aludida, calibre 22, nunca fue encontrada. 

Hay otros mensajes extraídos del grupo “Girosos”, con fecha 31 de agosto de 2022, un día antes del atentado: 

Sabag Montiel escribió a las 19,40 de ese día: 

*”A Cristina quiero matar jaka» (SIC).

El 2 de septiembre, cerca de las 2.30 de la madrugada, Miguel Angel Castro Riglos, amigo de Carrizo, envió este mensaje al grupo “Girosos”. 

*»Listo, Girosos al final puso inestable a la política argentina». *»Literalmente logramos lo imposible, pusimos inestabilidad al país».

Gabriel Nicolás Carrizo respondió a esos mensajes: 

*»Sinceramente, si bajan a Cristina; bajan a la Cámpora; Y con esto le damos un golpe terrible al gobierno; Ya fue avisada».

En otros mensajes enviados entre los últimos minutos del 1 de septiembre y los primeros del 2, Carrizo le decía a una amiga: *»No tenés idea del grupo que formé» (23:59).

*»El trabajo si se dan las cosas bien lo voy a terminar yo» (00:08 del 02/09). Como resulta obvio, todo indica que el “trabajo” era matar a CFK. 

*»No le dio recarga». “Es un boludo” (00:10), era la explicación por el fallido disparo del arma que empuñó Sabag Montiel. 

El líder “devaluado”

En su relato ante los jueces, Carrizo se mostró como una persona golpeada por las desgracias. La pérdida de trabajo fijo que lo obligó a realizar “changas” como recolector de residuos. A eso le sumó la muerte de su padre, la separación de su mujer, con la que tiene dos hijos. Aseguró que en mucho tiempo su “única alegría” fue la Copa América obtenida por la Selección Argentina de fútbol. 

Cuando su situación económica mejoró, creó el grupo de WhatsApp “Girosos”, un nombre “festivo, de gira, de diversión”. En ese grupo, sus integrantes, escribían mensajes violentos emparentados con el de “matar a la puta esa”. 

El 2 de septiembre se vieron con Brenda, a quien trató de ayudar “para que no quedara pegada” con el intento de magnicidio. Precisó que estaba en la casa de (su amigo) Sergio “Checho” Orozco tomando fernet, cuando se enteró del atentado. Como estaba “entonado” por el alcohol, empezó a decir “bromitas” que lo llevaron a la cárcel. Las frases de sus mensajes “nunca fueron ciertas, fueron en joda”. 

El jefe de la Banda de los Copitos, sostuvo: “Nunca me lo tomé con la seriedad que tenía que ser”. Para finalizar, con la voz quebrada, le envió un mensaje a Cristina Fernández de Kirchner: “Le quiero pedir perdón si la ofendí”.  

La segunda indagatoria

En la audiencia número 40, sin aviso previo, Gabriel Nicolás Carrizo se prestó a responder preguntas. En la primera indagatoria se había negado a hacerlo y sólo expuso sus argumentos. 

Comenzó diciendo que había cometido “dos errores fundamentales”. El primero “haber ayudado” a Brenda Uliarte creyendo que ella nada tenía que ver con el atentado. 

El segundo, “haberles dado trabajo a ellos dos”, en referencia a sus coimputados. 

Ante una pregunta de la fiscala Gabriela Baigún, aseguró que no leyó el mensaje que Sabag envió al grupo “Girosos” el día anterior al atentado, anunciando su intención de “matar a Cristina”. 

Aseguró que era imposible seguir al grupo, porque “en cinco minutos subían 5 mil mensajes, sin exagerar”. Aunque parece imposible semejante producción de mensajes, resulta extraño que en ninguno de los “5 mil” mensajes no hubiera un solo comentario frente a semejante anuncio.  

Carrizo insistió, una y otra vez, que sus mensajes autoincriminatorios solo eran “mentiras, jodas, fabuleadas”. Luego sostuvo: “Estoy acá (imputado) por pelotudo”, como consecuencia de las supuestas “fabuleadas”. 

Luego de decir que no le interesaba la política, aseguró: “La mayoría de las veces voté a Cristina”. Nadie se atrevió a preguntarle si era otra de sus “fabuleadas”. 

Aseguró que nunca manejó armas y que sólo fue a una base de la Fuerza Aérea, a los 16 años, para asistir “a un taller de reparación de electrodomésticos” (SIC). Dijo, una y otra vez, que nunca tuvo un arma en su casa.  

Sin embargo, en un mensaje a Andrea, su hermanastra, el propio Carrizo dijo: “el arma es mía”, en referencia a la que había empuñado Sabag. La respuesta de su interlocutora fue: “No está a tu nombre, Gaby”. La fiscala señaló que la respuesta de Andrea indicaría que ella sabía que Carrizo tenía un arma. El comentario fue objetado por Gastón Marano, el defensor de Carrizo. 

Carrizo afirmó que su hermanastra “se creía todo” y que le hizo creer lo del arma para molestarla porque ella “es kirchnerista”. Extraño proceder de alguien que, en esos días, decía estar angustiado por las “amenazas de muerte” que estaba recibiendo a través de las redes sociales.  

La fiscala Baigún quiso saber por qué había borrado de su celular esas supuestas amenazas. Carrizo no dio una explicación, pero aseguró que existen “capturas de pantalla” que probarían la existencia de esas amenazas. 

En varias ocasiones, Gastón Marano, el defensor de Carrizo, intervino para evitar que su representado se enredaba en su propio discurso, ante preguntas puntuales de Baigún o de los querellantes José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal. 

Carrizo se refirió luego al chat en el cual Brenda Uliarte le dijo: “Habría que pegarle un corchazo a Cristina”. Su respuesta fue: “Sí, no”, como si estuviera de acuerdo. Para Carrizo, en cambio, su respuesta fue “para cambiar de tema” y hablar de “un trago” que él había preparado mezclando varias bebidas alcohólicas. 

Después, ante una pregunta de Aldazabal, aseguró que cuando se enteró del atentado, ni siquiera recordó que antes Brenda había hablado del “corchazo”. Es difícil de creer que una persona lúcida no asociara de inmediato una cosa con la otra. Más tarde, el imputado dijo no recordar por qué razón, en otro mensaje, dijo: “Ya se les acabó la joda”. Esto ocurrió antes del atentado, el 23 de agosto de 2022. Recordó que esa frase la tomó de un spot de Javier Milei, cuando el hoy presidente era diputado nacional. 

En el chat, Brenda Uliarte habla de CFK y dice “que la saquen a la mierda, no puedo entender que haya gente que todavía la defiende”, en referencia a Cristina Kirchner. Carrizo agregó que Brenda, en esos momentos, “subía videos de Milei”. El imputado señalo que sus comentarios de entonces no tienen “nada que ver con lo que dicen los medios, que yo odio, que soy nazi, que yo planifiqué el atentado”. 

El supuesto bromista serial, en uno de los mensajes luego del atentado, expresaba su preocupación y le decía a Brenda: “Nos están investigando y a vos también. Estoy muy seguro que nos quieren pinchar el teléfono”. Esos mensajes fueron intercambiados en la madrugada del 2 de septiembre de 2022. 

Aldazabal le preguntó si esos mensajes eran “en broma, o si estaba preocupado”. Carrizo admitió que estaba “un poco” preocupado, pero no “desesperadamente”. Lo que más le preocupaba era lo que decían los medios que fueron a la puerta de su casa y que “hostigaron” a su hermano. 

En un intento por cambiar el rumbo del interrogatorio, opinó que la actuación de la custodia de Cristina Kirchner, el día del atentado, fue “un desastre”. 

En otros chats con Andrea, su hermanastra, el 1 de septiembre, después del atentado, Carrizo dijo: “Todo salió mal, pero Cristina tiene miedo (…) no lo entiendo, falló el arma (que) andaba bien”. 

Por supuesto, Carrizo aseguró que fueron “pavadas” que dijo para “molestar” a su hermanastra kirchnerista. En otro mensaje, le dijo: “Me enteré que el arma (que empuñó Sabag) no es la mía, yo le dí una (calibre) 22 corto que la tiene su novia y mañana la vamos a ir a ocultar”. Él mensaje se produjo a las 5.30 del 2 de septiembre. 

El imputado sostuvo que esa fue otra de sus “bromas”, pero Aldazabal le recordó que a esa altura de los acontecimientos, él había reconocido que estaba “un poco” preocupado”, como para seguir con sus fábulas. 

Aldazabal insistió: “Usted se estaba maquinando, pero seguía con las bromas”. La respuesta de Carrizo fue: “Sí”, que seguía “fabuleando”. 

En este momento intervino el otro querellante, José Manuel Ubeira, quien le señaló: “En esos momentos usted se estaba dando cuenta que (en los chats) decía cosas que tenían una determinada gravedad. Lo que no entendemos es cómo usted podía seguir ‘fabulando’ frente a una situación que ya amenazaba como grave”. 

La respuesta de Carrizo debería figurar en la antología del absurdo: “La joda era para ver cómo reaccionaban, pero yo iba a volver al barrio para decirles (a todos) ¿cómo se iban a creer todo eso de mí?”. Agregó que no tuvo tiempo para aclararles a sus amigos y conocidos que todo era “una joda” porque la detuvieron a Brenda y él decidió presentarse ante la Justicia para sostener que sus dichos eran sólo “una fabuleada”. Luego le reprochó a Ubeira que, en una entrevista, haya dicho que “el nuestro era un grupo nazi, yo no soy nazi, usted estuvo mal”. Algo nervioso, el imputado se pasaba las manos por la cabeza, acomodando su larga cabellera. De todos modos, repitió que eran “jodas” para “molestar” a interlocutoras suyas que eran kirchneristas. Para sostener el clima festivo, Carrizo trataba en vano de contener la risa, como si no le pesaran los casi tres años que lleva en prisión por sus “jodas pesadas”. Volvió a proclamarse como “un pelotudo”, pero cuestionó su detención: “Una persona hace una broma y pasa tres años (en la cárcel). Quién se los devuelve”. 

La fiscala Baigún retomó el diálogo con el imputado, para recordarle algunos mensajes que subió al chat, inmediatamente después de que Sabag Montiel intentara matar a Cristina Kirchner. Esos mensajes, de un contenido político impropio de alguien que, como Carrizo, dice que no le interesa en absoluto la política: 

*”Seguro, el próximo sos vos Alberto”, en obvia referencia al entonces presidente Alberto Fernández. 

*” El gobierno es vulnerable y espero que les quede claro, nosotros somos los que mantenemos estos parásitos ahí arriba, van a juzgar a una persona (Sabag) que le está haciendo un gran favor a toda la nación argentina”. 

Como única explicación, el imputado señaló que fueron mensajes “personalizados”, dirigidos a un grupo de kirchneristas, con el propósito de “provocarlos”.  

Para tratar de explicar lo inexplicable, Carrizo incurrió en otra respuesta para la antología del absurdo: “Cuando era chico llamaba al colegio para decir que había una amenaza de bomba”. Y agregó que, a partir de allí, su personalidad “se fue construyendo”, hasta que, como él repitió una y otra vez, se convirtió en “un pelotudo”. 

Aclaró que también parafraseo a Javier Milei cuando dijo lo de “los parásitos”. 

Sobre el final, Gastón Marano, el defensor de Carrizo, hizo hincapié en algún chat de Brenda Uliarte en el que ella dice estar “preocupada” por los integrantes del grupo que no tenían “nada que ver” con el atentado. Por supuesto, entre ese “grupo” supuestamente ajeno al hecho, incluyó a su representado.