EL FANTASMA DE GOEBBELS, PRESENTE EN EL JUICIO POR EL INTENTO DE MAGNICIDIO
Por LR oficial en Discursos de odio, Intento de magnicidio CFK, Otras - publicado el 20 octubre 2025
El juicio por el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner terminó en un veredicto con gusto a poco. Dos condenas y una absolución, sin avances sobre los autores ideológicos. El discurso de odio del presidente Javier Milei se replicó en las audiencias, en boca de referentes de extrema derecha. La querella afirmó que esos mensajes tienen una raíz histórica nefasta: la doctrina de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Adolf Hitler.
Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero
El Tribunal Oral 6 dará a conocer los fundamentos del fallo en una audiencia a realizarse el 9 de diciembre. Los querellantes esperan que haya una advertencia, una forma de condena, a la “cultura del odio” que llevó a dos jóvenes a querer asesinar a la vicepresidenta de la Nación.
Una reflexión sobre un proceso judicial controvertido, lleno de puntos oscuros en la instrucción de la causa a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti. Una actuación que lesiona a la Justicia y al Estado de Derecho.
El huevo de la serpiente
En la audiencia del 23 de octubre de 2024, una frase del presidente Javier Milei quedó asentada como advertencia en el juicio por el intento de magnicidio: “Me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina adentro». Ante lo dicho por Milei, el querellante José Manuel Ubeira solicitó a los jueces que tomaran nota de una expresión que “excede cualquier metáfora” en boca de quien debe velar por la seguridad de todos los argentinos.
Lo expresado tenía directa relación con una avalancha de frases amenazantes, contaminadas de odio, expresadas —antes y después del atentado contra CFK— por referentes de extrema derecha, muchos de los cuales pasaron por la audiencia como testigos. Todos ellos adhieren a la doctrina impuesta por el profeta de la “Motosierra”, quien desde que asumió la presidencia viene destruyendo los derechos de los sectores más vulnerables.
En su alegato, la querella afirmó que el intento de magnicidio fue consecuencia de “la construcción de la cultura del odio”. Sostuvo que las personas “no nacen odiadoras”, se convierten porque “el odio se inocula, se inculca, en el odio se educa”. Como ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, la construcción del odio se hace a través de la palabra, del lenguaje.
Los tres imputados en la causa —uno de ellos absuelto— actuaron bajo la influencia del “contexto político, judicial, histórico, cultural y social”, enmarcado en la “construcción de la cultura del odio”.
Ubeira resaltó que “la diferencia entre odiar y discrepar” es que “el que odia quiere que ‘el otro’ sufra un mal”. En ese contexto, “la violencia retórica, en el marco de la violencia política, se convierte en violencia material”.
Cito el libro “Historia y sociología del genocidio”, de Frank Chalk y Jonassohn Kurt. Allí se afirma que la sociedad siempre eligió el lenguaje para generar espacios de poder. Para negarlo, al “otro” no se le reconoce el carácter de humano, lo definen “como animales o insectos”.
Para Milei, sus adversarios políticos son “cucas o mandriles”. También los llama “orcos”, en referencia a los seres humanoides ficticios, representados como monstruos crueles, en la obra de J. R. R.Tolkien.
Para Milei, la pelea final es entre “la casta” malvada y “la gente decente”. Lo que no repara ni admite, es que él llegó al poder manipulado por lo peor de la “casta”, los Caputo, los Sturzenegger, las Bullrich, los Menem, los Espert, los Macri, con el respaldo de empresarios como Eduardo Eurnekian, por nombrar a uno de los mandantes de Javier Milei. Una corporación de personajes nefastos que están muy lejos de ser, como pretende Milei, la “gente decente”.
A nivel internacional, sus respaldos son Donald Trump y Benjamín Netanyahu, ambos con las manos manchadas de sangre por el genocidio en Gaza.
Cuando se reúne en Europa con su compadre Santiago Abascal, el discurso de Milei se endurece y repite que la “batalla cultural no es para tibios, no valen las soluciones intermedias, porque las soluciones intermedias son funcionales a más socialismo, son funcionales al comunismo”.
Un juicio marcado por la “cultura del odio”
En el juicio se escucharon testimonios reñidos con los valores de la democracia. En las audiencias, la querella, la Fiscalía y hasta las defensas, señalaron el rol que los medios de comunicación jugaron y siguen jugando “en la construcción de la cultura del odio”.
Ubeira recordó que todo lo que se está replicando en Argentina y en el mundo, con angustiosa contundencia en Gaza, es la doctrina inventada hace muchos años por un personaje nefasto: Joseph Goebbels.
Goebbels inventó “las once verdades” necesarias para manipular a las masas, para justificar el genocidio de los “diferentes”.
En Argentina se padeció en carne propia la doctrina creada por Goebbels. En 1975, en una reunión de Ejércitos Latinoamericanos en Montevideo, el general Jorge Rafael Videla anunció el genocidio con una frase contundente: “En Argentina morirán todos los que sean necesarios”. Para los dictadores, la muerte del enemigo es una “necesidad”.
Otro exponente del lenguaje de muerte fue el general Ibérico Manuel Saint Jean. En mayo de 1977, cuando era gobernador de facto de la Provincia de Buenos Aires, dijo una frase que todavía hiela la sangre.
Al hablar en un acto castrense, aseguró: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente a los tímidos”.
Está claro que Milei es un aprendiz de dictador, pero está rodeado de personajes que forman parte de familias que han promovido y apoyado las dictaduras, personajes a los que no les pesa matar, con balas o con hambre
La vicepresidenta Victoria Villarruel, hoy enfrentada con Milei y sus colaboradores más cercanos, niega el genocidio, clama por el indulto a los condenados por crímenes de lesa humanidad y sueña con “rescatar” a las Fuerzas Armadas del retroceso que han tenido como consecuencia de la lucha de los organismos de derechos humanos.
Villarruel es una pieza de recambio ideal para los que hoy manejan los destinos de la Nación. Ellos son los que acechan detrás de ese títere trágico llamado Javier Milei.
En la misma ruta, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, modifica normas para facilitar aún más el libre accionar represivo de las fuerzas federales de seguridad. Al mismo tiempo, hace “inteligencia” tomando fotografías y reuniendo información para perseguir y amedrentar a las y los militantes populares.
Una de las “once verdades” creadas para manipular a las masas, fue aquella que decía “miente, miente, que algo queda”.
La idea central del secuaz de Hitler fue crear un “enemigo único”. En el juicio se analizó el caso de Cristina Fernández de Kirchner, enemiga ideal por su liderazgo político. Hoy sigue siendo ella, pero mañana puede ser cualquier otro u otra que ponga en riesgo los objetivos de la “casta” que manipula al actual presidente de la Nación.
En 1975, la orden fue “aniquilar” a la guerrilla en Tucumán. En 1976, el enemigo único cambió de nombre para llamarse “subversivo”. Una definición más amplia impulsada por la dictadura de Jorge Rafael Videla y Alfredo Martínez de Hoz para ponernos a todos en la mira.
José Luis Espert, ahora caído en desgracia, proponía “cárcel o bala” o una opción más dura, “bala o bala”, para los narcotraficantes, con excepción de su protector Fred Machado. El mensaje de mano dura es el mismo que maneja Bullrich, es el mismo que planteó la dictadura, el mismo que plantea el imperialismo yanqui para apuntar sus misiles contra cualquier esbozo de resistencia.
La diputada nacional Lilia Lemoine ve “zurdos” por todos lados y hasta afirma que en la Argentina hubo “gobiernos socialistas”, uno de ellos encabezado nada menos que por Fernando de la Rúa, del que formó parte Patricia Bullrich.
Todo suena grotesco, pero los que están detrás de la mascarada “libertaria” son capaces de llegar a cualquier extremo.
Un juicio que fue premio consuelo
Los que llegaron al juicio como imputados son “lo evidente”, mientras que lo más trascendente es “lo que la instrucción de la jueza María Eugenia Capuchetti no nos permite ver”. Ese fue el análisis final que hizo la querella, frente a la realidad de un fallo con dos condenados, Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte, más un absuelto: Gabriel Nicolás Carrizo.
En el camino quedaron las pistas que señalaban al diputado Gerardo Milman como posible instigador.
Todos los teléfonos importantes relacionados con la causa fueron destruidos. Milman fue señalado por Cristina Fernández de Kirchner como un “Nostradamus contemporáneo”, porque llegó a predecir el intento de magnicidio.
Un mes antes del atentado, el diputado había presentado un proyecto en el Congreso en el que expresaba su “preocupación” por un eventual intento de asesinato de CFK. Su temor era, en realidad, la posibilidad de que ese ataque convirtiera a la vicepresidenta en “una víctima” y que eso le sirviera para acrecentar su liderazgo.
Milman nunca fue citado al juicio oral, pero se presentó en una causa paralela. Juró que no tuvo nada que ver con el intento de magnicidio. Fundó sus dichos señalando las deficiencias de la instrucción a cargo de la jueza Capuchetti.
Lo curioso es que Milman usó como escudo a su favor las fallas que impidieron que su nombre figurara entre los imputados. El juicio dio para todo.
Los celulares de las secretarias de Milman, Ivana Bohdziewicz y Carolina Gómez Mónaco, fueron borrados por el actual director de Tecnología de la Información y Comunicaciones del Ministerio de Seguridad, Jorge Adolfo Teodoro, designado por Patricia Bullrich.
Tampoco se pudo acceder al teléfono celular de Milman, otro “error” atribuible a Capuchetti.
Los soldados de Milei
Eduardo Prestofelippo, el youtuber conocido como El Presto, el dirigente de extrema derecha Hernán Carrol y el cómico de derecha Martín Almeida, fueron testigos en el juicio por el intento de magnicidio.
Todos alimentaron con sus prédicas el “odio político”, pero juraron ser gente pacífica y abierta a la sana discusión de las ideas.
Los tres se alinearon como soldados de la “batalla cultural” que alienta Milei, siguiendo los lineamientos de su inspirador español, Santiago Abascal, líder del partido VOX, de ultraderecha. En España, Abascal propone reflotar la Guerra Civil “para terminar con los zurdos que siguen vivos”.
El Presto, de 32 años, tiene una causa abierta por “amenazas” contra Cristina Fernández de Kirchner. La denuncia fue porque afirmó que CFK “no iba a salir viva” por haber impulsado una reforma judicial rechazada por sectores políticos que “golpearon las puertas del Congreso”.
El testigo adhiere a la “batalla cultural desde las ideas del liberalismo, desde la derecha, en contra de los gobiernos populistas, de izquierda, centro izquierda o progresistas”.
En las elecciones de 2019, El Presto fue compañero de fórmula del exnarcodiputado José Luis Espert, en una lista en la provincia de Córdoba.
En ese momento, El Presto recibió la “felicitación” de Patricia Bullrich, con quien se reunió “en la sede del PRO”. Por los datos que dio, la reunión fue en el Instituto de Estudios Estratégicos de Seguridad, creado por Bullrich en 2009. Uno de sus miembros es Gerardo Milman. Todo tiene que ver con todo.
El Presto apoya a Milei desde que el hoy presidente era candidato a diputado nacional. En 2013 se sacó una foto con el exdictador Jorge Rafael Videla, a quien entrevistó.
Hernán Carlos Carrol, de 48 años, presidente de una agrupación política del partido de La Matanza que se llama Somos Libertarios. También estuvo alineado con la Nueva Centro Derecha, una agrupación que realizó campañas contra el gobierno durante la cuarentena. En La Matanza, Carrol fue candidato a concejal por la lista encabezada ¿por quién? Sí, adivinó: por el mismísimo exnarcodiputado José Luis Espert.
Martín Ezequiel Grosso Almeida, de 35 años, comediante de Stand Up, dijo pertenecer a “las fuerzas del cielo”, el espacio de Javier Milei. También tiene militancia en la Nueva Centro Derecha y considera “un amigo” al presidente.
Tiene relación con Delfina Wagner, la influencer que sube a las redes videos donde se la ve aprendiendo a disparar una pistola porque “la mejor manera de empoderarnos es capacitarnos para aprender a defendernos”.
Almeida reconoció que hizo “un montón de chistes” sobre el atentado. Recordó uno en especial, difundido por él después del intento de magnicidio: “Está bueno pasar a la acción si queremos que haya cambios en el país. Todos tenemos que ser parte del cambio y todos tenemos que pasar a la acción, excepto que seas Sabag Montiel, ahí mejor no hagas nada”. Fue su aporte de humor al fallido disparo a centímetros del rostro de la entonces vicepresidenta de la Nación.
Otro testigo fue Jonathan Morel, quien junto con los referentes del grupo de ultraderecha Revolución Federal Leonardo Sosa y Gastón Guerra, son investigados por las amenazas públicas contra Cristina Fernández de Kirchner. Este grupo es el que recibió 7 millones de pesos en dos fideicomisos de la firma Caputo Hermanos, propiedad de los hermanos de Luis “Toto” Caputo, actual ministro de Economía. Morel había expresado públicamente su deseo de matar a la entonces vicepresidenta. Fue, además, el “creador” de la guillotina gigante con la cual —juró que sólo “simbólicamente”— iban a “ajusticiar” a la vicepresidenta.
A lo largo del juicio, fueron decenas los testigos que difundieron mensajes de odio y amenazas a través de las redes sociales o en acciones concretas. El discurso de Milei poniéndole clavos al cajón del kirchnerismo “con Cristina adentro”, siempre estuvo presente a lo largo del juicio oral.