DOS NOTICIAS, UN PAÍS PERFORADO: EL SUR SE SAQUEA, EL NORTE SE HUNDE
Por LR oficial en extractivismo, Medio Ambiente - publicado el 22 octubre 2025
Un Estado que se achica para los pueblos y se agranda para los negocios. Un sindicalismo cómplice, una dirigencia concentrada y una sociedad que tiene que volver a empezar desde el abismo.
Redacción: Daniela Fariña (periodista, docente, especialista en ddhh y productora audiovisual)
En el mismo ejemplar del diario BAE Negocios, dos notas publicadas cuentan una sola historia: la de un país fracturado entre la tierra que se perfora y el trabajo que se suspende.
Por un lado, en la página 9, a todo color y con foto heroica, se anuncia la segunda ronda de exploración en Palermo Aike, Santa Cruz: una inversión de 200 millones de dólares para perforar tres pozos de petróleo no convencional. La nota es de esas que del lado derecho se lee primero y celebra el progreso.
Por otro lado, en la página 13, en una columna gris y sin imágenes, se informa que Scania Tucumán mantiene 600 trabajadores suspendidos y 35 días de inactividad. Apenas ocupa media página izquierda.
Quienes estudiamos periodismo aprendemos repetidas veces que en el análisis de la diagramación se definen las sutilezas del mercado, y que se disputa la relevancia de las notas en la lectura detallista que denota una línea editorial: los tamaños, formas y lugares, además de los silencios.
BAE Negocios tuvo dos polos el mismo día, y cada medio tiene un rol en la distopía que juegan copiar. En común, todos los medios tienen la falta de asombro que trae la agenda compartida. Pero así, el oligopolio es el país, que es el medio, que es el mensaje y el destinatario al mismo tiempo. Un oxímoron que somos en esta polifonía de concentración. Suena a volcán, y ojalá tenga forma de estallar algún día.
La diferencia de tamaño y jerarquía en este diario no es casual: lo que destruye la tierra ocupa media página; lo que construye trabajo apenas una esquina.
Una Argentina que se mide por sus agujeros y no por su producción.
La obscenidad de las cifras
La noticia petrolera festeja una inversión monumental que apenas generará 25 o 30 puestos temporales. Si se compara el monto con la ocupación, cada empleo equivale a más de 6 millones de dólares. En la misma edición, una planta nacional con 600 empleos reales es suspendida sin asistencia.
El sur recibe millones para cavar agujeros; el norte pierde miles de sueldos por no fabricar.
El modelo es simple: donde hay trabajo no hay inversión, y donde hay inversión no hay trabajo.
Lo único que tienen en común ambos suelos es el fuego, y la negligencia sobre el cuidado de todo lo bueno.
El múltiple impacto del cinismo
Estas no son noticias aisladas, sino parte de un panorama mucho más amplio.
En las últimas semanas se conocieron algunos —solo algunos— de los datos sobre cierres, despidos y pérdidas de empleo que recorren el país. Otros tantos se ocultan deliberadamente, para evitar el “efecto contagio” o dañar la “confianza” del mercado: ese dispositivo mediático y político que convierte la desesperación social en un problema de comunicación.
En Santa Fe, el frigorífico Euro de Villa Gobernador Gálvez registra 150 desvinculaciones y casi 50 nuevos despidos, con sueldos adeudados. En la misma provincia, Sancor intenta un “plan de crisis” que implica 300 despidos y cinco meses de salarios impagos.
En La Pampa, la apertura importadora hace ingresar 450 paquetes diarios de ropa, calzado y electrónica, con una caída de ventas del 10 al 40% y una industria que opera al 60%.
En Misiones, la importación de yerba y tabaco creció entre 25% y 135%, desplazando la producción local.
En todo el país, el salario mínimo cayó 32% en lo que va del actual gobierno, alcanzando su nivel más bajo desde 2001.
A eso se suman los cierres de fábricas históricas: una de pisos cerámicos dejó sin empleo a 300 personas; la emblemática La Nirva, creadora del alfajor premiado en Palermo, bajó sus persianas; y Vassalli, fabricante de cosechadoras, frenó su producción tras meses de conflicto gremial.
Según Industriales Pymes Argentinos (IPA), el 78,9% de las pequeñas y medianas empresas prevé una caída de la demanda en los próximos tres meses, y el 56,3% anticipa reducción de personal. El país industrial se está desmantelando, mientras el relato oficial celebra inversiones que generan empleo simbólico y contaminación real.
Son apenas algunos de los datos que salieron a la luz. Detrás de cada número hay miles de despidos que no se informan, miles de familias que no llegan, fábricas que no salen en los diarios porque ya se naturalizó su cierre.
La estrategia es clara: ocultar la magnitud del derrumbe para sostener el espejismo de una “recuperación de confianza”, una categoría tan tóxica como la rentabilidad que la financia.
Así se autoproclaman gobiernos exitosos los proyectos que se basan únicamente en el recorte, nunca en la evolución integral de la sociedad.
El norte suspendido, el sur perforado
Hay un caos generalizado pero, en BAE Negocios, los funcionarios de Santa Cruz hablan de doble impacto energético y económico. Prometen diversificar la matriz, crear empleo y generar desarrollo local. Así, el tercer impacto, el ambiental, está silenciado. Nada se dice del uso desmedido de agua, de los químicos del fracking, ni del metano que agranda el agujero en la capa de ozono. El discurso del progreso vuelve a ser la coartada del saqueo.
La paradoja es brutal: un Estado que se declara mínimo, pero se vuelve gigante para garantizar el extractivismo. Recorta en salud, educación, ciencia y cultura, pero subsidia la contaminación. El liberalismo económico necesita de un Estado fuerte para ejecutar su propia devastación.
El mapa nacional es también un mapa moral. En el norte incendian los parques nacionales mientras los obreros tucumanos esperan volver a trabajar, si no se inundan barrios enteros sin asistencia estatal. El Estado se retira del norte y se entierra en el sur: abandona a las personas, protege a las petroleras.
Esa asimetría repite un patrón histórico. En el norte, los gauchos de Güemes organizaban la defensa popular; en el sur, el Estado liberal ejecutaba la Campaña del Desierto y el exterminio originario. El norte productivo suspendido, el sur extractivo expandido, otra vez.
Mientras ponen a los mapuche en nuevas formas de terrorismo en el sur, mientras reprimen comunidades Qom en el norte, llastiman de noticias falsas todo lo nativo.
La nueva campaña al desierto ya no usa fusiles. Es un genocidio por omisión, donde la ausencia estatal se vuelve forma de violencia. Valen menos que la idea que los mata.
Industria del saqueo: pariendo el nuevo desierto
El silencio de SMATA frente a los 600 suspendidos de Scania resume otra tragedia: la del sindicalismo domesticado. Lo que antes fue resistencia, hoy es administración de la miseria. Los gremios negocian suspensiones como parte de la rutina, mientras el aparato institucional se oxida bajo la concentración del poder. El sistema sindical se volvió engranaje del mismo orden que dice combatir.
Una fábrica suspendida frente a tres pozos nuevos. Un país que invierte millones en cavar mientras deja morir su capacidad de producir. El norte hundido, fuego y desempleo, el sur hundido en petróleo y silencio para futuros fuegos. Ambos unidos por la represión.
Y ahí, en medio de la violencia, un Estado que renuncia a proteger y una burocracia que renuncia a representar. El modelo no es productivo: es extractivo, concentrador y suicida. La Argentina financia su caída destruyendo su suelo y su historia.
Dos noticias, dos geografías, una misma herida.
Volvimos al principio del siglo, pero con menos horizonte. El desierto ya no se conquista: se fabrica. El sur, que supuestamente nos enriquece, nos saquea; y el norte, inundado, suspendido y vaciado, recibe el nuevo genocidio argentino: la nueva campaña del desierto, hecha de extractivismo, silencio y poder concentrado.


