Canción actual

Título

Artista


Alberto Ángel Jue


Dos testigos convocados por las defensas, aportaron poco y nada a las partes acusadoras, pero tampoco ayudaron a las defensas de los imputados. Alberto Jue pasó toda la dictadura en Campo de Mayo como bombero, pero asegura que no vio nada “de lo que comentan”. El testigo con Covid-19 que declaró velozmente. El testigo se negó a conectarse. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Diego Adur ✍️ Texto: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 👆📷 Foto de portada: El testigo Jue no vio nada en Campo de Mayo, aun cuando revistó allí como bombero durante toda la dictadura Alberto Ángel Jue, en su corta declaración, va a prender un cigarrillo atrás de otro. No menos de cinco en alrededor de 45 minutos y no son ni las 11 de la mañana. “Las funciones mías eran netamente profesionales de bomberos y yo fui al Batallón de Aviación 601 cuando se inició, con la jerarquía de cabo, a través de los años, no sé precisar cuántos, mi función en bomberos era encargado en depósito y tenía horario administrativo, entraba a las 8 y me retiraba a las 14”, dijo al comienzo de su declaración el testigo propuesto por la defensa del imputado Luis del Valle Arce. Después de quince o veinte años, Jue se retiró en ese destino, Campo de Mayo. Había ingresado a la Policía Federal en 1967 y al poco tiempo, “debe haber sido por los años 70, 71 o 72”, ingresó a Bomberos. “El servicio que prestaba era, cómo decirle…, hacer la prevención de incendios en todo el Batallón, ya sea de aeronaves que volaban, que salían, que volvían. También teníamos con Policía Federal las vías del ferrocarril. Esa era la función de bomberos”. Dijo que dependían de la Federal y que las órdenes se las daban dos comisarios, nunca personal del Ejército. Puede ser. Pero durante el Terrorismo de Estado la verticalidad no terminaba en la Policía.  Jue pasó toda la dictadura cívica militar eclesiástica en Campo de Mayo, se jubiló ya en democracia. Durante ese tiempo no vio absolutamente nada. Un prodigio clásico de época. “Todo eso que se ha comentado yo no lo he visto”. Dijo que el Ejército tenía personal civil pero que él no tenía contacto. Tampoco nunca vio personas detenidas, ni esposadas, ni encapuchadas, ni nada. No vio ingresar camiones de sustancias alimenticias a la pista, ni vio vehículos particulares, solo del Ejército. No recordó ningún avión de marca Fiat ni ningún avión que se pareciera a un Hércules. “Estaba prácticamente metido en la oficina, todo el día ahí”. Tanto los aviones Fiat G-222 y Twin Otter que fueron utilizados en los vuelos de la muerte que salieron de Campo de Mayo continúan aún en esas instalaciones del Ejército Argentino y este mismo tribunal ordenó su preservación con el fin de obtener pruebas. Pero el bombero Alberto Ángel Jue nunca los vio. Lógicamente, tampoco vio nunca montoncitos de ampollas de Ketalar, droga que posiblemente fuera utilizada para adormecer personas en los vuelos y que a otro testigo de este juicio le llamaron la atención. Es más, ni siquiera quedó claro si podía identificar las cabeceras de pista. Aceptó, eso sí, la existencia de otra pista.  Vio, sí, patrulleros de la Policía Federal porque “periódicamente teníamos inspecciones y directamente ingresaban al cuartel”. En cuanto a la rutina, recordó que desde las ocho de la mañana “había mantenimiento de aeronaves, despegues, vuelos de práctica, hasta el mediodía”. Después de las catorce horas se iba a su casa, no dormía en el cuartel ni hacía guardias de noche. Pero reconoció la existencia de  “vuelos nocturnos” y los consideró de práctica. “Algún compañero me pudo haber dicho que había vuelos nocturnos”, en alguna rueda de mate. Pero no los vio porque, como el testigo se preocupó en subrayar: todas las noches dormía en su casa. En esas mismas charlas pudo haber escuchado sobre “movimientos extraños”. Tampoco recordó si alguna vez recibió la orden de no mirar o guardarse. “Nosotros a las seis de la tarde terminábamos las actividades”, desde ese momento, según Jue, se cerraba el hangar y se preparaban las autobombas para que estuvieran listas para el día siguiente. “Después se apagan las luces, no había pista, no había luces, no había nada. Entonces estábamos en el medio de la nada, en la oscuridad. Teníamos las luces del cuartel nuestro nada más, que nos alumbraba los dormitorios, los baños y todas las instalaciones”, el testigo que se iba todos los días a las 14 horas y nunca se quedaba de noche describió de ese modo al cuartel de Bomberos cuando caían las sombras. Pudiendo concluir entonces que “Bomberos estaba ajeno a todos los movimientos que pudieran haber de noche en el Batallón”.  El cuartel de bomberos tenía una cantina con pool y vendían diferentes provisiones a los conscriptos. Según uno de los testimonios, eso ocurría también de noche. El bombero de la Policía Federal brindó una extraña y contradictoria versión: “La gente se reunía después de que se terminaban las actividades. De Ejército no venía nadie a la cantina. No he visto soldados, yo me iba a las 14 horas, si iban soldados irían a la noche”. Y luego “la cantina era interna de bomberos, era muy difícil que fuera gente extraña o que no fuera de Policía Federal”.  “Las funciones mías eran netamente profesionales de bomberos y yo fui al Batallón de Aviación 601 cuando se inició, con la jerarquía de Cabo”, había dicho al principio, apenas pitado el segundo cigarrillo. Por eso el fiscal Marcelo García Berro le pidió que recordara dónde había cumplido funciones. “No presté servicios en aviación, presté servicios en el cuartel de Policía Federal”, aclaró Jue.  —¿Con el comando de aviación de ejército no tenía nada que ver? -quiso asegurarse García Berro. —Para nada, señor.    Por falta de comida u otro motivo El otro testigo, también propuesto por la defensa de Luis del Valle Arce, fue más breve. Walter Ernesto Negri aclaró que si tosía durante su