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Causas Armadas


Santiago Almirón recuperó su libertad luego de dos años y medio de estar en prisión por una causa armada. La decisión estuvo a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 3 de Morón, después de que la fiscal, Carolina Rodríguez, desistiera de la acusación al joven por no contar con las pruebas suficientes para hacerlo. Almirón estaba detenido desde el 30 de agosto de 2018, acusado de un homicidio que no cometió. (Por La Retaguardia) ✍️ Crónica y cobertura del juicio: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur Los nervios y la ansiedad fueron protagonistas de la jornada del pasado jueves en la que Santiago Almirón fue absuelto y recuperó su libertad. Desde temprano, familiares y amistades del joven, junto a organizaciones sociales y políticas, organismos de derechos humanos y militantes que asistieron de forma autoconvocada, cortaron las calles linderas a los tribunales de Morón para exigir la inmediata libertad de Santiago.  Si bien en la jornada anterior se había previsto que el juicio podría extenderse, la expectativa general era que declararan las últimas personas, se den los alegatos y haya veredicto.  Entre cánticos y una gran olla popular, llegaban algunos mensajes alentadores desde adentro del Tribunal. Y otros no tanto. La fiscal insistía en acusar a Almirón, aunque sin elementos concretos. El primer peritaje de balística mostraba una coincidencia con el arma reglamentaria que portaba la hermana del acusado, pero eso, como ya aseguró el abogado defensor Alejandro Bois, no significaba que sea el arma homicida. Posteriormente hubo dos nuevas pericias que contradecían la anterior. Si bien  el tipo de arma coincidía, eso no fue elemento suficiente para decir que era la misma que asesinó a Alejandro Moreno, el 27 de julio de 2018. Luego de que la perito de balística pasara a declarar, tocó el turno de algunas personas allegadas a Santiago, convocadas como testigos de concepto. Es decir, personas que por conocer al imputado podían dar cuenta de cómo se desenvolvía en su vida cotidiana y pintar a Santiago Almirón tal como es, para que quedara claro que la imputación que le estaban haciendo era injusta. Hicieron hincapié, además, en el horario de trabajo: como el joven cortaba el pasto durante la tarde, era incompatible que haya estado en su trabajo y en el lugar del hecho al mismo tiempo.. Las testigos aseguraron que Santiago estaba en su trabajo en el momento del crimen.  Foto: Archivo Valentina Maccarone/La Retaguardia Después de un cuarto intermedio, llegó la hora de que la fiscal expusiera su alegato. Después de remarcar que ella creía que Santiago Almirón “algo tiene que ver con el hecho”, admitió que no tenía pruebas concretas y renunció al derecho de acusar.  Por su parte, el abogado defensor, Alejandro Bois, quien ya cuenta en su trayectoria con varias causas desarmadas desde lo judicial, acompañó el pedido de absolución y, además, solicitó la libertad inmediata de Santiago. En su alegato, aprovechó para criticar a los tribunales que, teniendo causas que pasan años sin ser investigadas, someten a prisiones preventivas a personas inocentes. También remarcó que uno de cada cuatro casos de preventiva son inocentes. Desde dentro del tribunal llegó el mensaje que decía, simplemente, “Libertad”. Esa palabra sintetizó la búsqueda de tantas personas y de muchas madres que estuvieron en la calle acompañando a la familia Almirón, y  lamentablemente están viviendo una situación parecida. La libertad se festejó. Más allá de los cuidados que exige este momento de pandemia, los abrazos, los llantos y los gritos se hicieron presentes y la calle se convirtió en una fiesta.  Horas más tarde, la familia compartió una foto regresando del penal de Magdalena con Santiago ya en libertad.  La justicia tardó dos años y medio en devolver a Almirón a su vida, de la que nunca tendría que haber salido. Y las amistades de Alejandro Moreno siguen sin encontrar justicia. Es decir que al armar una causa no solo le arruinan la vida a quien acusan y sufre la cárcel, sino también a la familia que sigue luchando por conocer la verdad.

En la mañana de ayer, en el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de Morón, comenzó el juicio contra Santiago Almirón, acusado de un homicidio por el que lo podrían condenar a cadena perpetua. Su familia y el abogado defensor, Alejandro Bois, aseguran que se trata de una causa armada. Los 4 testigos presenciales del crimen no reconocieron a Almirón como el asesino. La Retaguardia participó de la audiencia y recogió testimonios fuera de la sala. (Por La Retaguardia) 🎤 Cobertura en juicio y redacción: Julián Bouvier   💻 Textuales: Valentina Maccarone💻 Edición: María Eugenia Otero/Fernando Tebele 📷 Foto de Portada: Juan Cicale 📷 Fotos en nota: Juan Cicale – Archivo Valentina Maccarone/La Retaguardia El hecho por el que se acusa a Santiago Almirón sucedió el 31 de agosto de 2018 en un local de comidas de la localidad de Morón. Un hombre entró con un arma al grito de “Majo, dame la plata”. Alejandro, un comerciante de la zona que pasaba a visitar a quienes trabajaban en este local, intentó agarrarlo por la espalda para reducirlo y comenzaron un forcejeo. Un balazo le atravesó una vena de la pierna. El hombre que entró a robar escapó corriendo. En minutos llegó el SAME, que se llevó a Alejandro al hospital. Murió allí unas horas después.  Las cuatro personas que atestiguaron acerca del hecho (cuatro trabajadores del comercio de comidas) sostienen que el autor del delito tenía entre 25 y 30 años de edad, medía 1,65 metros de estatura y usaba barba. Santiago Almirón, que tenía en ese momento 22 años, mide 1,83 y no usa barba. En las cuatro ruedas de reconocimiento de las que participó,, nadie lo identificó como el agresor. En una recorrida por el barrio, el jefe de calle Matías Barcos, vio a Santiago cortando el pasto, le pidió el DNI y le sacó una foto. El policía luego se presentó a declarar en la comisaría de la zona exponiendo que un testigo de identidad reservada mencionó que un chico, llamado Santiago Almirón, había cometido el hecho. Este testigo nunca fue citado a declarar. El día del juicio (afuera) A las 9 de la mañana de este 8 de febrero, más de 100 personas se concentraron en las puertas de los tribunales de Morón para exigir la inmediata libertad de Santiago Almirón. Estuvieron allí su familia y amistades, la Coordinadora contra la Impunidad Policial,, movimientos sociales y políticos, partidos de izquierda, medios alternativos de comunicación y militantes que se autoconvocaron, junto a otras familias víctimas de causas armadas y de gatillo fácil.  La fresca mañana de lunes fue entrando en calor con una olla popular y las canciones del cantor popular Abelardo Martín. Las voces de familiares víctimas de la represión estatal se fueron sumando al micrófono.  La olla popular le puso calor a la jornada de lucha.📷Juan Cicale María y Romina, madre y tía de Santiago Almirón, alzaron la voz primero. Les siguieron las madres de otros pibes víctimas de causas armadas: las de Ezequiel Bazán y Jhonatan Agüero. Luego, las madres de Axel Romero y Juan Manuel Orellana. Fabiola Aguirre contó del caso de su hijo Diego Chávez y dio pie a que las hijas de Nancy Montiel, quien también se encuentra presa por una causa armada, relataran el caso de su madre. Por último, hablaron Adriana, la madre de Diego Cagliero, el joven asesinado por la Policía bonaerense hace 2 años en Martín Coronado y Leo, el hermano de Darío Santillán, de infaltable presencia en estas causas.  El día del juicio (adentro) Durante el juicio declararon las 4 personas que fueron testigos directos del hecho. Las cuatro trabajaban en el local de comidas en el que sucedió el asesinato, todas ellas tenían amistad con Alejandro, la principal víctima de aquel día. Esas cuatro personas aseguraron, al ver en la pantalla a Santiago Almirón, quien participó de manera remota del juicio, que no fue él quien entró a robar al local y disparó sobre su amigo. Luego de las primeras testimoniales, siguió la declaración de una de las hermanas de Santiago. Daiana es policía. En ese momento cumplía servicio en la Policía Metropolitana en la Ciudad de Buenos Aires, pero como cursaba un embarazo delicado le habían permitido que no portara su arma reglamentaria y que hiciera reposo en su casa. Por esa razón, ella tenía el arma guardada en una baulera de la pieza de su madre. a noche del hecho, la policía allanó la casa de Santiago, preguntó si había algún arma en la casa y la hermana dijo que sí. Acompañó a los policías a buscarla y se la entregó. Como las características de ese arma coinciden con la vaina y el casquillo de bala que mató a Alejandro, la fiscalía afirmó que ahí había un argumento sólido para juzgar a Santiago. De hecho, la fiscal, durante el interrogatorio de Daiana, le consultó sobre el arma asegurando que se trataba del arma homicida, a lo que el defensor Bois respondió que no se concluyó que esa fuera el arma homicida. El tribunal hizo lugar a la objeción de Bois. Por último declaró el policía Matías Barcos, a quien la familia señala como el responsable de armar la causa. En su declaración aseguró haber hecho todo lo que debía, y no respondió a muchas de las preguntas que le hizo la defensa alegando no recordar. Luego de más de 5 horas de jornada judicial, el tribunal llamó a un cuarto intermedio hasta el jueves próximo. La familia de Santiago durante una de las tantas actividades de denuncia, acompañadas por Nora Cortiñas.📷 Archivo Valentina Maccarone/La Retaguardia Voces de apoyo Claudio Castro, de la Coordinadora Contra la impunidad policial, quien pasó más de un año preso por una causa armada, estuvo presente en la jornada. “Nos encontramos una vez más luchando contra las causas armadas, esta vez en el juicio injusto a Santiago Almirón, donde el TOC 3 lo tiene encerrado entre cuatro paredes impidiendo que organismos de derechos humanos puedan estar presenciando el juicio. Y

Este mediodía se conoció en los Tribunales de Lomas de Zamora el veredicto en la causa por el femicidio de Anahí Benitez. Fue condenado Marcos Bazán. Amigues y Familiares sostienen que es víctima de una causa armada. El juicio había comenzado el 18 de febrero con dos imputados, pero Marcelo Villalba fue declarado “inimputable porque presenta una patología que suspende el proceso en su contra hasta que se constate mejoría”. El 2 de junio se conocerá la pena, que probablemente sea a prisión perpetua.La fiscalía y la familia de Anahí solicitaron la máxima condena. Desde que se señaló a Bazán, desde su cercanía sostuvieron su inocencia y también reclamaron justicia por el femicidio de Anahí. En el caso de Villalba, había dado positiva una muestra de su ADN. Para la defensa de Bazán, a cargo de la Gremial de Abogados y Abogadas, las pruebas contra él son “poco creíbles y típicas de las causas armadas”. (Por La Retaguardia)✏ Redacción: Agustina Salinas💻 Edición: Fernando Tebele📷 Fotos: Agustina Salinas

Lo dijo Juan Manuel Moreno, condenado a 14 años por una causa armada. Su voz saltó los muros de doce metros que rodean el Complejo Penitenciario de Florencio Varela para contar en Hasta que vuelvan los abrazos cómo es atravesar un aislamiento social en el lugar donde la sociedad aísla. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista: Giselle Ribaloff/Fernando Tebele✏ Redacción: Andrés Masotto/Leda Martyniuk 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 🖍️ Ilustración: Juan Manuel Moreno por Lorenzo DibiaseJuan Manuel Moreno es otra víctima más de las causas armadas: en diciembre de 2016 fue condenado a 14 años por un asesinato que, como se pudo probar en el juicio, no cometió y ni siquiera estuvo en el lugar donde ocurrió. La explicación es otra: junto con su espacio de militancia, Resistencia Unida y Popular, denunciaba y escrachaba a las fuerzas de seguridad y los dirigentes políticos de Lomas de Zamora.“Hubo una pelea entre dos bandas de hermanos que termina en un tiroteo y la policía me viene a buscar a mí. Después de haber sido torturado en la comisaría delante del secretario de la privada de Darío Giustozzi, que era el intendente de Almirante Brown y el jefe de toda la distrital departamental deciden que yo iba a ser juzgado por ese homicidio. En el juicio se comprueba que yo nunca estuve en el lugar, pero la fiscal me reconoce por haber estado en varias oportunidades en la puerta del juzgado de Lomas de Zamora acompañando a distintas familias, también víctimas del sistema, donde los policías matan a los pibes en los barrios”, explicó Juan Manuel sobre su situación. Y agregó: “Las víctimas no me reconocen a mí. Es más, dicen que yo nunca estuve en el hecho. Pero la policía sigue sosteniendo con una testigo plantada que yo a cien metros del lugar entregué dos bolsas con treinta armas de fuego. No hay un arma secuestrada. La causa ahora está en casación a la espera de que esta justicia de alguna manera resuelva algo. Es paradójico lo que espero: la misma justicia que me arma la causa me tiene que resolver algún tipo de beneficio o la absolución”. Privados de todo La emergencia sanitaria en la que nos encontramos inmersos de manera global no es novedad para quienes se ven transitando sus extensos días en los centros de detención. Es de público y notorio conocimiento el hecho de que la mayoría de las cárceles poseen una higiene casi nula que pone en riesgo la vida tanto del personal penitenciario como de detenidos y detenidas frente a este contexto. Dentro de los muros todo es más precario: la comida, el acceso a los medicamentos, el acceso tanto al área de educación como al de trabajo resulta obstaculizado en la mayoría de los casos e incluso algo tan básico como la  atención médica y la contención psicológica es escasa. Todo esto generó motines en varias unidades penales, siendo los de Coronda y Las Flores, ambos en Santa Fe, los más graves.“La situación es calcada a los cincuenta y pico de penales que hay en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, donde si bien ya veníamos acarreando distintas problemáticas, ahora con el tema de la pandemia se hace más peligroso y pesado el encierro. Se vive día a día, con temores como afuera, pero peor porque te juega mucho en contra psicológicamente no poder ver a tu familia, la mala alimentación, la falta de sanidad, la falta de todo tipo de recursos. Prácticamente se vive de a cuatro o cinco personas en un baño de dos por dos”, relató Moreno. Y continuó: “Hubo protestas pacíficas, no somos locos ni nada parecido. Somos humanos igual que los de afuera, nada más que algunos pagando algún error que han cometido y otros que, como en mi caso, somos juzgados por ser netamente organizadores o agitadores en contra del sistema. Las protestas fueron fundamentadas, obviamente, y no por el tema casual de la pandemia: esto ya viene colapsando hace varios años. La justicia tiene un retardo total y es inoperante para resolver en tiempo y forma distintas causas. Causas muy chiquitas, hay pibes que vienen por boludeces y se podría evitar el contexto de encierro y buscar otras opciones. Sin embargo, abarrotan y hacinan acá adentro y nos encontramos totalmente colapsados. La cárcel no reinserta a nadie a la sociedad, al contrario: te devuelven peor”. La preocupación por evitar que el virus se propague intramuros está latente ya que podría causar una (otra) masacre. Pero la crisis habitacional alimentada por un sistema judicial punitivista que favorece la superpoblación y la falta de políticas orientadas a mejorar las condiciones de encierro sumergen a los internos en muchos otros riesgos: “En una unidad donde hay 1200 presos y con gente del Servicio Penitenciario que va y viene todos los días, que se maneja afuera con total libertad, tiene que haber alguno. Pero más allá del coronavirus nosotros lo que planteamos es que está bien, pongámosle que no haya entrado el virus, acá se mueren todos los días dos o tres pibes de tuberculosis, por falta de medicamentos, por estar bajos de defensas por comer la basura que nos traen que no lo comen ni los animales. Adentro el problema es mucho más profundo que la pandemia del coronavirus”, denunció.“El Estado supuestamente nos debería garantizar la salud, la comida y la estadía dentro de las unidades para reinsertarnos. El tema del dengue es muy particular. Nosotros denunciamos que se mueren pibes de otras cosas, no de coronavirus. Pero acá llueven dos gotitas y tenés la unidad toda tapada, todas las cloacas rebalsando y por una semana tenés todo el foco de propagación del dengue ahí, a la vista. Es peligrosísimo. Se muere más gente de dengue que de coronavirus. O de femicidios. Se están tapando muchas otras cosas con la psicosis del coronavirus”, insistió Juan Manuel. El lugar de encierroMuchas personas nunca han visitado un complejo penitenciario. Quizá ni siquiera hayan hecho el ejercicio de imaginar cómo es. Juan Manuel Moreno

Son una problemática que se convirtió en epidemia en los barrios populares. Pibes (fundamentalmente) y pibas inocentes que son imputados y encarcelados por crímenes que no cometieron. Sus familias se vienen agrupando y son parte de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. Ayer realizaron su primera movilización temática. Decidieron ir al Ministerio Público Fiscal, porque consideran a la policía como el primer responsable, pero luego aseguran que la justicia le pone el sello a las causas a través de las acusaciones de los fiscales. Muchas de estas causas llegan a juicio y se los declara inocentes, pero pasan años en cárceles y con sus familias luchando. (Por Julián Bouvier y Pedro Tato para La Retaguardia)Fotos: Juan Cicale Llueve en la Capital Federal de manera intensa y constante. Nunca para. Son las 11 de la mañana y mientras tanto, las familias y amistades de pibas y pibes víctimas de causas armadas, junto a militantes por los derechos humanos y autoconvocados/as independientes, se acercan a la Plaza Congreso para concentrar allí y luego iniciar la Primera Marcha Plurinacional contra las Causas Armadas.Las causas armadas son fraguados policiales, avalados luego por las fiscalías distritales, en las que se encarcela a personas inocentes, culpándolas de delitos que no cometieron. No sólo se comete una injusticia contra estas personas, sino también con las familias de las víctimas del hecho. Cuando hay una causa armada, la verdad se aleja.Las víctimas son “perejiles”, “engarronados”. En general son pibas y pibes de los sectores más vulnerados de la sociedad. Al igual que en los casos de gatillo fácil, esta práctica criminaliza a la juventud y a la pobreza. Son los chicos de las barriadas quienes tienen que pagar por algo que no hicieron, cayendo en las cárceles, en las que serán hambreados, maltratados, torturados;esa vulnerabilidad se profundizará aún más.La marcha va avanzando por la Avenida de Mayo, envalentonada, a contramano del tránsito y ante un exagerado operativo policial. Una primera marcha que convocó a muchas familias. Que dio lugar a que la rabia se disperse con canciones y gritos, para llegue el mensaje a la puerta del Ministerio Público Fiscal de la Nación, la casa de los y las fiscales; es el lugar que las familias consideran la cuna de los armados de causas. Como la convocatoria a la marcha era pública, la puerta del edificio estaba cerrada.Algunas familias dieron una vuelta a la manzana, para ingresar al organismo a dejar un petitorio que los comprometa a contactarse con cada UFI (Unidad Fiscal de Investigación) y dar cuenta de que el Ministerio está al tanto de sus irregularidades. Se logró la reunión. Los recibió Roberto Riquelme, director de Comunicación Institucional del Ministerio Público Fiscal. En ella, además de que desde el MPF se comprometió a generar un número de expediente para iniciar un seguimiento de las diferentes causas, las familias pudieron expresar el dolor provocado por estas constantes injusticias.Mientras tanto, en la calle, el micrófono estaba abierto a que cada familia pudiera comentar su experiencia, nombrar a su pibe o piba, darle entidad, exigir sus derechos.La lluvia nunca paró, pero los cánticos tampoco. Así, con las ropas mojadas pero con satisfacción, se volvieron para sus barrios, sin dejar de entonar el hit de la marcha, sobre la música de Sobreviviendo, que es lo que hacen los pibes y sus familias cuando son víctimas de las causas armadas. Dicen que la justicia está armando causasY que engarronan pibes junto a la canaSiguen dejando libres a los culpablesPara que su negocio sea rentableLa policía es la que mataVende la drogaCubre la trata.

Lleva un año detenido en la cárcel de Marcos Paz a la espera de que se inicie el juicio. Fue detenido por protestar contra la reforma previsional en el Congreso. Nora Cortiñas pidió su libertad y mañana se realizará a las 11 de la mañana una movilización desde Corrientes y Callao hasta el Obelisco. (Por La Retaguardia) En una carta dirigida al Tribunal Oral Federal número 3, el dirigente petrolero y militante del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado, solicitó una reunión entre el presidente del Tribunal, la fiscalía y  sus abogados para “tener una certeza sobre” su situación judicial. Preso desde el 12 de septiembre de 2018, sin siquiera tener fecha para el comienzo del proceso y negada su excarcelación, comenzó una huelga de hambre. Además, Daniel Ruiz pide que consideren la situación del penal donde se encuentra,  ya que “el Ministerio de Derechos Humanos de la Nación declaró ’emergencia en materia penitenciaria’ por tres años”.En la ronda de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas pidió la libertad de Ruiz, “que salió a las marchas con todos, miles de personas, hombres y mujeres, que salimos para repudiar una ley que perjudicaba a los jubilados y jubiladas. Todavía está preso este pibe que no tiene imputado ningún delito, nada absolutamente, y aunque no lo quieran creer, para liberarlo a él, ellos están esperando que se entregue un compañero del mismo partido”. Ese compañero es Sebastián Romero, también militante del PSTU, con pedido de captura internacional después de haber participado en la movilización frente al Congreso durante la represión policial. Nora contó que visitó a Daniel Ruiz en la cárcel: “Cuando lo fui a ver a Daniel, lo digo con orgullo, dijo ‘no voy a ser moneda de cambio’. Así, con firmeza, se va a cumplir un año. Hay que apurarse a pedir su liberación”.El jueves 12 de septiembre se va a cumplir un año de su detención y se realizan diferentes acciones, nacionales e internacionales, pidiendo su liberación. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, organizaciones sociales, sindicales, de derechos humanos y partidos políticos, entre otros, concentrarán en Corrientes y Callao a las 11 de la mañana para marchar hasta el Obelisco, donde realizarán un acto.

Jorge Luis Zárate Mackoviak fue detenido el miércoles 21 de agosto en un allanamiento irregular y lo tuvieron incomunicado cinco días. En la causa interviene el juzgado Criminal y Correccional Nro 45° a cargo del Dr. Coronel. La propia familia y el barrio reclaman su inmediata liberación, y denuncian que el hecho es producto de un montaje policial. (Por Colectivo de Medios Populares*) Jorge Luis Zárate Mackoviak fue detenido el miércoles 21 de agosto en un allanamiento irregular. En la causa interviene el juzgado Criminal y Correccional Nro 45° a cargo del Dr. Coronel. La propia familia y el barrio reclaman su inmediata liberación, y denuncian que el hecho es producto de un montaje policial.Jorge Luis Zarate Mackoviak tiene 20 años, le dicen “Koki” y vive en la Villa 31. Trabaja en una cooperativa encargada de limpiar los espacios públicos del barrio, y todos los días se tomaba el colectivo interno que lo dejaba en la terminal de Retiro, para así poder ir al colegio “La Banderita”, pero desde el miércoles 21 de agosto está privado injustamente de su libertad.Ese día, cerca de las 6 de la mañana, destrozaron su vivienda en un “allanamiento”. Oficiales solicitaron la presencia de una persona que se encontraba en las cercanías pero fue luego de realizar todo el procedimiento. Lo hicieron pasar como “testigo” y se lo llevaron detenido.Su madre Mónica, luchadora barrial y feminista de la Villa 31, le entregaron solamente un simple papel “pequeño y en cuadraditos” donde tenía escrito un número: era el de la causa. La única explicación que le dieron fue que se lo acusaba de homicidio. Desde ese momento, la mamá y la hermana de Koki pasaron por todas las instancias de “procedimiento a seguir” en donde la violencia y arbitrariedad policial/judicial son la base de impunidad.Luego del “allanamiento” buscaron información de donde era que se habían llevado a Koki. Allí fueron a la Comisaría comunal 1 – Suipacha 1156- con el fin de acercarle un poco de comida y alguna frazada, pero se encontraron con el cinismo y el propio maltrato de las fuerzas. “El Estado les provee comida y abrigo. Si él tiene algún vicio, tiene que pasarle cigarros”. Mónica intentó contestarle que su hijo no tiene vicios. “Si su hijo no tenía ningún vicio no estaría acusado ni preso por homicidio”, sentenció el oficial que las atendió.Un allanamiento irregular y el después El joven estudiante y trabajador de tan solo 20 años, estuvo incomunicado desde el allanamiento hasta ese domingo. Pero previamente, el viernes 23 Mónica recibió un llamado mientras esperaba al abogado: “Doña, su hijo está bien, pero está en Marcos Paz. Ayer a las 12:00 ya llegó. En el pabellón B, unidad 24”. Se le vino el mundo abajo. Tuvieron que pasar cinco días del procedimiento policial que se realizó sin orden y sin testigos, para que Mónica pueda ver a su hijo: la información que volvió a recibir no fue mayor a la de ese simple papelito con el número de la causa.Este traslado se sucedió antes del accionar del juzgado quien debía responder sobre el pedido de excarcelación presentado. En todos estos momentos, nadie le brindó información clara a la familia, por lo que las sospechas que existieron desde un primer momento se confirman aún más: es una causa armada y Koki es inocente. La carátula de “su” causa es por: homicidio e intento de homicidio.“Se los pido a todos, hagan viral esto que es una injusticia. Porque hoy lo tocan a mi hijo, pero puede ser cualquiera de los pibes de este barrio. Tengo la sospecha que está preso solo porque se llama Jorgito y vive en la villa”, suplicó Mónica con voz quebrada en llanto.Luego de cinco días de desesperación, su madre pudo encontrarse con Jorge en el penal de Marcos Paz. “Él está un poco quebrado, pregunta por qué está ahí, por qué le hicieron esto. No supe qué contestarle a mi hijo”, relató Mónica luego de la visita de tan solo 3 horas. Amigxs, vecinxs, docentes y compañerxs ya juntaron cientos de firmas para exigir su inmediata liberación. Su familia y un barrio entero lo reclama. *FM Riachuelo/FM La Caterva/La Retaguardia/Agencia Paco Urondo/Sur Capitalino/Radio Gráfica/Radio Presente

Luego de 3 años y 7 meses de estar preso, sin condena, sin pruebas en su contra y esperando por un juicio justo, Diego Chavez recuperó su libertad este lunes cerca de las 16. El juicio que estaba previsto para realizarse a lo largo de tres jornadas, término a las dos horas de comenzado, cuando otro joven deslindó de responsabilidades a Chávez. Aquí la crónica de una jornada muy esperada. (Por Lorenzo Dibiase, Julian Bouvier y Pedro Tato para La Retaguardia) Foto: Fabiola Aguirre, la mamá de Diego Chávez, de espaldas, en el micro que transportó a la gente que fue a bancar a los tribunales de Mercedes. (Gentileza: Changuito Cañero) —Ya está, lo largan hoy. La emoción fue grande cuando un amigo de Diego, que había entrado a dar testimonio, salió del recinto del Tribunal N°3 de Mercedes y dijo las palabras más esperadas. Atrás, Fabiola Aguirre, la incansable mamá de Diego Chávez, salió llorando de alegría, con una sonrisa que, quienes la conocemos, nunca habíamos visto. Esa sonrisa que tanto anhelabamos conocer, la de una mujer que tiene mucha facilidad para hacer reír a los demás.Las primeras palabras de Walter Gamarra, uno de los jóvenes imputados por el crimen del oficial José Fernandez, fueron “Diego Chavez no tiene nada que ver”. La palabra de él fue clave, ya que fue uno de los autores del hecho y más tarde fue condenado a 15 años de prisión por homicidio en ocasión de robo. Quienes dieron testimonio fueron rápidamente interrogados por la defensa, sin intervenciones de la fiscalía. Luego de escuchar a varias de esas voces, el fiscal Guillermo Lennard dijo que no hacía falta escuchar a las personas que restaba atestiguar. Definió que no había pruebas en contra de Diego Chávez, nada que lo incriminara, y retiró la acusación. La justicia determinó la libertad de Diego, ante la presión y la fuerza de las muchas personas que se acercaron a reclamar justicia. Penosamente, esta situación que se podría haber solucionado en pocas horas, fue un sufrimiento de varios años para toda una familia.Afuera, Fabiola nos abrazó a todas y a todos. Salió para comunicarlo y la explosión de gritos fue protagonista de la tranquila y lloviznosa tarde mercedina. Mientras bajábamos desde el primer piso, escuchamos a un policía del tribunal que le decía a otro: “¡qué bárbaro este abogado!, hace un mes sacó a la otra chica, ahora a este pibe”, refiriéndose a Alejandro Bois y a la libertad de Yanina Farías, primero, y la de Diego ahora. De allí, a la puerta de tribunales, donde había un micrófono abierto para Fabiola, que comunicó la noticia, agradeciendo, compartiendo su alegría. De allí a la otra esquina, porque “puede salir por ahí”. De allí a que ya lo trasladaron, que lo sacaron por otra puerta. Quienes llegamos cuando Diego ya estaba en tribunales, no lo vimos en ningún momento, como si la justicia y la policía lo escondieran para que no sintiera la fuerza que le hacía el aguante. Varias madres que fueron victimas de causas armadas contra sus hijos, cuentan experiencias similares. Los penitenciarios, los policías y hasta algunos  fiscales y jueces, quieren que los chicos sufren el aislamiento hasta último momento. Te lo devuelven cuando quieren, como si fuera un juguete usado. Como si no lo merecieras, porque “sos una negra villera”, como le ha dicho una penitenciaria hoy a una madre. Luego de muchas horas de pasear por Mercedes y después de una larga espera en la puerta del penal, a las 4:15 de la tarde, Diego sale, otra vez, de otra puerta lateral, desde la esquina, a paso lento, y con su característica templanza, para encontrarse con esos abrazos de quienes, con paso acelerado y poca paciencia, lo esperábamos para celebrar su libertad.

El domingo 10 de febrero en Casa Joven, el Espacio, se realizó un festival por las causas armadas de Diego Cháves y Yanina Faríaz.Entre música y tererés, se acercaron vecinos y vecinas del barrio. Además asistió la familia de Santiago Almirón, un pibe de Morón que hace cinco meses está preso por una causa armada, y están buscando orientación acerca del caso e intercambiar experiencias con las demás familias. Aquí un fotoinforme. (Por Valentina Maccarone para La Retaguardia)

En la fría madrugada del domingo 10 de marzo esperábamos a eso de las 4 de la mañana, en Moreno, el 57 ramal Mercedes. Estábamos con Fabiola, la madre de Diego Chávez, un pibe del lugar que está preso víctima de una causa armada. El colectivo demoró más de una hora, y en ese tiempo charlamos con ella, que nos empapó en el tema: ¿Quién es Diego Chávez? ¿Por qué está preso? ¿Qué es una causa armada? ¿Quiénes las arman y con qué fin? Son preguntas que, con un rato de charla con Fabiola, se responden. Esas respuestas, sin embargo, inundan de bronca, al comprender que muchos pibes y muchas pibas están presos injustamente, lejos de sus familias, por ser pobres y estar indefensos en un sistema que se encarga de sostener la desigualdad. (Por Julian Bouvier y Lorenzo Dibiase para La Retaguardia) *Diego Chávez y su mamá Fabiola, en la foto sacada por su novia Ornella. “¿Sabéis qué me gustaría conseguir como poeta? Poder contar y oír lo que nadie oye”.     Goethe                     “La sensación cuando termina la visita se puede comparar a la de tirarse en un volcán de amargura en erupción. Es cuando quisiera congelar el tiempo tan solo para degollar con un pedazo de vidrio todas las yugulares de cada uno de los guardias ¿Cuál es la felicidad de transformar en un cubito de hielo de la vida, qué mejoría trae a sus penurias el sentirse autoridad? Es la idea en la que continuamente se cae”* Eran cerca de las cinco cuando llegó el colectivo y rápidamente se llenó de los y las familiares que se acercaban a Mercedes a visitar a sus hijos, esposos, padres, amigos, etc. En ese tramo de más de una hora, Fabiola nos siguió contando sobre Diego, las familias que conoció a partir de la lucha y la organización, de los medios que se acercaron (y sobre todo de los que no se acercaron). Empezaba a amanecer cuando bajamos del colectivo y caminamos las diez cuadras que hay, aproximadamente, hasta el penal. Hicimos una larga cola que duró más de dos horas, calvario al que se acostumbran las familias cada domingo cuando van a visitar a sus pibes que están adentro. Mientras iban requisando, uno por uno y una por una, en diferenciadas colas de varones y mujeres, visitamos el plagado almacén donde todas las familias compran sus últimas cositas para llevarle a los pibes. Cigarros, fuego, pan y algún fiambre, una gaseosa, aguas.Mientras esperamos, charlamos un buen rato con el padre de un pibe que está adentro y que hace varios días había sufrido una golpiza y tiroteo por parte de la policía (luego de una discusión en la que el pibe se negaba a darles su celular para que luego lo vendieran, los carceleros le metieron seis tiros en la pierna y en el pie). A las nueve y monedas nos hicieron pasar por un pasillo, nos requisaron, nos hicieron sacar remera y pantalones (aclararon que era una rutina al darse cuenta de que era la primera vez que íbamos) y nos hicieron pasar acompañados de un carcelero. Toda la sensación hasta ahí era bastante dura, por las condiciones del penal y el clima de tristeza y frialdad que se siente en un lugar así. El trato diferenciado y “amable” de la policía hacia nosotros, y todo lo transcurrido hasta el momento, nos hizo sacar la rápida conclusión de que por nuestra condición de clase, jamás iríamos a parar a ese lugar. Que este lugar es exclusivo para los pobres.“No hay buenos, ni malos. Todos son hormigas de la fábrica del machete, nunca vi un espejo tan grande (casi del tamaño de nuestro continente) por el que miran la extraña mutación de su futuro muerto. Díganle a mi espalda violeta y verde y a mis tibias fragmentadas que ellos son simplemente mercenarios de un sistema”* Entramos a un gran galpón, con mesas familiares no muy grandes (contamos unas 80 o 90 mesas), cada una con un mantel de diferentes colores, con un banco de cada lado y un infaltable ventilador de pie. Arriba, colgado en la pared, otro ventilador; atrás, la ventana abierta; luego las rejas y por último, el cielo. Grandes murales en las paredes hechos por los mismos presos: imágenes gauchescas, paraísos hawaianos con parejas besándose en el atardecer. Enfrente, las ventanas de los cuartos del “encuentro”, como le dicen a las visitas íntimas. Muchos pibes esperaban ansiosos a que fueran entrando sus familiares y amistades para reencontrarse. “FELI DÍA DEL NINO”, decían las letras en cartulina mientras dejaban caer sus partes. Niños y niñas corriendo por los pasillos, y el reiterado grito de quienes repartían la comida: “58, ¡¡PIZZA!!”, “63, ¡ASADO!”; los números son personas. Las palomas pasean sobrevolando nuestras nucas. El Reggaeton. Abrazos, besos, sonrisas, encuentros.Buscamos a Diego, al que sólo conocíamos por fotos, mientras un carcelero nos preguntaba una y otra vez de qué piso era él, dato que no teníamos, hasta que lo reconocimos a lo lejos, a pesar de su cambio de look (nuevos reflejos rubios).“Nunca imaginé que llegaría a odiar tanto al escuchar apellidos y mucho menos que me tatuarían un 653 en la nuca”* Nos saludamos, a él lo notamos un poco frío, pero cordial y amable. Nos recibió con unos mates y nos prestó unos buzos mientras esperábamos a Fabiola; la mañana estaba fresca. Fuimos haciéndole algunas preguntas como para romper el hielo y en principio Diego nos respondía bien al pie, y miraba hacia la entrada, esperando a la vieja. Preguntas que apuntaban a conocer cuál es la realidad que se vive en un penal. Cómo (sobre)vive él allí, siendo tranquilo, pacífico. Una vez que entró Fabiola, unos 15 o 20 minutos después que nosotros, la charla se puso dinámica. Consultamos si podíamos tomar nota, ya que por supuesto no se pueden ingresar teléfonos, ni grabadoras. Ante la positiva, empezamos la entrevista, que vale aclarar, el diálogo fue